Ángela Wilson, una joven y hermosa mujer, se encuentra en el punto más bajo de su vida después de descubrir la infidelidad de su novio, James, con su mejor amiga, Mariana. Destrozada y confundida, Ángela se aleja de su hogar y se pierde en la noche lluviosa, donde sufre un terrible accidente de tráfico. Afortunadamente, Ángela sobrevive y es llevada al hospital, donde conoce a Nikolai Petrov, un hombre atractivo y misterioso de origen ruso. Nikolai resulta ser el primo de James y tiene un plan para vengarse de su familia por una herencia que considera que le pertenece. Nikolai propone a Ángela una alianza: se hará pasar por su novia para reclamar la herencia y, a cambio, Ángela podrá vengarse de James y Mariana. Ángela acepta, ansiosa por recuperar su dignidad y demostrarle a James que puede seguir adelante sin él. A medida que Ángela y Nikolai comienzan a trabajar juntos, la atracción entre ellos crece, y Ángela se encuentra luchando contra sus sentimientos. ¿Podrá mantener su acuerdo con Nikolai y cumplir su venganza, o la pasión y el amor la llevarán por un camino diferente?
Leer más— Disculpa, ¿has visto a mi novio y mi amiga? — preguntó Ángela a la dependienta.
Su mejor amiga, Mariana, y su prometido James la acompañaban en esta experiencia especial. Ángela se sintió afortunada de tener a las dos personas más importantes de su vida a su lado.
Después de probarse varios vestidos, Ángela se decidió por este modelo de encaje y seda. Salió del probador en busca de su prometido y su mejor amiga.
—Lamentablemente no—le respondió la chica tomando el vestido—este entonces.
—Este es el vestido perfecto—exclamo Angela entregándole su vestido de matrimonio a la dependienta—no los veo.
Volvió Angela a musitar preocupada porque los dos estaban perdidos.
— Lo siento, no los he visto — respondió la chica —. La boutique es bastante grande, tal vez están en otra sección.
Ángela comenzó a buscar a Mariana y James por toda la boutique, llamándolos suavemente. Finalmente, los encontró en la sección de probadores.
Al acercarse, escuchó un ruido sospechoso proveniente de uno de los probadores. Sonaba como si alguien estuviera besando a otra persona. Ángela se detuvo en seco, su corazón latiendo con anticipación.
— ¿Mariana? James? — llamó Ángela, intentando mantener la calma.
No hubo respuesta. Ángela se acercó más al probador y escuchó claramente los sonidos de una pareja besándose apasionadamente y sonido mucho mas ardientes.
Miro a todos lados pero esta parte de la tienda estaba solitaria, llena de vestidos de novia.
—No pares.
Lo que escucho y lo que sigue, hacen que Angela se congele en el umbral. La voz femenina se convierte en un lamento de placer, y los gruñidos masculinos que la acompañan hacen que su corazón se detenga.
Ella se apoya en la pared, sus manos se elevan instintivamente hacia su pecho. Las lágrimas comienzan a brotar de sus ojos, y su respiración se vuelve entrecortada.
—No, no, no... —susurra para sí misma, negando la realidad.
Estan en una tienda de un centro comercial, y ambos, su novio y prometido con su mejor amiga estan teniendo sexo.
—Es una broma ¿verdad? —entro en negacion—esto no esta pasando.
Pero los sonidos no cesan. Los gemidos y gruñidos se intensifican, y ella puede sentir la pasión y el deseo que emanan de ese probador. Su mente se llena de imágenes que no quiere ver. La traición, la decepción y el dolor la abruman. Su corazón se siente como si estuviera siendo desgarrado en dos.
La sensación de estar siendo engañada, de ser reemplazada, la invade. Su confianza se derrumba, y se siente vulnerable y sola.
Las lágrimas fluyen libremente ahora, y ella se deja caer contra la pared, su cuerpo sacudido por sollozos. La realidad es cruel y dolorosa, y ella no puede escapar de ella.
En este momento, siente que su mundo se está derrumbando, y ella se siente perdida y rota. Su corazón late con dolor y tristeza, y ella no sabe cómo seguir adelante.
La chica se sentía como si su mundo se derrumbaba a su alrededor. Sin hacer ruido, se acercó a la licorera y tomó un vaso de agua, luego un vaso de licor. Bebió un sorbo y se sentó en el sofá, su corazón destrozado.
Mientras escuchaba, su dolor se intensificaba. La otra mujer preguntó:
—¿Soy más linda que ella, verdad?
Él respondió con una risa:
—Sí, tú eres más linda que ella. No hay comparación.
La otra mujer se rió, satisfecha.
—¿Y soy más inteligente?
Él la besó en el cuello.
—Tú eres más inteligente, más hermosa... en todos los sentidos.
La chica se sentía como si hubiera sido golpeada en el estómago. No podía creer lo que estaba escuchando.
—¿Y qué hay de ella? —preguntó la otra mujer, con una risa burlona.
Él se río.
—Ella es... inocente. No sabe nada del mundo y no me enciende como tú.
La otra mujer se burló.
—Entonces te gusto mucho más que ella verdad
Él se rió.
—No significa nada.
La chica se sentía destrozada. No podía creer que él hablara de ella de esa manera. Se sentía como si hubiera sido traicionada. Las lágrimas fluían libremente por su rostro mientras escuchaba la conversación, cada palabra una cuchillada en su corazón. Se sentía como si estuviera muriendo por dentro.
Ella se sentó inmóvil, su cuerpo paralizado por la conmoción y el dolor. Su mente estaba en blanco, incapaz de procesar la traición que estaba escuchando. Dos de las personas que más amaba en la vida la estaban engañando, y ella no podía creerlo.
Mariana, su mejor amiga, estaba frente a ella, con el vestido de novia arrugado y caído a la cintura. James, su novio, estaba detrás de Mariana, con los pantalones bajados y una expresión de sorpresa y culpabilidad en su rostro.
Los tres se quedaron congelados, en un momento de silencio absoluto. Ángela sintió como si el tiempo se hubiera detenido.
— ¡¿Cómo pudieron?! — gritó Ángela, su voz llena de dolor y traición.
Mariana y James se miraron entre sí, luego hacia Ángela que tenia lagrimas en los ojos, mientras ellos estaban impresionados por ser descubiertos.
— ¡Son unos desgraciados! — ordenó Ángela, su voz temblando de rabia.
Mariana y James se separaron lentamente, intentando cubrirse. Ángela se dio la vuelta y salió del probador, dejándolos atrás, pero James la alcanzo, impidiendo que se fuera.
—No me toques—grito Angela llamando la atención en la tienda donde habían mas mujeres probándose vestidos.
La miraron pero a Angela no le importaba nada, estaba tan dolida que la vergüenza no era un sentimiento que ahora podía sentir..
—¿Cuánto tiempo llevabas ahí? —preguntó su mejor, intentando recuperar la compostura.
Ángela sacudió la cabeza, su cuerpo temblando de rabia y dolor.
—Lo suficiente para haber escuchado cómo te comparabas conmigo y él te decía que tú eras mejor en todo —dijo Ángela, su voz llena de amargura.
La mujer se puso aún más pálida, sabiendo que había sido descubierta.
—Ángela, por favor, escúchame... —suplicó su novio.
Ángela la interrumpió.
—Tu y el son unos hipócritas ¿Eso es lo que él dijo? ¿Que eres más linda, más inteligente, más hermosa que yo? —preguntó Ángela, su voz llena de dolor y rabia.
La mujer se quedó en silencio, sin saber qué decir. Sabía que había cometido un error irreparable y habían sido pillados infraganti.
No había explicación para lo que ella acabo de observar.
—Todo tiene una explicación—dijo James en un vil intento por convencerla.
—No hay nada que decir —dijo Ángela, su voz helada— Nuestra relación ha terminado y nuestra amistad también.
—Espera, Ángela, tenemos que hablar —dijo finalmente, su voz temblorosa y llena de nerviosismo.
Se miraron a los ojos. La boutique parecía haberse vuelto un lugar hostil y frío. Ángela sintió que su mundo había sido destruido en un solo instante. La traición de Mariana y James había dejado una herida profunda y dolorosa en su corazón.
—No hay nada que hablar —dijo, su voz llena de rabia y dolor—. Ustedes dos pueden pudrirse.
El novio la tomó del brazo, intentando detenerla, su mano temblorosa.
—Ángela, por favor... —suplicó.
Ángela se soltó con fuerza dándole una bofetada.
El ambiente en la boutique era tenso y embarazoso. Algunas clientas se tapaban la boca con la mano, intentando contener su asombro. Otras se acercaban discretamente para escuchar la conversación, atrapadas por la dramática escena.
—No me toques —dijo, su voz helada—. Me da asco. Los dos me dan asco.
La otra mujer se quedó en silencio, observando la escena con una expresión de culpabilidad, pero sin mostrar arrepentimiento.
No lo iba a mostrar, Mariana siempre había llevado una máscara de amistad hacia Ángela, pero detrás de esa fachada se escondía una profunda envidia. Desde que se conocieron, Mariana no pudo evitar sentirse inferior a Ángela. Su belleza, inteligencia y por ser la chica muy trabajadora y emprendedora la hacían sentirse insegura.
—Cómo pudieron hacerme esto —dijo Ángela, su voz llena de dolor—. Tú, mi prometido, y tú, mi mejor amiga. Cómo pudieron burlarse de esta forma, ¿no ven el sitio donde estan?
Ángela explotó en lágrimas y rabia.
—¿Cómo pudieron? —gritó—. ¿Cómo pudieron traicionarme de esta manera?
El novio se quedó pálido, lleno de remordimiento.
—Ángela, lo siento... —dijo, intentando disculparse.
Pero Ángela no quería escuchar.
—No quiero escuchar tus disculpas —dijo—. No quiero verte nunca más. Y tú —se volvió hacia la otra mujer—tú tampoco.
Ángela intentó irse, llego hasta la puerta, mientras todo el mundo la llamaba tras ese escandalo, sentía las miradas en ella, pero el dolor era tanto que nada le importaba.
Estaba a punto de salir, pero Jame la sujetó del brazo, intentando detenerla. La rabia y el dolor que sentía Ángela estallaron en ese momento, y le propinó una bofetada en la cara.
—No me toques —dijo Ángela, su voz llena de veneno—. Me da asco. Los dos me dan asco.
El novio se llevó la mano a la mejilla, sorprendido y dolorido.
—Ángela, por favor... —suplicó.
Pero Ángela no quería escuchar. Se volvió hacia Mariana, que se había cruzado de brazos y levantado el mentón, con una expresión de satisfacción en su rostro.
—Eres la peor amiga del mundo—dijo Ángela, su voz temblorosa.
Mariana se encogió de hombros, con una expresión de indiferencia.
—No tengo la culpa —dijo Mariana, su voz tranquila—. Simplemente las cosas pasaron. Los dos no pudimos detener nuestro deseo.
—Hipócritas—le dice Angela.
—Mejor vete, no te humilles más que aquí tu sobras —le dice su amiga terminándola de destrozar—james me ama es a mi.
Eso le dolió aun mas.
—Cállate Mariana—le dijo James, queriendo calmar las cosas, y masajeándose la mejilla que le arde.
—No tienes idea de lo que es el amor, la lealtad, la amistad.
Mariana se levantó el mentón, con una expresión de desafío.
—No necesito lecciones de ti —dijo Mariana—. Yo sé lo que quiero, y yo lo tomé.
Ángela se dio la vuelta, incapaz de seguir escuchando las palabras de Mariana. La traición era demasiado dolorosa, demasiado real.
—Quiero que los dos se vayan de mi vida —dijo Ángela, su voz firme—. No quiero volver a verlos nunca más.
Ángela caminaba sin rumbo fijo, su mente perdida en un mar de dolor y tristeza cuando salió del centro comercial. Para su mala suerte, llovia y mientras la lluvia caía sobre ella como un diluvio, sin que le importara. Lloraba sin parar, su cuerpo sacudido por sollozos que parecían no tener fin, y su alma estaba herida, su corazón destrozado por la traición de la persona que amaba.
Mientras caminaba, no sabía dónde estaba ni adónde iba, dejando que sus pies la llevaran a donde quisieran, y la ciudad se convirtió en un borrón para ella, un paisaje gris y sin vida. La oscuridad de la noche se cerraba sobre ella, y la lluvia intensificaba su ritmo, como si quisiera ahogar su dolor.
De repente, una luz cegadora iluminó la oscuridad, y Ángela no tuvo tiempo de reaccionar, ya que un auto se acercaba a toda velocidad, y ella estaba en su camino. El impacto fue brutal, y Ángela fue lanzada metros atrás, su cuerpo golpeando el asfalto con un sonido sordo.
La lluvia seguía cayendo, y Ángela ya no sentía nada, su cuerpo quedando inmóvil, su cabeza ladeada en un ángulo extraño. El conductor del auto salió corriendo hacia ella, su rostro lleno de horror y preocupación, gritando
—¡Dios mío! ¡Lo siento! ¡Lo siento mucho! —pero Ángela no podía escuchar, ya que estaba en un lugar donde no había dolor, no había tristeza, solo silencio.
El conductor se arrodilló junto a ella, llamando desesperadamente a los servicios de emergencia, mientras la lluvia continuaba cayendo sobre ellos, como si quisiera lavar la culpa y el dolor de la escena. Ángela permanecía inconsciente, su destino desconocido, mientras la noche oscura y la lluvia tormentosa envolvían todo.
La casa del abuelo está llena de vida y alegría.Nikolai, Mariana, Angela y los niños pequeños acompañan y llenan el ambiente de felicidad.Estan sentados en la mesa, disfrutando de una deliciosa cena antes de conocer los nombres de los nuevos integrantes.— "Bueno, ¿cuándo nos vais a presentar a las nuevas integrantes de la familia?".Nikolai y Angela se miran sonrientes y responden al unísono.— "Ahora mismo—pregunta el abuelo.Angela se levanta y se acerca a la mesa, con una de las bebés en brazos.—Queremos presentarles a nuestras hijas gemelas —dice. —Moira—le entrega la primera a su abuelo que la recibe feliz— y Luciana. El abuelo acepta a la otra niña y ambas sacaron los ojos de sus padres y el cabello rubio de su madre.El abuelo se sienta en su silla favorita, con Moira y Luciana en brazos. Las mira con cariño y comienza a hablar con una voz suave y llena de sabiduría.— "Moira y Luciana, mis queridas nietas—dice—sus nombres tienen un significado muy especial. Moira, tu nombr
Angela ahora tiene cinco meses de su segundo embarazo, es una hermosa niña. cosa que tiene el doble de feliz a Nikolai compleciendola en todo. Desde que todo tomo su curso, viven felices, como en un sueño que ninguno quiere despertar.Mariana se dirige hacia la cárcel, con la pequeña Calanta en brazos. Es un día de visita y ha decidido llevar a la niña para que conozca a su padre. Al llegar al patio de visitas, Mariana ve a James de pie, con su mamá y su papá a su lado. El padre de James ha sido trasladado a la cárcel después de que su salud se deteriorara, y ahora está allí, rodeado de su familia.Mariana se acerca lentamente, con Calanta en brazos. James la ve y se pone de pie, con una mirada de asombro en su rostro. Mariana lo busca entre la multitud y lo encuentra, con una sonrisa trémula en sus labios.James se acerca lentamente, con sus padres a su lado. Mariana se detiene frente a él y le extiende a Calanta. La pequeña niña mira a su padre con curiosidad, y James se siente abru
Tres años después de la boda de Ángela y Nikolai, su vida había cambiado de manera significativa. Ángela había dado a luz a un precioso niño llamado Atticus, que era el centro de su universo. Mientras tanto, Mariana había tenido una preciosa niña llamada Calantha, y aunque su vida había sido difícil en el pasado, había logrado superar el trauma de su violación y estaba trabajando para reconstruir su vida.Mariana había sido asignada a la casa de Ángela como parte de su programa de libertad condicional, y aunque al principio había sido un ajuste difícil, había logrado encontrar un sentido de propósito y pertenencia en la casa. Ángela le había permitido trabajar en su florería, y Mariana había descubierto una pasión por las flores y la jardinería. A medida que pasaba el tiempo, Mariana había comenzado a estudiar y a trabajar hacia una vida más independiente. Aunque todavía estaba bajo supervisión, había logrado ganar una mayor libertad y autonomía, y estaba emocionada de ver lo que el f
La mansión del abuelo está llena de vida y alegría. Han pasado dos meses desde el juicio en el que James y su padre fueron condenados a prisión. Ángela se está preparando para su boda, y Mariana está allí para ayudarla a organizarse.Mariana se acerca a Ángela, que está sentada frente al espejo, ajustando su velo. Mariana sonríe al ver a Ángela vestida de novia.— Estás muy hermosa, Ángela —dice Mariana, con una voz llena de emoción.Ángela sonríe y se vuelve hacia Mariana.— Creo que gracias —dice Ángela, con una risa. — Gracias por estar aquí conmigo, Mariana. Significa mucho para mí.Mariana se sienta junto a Ángela y la toma de la mano.— Gracias a ti y a tu bondad, puedo estar aquí hoy —dice Mariana, con una voz llena de gratitud. — Si no fuera por ti, probablemente estaría en la cárcel. No te puedo agradecer lo suficiente por todo lo que has hecho por mí.Ángela sonríe y abraza a Mariana.— De igual forma, te quiero mucho, Mariana —dice Ángela. — Eres como una hermana para mí.L
La sala del tribunal está llena de tensión y expectación. Ángela, la víctima del secuestro, se sienta en la mesa de la demandante, acompañada de su abogado. James y Mariana, los acusados, se sientan en la mesa de la defensa, acompañados de sus respectivos abogados.El juez entra en la sala y se sienta en su lugar. La secretaria del tribunal lee los cargos contra James y Mariana, y el juez comienza a hablar.— Este tribunal se ha reunido para juzgar a James y Mariana por los cargos de secuestro, intento de homicidio y robo. La demandante, Ángela, ha presentado una demanda contra los acusados, solicitando justicia y compensación por los daños sufridos.El abogado de Ángela se levanta de su silla y comienza a hablar.— Su señoría, mi cliente ha sufrido un trauma profundo y duradero como resultado del secuestro y el intento de homicidio. Solicitamos que se dicten sentencias severas contra los acusados y que se otorgue una compensación justa a mi cliente.El abogado de James se levanta de
Nikolai se sienta detrás de su escritorio, con Ángela sentada en el sofá detrás de él, con las piernas cruzadas. El padre de James se sienta en la silla frente al escritorio de Nikolai, con una expresión de desesperación en su rostro.— Nikolai, por favor, escúchame —dice el padre de James, con una voz temblorosa. — Estoy dispuesto a entregarme, a aceptar mi culpabilidad, pero te pido que dejes libres a mi esposa. Ella no tiene nada que ver con esto.Nikolai se cruza de brazos, con una expresión firme en su rostro.— No —dice Nikolai. — Todos van a pagar por la muerte de mis padres. Tanto tu esposa como tu hijo, como tú mismo. No voy a dejar que ninguno de ustedes se salga con la suya.El padre de James se levanta de su silla, lentamente, no puede hacerlo bien ya que tiene una herida en una de sus piernas, superficial pero duele, con una expresión de desesperación en su rostro.— Por favor, Nikolai —dice, con una voz suplicante. — No metas a mi esposa en esto. Ella no se lo merece. Yo
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