Ella huía del dolor. Él disfrutaba de su despedida de soltero. Un accidente. Una noche. Y un amor que lo cambiará todo. Celina creía vivir un matrimonio perfecto... hasta que fue traicionada de la forma más cruel. Con su marido siempre durmiendo fuera y cada vez más distante, su alegría se fue apagando junto con la mujer que solía ser. En un último esfuerzo por salvar la relación, decide darle una sorpresa. Pero es ella quien recibe el golpe final. Después de pillar a su marido en brazos de su secretaria, sale sin rumbo por las calles, se ahoga en la bebida y, bajo la lluvia, atropella a un vagabundo. Por miedo a los escándalos, decide llevarlo a un hotel para socorrerlo sin imaginar que ese hombre sucio y misterioso despertaría en ella deseos incontrolables. Y así, viven una noche de puro placer. Lo que solo iba a ser una noche intensa, se convierte en un torbellino de giros inesperados. Expulsada de casa y agredida por su marido, Celina necesita reconstruir su vida. Pero el destino la sorprende una vez más: en la entrevista para un nuevo trabajo, se reencuentra con el hombre del hotel. Ahora, limpio, elegante... y su nuevo jefe. Thor Miller. Un hombre arrogante, frío y que en todo momento finge no haberla visto nunca. Y por si fuera poco, está comprometido. Y Celina, embarazada. Entre el amor y el odio, verdades peligrosas, cicatrices del pasado y secretos que amenazan el futuro, los dos tendrán que enfrentarse a una conexión que comenzó por casualidad y que tiene el poder de cambiarlo todo.
Leer másEl oficiante tomó un papel y comenzó a leer algo que había preparado con cuidado.—Thor, cuando te pregunté qué era lo que más admirabas de Celina, dijiste muchas cosas. Pero dos de ellas me marcaron. La primera fue su mirada. Dijiste que te pierdes en ella, que fue lo primero que te atrajo, que tiene un magnetismo imposible de resistir. Que no es casualidad que una de tus hijas se llame Safira, porque después de conocer a Celina, el color verde se volvió tu favorito.Thor sonrió, emocionado, acariciando con el pulgar la mano de su esposa.—La segunda —continuó el oficiante— fueron sus cabellos. Confesaste que eres adicto a dormir sintiendo su aroma. Que después de un día difícil, tu remedio es tenerla en tus brazos, acariciando su cabello. Que en ese gesto encuentras paz.Celina no pudo contener las lágrimas.—Es exactamente así… —susurró con la voz quebrada.El oficiante entonces se volvió hacia ella.—Celina, tú también dijiste muchas cosas sobre Thor. Pero dos de ellas me conmovie
El oficiante tomó un papel y comenzó a leer algo que había preparado con cuidado.—Thor, cuando te pregunté qué era lo que más admirabas de Celina, dijiste muchas cosas. Pero dos de ellas me marcaron. La primera fue su mirada. Dijiste que te pierdes en ella, que fue lo primero que te atrajo, que tiene un magnetismo imposible de resistir. Que no es casualidad que una de tus hijas se llame Safira, porque después de conocer a Celina, el color verde se volvió tu favorito.Thor sonrió, emocionado, acariciando con el pulgar la mano de su esposa.—La segunda —continuó el oficiante— fueron sus cabellos. Confesaste que eres adicto a dormir sintiendo su aroma. Que después de un día difícil, tu remedio es tenerla en tus brazos, acariciando su cabello. Que en ese gesto encuentras paz.Celina no pudo contener las lágrimas.—Es exactamente así… —susurró con la voz quebrada.El oficiante entonces se volvió hacia ella.—Celina, tú también dijiste muchas cosas sobre Thor. Pero dos de ellas me conmovie
La empresa de ambos prosperaba, ahora con una filial en Canadá. Y había otra noticia que todos comentaban con alegría: Luzia, la madre de Gabriel, se había casado con un estadounidense viudo y sin hijos, encontrando a su lado una nueva oportunidad para amar.Isabela y Felipe también estaban allí, acompañados de sus hijos adoptivos: Lorenzo, de diez años, y Larissa, de seis. El gesto de acoger a los hermanos para no separarlos mostraba quiénes se habían convertido: una familia que elegía el amor cada día. Isabela seguía dirigiendo la ONG con dedicación, viajando por el país para dar conferencias inspiradoras. Había publicado varios libros y aun así encontraba tiempo para cursar una maestría. Felipe, ahora juez, equilibraba su rutina con los estudios de posgrado y se mostraba sereno, maduro, un hombre plenamente realizado. La mansión que habían comprado no era solo una casa cómoda: era un hogar pensado para los niños y para la madre de Isabela, un espacio donde la vida renacía a diario
Más tarde, mientras Antonella y Safira acompañaban a Celina y a Emma al spa para una tarde de cuidados antes de la fiesta, Ravi se quedó en casa con su padre y con James.—Papá, ¿crees que algún día llegaré a ser como tú? —preguntó el adolescente mientras ayudaba a Thor a elegir el traje.Thor sonrió.—Vas a ser mejor que yo, hijo.—Pero quiero ser fuerte como tú y cuidar de mi familia como tú cuidas de la tuya, papá.Thor lo miró a los ojos y le respondió con calma.—La fuerza no está aquí —dijo, mostrando el brazo—. Está aquí dentro. —Le señaló el corazón—. Y eso, hijo, tú ya lo tienes.Ravi sonrió satisfecho, sintiéndose más grande de lo que era.James, que había observado la escena en silencio, se acercó y añadió con voz grave y serena:—Escucha bien, Ravi… a un hombre se le mide por el amor que entrega. Si aprendes a amar y respetar como tu padre ama y respeta a tu madre, no solo serás como él… serás un ejemplo aún mayor para los que vengan después de ti.El adolescente se quedó
Se quedaron allí, murmurando palabras suaves, compartiendo recuerdos y risas cómplices. Hasta que, cuando Celina ya casi se rendía al sueño, Thor la tocó con el dedo, travieso.—Eh, nada de dormir todavía. Vamos a darnos un baño y a vestirnos. Ya sabes que, en cuanto amanezca, nuestro trío va a invadir el cuarto con el desayuno. —Rió—. Y yo no pienso renunciar a la segunda ronda bajo la ducha.Celina gimió con fingida queja.—Sigues siendo insaciable, Thor Miller.Él le sostuvo el mentón, mirándola con intensidad.—El fuego que tú tienes me hace ser así. —Sonrió con picardía—. Puedes engañar al mundo con ese aire dulce… pero entre cuatro paredes eres una diablilla, y me encanta. Nada de recatada.Celina se sonrojó, le dio un golpecito en el pecho y terminó riendo.—Atrevido.—Mío —la corrigió él antes de abrazarla con fuerza.En un gesto firme, Thor la levantó en brazos y la llevó al baño. El agua comenzó a correr, y allí dentro volvieron a amarse: entre risas, caricias y provocacione
Desde lo alto del ático de Thor, en São Paulo, el mundo parecía diminuto, como si aquella ciudad que nunca dormía existiera solo para presenciar su historia.Era medianoche. Quince años de matrimonio. Quince años de amor, superación, lágrimas y victorias. Todos los años, sin falta, Thor repetía el mismo ritual: comenzaban la celebración a medianoche. Era su instante sagrado, el momento en que el tiempo retrocedía al inicio de todo: solo ellos dos, sin testigos.Esa noche no sería diferente.Thor entró en la habitación sin hacer ruido, cerró la puerta con llave y giró el pestillo. Llevaba dos bolsas en las manos y una mirada traviesa. Celina, ya acostada, hojeaba un libro, pero levantó los ojos al sentir su presencia.—Amor… —dijo con una sonrisa, cerrando el libro—. ¿Qué estás tramando?—Nada que no te vaya a gustar. —Su voz grave sonó cargada de deseo.Dejó las bolsas sobre la mesita de noche, se acercó despacio y apoyó una rodilla en el colchón. La mirada le ardía con la misma inten
Último capítulo