Unida A Un Mafioso Retorcido Por Culpa De Mi Esposo

Unida A Un Mafioso Retorcido Por Culpa De Mi EsposoES

Mafia
Última actualización: 2025-12-10
Mel Polanco  Recién actualizado
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Resumen
Índice

Vanesa era una ama de casa condenada a vivir en las sombras cuidando del hogar y de su hijo, o ese era el plan de su esposo… Pero ella está en contra de ese destino, por lo que al confirmar que su esposo tiene un amante y esa mujer espera un hijo, pidió el divorcio para buscar una nueva vida con su hijo. No quería dinero, era un divorcio fácil porque Arturo no quiere al niño, pero… ¿Por qué Arturo se altera y se niega a dejar que ella se lleve al niño? ¿Qué hará para conseguir el divorcio? ¿Quién es ese hombre misterioso que está vigilándola en las sombras? Esto debe ser un chiste, ¿Por qué apenas obtiene el divorcio es secuestrada y obligada a casarse con un mafioso? ¿Por qué su hijo se parece de forma perturbadora a ese hombre peligroso? ¿Cuál es el secreto que todos están escondiendo?

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Capítulo 1

Capítulo 1: Cruda Diferencia

Capítulo 1: Cruda Diferencia

- Ya tengo cuatro meses de embarazo. ¿Adivina qué, mi amor? Hoy podemos confirmar el sexo de nuestro hijo.

La voz, empalagosa y triunfal, atravesó la pesada puerta de roble de la oficina directiva y heló la sangre de Vanesa, provocando que se quedará estática detrás de la puerta.

Su mano, que había ido a buscar el pomo para hablar con su esposo sobre su hijo, se quedó petrificada en el aire. 

Un silencio de muerte llenó el pasillo vacío. Luego, otra voz respondió:

- ¿En serio? Déjame sentir…

Un nudo de nervios le oprimía la garganta a Vanesa. 

Sus dedos temblaban de una forma que no podía controlar, presionó con suavidad infinita el tirador. La puerta cedió un centímetro, el espacio justo para ver.

La escena que vislumbra le heló la sangre. 

Arturo, su esposo, estaba reclinado en su silla ejecutiva. Sobre su regazo, anidada como un gato satisfecho, estaba Adriana, la nueva secretaria. 

La pelirroja tenía la cabeza apoyada en su hombro, y la mano de él, se deslizaba con posesividad sobre la curva ya inconfundible de su vientre.

- ¿Qué crees que sea? – preguntó Arturo con un hilo de voz.

- Yo te puedo asegurar que va a ser un lindo niño idéntico a ti – declaró haciendo una mueca – A diferencia de ese bastardo que te dio tu esposa. Porque la verdad es que ese mocoso no se parece en nada a ti.

Arturo frunció el ceño, pero guardó silencio.

Vanessa agarró el pomo de la puerta. Su Aarón solo tenía siete años. Lo habían ridiculizado y sospechado desde pequeño simplemente porque su pelo rubio era tan diferente del oscuro de Arturo.

Y su marido, quien debería haberlo protegido, rara vez estaba ahí para él, tanto que su hijo casi nunca lo había llamado “papá” de verdad.

Vanessa sacó el móvil del bolsillo con dificultad y pulsó el botón de grabar.

- Sabes mi amor, en verdad te recomiendo que le hagas una prueba de ADN, porque algo me dice que esa muerta de hambre te está haciendo cuidar al hijo de su amante y…

¡Bang!

En eso la puerta fue azotada, provocando que ellos saltaran y miraran en dirección a la puerta.

Por el ruido, Adriana se separó rápidamente de su jefe mientras que en el rostro de Arturo apareció un destello de pánico que fue rápidamente reemplazado por su habitual arrogancia.

- Vanesa… – empezó a hablar el pelinegro al mismo tiempo que se colocaba de pie.

- Así que tu oligospermia – comenzó a decir Vanessa entre dientes mientras apretaba con fuerza los puños – resulta que es selectiva.

- ¡Espera, no es lo que parece! ¡Puedo explicarlo! – Arturo dio un paso hacia ella, pero su cuerpo, de forma instintiva, se interpuso ligeramente delante de Adriana.

Ese pequeño movimiento rompió algo más dentro de Vanesa.

- ¿Explicar? – Lo interrumpió con la mirada gélida – mejor dime… si tienes oligospermia, ¿cómo está embarazada tu secretaria? ¿O solo eres infértil conmigo? ya que por la forma en como esa se te unta… dudo que ese niño haya sido por inseminación artificial – al hablar dio varios pasos hacia adelante para acortar la distancia entre ellos.

- … - Arturo retrocedió un paso – eso… eso fue un error…

- ¿Un error de cuatro meses? - interrumpió Vanessa - ¿Y Aarón? ¿Él sí es tuyo? O…

- ¡Claro que es mi hijo! - gritó Arturo interrumpiéndola – lo que pasa es que esto es distinto.

- ¿Distinto? – repitió Vanesa, sintió que toda la rabia, el dolor y la traición de años se compactaban en su pecho - Aclárame, ¿Qué es diferente?

- … -  Arturo respiró hondo, y cuando habló, ya no había rastro de pánico. Solo un desprecio abismal - Ella… ella me importa ¿Entiendes? – al pronunciar esas palabras, la miró a los ojos de forma desafiante – además no sé porqué te quejas, si tú lo tienes todo: casa, dinero y una posición privilegiada, así que… ¿De qué te quejas, Vanessa? No olvides que te recogí de la nada, eras una huérfana sin nada y todo lo que posees ahora es porque te lo di, así que en vez de molestar y quejarte, deberías estar de rodillas agradeciéndome o limpiando la casa, en vez de estar aquí, haciendo el ridículo.

El silencio que siguió fue más ensordecedor que cualquier grito.

Vanesa observó con atención a este hombre que había amado y ya no vio ni rastro del joven que alguna vez conoció. Solo un extraño cruel y vanidoso.

De forma discreta, metió la mano en el bolsillo y detuvo la grabación. 

Había visto suficiente.

- Tienes razón… ya nada importa – declaró con una calma aterradora. Dio media vuelta para alejarse del lugar.

Arturo se quedó en shock por un momento.

No le grito.

No le dio una bofetada.

Ni siquiera una lágrima.

Simplemente… se rindió.

¿En serio? ¿Tan poco lo amaba?

Su orgullo de hombre, se sintió profundamente herido. Esa mujer estúpida debía seguir enamorada de él, dependiente, suplicante. No podía permitir que se fuera así.

- ¡VANESA! – rugió Arturo desde la puerta.

- Arturo, por favor no vayas, quédate conmigo y nuestro hijo – Adriana lo abrazo por la espalda por lo que buscó actuar de forma débil y sumisa para llamar su atención – a… amor, por favor, creo que me duele el vientre, nuestro hijo…

Arturo vaciló, su mirada yendo de la espalda que se alejaba de su esposa a la amante que se aferraba a él.

- Ven, te llevo al médico – dijo, cargando al estilo princesa a su amada.

Al alejarse, lanzó una última mirada al pasillo vacío, y un pensamiento consolador y venenoso, cruzó su mente:

“Tranquilo Arturo, no tiene a dónde ir. Esa inútil no puede vivir sin mí. Volverá, arrastrándose”

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Capítulo 1: Cruda Diferencia
Capítulo 2: Ya No…
Capítulo 3: Fuera Máscara
Capítulo 4: Primero Muerto
Capítulo 5: Ayuda Maliciosa
Capítulo 6: Vigilante
Capítulo 7: Seducción
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