Mundo ficciónIniciar sesiónEmilia Morga ha tenido todo en su vida. Dinero, lujos, atención de sus padres, hermanos menores con los cuales compartir y entre aún más. Emilia no solo ante la vista de la gente es la hija de un importante empresario como se hace ver su padre, si no que es la heredera de todo el Imperio Morgan el cual ha sido manejado por su padre, abuelo, bisabuelo y entre más generaciones pasadas. Ella siempre tuvo claro que si deseaba el poder de todo el imperio debía de dar un heredero que beneficiará a la mafia y no sólo a ella si no que también a su familia. Una decisión de su padre podría cambiar mucho su vida pero a la vez complicarla dejándola en una cuerda de tensión. La futura lider de la Mafia Negra ha tenido todo servido en bandeja de plata, pero un solo favor de parte de su padre podria impedirle tener todo en su vida. Un favor el cual podia poner en riesgo el legado de su familia. 𝐍𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐥𝐚𝐜𝐢𝐨𝐧 𝐢𝐧𝐭𝐢𝐦𝐢𝐝𝐚 𝐄𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚, le habia dicho su padre. Una importante misión de su padre podría no solo traer amores y placeres, sino que también problemas a la familia. Pero ella era una reina. Emilia deberá de lograr la confianza de su compañero de trabajo en la FBI que trataba de llegar a la ubicación de su familia para poder capturarla. Pero, ¿Que pasa si además de confianza ella logra enamorar a su compañero de trabajo? ¿Dejaría todo por el? ¿El arriesgaría su vida y trabajo por ella? ¿Ella seria su reina y el su rey? Emilia era la heredera de todo, lider de los hombres de su padre, la Reina de la Mafia Negra, pero toda reina debe tener a su rey, ¿No es asi?
Leer másEmilia Morgan nació bajo un destino escrito mucho antes de su primer respiro. Desde niña, el mundo la conoció como la hija mayor de un poderoso empresario, pero tras las sombras ese título significaba algo mucho más grande y peligroso: heredera de la Mafia Negra, un imperio criminal levantado generación tras generación por los hombres de su familia. Su apellido no solo pesaba, ardía. En cada gesto, en cada mirada, en cada paso, Emilia cargaba con la responsabilidad de convertirse en la futura reina de un trono que jamás aceptaría debilidad.
Dinero, lujos y poder nunca le faltaron. Tampoco la admiración de quienes veían en ella el reflejo de la perfección que su padre moldeó a la fuerza. Emilia fue educada para liderar, para mandar, para hacer temblar a cualquiera que osara enfrentarse a su apellido. Pero lo que nadie imaginaba era que, detrás de esa coraza de hierro, había una mujer que anhelaba elegir por sí misma el rumbo de su vida. Un simple deseo que, en el mundo donde ella reinaba, podía costarle todo.
La tradición de los Morgan era clara: quien heredara el imperio debía asegurar la continuidad de la familia y del poder. Su padre se lo había repetido una y otra vez: “Nada de intimidad, Emilia. Todo lo que hagas debe beneficiar a la familia, no solo a ti”. Y ella lo entendía. Pero la lealtad al imperio no siempre iba de la mano con los sentimientos. Un solo favor de su padre bastó para alterar el equilibrio que había mantenido durante años.
Ese favor tenía nombre y rostro: un agente del FBI. Un hombre destinado a acabar con lo que su familia había construido, pero que, irónicamente, ahora se convertía en su compañero. Su misión parecía sencilla: acercarse, manipularlo, ganarse su confianza, mantenerlo ciego y distraído mientras el FBI buscaba las pruebas que jamás debía encontrar. Emilia sabía jugar con las emociones ajenas; su belleza, su inteligencia y su instinto la habían convertido en un arma letal. Pero esta vez había un riesgo que no estaba en los planes: enamorarse de él.
Lo que empezó como un juego de máscaras pronto se transformó en una lucha interna. Cada mirada compartida, cada palabra cargada de doble sentido, cada roce accidental encendía en Emilia una guerra que jamás había peleado: la de su corazón contra su deber. Por primera vez, alguien la veía más allá de su apellido, más allá de la heredera y de la reina. Y eso la aterraba más que las balas.
Pero amar a un enemigo no era un lujo permitido. El FBI lo perdería todo si la protegía, y ella traicionaría siglos de poder si lo elegía. ¿Qué pesa más? ¿El legado de una familia que se alimenta de la lealtad absoluta o el deseo de ser simplemente una mujer que ama?
En un mundo donde la traición se paga con sangre y la ambición nunca descansa, Emilia deberá decidir si está dispuesta a arriesgar el trono por un hombre que podría condenarla. Porque toda reina necesita un rey, pero a veces coronarlo significa perder el imperio entero.
Emilia Morgan no es solo la heredera. Es la Reina de la Mafia Negra.
Y hasta las reinas sangran cuando aman al enemigo equivocado.Emilia MorganCuatro meses después.Nunca pensé que me temblarían las manos por algo que no fuera una pistola.Y sin embargo, ahí estaba. Frente al espejo, con un vestido blanco que Scarlett había elegido con lágrimas en los ojos y un peinado demasiado delicado para una mujer que había sobrevivido al infierno.Mis dedos no dejaban de apretar el borde del tocador.—Estoy nerviosa —dije en voz alta, como si confesarlo lo hiciera menos real.Scarlett me miró desde el otro lado de la habitación, con Axel dormido en sus brazos. Liam jugaba en el pasillo con una flor en la mano, repitiendo sus líneas como pequeño portador de anillos.—Nunca te había visto así —dijo mi hermana, con una sonrisa suave—. Ni siquiera cuando tenías una orden de asesinato encima.—Porque esto es diferente —murmuré, llevándome la mano al pecho—. Cuando me casé con Sebastián… lo hice para huir. Para tener paz. Y aunque lo quise, aunque fue bueno conmigo... era como casarme con la idea de que yo no podía tener más qu
Narrador OmniscienteNicholas se encontraba en la sala de estrategias del ala este del complejo Morgan. A su alrededor, los jefes regionales de Nueva York, Miami, Bogotá, Caracas y Sicilia. Hombres y mujeres de poder, algunos leales… otros observadores.Él, firme, sin su uniforme del FBI, pero con la autoridad que había demostrado una y otra vez desde su llegada.—Las decisiones pasan por mí ahora —dijo, sin rodeos—. Pero ninguna orden será contraria a lo que Emilia ha construido. No estamos cambiando el sistema. Solo reforzándolo.Un silencio tenso siguió. El jefe de Bogotá, Delgado, cruzó los brazos.—¿Y cómo sabemos que tus lealtades no siguen dividas?Nick lo miró directo a los ojos.—Me entregué. Fui torturado. Estuve dispuesto a morir por esta familia. ¿Tienes idea de lo que eso significa?Delgado bajó la mirada. Nick prosiguió:—Ella lleva a nuestro hijo en su vientre. ¿Creen que arriesgaría eso? Voy a hacer este imperio aún más fuerte. Pero cualquiera que desafíe a Emilia, aún
Emilia MorganEstoy en el segundo mes y, aunque parezca extraño decirlo, cada día siento que esta pequeña vida dentro de mí me hace más fuerte y más vulnerable a la vez.Las náuseas aún me golpean sin aviso. A veces, el simple olor del café me revuelve el estómago, y eso me frustra más de lo que esperaba. Pero aprendo a escuchar mi cuerpo, a darle lo que necesita y a respetar sus límites, aunque eso signifique rendirme a la calma más de una vez.Mi abdomen aún no muestra señales, pero yo sé que algo está ahí, latiendo, creciendo. Es un recordatorio constante de que esta vez no solo lucho por mí, ni por Nick, ni por Liam, sino por alguien que aún no conozco, pero que ya amo con todo mi ser.A veces me pregunto qué tipo de madre seré. Si podré protegerlo como a los míos, si podré darle la paz que nunca tuve. No puedo evitar sentir miedo, ese miedo que se cuela en la noche y me hace apretar el puño contra el pecho.Pero también siento esperanza.Espero que este pequeño sea mi luz en medi
Emilia MorganLa habitación del hospital estaba en silencio, pero mi mente no dejaba de gritar.Cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro lastimado. Las marcas, los hematomas, la sangre seca. Nick atado a esa silla, luchando por respirar, por no rendirse.Y yo…¿Había hecho lo suficiente?¿Lo había puesto en peligro por llevar este mundo sobre mis hombros?¿Había sido egoísta al traer una vida nueva en medio de esa tormenta?El peso de la culpa me aplastaba con una fuerza que ni las armas ni las batallas habían logrado.Me senté en el borde de la cama, las manos temblando. Miré mi reflejo en el espejo del tocador y no reconocí a la mujer que me devolvía la mirada.—Lo siento, Nick —susurré al vacío—. Por todo lo que tuviste que pasar. Por no poder protegerte mejor. Por arrastrarte a esto.Una lágrima rodó por mi mejilla y la dejé caer sin luchar.Sabía que él no me reprocharía nada. Que su amor era más fuerte que cualquier herida.Pero esa culpa… esa sensación de no ser suficiente
Emilia MorganMe conocía perfectamente para saber que algo no andaba bien en mi.Lo supe en el instante en que corrí al baño a vomitar, luego de haber dejado a Liam en su cama dormido. Lo supe en el momento en que ví mi rostro pálido. Lo supe en el momento en que sentí un dolor en mi espalda.Sabía que no era necesario una revisión médica para saber la respuesta, pero necesitaba oírlo. Saber que quizás podría ser una idea mía o en verdad era lo que pensaba.Mientras el medico de la familia revisaba a Liam, quien no paraba de preguntarme cuando volvería Nick, yo solo podía pensar en que pasaría si en verdad mis suposiciones eran verdaderas.Todos en la mansión familiar estábamos en búsqueda de Nick. Luego de haber registrado su celular, descubrimos que el entregarse al secuestrador de Liam, era la única manera de que el volviera con nosotros.No sabía si Nick estaba muerto o vivo. Golpeado o bien. Sufriendo o solo viviendo. No sabía nada. Nadie había hecho ni una sola llamada en las úl
Narrador OmniscienteEl motor del auto vibraba suavemente, como si supiera que alguien importante estaba a punto de subir.Liam corrió entre charcos de agua sucia y concreto resquebrajado. Tenía los pulmones al borde del colapso, el corazón golpeándole el pecho con la fuerza de un tambor de guerra. Sus zapatillas estaban empapadas, sus piernas temblaban, pero no se detuvo. Papá le había dicho que corriera. Y eso hizo.Cuando llegó al auto, las puertas estaban destrabadas, tal como le prometió. Se lanzó al asiento del copiloto y cerró con fuerza, mirando nervioso por las ventanas como si algo —o alguien— pudiera seguirlo.Entonces lo vio: el celular, sobre el asiento del conductor.Con manos sucias y temblorosas, lo tomó. Lo desbloqueó. Ya estaba marcado. Un solo nombre en la pantalla: Mamá.Marcó.El tono fue eterno.Y entonces, la voz.—¿Nick?—Mami… —La palabra salió temblorosa, apenas audible—. Mami, estoy en un auto. Hice lo que papá me dijo… Corrí muy rápido… Pero él no está aquí
Último capítulo