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Invitación que arruina la paz

Eloisa Márquez solía decir que la navidad era como un examen final, todos fingian estar felices, la mesa familiar estaba llena de trampas y cualquier palabra mal dicha podía destruir la paz mundial, o por lo menos la paz de la familia Márquez.

Por eso, cuando escuchó el sonido de una nueva notificación en su celular, no imagino que aquel "ping" marcaría el inicio de su desgracia.

Ella estaba en su oficina, rodeada de tazas de café vacías, un arbolito de escritorio que parpadeaba de forma sospechosa, como si fuera a explotar y su compañera de trabajo, Eloisa Rivera, cantando desafinada "Todo lo que quiero para navidad eres tú".

—Rivera , si Mariah Carey escuchara eso, haría una demanda espiritual.—murmuró Márquez

—¡Ay, Márquez, no seas Grinch! —respondió Eloisa Rivera, girando en su silla con una sonrisa navideña nivel experto.

Ambas compartían no solo el mismo nombre, sino también un puesto, un jefe horrible y un talento natural para meterse en problemas. La única diferencia era que Rivera adoraba la Navidad, mientras que Márquez… bueno, la toleraba como quien tolera un zapato apretado.

Eloisa Márquez revisó su celular sin dar importancia.

Hasta que leyó la notificación... la pantalla decía,

"Nochebuena en casa de la abuela, todos confirmados, trae a tu novio. —Mamá"

Ella parpadeó, una vez, dos veces, releyó.

Luego sintió que el alma trataba de abandonar su cuerpo para siempre.

—No, no, no…¡Esto no puede estar pasando!

—susurró con voz temblorosa.

Rivera se acercó de inmediato.—¿Qué pasó? ¿Descubrieron que eres la ladrona anónima de los alfajores del comedor?

—¡No fui yo! —mintió Márquez

—¿Tu madre te pidió otro favor imposible? ¿O tu ex volvió a mandarte mensajes?,‐‐- pregunto Rivera

Eloisa presentó la pantalla como quien muestra una orden de ejecución.

Rivera leyó. Abrió los ojos. Gritó.—¡TE VAS A CASAR!,‐---

—¡Que no!, solo dice que lleve a mi novio, pero… no tengo novio.—protestó Márquez.

—¿Y Martín?--- pregunto Rivera

—Martín se fue con… ya sabes.‐-- respondió Márquez

—La chica del gimnasio, esa que cree que el crossfit es una religión.—recordó Rivera, haciendo una mueca

Eloisa Márquez suspiró con un dramatismo digno de telenovela.—Mi mamá cree que sigo con Martín, si aparezco sola, me van a sentar en la mesa de “los sobrinos problemáticos” otra vez. El año pasado me tocó al lado de Fabián, el primo que colecciona piedras. Piedras, Rivera, me explicó dos horas las diferencias entre “piedra bonita” y “piedra fea”.---

—Un sufrimiento innecesario —admitió Rivera, tocándose el corazón.

—Y si digo la verdad y confieso que Martín me dejó… ¡mi mamá arma un ayuno de oración por mi vida amorosa! Ya lo hizo una vez. Y mi tía me dará su ejemplo de su brillante hija, como ama de casa y madre... mi abuela su sermón de que me quedaré sola y sin nadie que cuide de mi en mi vejez, --- respondió Márquez

Rivera se estremeció, ese recuerdo era legendario en la oficina.—Una sola pregunta, Márquez…¿por qué no le dijiste la verdad cuando cortaron? —dijo con solemnidad.

Eloisa bajó la mirada.—Porque estaba ocupada llorando y comiendo helado, no pensé en las consecuencias futuras. No pensé que se acercaba la Navidad... No pensé… en nada.---

Rivera suspiró como una madre paciente.—Bueno, tranquila, puedes inventar un novio falso, como en esas películas navideñas.---

—¿Inventar? ¿Tú conoces a mi familia? el año pasado, cuando dije que estaba “conociendo a alguien”, mi tía abuela convocó a un sacerdote para bendecir mi futuro matrimonio.--- respondió Márquez

Rivera se quedó pensando.—Entonces… debes conseguir un novio real.---

—¿En tres días? Ni siquiera puedo conseguir un buen descuento en la web en tres días.—Eloisa abrió los brazos—

Mientras su compañera intentaba buscar una solución mágica, el jefe apareció por la puerta.

El señor Gárgola, así lo llamaban a escondidas era un hombre alto, gris, con cara de estar permanentemente decepcionado por la existencia humana.

—Señoritas ¿Ya terminaron el informe?—saludó con voz ronca.

Ambas respondieron al unísono...

—¡Sí, señor Gomes! —y fingieron trabajar como si les pagaran en lingotes de oro.

El jefe se fue sin mirar atrás.

Rivera se inclinó hacia ella y susurró,—Mira, Márquez, sabes que te quiero… pero no creo que puedas salvarte sola de esto. Debes conseguir un acompañante.---

Eloisa dejó caer la cabeza sobre el teclado.—¿Un acompañante? ¿A quién? ¿A quién voy a convencer de fingir ser mi novio justo en Navidad? Esto es imposible.---

Rivera se levantó, dramática.—Nada es imposible cuando la Navidad está cerca.---

—Rivera, tú me obligaste a comer pan dulce con mayonesa en una apuesta, no eres una fuente confiable de sabiduría.--- respondió Márquez

La compañera se indignó.—¡Eso estaba buenísimo!,--

—Rivera, estuve enferma dos días.--- respondió Márquez

Ambas suspiraron al mismo tiempo, la oficina estaba llena del sonido incesante de villancicos, la luz parpadeante del árbol y el olor a café rancio. El ambiente perfecto para una crisis existencial navideña.

—Oye, ¿y si le pides a tu ex que vaya contigo solo por hoy?,—dijo Rivera de pronto.

—¡Prefiero hacerme un tatuaje de Maluma en la frente!,--- respondió Márquez

—Fue un no rotundo, lo entiendo.--- dijo Márquez

Silencio.

De pronto, Rivera se iluminó como si le hubieran enchufado un cable de luces navideñas.—¡YA SÉ! —gritó—. ¿Y si contratas a un actor?,---

—Soy una abogada con un sueldo bajo, no millonaria.--- respondió Márquez

—Entonces… ¿Y si pides ayuda al destino?—miró alrededor como si buscara inspiración divina.

Eloisa la miró cansada—Rivera, el destino me odia, ayer me tropecé con una silla que llevaba tres años en el mismo lugar.---

Y como si el universo quisiera darle la razón, en ese instante Eloisa recibió otra notificación en su celular.

Era un audio de su madre, de seis minutos.

—Estoy perdida. absolutamente perdida, —susurró Eloisa, mientras su alma se encogía.

Al mediodía, Eloisa caminaba hacia el estacionamiento con la bolsita de regalo de amigo secreto, su abrigo favorito y el horrible conocimiento de que necesitaba encontrar un novio navideño urgentemente.

Mientras avanzaba, recordaba los últimos años de cenas familiares...

Su madre, con su permanente impecable, recibiéndola con un,—¿Y el novio, Eloisa?,---

Sus tías acercándose como aves de rapiña,—¿Y tú cuándo te casás? ¿No se te va a pasar el tren? Mirá que tu prima Camila ya tuvo dos hijos…---

Su abuela, inocente pero filosa,—¿Seguro que no eres muy exigente, hija?,---

Y su padre, comiendo en silencio porque sabía que la mesa familiar era territorio peligroso.

—No puedo soportar otro año así y menos ahora que mi mamá cree que sigo con Martín.—se dijo Eloisa caminando bajo las luces navideñas.

La desesperación era real, Eloisa respiró hondo.—Tal vez, SOLO tal vez, pueda convencer a alguien del trabajo…—se animó

Pero descartó la idea de inmediato, su compañero Ricardo tenía novia, Santiago no podía mentir ni aunque le dieran dinero.

Y Sergio… bueno, Sergio sospechosamente llevaba tres Navidades enteras sin aparecer porque siempre “viajaba a meditar al cerro”. No confiaba en Sergio.

Cruzó la calle, el viento frío le pegó en la cara.

—Necesito un milagro navideño, uno chiquito, no pido mucho. Solo… un hombre dispuesto a fingir que me ama durante una cena familiar.—susurró Eloisa mirando al cielo

Lo dijo como broma... no sabía que él universo la había escuchado.

Eloisa Márquez continuó su camino sin imaginar que el milagro navideño que había pedido, llegaría de la forma más rara, caótica y celestialmente absurda posible.

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