Suplicando tu perdón

Suplicando tu perdón ES

Romance
Última atualização: 2025-08-07
J.D Anderson  Atualizado agora
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Resumo
Índice

Sienna y Alexis Dalton tenían un matrimonio perfecto, envidiable, y una adorable hija de cinco años, eran muy felices y estaban enamorados. Sin embargo, todo cambió durante la fiesta de su quinto aniversario, cuando Tessa, la hermana menor de Sienna, revela que ella es infiel y que Melody, no es hija de Alexis Dalton. Con una evidencia inapelable de fotos, y videos, Sienna es inculpada, y todos la consideran una mala mujer, mientras Alexis, la condena como a una esposa infiel. Destrozada, Sienna lucha por demostrar su inocencia, pero cuando su esposo la divorcia decide irse con su hija, a quien él ya no considera de su sangre. Ahora Sienna debe cuidar de su hija y luchar por limpiar su nombre, no por ella, sino por el bien de la niña. Entre secretos, traidores, enemigos y mentiras, Sienna debe lograr llegar a la verdad, y demostrar su inocencia, y si lo logra, ¿habrá perdón para quienes no creyeron en ella, aunque supliquen por otra oportunidad?

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Capítulo 1

Capítulo: Una esposa infiel

El salón estaba decorado con luces doradas, rosas blancas y un enorme letrero de neón que decía “Cinco años de amor eterno”.

Sienna sostenía el cuchillo con una mano, lista para cortar el pastel de tres pisos decorado con perlas de azúcar. A su lado, Alexis Dalton la miraba con una sonrisa que mezclaba orgullo y adoración.

—Felices cinco años juntos, señora Dalton —susurró él, acariciándole el rostro—. Que sean mil más.

—Promesa de amor verdadero —respondió ella, dejando que su corazón se derritiera en ese instante perfecto.

El beso fue tierno, dulce, lleno de complicidad. Los invitados aplaudieron emocionados, brindaron con champán.

Todo era perfecto… hasta que unos pasos resonaron en el mármol del salón, cortando el ambiente como un cuchillo invisible.

Sienna giró el rostro. Una figura alta, vestida de negro, avanzaba con paso firme. Era Tessa.

—¿Tessa? —susurró, sorprendida.

Su hermana menor, la misma que había dicho que no asistiría por estar de viaje.

—Feliz aniversario, querida hermana. Y tú, querido cuñado… —dijo con una sonrisa helada—. Tengo un regalo especial para la pareja favorita de la familia.

Un aplauso seco salió de sus manos y, detrás de la pareja, la pantalla gigante que antes mostraba una imagen familiar con su pequeña hija Melody, cambió abruptamente. El salón enmudeció.

El video comenzó.

Y entonces, todo se rompió.

Allí estaba Sienna… desnuda. Cuerpo expuesto. Piel reconocible. En una cama desconocida.

Un hombre enmascarado la abrazaba por detrás mientras se reía frente a la cámara.

—Hola a todos —decía el hombre con voz distorsionada—. Ella es mi querida amante. Y soy el padre de su hijita, Melody. ¡Saludos, familia Dalton!

El video se apagó. El silencio fue absoluto.

Sienna sintió el mundo caer sobre su pecho. Alexis le soltó la mano como si le quemara. El cuchillo cayó al suelo. El cristal de una copa se rompió. Y el corazón de Sienna también.

—No… —susurró, con voz rota—. Esto no puede estar pasando…

Sus ojos buscaron los de Alexis, desesperados, hambrientos de una señal de confianza. Pero no encontró amor, ni duda. Solo odio. Una furia que parecía brotar desde sus entrañas.

Él dio un paso atrás.

—¿Por qué? —gritó, con los ojos enrojecidos—. ¿Por qué lo hiciste, Sienna? ¡Te di todo! ¡Todo!

—¡Es mentira! ¡Yo no… yo no hice eso! ¡Yo soy inocente!

—¡¿Inocente?! —Tessa carcajeó con crueldad—. Tu amante intentó sobornarme, ¿lo sabías? Por eso vine. Para mostrarle a todos la clase de mujerzuela que eres.

—¡Tessa, soy tu hermana! ¡¿Por qué me haces esto?!

El padre de Sienna avanzó, cruzando el salón, con el rostro desfigurado por la vergüenza.

Levantó la mano y le dio una bofetada tan fuerte que la tiró al suelo. Una segunda cayó antes de que pudiera reaccionar. Iba a patearla, pero Alexis lo detuvo.

—¡Basta! —gruñó Alexis, sujetándolo del brazo. Su pecho subía y bajaba, desbordado por la rabia.

—¡Esa perra traicionó a mi yerno! —bramó el padre de Sienna—. ¡La repudio! ¡No es más mi hija! Señor Dalton, perdone a nuestra familia. Ella será expulsada. ¡Le juro que no nos representa!

Sienna, en el suelo, sintió un hilo de sangre bajar de su nariz.

El gusto metálico se mezcló con sus lágrimas. Su vestido blanco, ese que eligió con tanto amor, ahora estaba manchado.

Se arrastró un poco, levantando la mirada. Su madre estaba a unos pasos, viéndola.

—Mamá… —susurró, buscando el consuelo que tanto necesitaba.

Pero su madre se giró con asco.

—Sienna… eres una desgracia. ¡Una cualquiera! Ya no soy tu madre.

Las palabras la apuñalaron. Se levantó tambaleándose.

—¡Soy inocente! Alexis… por favor… mírame. ¡Créeme! ¡Esto es una trampa, una maldita trampa!

Él se acercó lentamente. Sus ojos eran un abismo oscuro. Tomó su rostro con fuerza entre sus dedos, pellizcando su mejilla.

—Voy a hacer una prueba de ADN. Voy a comprobar si Melody es mi hija. Si no lo es… maldigo el día que te conocí. Y si lo es… juro que jamás volverás a verla.

Sienna cayó de rodillas. La desesperación se convirtió en un grito ahogado.

—¡Por favor! ¡Tú fuiste mi primer hombre! ¿No lo recuerdas? ¿Crees que sería capaz de traicionarte? ¡Te amo, Alexis! ¡A ti y solo a ti!

Por un segundo, solo uno, Alexis pareció dudar. Sus dedos acariciaron su rostro con suavidad, como solía hacer cuando se quedaban dormidos juntos. Pero la voz de Tessa rompió ese instante.

—¡Qué cínica! —gritó, empujándola con rabia—. ¡Te vimos! ¡Desnuda! ¡Con otro hombre! ¡Y aun así tienes el descaro de mentir!

Orla, la hermana de Alexis, se acercó y levantó a Sienna del suelo, solo para apartarla con fuerza después.

—¡Fuera de aquí! —gritó Alexis—. ¡Seguridad, sáquenla! ¡No quiero verla nunca más!

Sienna intentó tocar su brazo.

—¡Alexis!

—¡No me toques! ¡Estás sucia! ¡Eres una traidora!

Los guardias la sujetaron. Ella forcejeó, llorando, gritando su inocencia mientras era arrastrada hacia la salida.

—¡Melody es tu hija! ¡Te lo juro! ¡Soy inocente, Alexis! ¡Por favor! ¡No me quiten a mi hija!

La puerta del gran salón se cerró tras ella, dejándola sola en la calle, bajo la lluvia que recién comenzaba a caer.

Sus piernas cedieron. Cayó de rodillas en el asfalto frío, su vestido mojado pegado a su cuerpo, el maquillaje corrido, el corazón destrozado.

Horas antes era la señora Dalton.

Ahora no era nada.

Solo una mujer acusada, traicionada, rota por una mentira cruel.

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Capítulo: Lo que haces en nombre del amor
Capítulo: Corazón envenenado
Capítulo: Al borde del abismo
Capítulo: El mundo se derrumbó
Capítulo: Ella es la culpable
Capítulo: Por venganza y por justicia
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