Una alianza forzada. Un amor prohibido. Una guerra silenciosa. Isabella nació para reinar… pero fue robada para obedecer. A los once años, su vida de privilegios terminó en una fría noche de invierno, cuando fue secuestrada por el clan mafioso Di Lazzaro, enemigos eternos de su familia. Ocultaron su nombre. Enterraron su pasado. La prepararon para convertirse en la esposa del heredero: Dante, un joven tan brillante como cruel, tan frío como irresistible. Pero lo que los Di Lazzaro no sabían… es que Isabella y Dante ya se habían conocido en secreto, en otro tiempo, en otra piel. Y que un recuerdo compartido ardería como una brasa escondida bajo los escombros de la traición. Años después, unidos por un pacto que ninguno eligió, ambos deberán navegar una red de mentiras, celos, chantajes y fuego. Cuando otra mujer amenaza con destruirlos desde dentro, Dante toma la decisión más dolorosa: alejarse para salvarla. Pero el amor verdadero no se disuelve en la oscuridad… solo se esconde, esperando el momento para arder de nuevo. Entre sombras y juramentos, se alza una historia donde el poder mata, el deseo consume… y el amor renace en medio del peligro.
Leer másLa mansión estaba más silenciosa que de costumbre.No era por miedo.Era por respeto.Desde la llegada de Lara, todos parecían moverse más despacio, con más cuidado. Como si una presencia frágil, pequeña pero poderosa, hubiese roto las capas más duras del lugar.La niña ocupaba una habitación al lado de la de Isabella. Con juguetes nuevos, libros, peluches y una ventana grande con vista a los jardines.Pero no dormía con ellos.Todas las noches, Lara salía de puntillas y se recostaba en el sofá frente al cuarto de Isabella. No pedía permiso. No hablaba. Solo se acostaba en silencio… esperando no estar sola.—¿Debo obligarla a volver a su cama? —preguntó Isabella una noche, sin girarse.Dante estaba de pie en el umbral, observándola escribir.—No. Solo quiere estar cerca de ti.—¿Por qué yo? No soy su madre.—No. Pero eres la única que no le miente con sonrisas.Isabella suspiró.Se acercó al sofá y se arrodilló frente a la niña. Lara dormía abrazada a un oso. Pequeña. Pálida. Inocent
El viento de la madrugada entraba por las ventanas de la mansión.Isabella, sentada en el sillón del balcón, no dormía desde hacía tres noches. No por miedo. Ni siquiera por rabia.Era otra cosa. Algo que nunca había sentido.Incertidumbre.Nunca le había temblado la voz al mandar, ni la mano al disparar. Pero ahora… ahora se preguntaba si sería capaz de mirar a esa niña a los ojos y no romperse por dentro.No porque fuera su enemiga.Sino porque era inocente.Y eso era lo que más dolía.—¿Quieres verla otra vez? —preguntó Francesca, entrando con una taza de café.Isabella negó con la cabeza.—No… aún no.—La niña preguntó por ti.Isabella la miró sorprendida.—¿Cómo lo sabe?—No lo sabe —respondió Francesca, sentándose—. Pero vio tu rostro en las noticias. Te llamó “la mujer de la tormenta”.Isabella sonrió. Apenas.—¿Y Claudia?—Desaparecida. Pero alguien movió piezas para que la tutela legal de Lara pasara a una fundación con vínculos franceses. Si no intervenimos… la sacarán del p
El silencio de la victoria fue breve.Menos de cuarenta y ocho horas después del escándalo legal, una nueva tormenta llegó, no con balas ni abogados… sino con una verdad guardada demasiado tiempo.Francesca irrumpió en el estudio con el rostro desencajado. Traía en la mano una caja pequeña, sellada, sin remitente. Adentro, un sobre. Y dentro del sobre, una foto.—¿Qué es esto? —preguntó Isabella, sin moverse.Francesca la miró, con la voz temblorosa.—No lo sé. Pero... es de Claudia. Y no viene sola.Isabella abrió la foto. Su mano tembló apenas un instante.Era Dante. Con una niña. De no más de ocho años.Una niña de cabello oscuro y ojos de hielo.Y al reverso, una nota con letra firme:“Te presento a Lara. Su hija. Su secreto. Mi venganza.”La sala se volvió pequeña. El mundo giraba demasiado rápido.Isabella caminó en círculos. No lloraba. No gritaba. No rompía nada.Solo pensaba.—¿Esto es cierto? —preguntó finalmente.Francesca no respondió.—¡Quiero que lo averigües ya! Exijo p
El poder no siempre se grita.A veces se firma.A veces se sonríe.Y otras… se disfraza de derrota.Isabella sabía eso.Por eso, cuando la notificación oficial de intervención judicial a una de sus empresas de fachada llegó esa mañana, ella no reaccionó con furia. Solo cerró la carpeta, se sirvió un té, y sonrió.Francesca, sin entender, la observó desde el otro lado de la mesa.—¿Nos van a congelar las cuentas en tres países y tú sonríes?—Sí. Porque acaban de hacerme el favor que necesitaba.—¿Qué favor?Isabella tomó su taza y caminó hacia la ventana.—Nos estaban tocando por fuera. Ahora entraron. Se contaminaron. Lo que no saben… es que dentro de mis empresas, nada es lo que parece. Y si ellos creen que yo les estaba ocultando algo… entonces ellos tienen mucho más que perder que yo.Horas después, Isabella convocó una reunión con los jefes contables, dos asesores legales y un nuevo rostro: Elena Dávila, una fiscal retirada y reconocida, de reputación intachable. Francesca no ente
Desde su regreso de Marsella, Isabella no habló una sola palabra de Claudia Moretti.No mencionó su rostro, ni su voz, ni sus amenazas. Solo volvió al trabajo con una intensidad nueva. Una frialdad quirúrgica.Como si cada movimiento fuera un cálculo.—¿No vas a contarme qué pasó allá? —preguntó Dante una noche, al verla revisar documentos hasta pasadas las dos de la madrugada.—No hay nada que contar —respondió ella, sin levantar la vista—. La vi. Me miró. Sobrevivimos ambas. Fin.Dante se acercó, le quitó el bolígrafo de las manos.—Te conozco. Y cuando te vuelves más silenciosa es porque algo se está quebrando dentro de ti.Isabella lo miró por fin.—Lo que me está quebrando no es ella. Es que siempre llegan justo cuando empezamos a respirar.Dante le besó la frente.—Entonces respiremos más fuerte.---Pero el aire duró poco.Esa semana, llegaron tres notificaciones judiciales al nombre de Isabella Leone. No como criminal. No como sospechosa.Como “persona de interés” en una inves
Los días siguientes al atentado transcurrieron con una calma extraña.Demasiado perfecta. Demasiado silenciosa.Isabella lo sabía. No era paz.Era el murmullo que precede al desastre.Francesca reforzó todas las rutas. Matteo coordinó los movimientos internos. Giulia, ahora alejada y vigilada, envió una carta de agradecimiento escrita a mano. Isabella la leyó sin emoción. Agradecer no repara una traición.Pero lo que nadie esperaba… era que el golpe no viniera de afuera.Sino del pasado.Del de Dante.---Una mañana, al revisar los informes de inteligencia, Isabella encontró un nombre subrayado varias veces: Claudia Moretti. No era parte de La Marca Roja. No era enemiga directa. Era… una sombra.Exiliada desde hacía años. Antigua jefa de logística en operaciones del norte de Italia. Y, según el informe más reciente, ex pareja de Dante Leone.Isabella frunció el ceño.Abrió el archivo. No había muchas fotos. Pero en una de ellas, Claudia sonreía al lado de Dante, en lo que parecía una
Último capítulo