Un encuentro fortuito, un embarazo inesperado y la historia de una asistente y su jefe. Catarina Vergara acepta la invitación de su amiga para asistir a una fiesta, principalmente para evitar la boda de su prima, quien la ha traicionado al iniciar una relación con su exnovio. Durante la velada, vive un breve pero intenso encuentro con un desconocido que termina en un momento de pasión. Como consecuencia, queda embarazada de un hombre del que apenas conoce unos cuantos detalles y al que probablemente nunca más volverá a ver. El recuerdo de aquella noche permanece en su memoria hasta que comienza a trabajar como asistente de Alessandro Mellendez, un atractivo pero exigente CEO de una importante empresa. Lo que Catarina no sabe es que Alessandro está buscando a una mujer que desapareció misteriosamente después de un encuentro fugaz, sin imaginar que ella podría ser precisamente esa persona.
Leer más"Lisandra"No tenía intención de dormir en casa de Patricio, pero terminé quedándome dormida. Extrañamente él estaba más que dispuesto a convencerme de dormir allí y no entendía por qué, ya que aún no me amaba y tampoco solía hacer las cosas solo para complacer a la madre.Pero la tía Lucinda no me dio opción y no sabía qué hacer. Ahí apareció Patricio lleno de cariño, con mi helado favorito y diciendo que quería que me quedara. Supo manejarme muy bien, fue tan irresistible que me relajé demasiado y hasta me dormí.Pero ahora estaba bien despierta y necesitaba irme a casa pronto. Estaba conversando con mi madre y la tía Lucinda, cuando noté a Patricio de pie cerca de la escalera mirándome, me miraba de una manera, como si fuera la cosa más hermosa y preciosa que había visto jamás, sus ojos estaban brillando y tenía una media sonrisa de quien se pierde en contemplación. En un impulso le tiré un beso al aire, fue un impulso, pero la sonrisa que recibí de vuelta fue arrasadora, simplem
"Patricio"Abroché sin prisa los botones que había desabrochado de la blusa de Lisandra. Ella me miraba a los ojos mientras lo hacía. Cuando terminé la besé antes de que se bajara de mi regazo. Se despertaba tan hermosa, despeinada y con los ojos perezosos. Se bajó de mi regazo y se puso de pie, se alisó la falda y, con las manos en las caderas, onduló el cuerpo para acomodársela, de esa manera que me dejaba hipnotizado con sus curvas. Yo la miraba descaradamente.—¿Disfrutando la vista? —sonrió al preguntar.—¡Siempre! Pero ya sabes, ¡es una vista maravillosa! —Su sonrisa se ensanchó con mi respuesta. Me senté en el borde del sofá y le extendí la mano—. ¡Ven acá! —Vino de buena gana y se sentó en mi pierna—. ¿Dormiste bien?—Sí, siempre duermo bien contigo. —Su declaración hizo que mi pecho se llenara de alegría.—Entonces necesitamos hacer esto siempre, porque yo también siempre duermo bien contigo.—Qué bueno, somos el remedio contra el insomnio el uno del otro. —Se río ligera
"Patricio"Cuando mi madre decidió por nosotros que Lisandra se quedaría, me sentí extrañamente cómodo. Todavía no sabía lo que sentía, sabía que me estaba dejando seducir, pero aún no sabía qué exactamente estaba sintiendo. Pero que se quedara allí en mi casa parecía tan correcto. Pero Lisandra sabía cómo me sentía y no estaba cómoda quedándose antes de que yo estuviera enamorado de ella. Pero la idea de mi madre me parecía reconfortante, mientras que la idea de que Lisandra se fuera me molestaba.Por supuesto que ella, no estando cómoda, fue a refugiarse en la cocina. Sabía que esa cabecita estaría dando vueltas buscando una solución, pero para mí la cosa ya estaba más que resuelta. Entonces me acordé del helado y del jarabe de caramelo, que le pedí a Wanda incluir en la lista de compras después de que estuvo en mi casa la primera vez. Eran sus favoritos, helado de pistacho y jarabe de caramelo, pero ni así se relajó. Entonces la besé y se entregó totalmente, ¡era mía y se olvidaba
"Lisandra"Que Patricio sintiera celos de mí significaba bastantes cosas, pero que dijera que no quería perderme era lo que más feliz ponía mi corazón. La cena en su casa siguió el ritmo del almuerzo, pero con todos los amigos allí, fue divertida y agradable. Pero cuando Melissa y Nando se despidieron aproveché la oportunidad.—Mel, ¿puedo ir con ustedes? —Le pregunté bajito a Melissa, no quería que Patricio tuviera que salir de casa para llevarme a esa hora de la noche, pero él escuchó, apretó mi mano y me sostuvo.—Diría que sí, pero por la cara de tu novio creo que es mejor decir que no. —Melissa se rio hacia Patricio.—Ah, querida, deberías dormir aquí, mañana pasan por tu apartamento antes de ir al trabajo. —Tía Lucinda también había escuchado y sugirió que me quedara, me fui quedando cada vez más sin saber qué hacer o qué decir.—Ah, tía, pero no tengo nada aquí, ni el cepillo de dientes. —Hablé en tono de broma, pero me miró seria.—Ese no es el problema. —Tía Lucinda me m
"Patricio"Después de mi encuentro furtivo con mi asistente sobre mi escritorio de trabajo no la vi más por el resto de la tarde, después de todo, necesitábamos trabajar. Y trabajé con una gran sonrisa en el rostro.Al final del día, salí de mi oficina y no la vi sentada en su escritorio. Tampoco estaba con Manu.—Manu, ¿viste a Lisandra? —Manu me miró pareciendo muy satisfecha con mi curiosidad.—¿Tu asistente, Pat? —Manu estaba jugando conmigo.—¡No, Manucita! Mi novia. Esa mujer linda, que tiene esos cabellos negros largos y dos ojos brillantes, también tiene piernas hermosas y una manera de ser que conquista a todo mundo. ¿La viste? —Manu tenía una sonrisa aún mayor, divirtiéndose con mi buen humor.—Sí, conquista a todo mundo, hasta ya te conquistó, ¿verdad? —Manu se rio.—¡Sí! —Le respondí sin pensar y solo después de hablar fue que me di cuenta—. Sí, me conquistó. —Extrañamente esa admisión había sido como soltar el aire después de contener la respiración por un tiempo.
"Lisandra"Cuando Melissa se fue ya habíamos combinado todo para el día siguiente. Regresé a mi escritorio y todavía tardó un poco para que Patricio volviera a su oficina y cuando regresó parecía diferente, estaba muy serio, casi ceñudo.—¡Señorita Lisandra, en mi oficina ahora! —Habló con un tono de quien parecía estar irritado.Me sobresalté y me acordé del día en que regresó de viaje y descubrió quién era yo. ¿Pero qué le dio a este hombre? ¿Por qué estaba irritado ahora? Me levanté un tanto vacilante y fui hacia la puerta que él sostenía abierta para mí. Antes de entrar lo enfrenté, pero sus ojos no revelaban nada.—Patricio, ¿qué...? —Me interrumpió.—Es Sr. Guzmán para usted. —Pasó junto a mí y se sentó en su silla. Estaba temblando y empezando a preocuparme por lo que había pasado para que estuviera actuando así.—Señorita Lisandra, por favor, acérquese. —Habló y caminé hacia su escritorio, estaba a punto de sentarme en una de las sillas frente a él, pero me lo impidió.—
Último capítulo