Mundo ficciónIniciar sesiónSebastián suspiró con fuerza, con hartazgo y con el creciente presentimiento de que su padre, La Parca, le arrancaría la cabeza cuando se enterara de lo que había pasado.
-- Antes iremos a mi oficina, las dos,--- señalando al alma que se escondía detrás del auto y a Eloisa aun sentada en el asiento dentro del auto. Sebastián chasqueo los dedos y los tres se teletasportaron a una oficina. Frente a su escritorio flotante, hecho de neblina comprimida y madera de ciprés del Inframundo, mirando el expediente una y otra vez. Y aun así, cada vez que lo leía, seguía diciendo lo mismo. —No puede ser, no puede, aquí dice claramente Eloisa Márquez. Pero la que debía morir hoy era…Eloisa Rivera. —murmuró Sebastián, pasando las hojas espectrales con desesperación,volvió a revisar el registro, frunciendo el ceño. Atravesó el expediente con el dedo, y un chisporroteo violeta saltó hacia arriba...Error en el archivo... Error de coincidencia...Error de sistema. —¿Usted está seguro de que no soy yo? Porque… no sé… hoy tuve un día horrible, pero no creo haber muerto, no me siento muerta.—dijo Eloisa con voz suave Sebastián cerró el expediente de golpe.—Créame, usted no debía morir, no es su día, no es su hora. No es su turno, aquí dice que debería estar… no sé… ¿cenando? ¿Tomando chocolate caliente? ¿Mintiéndole a su madre sobre un novio imaginario?.— Eloisa lo miró con los ojos muy abiertos.—¿Cómo sabe lo de mi novio?— —Cuando extraemos un alma, vemos fragmentos y déjeme decirle que su fragmento no fue nada agradable. Ni para usted ni para su pobre volante.—respondió él, encogiéndose de hombros. Eloisa se hundió un poco más en la silla flotante, llevándose las manos a la cara.—Ay, Dios mío….— —Casi, pero ese es otro departamento.—rectificó Sebastián. Eloisa lo fulminó con la mirada,--- oye,-- Sebastián se pasó la mano por el cabello, completamente frustrado, tenía que devolver esa alma. Ya. —Bien , tengo que regresar su alma. Pero para hacerlo, necesito permiso del Departamento de Reasignaciones y para obtener permiso de ellos, necesitan pruebas claras de que la confusión fue un error, un error suyo.Más correctamente, un error de ubicación.—la señaló con el expediente. —No entiendo.— dijo Eloisa Sebastián respiró profundamente.—Usted no debía estar allí.— —¿Dónde?— preguntó Eloisa —En esa esquina, a esa hora, en ese semáforo, no tiene sentido que estuviera en el lugar correcto para un muerto equivocado. Según el registro, la que debía estar allí era su compañera de trabajo. Eloisa Rivera.— respondió Sebastián Eloisa abrió los ojos de par en par.—¡Claro! Ella vive cerca de esa zona. Yo nunca paso por ahí, pero…quise evitar la avenida principal porque estaba llena de autos. Iba pensando en… bueno… ya sabe, la mentira—se mordió el labio, como si la culpa le cayera encima de pronto. —Sí, el novio imaginario.— dijo Sebastián Eloisa lo miró avergonzada.—no tan imaginario, me dejó por W******p, que humillación,— —Ha habido peores, un tipo una vez murió por comerse una decoración de plástico pensando que era un bombón, eso sí fue humillante,—dmitió Sebastián, hojeando otro registro. Eloisa no pudo evitar reírse un poco, aunque el miedo todavía se le notaba en la mirada. Sebastián tomó de nuevo el expediente. El problema era evidente... Para justificar la devolución del alma, debía probar que Eloisa Márquez tenía un motivo válido para estar en esa ubicación. Un motivo que no tuviera relación con la muerte programada de Eloisa Rivera. Un motivo emocionalmente sólido, porque las emociones, en Navidad, eran justo el ingrediente que alteraba todo el flujo de almas. Y entonces, sin querer, Sebastián miró directamente al recuerdo que aún flotaba en el aura de Eloisa... "Le llevaré a mi novio". Ah, claro, la mentira, el invento desesperado para salvar la cena navideña. La Parca siempre decía que las mentiras eran un problema para los humanos. Sebastián estaba completamente seguro de que también eran un problema para los parqueros. —Bueno para justificar que usted estuviera en esa esquina, necesito un motivo suficientemente fuerte para probar que su presencia era consecuencia directa de una emoción alterada. Y, según su registro emocional, su motivo fue… la miró con cara seria… la mentira a su madre sobre un novio.—dijo finalmente, cerrando el expediente con un suspiro. Eloisa hundió la cabeza.—Sí. Lo sé. No me siento orgullosa.— —No está aquí para su juicio moral, está aquí porque la confundí con otra Eloisa completamente diferente. Y créame… la señora de Reasignaciones adora culpar a los agentes nuevos.— respondió Sebastián —¿Nuevos? —preguntó Eloisa, arqueando una ceja. Sebastián carraspeó.—Digamos… relativamente nuevo, técnicamente tengo seis siglos. Pero es mi primer Navidad de guardia.— —Ajá... Entonces sí fue culpa suya.—dijo Eloisa cruzándose de brazos. —¿Puede dejar de tener razón un momento? —bufó Sebastián. Pero Eloisa no tenía intención de hacerlo. Sebastián tomó una pluma espectral y comenzó a escribir rápidamente. —Bien, necesito construir una narrativa creíble para el Departamento. Algo emocionalmente estable y lógicamente justificado, usted debía estar en esa esquina porque se dirigía a… —la miró, esperando una respuesta. —A comprar una torta, mi familia siempre espera que yo lleve una.—improvisó Eloisa. —No es suficiente, necesitamos una motivación más fuerte.— dijo Sebastián El alma de Eloisa brilló un poco rosada, un tono que Sebastián ya había visto antes. El tono de alguien que estaba a punto de admitir algo embarazoso. —Mi madre… bueno… estaba muy feliz porque yo llevaría a mi novio. Yo solo… no quería decepcionarla. Pensé que si compraba algo rico para llevar… sería como compensar.— respondió Eloisa Sebastián asintió, eso era un motivo emocional sólido. Eloisa agregó, avergonzada,—Y también me detuve en esa esquina porque estaba llorando un poco. Y no quería llegar con los ojos rojos.— —Ahora sí, eso es un motivo emocional muy sólido. — murmuró Sebastián mientras escribía . —Para que su expediente sea aprobado, necesitan creer que su emoción está directamente relacionada con la razón por la que estuvo en ese punto. Y…van a pedir prueba del origen emocional, —la miró con resignación. —¿Qué tipo de prueba?,— preguntó Eloisa Sebastián tragó saliva o más bien, imitó hacerlo. —Van a querer ver que la mentira del novio era real para usted. Que había un motivo verídico para estar emocionalmente alterada.— respondió Sebastián —Entonces verán cuando usted acepto ser mi novio falso, --- dijo Eloisa. Silencio, un silencio tan largo, que hasta los relojes se detuvieron. Eloisa parpadeó lentamente y entonces, para gigantesco horror de Sebastián, sonrió.—Bueno… No creo que mentir otra vez me mate.— —Técnicamente ya la mató —dijo Sebastián, señalándola.






