Se quedaron allí, murmurando palabras suaves, compartiendo recuerdos y risas cómplices. Hasta que, cuando Celina ya casi se rendía al sueño, Thor la tocó con el dedo, travieso.
—Eh, nada de dormir todavía. Vamos a darnos un baño y a vestirnos. Ya sabes que, en cuanto amanezca, nuestro trío va a invadir el cuarto con el desayuno. —Rió—. Y yo no pienso renunciar a la segunda ronda bajo la ducha.
Celina gimió con fingida queja.
—Sigues siendo insaciable, Thor Miller.
Él le sostuvo el mentón, mirándola con intensidad.
—El fuego que tú tienes me hace ser así. —Sonrió con picardía—. Puedes engañar al mundo con ese aire dulce… pero entre cuatro paredes eres una diablilla, y me encanta. Nada de recatada.
Celina se sonrojó, le dio un golpecito en el pecho y terminó riendo.
—Atrevido.
—Mío —la corrigió él antes de abrazarla con fuerza.
En un gesto firme, Thor la levantó en brazos y la llevó al baño. El agua comenzó a correr, y allí dentro volvieron a amarse: entre risas, caricias y provocacione