La vida de Violeta Wesler cambió, luego de presenciar el terrible accidente automovilístico en el que murió Aurora y del cual logró rescatar a la pequeña Samantha. Lo que no imaginaba la joven estudiante que esta, era la hija del poderoso CEO, Nolan O'Brien. Aunque al comienzo Nolan no la quería cerca de su hija, tuvo que aceptarla por petición de la pequeña Samantha; Violeta paso de ser una estudiante de literatura a ser la babysitter del CEO. El contacto entre ellos, provoca una serie de situaciones que desencadenará un sentimiento inesperado. Pero, Violeta oculta un secreto que podría alejarla para siempre de la familia O’Brien. ¿Logrará el amor, vencer los obstáculos? ¿Podrá Nolan perdonarla y ser feliz junto a ella? Acompáñame a vivir las emociones vividas por cada uno de estos personajes y a descubrir el final de esta historia.
Leer másCuando Nolan recibió aquella noticia, su corazón dio un salto al vacío. No podía creer lo que aquella mujer al otro lado del auricular, le decía:
—Debe ser una broma Vanessa. Si fue Aurora quien te pidió que me dijeras eso, no me parece nada gracioso, es de muy mal gusto a decir verdad —la voz comenzaba a temblarle.—Sr O'Brien, no es un juego, su esposa acaba de ingresar sin señales de vida a nuestra clínica y su hija aunque está con vida, la tienen en observación.Para Nolan esa noticia excedía el límite de lo irreal. Minutos atrás había conversado con Aurora ¿Cómo ahora ella iba a estar muerta? Aún tiene en su cerebro grabadas aquellas palabras y su voz.—Amor, voy rumbo a casa, no te preocupes estaré allí antes de la cena. Llevo vino para celebrar nuestro aniversario. Te amo.A diferencia de otras tantas veces, Nolan olvidó responderle “También te amo”Esa frase se repite constantemente en su cabeza, mientras conduce a toda velocidad hacia la clínica donde él mismo trabaja como CEO de Health and life.Baja de su auto apresuradamente, corre por el pasillo, las lágrimas en su rostro continúan su recorrido incesante. Su corazón sigue acelerado y el terror en su mirada. La recepcionista, el vigilante y algunas enfermeras se topan con él sin poder ocultar su desconcierto ante la noticia del fatal accidente. “Lo siento” “Lo lamento” “Mis condolencias” el eco de cada frase llena los pasillos de aquel lugar.Justo del quirófano viene saliendo el Dr Hessen, quien al verlo se detiene y le ofrece un abrazo. El gesto en el rostro del galeno, evidencia que ya nada se puede hacer.—Lo siento mucho Nolan, no sabes como lamento la muerte de Aurora.—No, ella no puede estar muerta, por favor Mark dime que es mentira, ella no.—Entiendo por lo que debes estar pasando, no ha sido fácil para ninguno de nosotros tener que darte esa noticia. Por suerte, Samantha está sana y salva, algunas escoriaciones, pero nada que no se pueda curar.—¿Mi hija, dónde está mi hija? —pregunta con afán.—Está en observación, la joven que logró sacarla con vida, está con ella.—¿Qué joven, de que me hablas, Mark?—Es la chica que llamó a la ambulancia y quien sacó a Samantha del auto a tiempo.Las palabras de Mark aturden aún más a Nolan ¿Quién era esa chica y por qué estaba con su hija?Caminó por el largo y amplio pasillo sin detenerse, entró al área de observación. Al ver a su hija en la camilla se acercó angustiado.La pequeña de apenas tres años, estaba dormida producto de los medicamentos y analgésicos que le colocaron, tenía un hematoma visible en el lado derecho de su rostro. Parada a pocos metros, estaba una joven delgada, alta, vestía un suéter gris y jean desgastado, llevaba el cabello recogido en una coleta y un bolso en su espalda.—¿Quién eres? —preguntó con voz ronca Nolan.—Soy Violeta —respondió en voz algo grave y con gestos pocos femeninos, metiendo sus manos en los bolsillos traseros de su pantalón— Vi cuando el auto se estrelló contra la barda de la autopista y aunque traté de ayudar a la señora que manejaba, ella ya estaba sin vida. Cuando pretendí llamar a la ambulancia, escuché el llanto de la pequeña me tuve que meter rompiendo el vidrio de emergencia para poder sacar a la niña.—Supongo que debo agradecerle, no. —Sacó de su bolsillo, su móvil.— Dígame cuanto es y su número de cuenta.—Está usted equivocado. No me debe nada. Yo sólo hice lo que debía hacer. —responde parcamente.En ese momento, la pequeña Samantha abrió los ojos y le sonrió a Violeta.Ante el gesto de su hija, Nolan se sintió desarmado. Él era un hombre rígido, recto y muy controlado; sólo Aurora y su hija despertaban en él sentimientos nobles.—Sami, mi amor —se acercó a la pequeña, quien al verlo no pareció reconocerlo.—¿Quién es usted? —preguntó echándose hacia atrás y extendiendo los brazos hacia la chica extraña.—Mi amor, soy yo, papá.—Sr Nolan, recuerde que la pequeña acaba de ser víctima de un accidente, ella puede estar pasando por un episodio de amnesia —dijo la enfermera, mientras terminaba de colocarle el medicamento.—¿Qué dice? Dice que mi hija no me recuerda a mí y a esta extraña sí. —Violeta sintió enojo al escuchar a aquel hombre dirigirse hacia ella de aquella manera tan poco amable.—Creo que mejor me voy —dijo en tono hostil e intentó salir, pero la pequeña Samantha comenzó a llorar.—No te vayas Violeta, no te vayas.Ante las suplicas de su hija, Nolan tuvo que pedirle a la chica que no se fuera.—Aguarde, mi hija la necesita. Solo dígame cuanto debo pagarle.—Usted, cree que todo puede resolverlo con dinero, ¿no es así? —lo miró fijamente, con el entrecejo fruncido.—Violeta, no te vayas, por favor. —Pidió la pequeña, la chica se regresó y tomó su manita.—No me iré, Sami. No hasta que salgas de aquí. —se inclinó y besó a la niña en la frente. El beso de Violeta fue tranquilizante para la pequeña, quien se recostó y cerró sus ojitos. La chica acarició su cabello y Samantha volvió a quedarse dormida.—Necesito hablar con el médico, ¿puedo dejar a la niña con usted? —La pregunta pareció ser más una orden que una petición, aún así, Violeta asintió. Para ella era terrible saber que la pequeña Samantha había perdido a su madre como para abandonarla ella también.En tanto, Violeta camina de un lado a otro de la habitación. Ansiosa, mira una y otra vez su reloj. No podía creer que llegaría tarde, justo en su primer día de trabajo, en el lujoso restaurante donde tantas veces soñó trabajar.Comienza a impacientarse. Pronto ve a lo lejos, al padre de la niña acercarse.—Que bueno que regresó. —dijo visiblemente estresada.—Sí, estaba conversando con el médico sobre la situación de mi hija.—¿Qué le dijo? ¿Va a estar bien? —preguntó ansiosa.—Sí, dice que puede ser momentánea la pérdida de memoria.—Me alegro mucho —colocó su mano en el brazo de Nolan, quien la miró a ella para luego dirigir su vista hacia la mano de Violeta. Ella apenada retiró su mano.— Hasta luego, debo irme.En un raro instinto, Nolan la tomó del brazo.—Aguarde. —Ella lo miró y luego miró su mano sujetándola con fuerza; imitó la mismo acción que él segundos atrás.— Disculpe, retiró su mano. Sacó de su bolsillo una tarjeta y se la entregó—. Cualquier cosa que necesite, estoy a su orden.Violeta tomó la tarjeta, la miró por ambos lados y la guardó en el bolsillo de su suéter. Salió apresuradamente de la habitación, corrió por el pasillo, salió hasta la calle y detuvo un taxi.Como suele suceder, siempre que estás apurada, todo se presta para que llegue el caos. El tráfico era terrible, ya eran más de las 6:00 de la tarde, Violeta prefirió bajar del auto y correr hasta el restaurante.Entró por la parte trasera para tomar su uniforme y cambiarse, pero la gerente la detuvo.—No puede pasar, llegó tarde y ya todos los empleados tienen asignadas las mesas que deberán atender.—Pero apenas estoy llegando cinco minutos tarde.—Debe estar aquí diez minutos antes. Lo siento pero si llegó tarde el primer día, no quiero imaginar luego.—Pero… —la gerente le mostró la puerta de salida, Violeta tuvo que morderse la lengua para no insultar a aquella déspota mujer.Enardecida y ofuscada salió de aquel lugar. Lo único que tenía de dinero lo había gastado en el taxi. Revisó sus bolsillos, apenas encontró la tarjeta que minutos atrás le entregó aquel hombre tan frío y arrogante.“Lcdo. Nolan O’Brien CEO” leyó su nombre en voz alta.Si algo no deseaba Violeta era volver a toparse con este hombre. Rompió la tarjeta en dos, y la lanzó al bote de basura. Era mejor no tener que ver nada con un hombre tan mal agradecido y envanecido como Nolan O’Brien.Nuevamente miró su reloj, en unos treinta minutos debería estar en su casa. Echó a andar, la noche estaba fría y la brisa helada la hizo estremecerse. Mientras caminaba recordaba aquel accidente.***Ella acababa de bajarse del bus; se detuvo a mirar a ambos lados de la amplia avenida, aguardando que algún coche se detuviera y le diera paso para cruzar. Justo en ese instante, Aurora frenó para que la chica cruzara, pero repentinamente el auto de atrás nunca se detuvo e impactó fuertemente con el parachoque del automóvil de Aurora, dirigiéndolo directamente contra la barda de la avenida. El conductor echó de retro y pasó al lado de la chica huyendo del lugar.Al ver aquello, Violeta corrió hacia el auto, la mujer que conducía tenía el rostro ensangrentado y parecía inconsciente. Violeta trató de despertarla, pero ella nunca reaccionó, buscó su pulso, estaba muerta, se alejó para llamar, pero al oír el llanto de un niño, regresó al auto.—¡Mamá! ¡Mamita! —lloró la pequeña.Violeta intentó abrir la puerta de atrás, pero esta no abría; por lo que tuvo que golpear con fuerza el vidrio usando su codo para estrallarlo sin que este pudiera quebrarse y lastimar a la niña.Logró hacerlo, tomó a la pequeña y la sacó del auto. La carita de la preciosa rubia de ojos grandes y pestañas largas, conmovió a Violeta. En el fondo, Violeta se sentía culpable, si aquella mujer no se hubiese detenido para darle paso, nada de eso habría ocurrido, piensa.La brisa es cada vez más fría, Violeta apresura el paso, posiblemente llueva y no desea mojarse, eso sería cerrar con broche de oro aquel día tan terrible, lleno de incidentes tristes y enojo.Un auto pasa a su lado, se detiene un poco más adelante, ella se pone algo nerviosa, su corazón se acelera y su respiración es rápida y entrecortada. Ve a un hombre abriendo la puerta del auto, piensa si es mejor correr hacia adelante o regresarse. Decide lo segundo y amaga a correr cuando aquella voz la detiene:—¡Espere! —ella se detiene en seco, voltea y se topa con la mirada de Nolan O’Brien.—Creo que te llevaré a la clínica y regresaré a casa para leer lo que está aquí dentro. —¿Seguro que no prefieres que te acompañe? —No, Dai. Tienes tus compromisos, no puedo interferir en tu trabajo.—Sabes que siempre estaré para ti, Nolan. —responde en un tono cálido y sublime.—Eso lo sé, Dai. Tal vez no he sido lo más comprensivo o agradecido contigo, pero eres la única mujer que hasta ahora ha sabido escucharme. —Será porque soy psicóloga —bromea ella.—¡No! Eres realmente una muy buena ami… —ella coloca su dedo índice en los labios del pelirrubio.—No continúes Nolan. Eso que piensas decir, me duele. —exhala un suspiro y besa sus labios— Yo me iré en un taxi, no te preocupes. Cualquier cosa ya sabes donde encontrarme. Dailen sale de la mansión y Nolan se queda un tanto confundido. Ella era una mujer con todos los atributos que un hombre desea, inteligencia, belleza, sensualidad y complaciente. Mas, él no podía amarla, su corazón ya tenía dueña. Mientras, Nolan va h
Las palabras de Fabio, dejan a Violeta en shock. ¿Su padre? —¿Qué dice? No entiendo Sr Sansonetti, como que usted es mi padre. Fabio saca el segundo sobre y lo coloca en la mesa. —Llevo años tras la pista de ustedes dos. Si hablaste con ella debes saber una parte de la historia, Violeta. Sé que cometí un error al dejar a tu madre, cuando más me necesitaba, que fui un cobarde y que no me atreví a enfrentar la realidad —Violeta traga en seco, aquello era realmente increíble— Pero hubo una razón para ello, Alba mi esposa y madre de Aurora, estaba enferma. Y yo como un imbécil tuve miedo de hacerle más daño, diciéndole que la había engañado con una chica menor que yo y que era inocente. Si tienes que buscar un culpable de todo, ese soy yo. —los ojos de Fabio se vuelven cristalinos y aunque evite que las lágrimas salgan, termina quebrándose— ¡Perdóname Violeta, por piedad —sostiene la mano de su hija entre las suyas. Violeta está atónita, los pensamientos van y vienen en su cabeza.
La detención de Esther, es apenas un ápice de lo que había oculto detrás de aquella mujer. Y eso lo descubriría Lupita, al encontrar el diario de Esther en su habitación. Mientras cambia las sábanas, siente que algo cae en el piso, la empleada se pone nerviosa pensando que puede ser algún objeto de valor, se agacha y ve que es un libro. Lo toma, pero al hojearlo, nota que es un diario.Dicen que todo lo que ocurre no es por casualidad sino que es producto de algo que ya está destinado a suceder. La página que Lupita lee, apenas las primeras líneas son aterradoras. “La maté porque quería quitarme a mi padre, ella no merecía estar con él, mi madre era su esposa y yo, su hija. Ninguna de ellas, podía tener lo que yo no tenía, un hogar.”Las manos temblorosas de la empleada, dejan caer por segunda vez el diario, lo recoge y deja debajo de la almohada, su corazón late a mil por segundos. Cuando sale de la habitación se topa de frente con Nolan, quien al verle el rostro pálido, le pregunt
La mañana siguiente y antes de que Nolan regresara a la mansión con Esther, Violeta salió de esa casa, con el único deseo de no saber nunca más de Nolan. Ahora estaba en la calle, junto a su padre, sin tener a donde ir. El móvil suena y la voz de su madre, le reconforta. Si tenía una esperanza, y esa esperanza era Lara.—Hija ¿Cómo estás? No supe más de ti desde que te fuiste. Violeta le cuenta a su madre lo que estaba ocurriendo con ella y su padre, no sólo no tenían donde vivir, sino que posiblemente estaba despedida de su segundo empleo. No había forma de que ella pudiera hablar con Vilma, estando de por medio Eleonor. Lara le ofrece su casa para ella y para Eliot. A pesar de todo, la pelicastaña tenía mucho que agradecerle a la vida.En tanto, Vilma esa misma mañana regresa a su mansión, la caída a pesar de ser fuerte, no generó ningún tipo de fractura, excepto el trauma por el golpe. La relación entre madre e hija es fuerte, pero por primera vez, Vilma asume su lugar y se
Una gana con otra gana, son dos ganas que se juntan a la vez… Nolan aguarda que todos estén dormidos y se dirige a la habitación de Violeta, toca a la puerta, ella se levanta de la cama, mira el reloj. ¿Será que su deseo de hacer el amor con Nolan se volvía a hacer realidad? Violeta abre, Nolan entra a la habitación, cierra la puerta; la toma de la cintura, la empuja hacia la pared y sin mediar palabras como dos locos hambrientos el uno del otro, se devoran los labios, sus cuerpos se almodan y mueven incrementando el roce de sus sexos, ardiendo en un mismo deseo que ambos intentan ocultar el uno del otro.—Violeta, te extraño —murmura Nolan sin detener sus movimientos y caricias, sus manos recorren el cuerpo de la pelicastaña, sus labios abandonan los de ella para emprender el recorrido hasta sus pechos. —¡Nolan! —bisbisea la pelicastaña. —¿Qué mi amor? Dime. Ella no responde, los gemidos de ella son más constantes al sentir la puntiaguda lengua de su amante, dibujar con su
Minutos después, Violeta llega a la clínica se dirige a la sala de emergencia y encuentra a Benjamín, le pregunta por su padre y por Vilma.—La Sra Vilma aún sigue dentro, están haciéndole varios exámenes. Su padre, creo que anda con el Sr O’Brien. La verdad… el hombre guarda silencio al ver que Eleonor se aproxima a ellos. —¿Y esta quién es? —le pregunta a Benjamín, y antes que él le responda, ella misma dice— ¡Ah! Debe ser la empleada que llegó nueva y que metió en cada de mi madre al viejo muerto de hambre que ahora quiere andar enamorando a mi madre. —Violeta frunce el ceño, e indignada por las palabras de la rubia al referirse a su padre, le responde:—No le permito que se refiera a mi padre de esa manera, señora. Sí, soy la empleada de su madre, y dejo admitir que me sorprende que una persona tan bondadosa y gentil como la Sra Vilma, tenga una hija tan grosera y déspota como usted. —¿Me insultas a mí? A la hija de tu patrona, esto es inaudito. ¿Ves lo que acaba de decirme
Último capítulo