Me enredé con suegro mi ex Sinopsis Tarah, una dedicada azafata, se encuentra en un emocional torbellino cuando su empresa la designa para un vuelo exclusivo hacia una isla paradisíaca, donde se celebrará la boda de la hija del CEO de la aerolínea. Sin embargo, lo que debería ser un viaje de negocios se convierte en una montaña rusa de sorpresas y traiciones. En el destino final, ella descubre la impactante traición de su novio, desencadenando una serie de eventos que sacudirán los cimientos de su vida. En medio de un estado de ebriedad, dolor y confusión, se entrega a una tórrida noche de pasión con un hombre desconocido. En la mañana, Tarah se encuentra con un cheque generoso y la misteriosa desaparición del hombre. Rota y ofendida, regresa a su rutina, solo para enfrentar una revelación sorprendente que cambia el rumbo de su vida de manera inesperada. Despedida de su trabajo, se lanza en busca de respuestas y se encuentra con secretos que nunca imaginó. Todos los derechos reservados. Registrada en Safecreative bajo el número 2309205366347 de fecha 20/09/2023.
Leer másTarah O'Kelly
—Señorita Tarah, usted ha sido designada para el traslado de los invitados a la isla donde se celebrará la boda de la hija del señor Alexis Kontos —pronunció mi jefa con seriedad.
Aunque todas mis compañeras habían esperado ser designadas, yo no, por eso no pude evitar oponerme.
—Pero ¿Por qué yo? Ya estaba destinada para el vuelo de Berlín —protesté.
Me molestaba tener que lidiar con un montón de gente rica, snob, que se creían un regalo para la humanidad, esa tarea sería demasiado latosa para mí, ya los había tenido demasiado en mi vida y me negaba a seguir soportándolos.
—Usted lo ha dicho, estaba, ahora prepárese que desde mañana a primera hora tendrá que hacer el traslado y deberá quedarse en la isla durante dos días, si no está interesada siempre podemos despedirla —sentenció mi jefa con tono severo, sin darme tiempo a ninguna réplica.
Puse mis ojos en blanco con resignación, lamentablemente no tenía otra opción.
Salí de allí en silencio y comencé a marcar a mi novio, él trabajaba de piloto, aunque ese día de manera extraña tenía una ruta distinta a la que yo estaba asignada.
Habíamos tenido muchos problemas últimamente porque él estaba empeñado en que tuviéramos intimidad, pero yo no me sentía prepararla para hacerlo, le pedí tiempo y eso le molestó.
Aunque teníamos un año saliendo, éramos novios desde hace solo seis meses, pero lo manteníamos en secreto porque no era bien visto dentro de la empresa, las relaciones entre los miembros del personal.
Marqué varias veces sin ningún resultado, así que me resigné a irme al pequeño apartamento tipo estudio que tenía arrendado para dormir y estar lista para el día siguiente.
Apenas sonó el despertador, me levanté y luego de alistarme me dirigí a la aerolínea donde me trasladaron al aeropuerto privado de donde saldrían los más ricos de la ciudad.
Mis ojos se posaron en las personas que se acercaban al mostrador de check-in, todos elegantemente vestidos, con maletas de diseñador y actitudes de la realeza, mirándome por encima del hombro como si fueran superiores a mí, me miraban de manera despectiva y yo hice una mueca de disgusto en mi interior.
Debía chequear las invitaciones en el listado y luego ubicarlos en el avión.
El traslado del primero y el segundo grupo a la isla fue fácil, las personas fueron más amables de lo que pensaba y no tuve ningún contratiempo, sin embargo, con el tercer grupo no tuve la misma suerte.
—Señorita, ¿cree que tenemos todo el tiempo que perder? ¡Apúrese! —dijo una de las invitadas mirándome de manera despectiva.
—Espere un momento, señora, ya la voy a atender, voy en el orden de llegada —pronuncié con amabilidad, pero definitivamente, la mujer no quería darme un respiro.
—¿Usted sabe quién soy yo? —inquirió de manera grosera, haciéndome perder un poco la paciencia.
—No me importa el nombre, ni apellido, ni parentesco para atender a las personas, todos aquí merecen ser tratados con amabilidad y respeto, si usted colabora y me permite hacer mi trabajo podemos avanzar más rápido —espeté con frialdad.
Para mi alivio vino alguien y calmó a la mujer, permitiéndome acelerar el chequeo del último lote de invitados
La arrogancia de muchos de ellos era abrumadora. A pesar de mi mejor esfuerzo por mantener la calma, había momentos como ese, cuando me costaba contener mi frustración. Sin embargo, me obligué a recordar que este era mi trabajo y tenía que hacerlo bien.
Cuando ya había terminado y estaba pasando a los últimos invitados, apareció un hombre como de treinta y cinco o treinta y seis años, alto, muy guapo, de ojos verdes, con rasgos severos, con una barba bien cuidada, parecía labrado por los mismos dioses.
Pasó como si fuera el dueño del lugar, sin detenerse, su actitud me irritó y sin pensarlo lo tomé del brazo, soltándolo de inmediato porque su contacto tuvo el mismo efecto en mí que un corrientazo eléctrico.
—Usted no puede subir a este avión, no está invitado —expresé en tono nervioso, el hombre me miró con desdén.
—¿Acaso cree que yo necesito invitación para subir aquí? —inquirió el hombre con voz gruesa y sin esperar respuesta continuó su camino.
Iba a ir detrás de él para sacarlo, pero en ese momento el primer oficial apareció y me dijo en un susurro.
—Tarah, te aconsejo que lo dejes, no vale la pena que te ensalces en una discusión con él.Respiré profundo y decidí escuchar su consejo.
A medida que el vuelo despegaba, me sentí angustiada, las veces pasadas solo había dejado a los pasajeros y me había regresado a tierra firme, pero ahora, cuando tenía que pasar los próximos días en la isla, me sentí ahogada, iba a estar atrapada en medio de un mundo que no me gustaba.
Mi mente divagó hacia Anthony, deseé que estuviera aquí conmigo. A pesar de las dificultades que enfrentábamos, siempre me hacía sentir bien estar en su compañía
Después de un vuelo lleno de suspiros de impaciencia y demandas excesivas, finalmente aterrizamos en la isla.
Una vez en tierra, coordiné el transporte de los pasajeros a sus respectivos resorts de lujo, cuando despedí a cana uno de ellos, tocó el turno de llevarme a mí al complejo hotelero en el área de los trabajadores, un lugar mucho más sencillo que la de los invitados, pero igualmente atractivo.
El lugar era un paraíso cálido, con playas de arena blanca y palmeras, meciéndose suavemente con la brisa. A pesar de mi desagrado inicial por este trabajo, no podía evitar sentir una pizca de emoción por estar en un lugar tan paradisiaco.
La boda sería al día siguiente, por lo cual yo tendría libre hasta pasado mañana que es cuando debía regresar con los invitados.
Paseé por la isla, pero decidí que la exploraría mejor al día siguiente, mientras se celebrara el matrimonio la recorrería a pie, me bañaría en las cálidas aguas y llamaría a mi novio para intentar arreglar mi relación con él.
Esa noche dormí feliz, a la mañana siguiente me quedé dormida casi hasta el mediodía, me vestí, y me apliqué bastante protector solar para que no se quemara mi piel y de allí salí al restaurante.
Mientras caminaba, saqué mi teléfono y decidí llamar a Anthony. Nuestra relación estaba pasando por momentos difíciles, y sabía que necesitábamos hablar. La llamada fue directa a buzón de voz, lo que me dejó un sabor amargo en la boca. Dejé un mensaje breve, expresando mi deseo de hablar cuando regresara.
Cuando entré al restaurante me di cuenta de que los comensales lucían demasiado costosos, vestidos con el último grito de la moda, y aunque yo ganaba lo suficiente, ahora tenía otras prioridades en mi vida, por eso en ese momento me veía como la pariente pobre de los ricos, me reí ante mis ocurrencias.
Valiéndome la actitud de superioridad de todos, decidí comer un buen almuerzo y pedí una botella de vino champanizado, me tomé varias copas mientras comía y como no estaba acostumbrada a consumir licor me sentí un tanto achispada.
Sin embargo, y pese a que sentía que todo me daba vueltas, no cambié mis planes, estaba decidida a explorar la isla, porque no creo que tuviera otra oportunidad como esa, de estar en un lugar así.
Metí la botella con lo que me quedó de licor en mi bolso, y enseguida vi las miradas de reproche de la gente, pero no me importó, me provocaba sacarles la lengua de manera infantil, pero me obligué a tranquilizarme, no me debía importar lo que pensaran, yo había comprado esa botella, la pagaría y era mía, no tenía por qué dejarla, así que pasándome sus opiniones por donde no me daba la luz del sol los ignoré y pagué mi botella.
De allí comencé a caminar por varios kilómetros, me bañé en la playa, me acosté un rato a la orilla a llevar sol y seguí tomándome la botella, mientras me reía conmigo misma, me sentí mareada, y decidí irme, pero en mi estado perdí la noción de espacio, tiempo y lugar, y así que sin darme cuenta llegué a la parte de la playa donde se estaba llevando a cabo la boda.
Vi justo el momento cuando el padre de la novia, una chica hermosa, con un precioso vestido, se la entregaba al novio, sin embargo, me quedé de piedra, cuando reconocí al novio era nada más y nada menos que mi Anthony, mi novio, el hombre que me había jurado amor eterno.
Quizás debí detenerme, dar la vuelta e irme lo más silenciosa posible, pero yo no era de quienes huían de los problemas, sino de quien lo enfrentaban, caminé hacia el altar y pegué un grito dejando a todos paralizados.
—¡Tony! Dime, ¡¿Qué diablos significa esto?!
Dos años después.Alexis KontosDesde la terraza de mi casa observaba a toda la familia, incluso a mis hermanos y todos los miembros de la familia Hall, celebrando un nuevo cumpleaños de las gemelas. Jamás imaginé que esa mujer que llegó a interrumpir el matrimonio de mi hija, nos daría tanta felicidad.Veía los niños corriendo de un lado a otro hasta ahora. Eran tres niños, Paul, Carter y Diallo, y seis niñas, Alexandra, Kejsi, Sarai, Elena, Tanya y Leandra, y si a ellos le sumamos a Emiliana, la hija de Gregory y Malcolm, el hijo de Maxwell. Eran cuatro contra siete en total.Los observaba y, a excepción de Paul y Carter que se parecían a mí, los demás eran puro Hall, sobre todo los pequeños Kejsi y Diallo, que parecían mellizos, eran idénticos, solo cambiaban en su sex0, eran adorables, y él, a pesar de ser más pequeño, siempre la protegía. En cuanto a las gemelas de Levi, Tanya era la más tímida y Leandra un vendaval como su tía Tarah. Sarai era una mezcla de su madre y su tía G
Jessica HallLa tensión y la emoción llenaban el aire, le habían avisado también a la familia de Taylor y eran muchos, más hombres que mujeres, y allí estaban su madre, padre, tíos, era una completa locura, temía que terminaran echándonos por el alboroto que estábamos causando.La familia llegó al hospital y se dirigió rápidamente a la sala de espera al frente de la sala maternidad. Mientras aguardaban, oyeron voces de la enfermera.—¿Vieron a esa mujer? Se vino conduciendo mientras su bebé nacía en el auto ¡Es increíble!La madre de Taylor, quien se encontraba en la sala de espera oyendo, rodó los ojos con incredulidad.—¿Escucharon eso? ¡Qué locura! ¿Te lo puedes creer? Esa paciente debe estar loca para conducir con contracciones, a punto de dar a luz. ¿Qué clase de lunática haría algo así? —dijo, sin sospechar que se refería a su propia hija.Landon rió suavemente y palmeó el hombro de la mujer.—Bueno, lo peor es que... en realidad, conoces a esta mujer. Es tu hija, Taylor —confes
Taylor HallEl personal del hospital reaccionó rápidamente ante mi llegada y mi inminente parto. Trajeron una camilla de inmediato y me llevaron hacia la sala de parto. A pesar del dolor y la urgencia, me mantuve tranquila y concentrada en dar la bienvenida a mis bebés al mundo.—Señora Hall, ya debe empezar a pujar —dijo el médico.—No, no lo haré hasta que Levi esté aquí, estos niños lo hicimos juntos y juntos debemos recibirlos juntos —protesté.El Dr. Andrews y las enfermeras intercambiaron miradas de desconcierto. —Taylor, el bebé, viene ahora. Tenemos que traerlo al mundo antes de que haya complicaciones. —No lo habrá —dijo Taylor apretando los dientes —. No voy a hacer esto sin mi marido.—Pero Taylor… —empezó a protestar el médico, pero yo lo interrumpí.—No se preocupe que él está por llegar, y yo puedo esperar —respondí con firmeza, negándome a dar a luz.Jessica HallEstaba en casa de mis suegros, cuando el teléfono de Landon comenzó a sonar y de inmediato él atendió.—
Nueve meses después.Taylor Harris.Me encontraba en mi consultorio con mi abultado vientre, a pesar de que ya estaba en los días que daría a luz, no había querido dejar de trabajar, porque estaba comprometida con lo que hacía.Sin embargo, no esperaba que a mis hijos se les diera por nacer justo en ese momento. Apreté los dientes cuando una intensa contracción se apoderó de mi cuerpo; sin embargo, decidí esperar, porque podía ser falsa alarma, así que traté de relajarme lo más que podía.Pero minutos después volví a ser atacada por otra contracción, respiré agitadamente por el dolor, me agarré con fuerza a los brazos de la silla. El señor Roward seguía parloteando distraídamente frente a mí, gesticulando salvajemente mientras yo sentía que me partían en dos. —Señor Roward —interrumpí el parloteo del hombre con los dientes apretados —. Me temo que tenemos que interrumpir esta consulta médica.El Sr. Roward parpadeó sorprendido. —¿Qué? ¿Por qué demonios haríamos eso? ¿Sabe cuánto ti
Levi HallLa pequeña capilla en Las Vegas estaba decorada de una manera peculiar, con luces de neón parpadeantes y un ambiente que parecía sacado de una película. Taylor y yo nos veíamos visiblemente emocionados, llenos de amor el uno por el otro.Nos paramos frente al altar, flanqueados por dos imitadores de Elvis Presley que fungían como nuestros testigos.La música de fondo comenzó a sonar, y tomé la mano de Taylor con una sonrisa radiante en el rostro. A pesar de la sencillez de la ceremonia, los ojos de mi mujer brillaban rebosantes de felicidad.—¿Estás lista para esto? —le pregunté, mirándola con adoración.Ella asintió con una sonrisa igualmente radiante.—Más que lista, Levi, estoy ansiosa porque al fin estaremos juntos —declaró Taylor visiblemente emocionado.Elvis, el falso oficiante, comenzó a pronunciar las palabras de la ceremonia, y sentí mi corazón golpear con fuerza en mi pecho, y cuando finalmente llegó el momento de los votos matrimoniales, miré profundamente a los
Georgina Harper.Yo sentí cómo el calor se extendía por mi cuerpo, embelesada por sus caricias. Sentía sus manos por todas partes, provocándome suspiros de placer. —Zucker —gemí. Sus labios rozaron mi cuello y sus dedos recorrieron las curvas de mis caderas. Yo me acerqué a él, deseando que me tocara más. Me guio hacia atrás hasta que toqué el borde de la cama. Con un suave empujón, me tumbó y su mirada recorrió mi cuerpo con avidez. —Eres tan hermosa —ronroneó, quitándome lentamente la camisa. Me acerqué a él con avidez y mis dedos recorrieron los duros pectorales de su pecho. —Te necesito ahora —expresé en tono suplicante. Él se acomodó entre mis muslos, su erección rozándome la entrada. —Como quieras, sabes que solo tú me mandas, amor —me dijo Zucker con una mirada de evidente deseo.Me penetró con fuerza. Yo grité, abrumada por la deliciosa sensación de ser llenada por él. Empezó a moverse, despacio al principio, arrastrando cada golpe, una serie sucesiva de movimientos de
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