Desde lo alto del ático de Thor, en São Paulo, el mundo parecía diminuto, como si aquella ciudad que nunca dormía existiera solo para presenciar su historia.
Era medianoche. Quince años de matrimonio. Quince años de amor, superación, lágrimas y victorias. Todos los años, sin falta, Thor repetía el mismo ritual: comenzaban la celebración a medianoche. Era su instante sagrado, el momento en que el tiempo retrocedía al inicio de todo: solo ellos dos, sin testigos.
Esa noche no sería diferente.
Thor entró en la habitación sin hacer ruido, cerró la puerta con llave y giró el pestillo. Llevaba dos bolsas en las manos y una mirada traviesa. Celina, ya acostada, hojeaba un libro, pero levantó los ojos al sentir su presencia.
—Amor… —dijo con una sonrisa, cerrando el libro—. ¿Qué estás tramando?
—Nada que no te vaya a gustar. —Su voz grave sonó cargada de deseo.
Dejó las bolsas sobre la mesita de noche, se acercó despacio y apoyó una rodilla en el colchón. La mirada le ardía con la misma inten