Mundo ficciónIniciar sesiónEloisa debía llevar a su prometido a la fiesta navideña familiar, pero un accidente lo cambia todo. Sebastián, el hijo de “La Parca” (la muerte personificada), comete un error y se lleva su alma antes de tiempo. Al intentar devolverla, algo sale mal y termina mezclado en su vida. Para no levantar sospechas en la familia, Eloisa le pide que se haga pasar por su novio. Lo que ninguno espera… es enamorarse de verdad.
Leer másLa parca odiaba la navidad, aunque no lo decía en voz alta, porque admitir emociones iba contra su reputación de figura encapuchada atemorizante. Pero cada año, desde que aparecían los primeros villancicos en los centros comerciales del más allá, su humor se volvía más negro que su túnica, y mira que la túnica ya era negra.
—Sebastián, ¿Sabes qué día es hoy?—grito, haciendo vibrar las luces etéreas del salón. Sebastián, su hijo, levantó la mirada hacia el calendario flotante, en la fecha había dibujado, un árbol navideño, una galleta sonriente y un texto que decía “¡Feliz Navidad!” en letra cursiva exagerada. ---Lunes,---respondió Sebastián con total serenidad. La parca soltó un suspiro qué hizo temblar las sombras,---¡navidad!, el peor, absolutamente el peor,--- Sebastián, como siempre, se mantuvo calmado, era un joven tranquilo, pálido, de ojeras permanentes y expresión neutra, nada parecía alterarlo.---¿Por qué? ,---preguntó. La Parca se frotó el cráneo, desesperado,--- los humanos, se ponen emocionales, demasiado emocionales. Que si amor, nostalgia, tristeza, alegría explosiva, arrepentimientos, milagros… ¡todo eso altera el flujo de almas! Los caminos se cruzan, las señales se mezclan… uno puede terminar recogiendo almas que ni siquiera han terminado de escribir su carta a Santa.--- Sebastián asintió, aunque no tenía idea de lo complicado que podía ser eso, siempre había sido eficiente, preciso y responsable. --- Hoy debes tener absoluta precisión, nada de distraerte con humanos, nada de luces navideñas, nada de comida, nada de renos. Nada, recoges un alma, la adecuada, y vuelves.--- dijo la Parca, apuntándolo con un dedo huesudo. --- Entendido.-- respondió Sebastián La Parca chasqueó los dedos y apareció una tablilla flotante con la foto de una joven, cabello castaño, sonrisa dulce, ojos amables.---Tu primera alma del día, Eloisa Rivera, treinta y dos años, accidente menor, shock, programacion sencilla,--- Sebastián estudió la imagen, una mujer común, nada especial, perfecta para iniciar su jornada,--¿Algún riesgo? --preguntó. --Solo que es navidad, lo cual ya es un riesgo suficiente, --- dijo su padre. Sebastián asintió abrió un portal y antes de cruzar, la parca agregó. --Recuerda, precisión absoluta, y mantente lejos de los humanos.--- -- Sí, padre.-- respondió Sebastián desapareció. El mundo humano estaba… excesivamente vivo, luces por todas partes, gente cargando bolsas gigantes, villancicos a volumen ilegal, olor a galletas, fotos con Santa, perros disfrazados de reno, bebés vestidos de elfos… Era un caos rojo, verde y brillante, Sebastián lo detestó al instante, miró la tablilla, Eloisa Rivera se encontraba a pocas calles. Mientras tanto… Eloisa Márquez tampoco estaba teniendo una buena Navidad, su día había iniciado con una videollamada de su madre... ---¡Hija, hoy vienes con tu novio a la fiesta! ¿Verdad que lo traes? ¡Dime que sí, Eloisa, dime que sí, que ya me preguntaron tus tías!,--- su madre hablaba sin parar. El problema era que Eloisa no tenía novio, bueno, sí había tenido uno hasta hace tres días, cuando él decidió “tomarse un tiempo”, que en lenguaje universal significaba “me fui con otra”. Pero su madre no lo sabía y Eloisa prefería pelear con un ejército de duendes antes que escuchar el famoso discurso de “las mujeres de tu edad ya están casándose”. Así que, como buena hija desesperada, había dicho,---Sí, mamá. Llevaré a alguien.--- Y ese “alguien” no existía, por eso manejaba con el estómago en un nudo, tratando de no llorar mientras renegaba.. Lo único que tenía que hacer era conseguir un acompañante. ¡Uno! ¿Qué tan difícil puede ser? Pero no… Eloisa Márquez tenía que ser una irresponsable emocional. Suspiró y dobló por una esquina, sin saber que allí mismo, a media cuadra, también iba manejando su compañera de trabajo y tocaya, Eloisa Rivera. Dos coches. Dos Eloisas. Y un destino que había decidido divertirse. Eloisa Márquez iba tan distraída pensando en inventar un novio improvisado que no vio bien el auto que se detuvo de golpe delante. ---¡Ay no !,--- PUM. Fue un golpe suave, apenas un empujoncito metálico, nada grave, nada mortal. ---¡Perfecto!, ¡Ahora choco! ¿Qué más, universo? ¿Un reno cayendo sobre el parabrisas?,--- dijo Eloisa golpeando el volante. El universo no respondió, pero el Más Allá sí. Sebastián llegó justo en ese instante, vio el auto chocado, vio la joven sentada adentro y vio… Su alma, flotando a medio metro del cuerpo, luminosa, dócil, tranquila, exactamente como decía la tablilla. ---Eloisa Rivera,--- confirmó Sebastiá. La coincidencia del nombre no lo alertó, las almas no llevaban etiquetas, él solo seguía coordenadas, todo parecía correcto. Extiende la mano, el alma, confiada como si él fuera alguien conocido, se acercó con suavidad. No hubo resistencia, no hubo duda, Sebastián la tomó y entonces escuchó... ---¿Hola? ¿Qué está pasando? ¿Por qué hay… dos yo? ¡¿Quién eres?!,--- pregunta Eloisa. Sebastián abrió la mano del susto, el alma salió volando como globo escapado de cumpleaños. Miró el cuerpo, el cuerpo que se suponía debía estar muerto. Pero Eloisa Márquez lo estaba mirando horrorizada, completamente consciente. ---¿Estoy muerta? ¿Estoy viva? ¿Estoy… en coma? ¡Ay, no! ¡Mi mamá me mata si no llego a la fiesta!,--- Eloisa hablaba sin parar Sebastián palideció más de lo normal, miró la tablilla, miró a la mujer, miró el nombre que había apuntado en la misión... ELOISA RIVERA No Márquez. RIVERA. Su estómago se cayó al suelo. ---No puede ser… Me equivoqué de Eloisa,--- susurró Sebastián Un error imperdonable, una catástrofe cósmica, había intentado llevarse el alma de una humana VIVA. Y para colmo… el alma ahora flotaba por ahí, escondiéndose detrás del coche como si fuera tímida. ---¡Regresa! ---ordenó Sebastián. El alma se escondió más. Eloisa Márquez gritó,---¡¿QUÉ SIGNIFICA TODO ESTO?!,--- Los humanos ya se acercaban, por todas partes había movimiento, ruido, teléfonos grabando… Si su padre descubría esto…Sebastián tragó saliva, tenía que pensar rápido ---Eloisa Márquez, tu alma debe volver a tu cuerpo y, yo tengo que corregir esto antes de que el universo colapse… o antes de que mi padre me destruya.--- dijo Sebastián ---¿Mi alma está… ¿afuera? ¿Como un… globo? ¿Y tú eres… qué eres? ¿Un fantasma? ¿Un trabajador del cielo? ¿Un recolector de frutas espirituales?,--preguntó Eloisa ---Más o menos, no tenemos tiempo.--- respondió Sebastián Más humanos se acercaban y él necesitaba llevarla a un lugar seguro, donde pudiera devolverle su alma sin que nadie sospechara. Improvisó, cosa que jamás hacía... ----Eloisa, necesito que vengas conmigo y…--- trago salvia Sebastián. Ella lo miró como si él estuviera pidiendo algo más, --- oye yo no puedo ir contigo, tengo la celebración de navidad en casa de mi abuela, estará toda la familia, esperandome llegar con un novio, un cretino que me dejo por W******p, ---- Sebastián la miró, no podía creer que esa mujer hablara sin parar, hasta que escucho... --- Ya lo tengo, fingiras que eres mi novio,--- dijo Eloisa. --- Ah no.. eso jamás, --- respondió Sebastián --- Pues entonces chau y que tu papi la parca se entere, yo no llegare sin un novio mi madre me mata más rápido que tu padre a ti,--- dijo Eloisa. --- Bien acepto,--- respondió Sebastián. Sin saber que ese acuerdo improvisado… sería el inicio de un desastre, una comedia, y también… de algo más. Porque entre almas rebeldes, familias intensas y una Navidad caótica… Ambos estaban por enamorarse. Todo, absolutamente TODO, podía pasar en Navidad.Llegaron a la sala de espera para la entrevista de parejas ficticias. una sala llena de sillas incómodas, reclinadas en ángulos imposibles, donde hasta un alma podía sentir dolor lumbar.En una de las paredes, un televisor viejo mostraba un tutorial titulado..“Cómo sostener la mano de su pareja sin parecer un secuestrador.”Los actores eran dos duendes muy tensos, Eloisa suspiró, agotada.—¿Qué hacemos ahora? —preguntó, hundiéndose en la silla como si quisiera fusionarse con ella.Sebastián se sentó a su lado, recto como un soldado que jamás aprendió a relajarse.—Esperar nuestro turno.—¿Y si nunca llega?— preguntó Eloisa —Llegará, el sistema es lento, pero no cruel.— respondió Sebastián. En ese instante, la pantalla del televisor emitió un pitido y apareció un aviso...“DEMORA ESTIMADA: 4 HORAS, 27 MINUTOS.”Eloisa dejó caer la cabeza sobre su hombro sin darse cuenta.—Voy a morir —murmuró con dramatismo absoluto.—Técnicamente ya está muerta… un poquito —respondió Sebastián.—Seba
Eloisa cerró los ojos con desesperación, llena de angustia y ganas de llorar, llevaba demasiadas horas acumulando emociones y ahora estaba atrapada en un purgatorio administrativo donde todo olía a café viejo y papel húmedo. Sebastián estaba acostumbrado a lidiar con almas, condenas y casos especiales, pero no con mujeres vivas que parecían estar a un microsegundo de estallar como una olla a presión emocional. La mujer del mostrador los miró como si diera diagnósticos mortales todos los días. Con el mismo entusiasmo con el que alguien anuncia que se terminó el papel higiénico. —Así que, si quiere acelerar el proceso… —dijo, acomodándose los lentes, como si aquello le diera un poder especial. Hubo uns pausa tan larga que Eloisa sintió que podía escuchar su propio corazón, allá en su cuerpo, protestando por seguir esperándola. —El señor Sebastián deberá figurar como su pareja hasta que el caso sea resuelto.— volvió a decir la mujer. Silencio absoluto.... Sebastián pestañ
—Bien, entonces nos vamos, necesito devolverla antes de que su cuerpo decida renunciar.—dijo Sebastián, levantándose con gesto profesional pero claramente nervioso. Eloisa lo miró con terror absoluto y cero paciencia emocional.—¿Mi cuerpo qué?— —Renunciar, a veces, cuando el alma tarda, el cuerpo decide abandonar el proyecto,—repitió Sebastián como si hablara del horario de un ómnibus. —¿Abandonar cuál proyecto? ¿El de vivir? —preguntó Eloisa, ya blanca como leche descremada. —Sí, ese mismo, pero no pasa siempre, solo en días complicados, como Navidad. Y hoy… bueno… es Navidad.—dijo Sebastián tranquilo Eloisa se levantó, aunque seguía flotando sin quererlo, el suelo estaba unos centímetros por debajo de sus pies, pero ella ni lo notó. Su cabello flotaba un poquito también, como si estuviera bajo el agua. —¿Y cómo funciona esto de volver? ¿Volveré así nomás? ¿Como si nada?— preguntó Eloisa —Si todo sale bien, sí, si sale mal… bueno… puede que se despierte hablando en rim
Sebastián suspiró con fuerza, con hartazgo y con el creciente presentimiento de que su padre, La Parca, le arrancaría la cabeza cuando se enterara de lo que había pasado. -- Antes iremos a mi oficina, las dos,--- señalando al alma que se escondía detrás del auto y a Eloisa aun sentada en el asiento dentro del auto. Sebastián chasqueo los dedos y los tres se teletasportaron a una oficina. Frente a su escritorio flotante, hecho de neblina comprimida y madera de ciprés del Inframundo, mirando el expediente una y otra vez. Y aun así, cada vez que lo leía, seguía diciendo lo mismo. —No puede ser, no puede, aquí dice claramente Eloisa Márquez. Pero la que debía morir hoy era…Eloisa Rivera. —murmuró Sebastián, pasando las hojas espectrales con desesperación,volvió a revisar el registro, frunciendo el ceño. Atravesó el expediente con el dedo, y un chisporroteo violeta saltó hacia arriba...Error en el archivo... Error de coincidencia...Error de sistema. —¿Usted está seguro de que no
Cuando Eloisa Márquez encendió el auto, el sonido de las gotas golpeando el techo era casi un aplauso burlón a la decisión más estúpida que había tomado ese día, mentirle a su madre.—Llevaré a mi novio ¡Claro que sí, mamá! ¡Obvio! ¡Mi novio real de verdad, que existe muchísimo!—repitió, imitando su propia voz con tono exageradamente dulce.Apretó los dientes y golpeó el volante con la palma abierta.—¡Ay Eloisa, eres brillante! una mentira piadosa, dijiste. ¡Qué piadosa ni qué ocho cuartos! ¡No tengo novio! ¡Ni para muestra!,—exclamó, rodando los ojos hacia el parabrisas.Accionó el limpiaparabrisas, aunque la tormenta en su interior era mas fuerte que la que había afuera del auto. Las luces navideñas de las casas iluminaban fragmentos del camino, parpadeando como si rieran de ella.El celular vibró en el asiento del acompañante, Eloisa le lanzó una mirada asesina,--- ¿ahora quien juro que si es alguien preguntando por mi novio voy a explotar, ---Y otra vez el recuerdo del mensaje d
El motor del auto vibraba suavemente, pero Eloisa Marques no lo escuchaba, estaba estacionada frente al supermercado, manos firmes en el volante, mirando hacia la nada como si en el parabrisas se proyectara una película.La película de su vida, una que, sinceramente, jamás habría aprobado.La lluvia golpeaba el techo del coche con un ritmo casi musical, pero Eloisa no prestaba atención. Porque en su cabeza, una escena que intentaba olvidar seguía repitiéndose una y otra vez. Una escena en formato mensaje de WhatsApp, el peor género de ruptura jamás creado.Todo empezó con una vibración inocente del teléfono.Y ahí estaba, en letras verdes, arruinando su semana, su dignidad y posiblemente su Navidad...Martín:Elo, tenemos que hablar.Ella había leído eso sentada en su cama, pero ahora, dentro del auto, recordarlo hacía que el estómago se le retorciera.Tenía perfectamente presente el momento.Recordaba cómo al abrir el chat había pensado: “Seguro quiere saber qué postre llevo el 24”.
Último capítulo