Vasil era un joven apuesto, divertido, trabajador, amoroso, profundamente enamorado Natalia, la hija la familia Ferrer Altamirano, pensaba que era correspondido, hasta descubrir la verdad, un día cuando acude a una cabaña donde piensa vivir una apasionante noche de amor con la mujer amada, la encuentra con otro hombre. Ella no muestra signo de remordimiento, todo lo contrario, lo humilla, haciéndole ver que todo ha sido una burla, jamás una mujer de su nivel se fijaría en un pobre obrero como él. Decepcionado y profundamente herido, jura regresar algún día y vengarse de cada una de las humillaciones de la cual fue objeto él y su familia, si algo tienen los griegos, siempre cumplen con sus promesas. Quince años han pasado desde aquella fatídica noche, el inocente Vasil ya no existe, ahora es Kostantin Petrakis, un hombre lleno de odio y resentimiento, no queda en su humanidad ni una pizca de piedad, por quienes una vez se burlaron y causaron profundas heridas en el corazón ¿Qué estará dispuesto a hacer para cobrarles a todos quienes le causaron daño? ¿Podrá perdonar los errores del pasado y darle otra oportunidad al amor o será mayor el deseo de venganza
Leer másEl joven Vasil, caminaba ansioso y un poco nervioso, por el hermoso jardín decorado con plantas exóticas, el mayor orgullo de la familia Ferrer Altamirano, miraba a los lados y atrás periódicamente como si temiera ser encontrado infraganti en algo indebido, a pesar de la oscuridad, no perdía detalle de todo lo observado a su alrededor.
A decir verdad había razones para temer, desde hacía un par de meses comenzó a salir con Natalia, la princesa de la familia, se veían a escondidas en el jardín, siempre en horas nocturnas, duraban largo tiempo sentados en uno de los bancos menos visibles a la casa, entre risas, coqueteos, caricias besos, promesas de amor, así eran felices, planeando un futuro juntos. Ambos eran muy jóvenes, ella con dieciséis años y él, acabando de cumplir diecinueve, decían amarse con locura, estaban dispuestos a enfrentarse a todos por vivir ese idílico amor. Querían escaparse juntos, para ello él estaba trabajando no solo ayudando a su padre en el jardín de la mansión, sino también en un puesto de obrero de la fábrica de cemento, propiedad de la familia Ferrer, así esperaba juntar el dinero suficiente para poder cumplir con sus sueños. Ese día, habían decidido estar juntos por segunda vez, la primera había sido hacía dos noches, sin planificarlo, se entregaron al fuego de la pasión, en la hierba, al aire libre, teniendo como testigo el firmamento, había sido el primer encuentro sexual de ambos, sin embargo, eso no les había impedido pasar el mejor momento de sus vidas. Por ello, para resarcirla por la primera vez tan improvisada, había decidido prepararle una sorpresa. El objetivo del joven era hacerla completamente feliz, que nunca pudiera olvidar esa maravillosa noche; se encontrarían en una de las pequeñas cabañas situadas en la parte posterior del extenso jardín. Vasil la había preparado esa tarde, con vistosas flores, las cuales constituían un hermoso espectáculo a la vista, todo listo para su noche especial, él estaba feliz porque disfrutaría con su amada. Desde que tenía uso de razón, sus padres trabajaban para la familia Ferrer Altamirano, quienes se caracterizaban por vivir una vida en exceso, con intereses excéntricos, amantes del lujo, la apariencia y apegados al qué dirán, sus miembros marcados por un profundo esnobismo, menospreciaban a todos aquellos a quienes consideraban inferiores en la escala social, incluso eran injustos, no les importaba causarle daño a los demás con tal de salirse con la suya. Aunque Natalia era diferente a ellos. El chico con pasos firmes, seguro, acortó la distancia que lo separaba de la hermosa casa de madera de dos niveles, en el cielo el plenilunio la iluminaba confiriéndole un aire misterioso y acogedor, daba la impresión de haber salido de la historia de un cuento. Se sonrío Feliz, el corazón le palpitaba ansioso de anticipación por tenerla de nuevo entre sus brazos. Temprano había dejado un camino de pétalos desde la entrada hasta el primer nivel donde estaba la habitación, en cuya cama dibujo un corazón de flores y alrededor de la habitación unas deliciosas velas aromáticas. Abrió la puerta, le pareció extraño, no encontrar los pétalos como los había dejado, pensó quizás había sido el viento quien los había movido, aunque, no pudo ignorar las huellas de pisadas marcadas en el piso, sin embargo, no quiso prestar mayor atención a ese detalle. Se dirigió a las escaleras, para subir al siguiente nivel, emocionado, las recorrió de dos en dos, aunque con una extraña sensación, no sabía por qué, pero de repente sintió el cuerpo temblarle, un sudor frío le recorrió la espina dorsal, cuando abrió la puerta, se quedó impactado con la vista frente a él, a tal punto de no poder emitir ninguna palabra por unos segundos, tuvo la sensación de haber recibido una fuerte patada en el estómago, sacándole todo el aire. No podía creer la escena desarrollada ante sus ojos, las lágrimas quisieron hacer acto de presencia, pero las detuvo. Allí, frente a sus ojos, estaba su chiquita, la hermosa jovencita de ojos celestes, cabello tan oscuro como el azabache, quien le había jurado amor eterno, revolcándose con Sergio Alcázar, en la misma habitación que con tanto esmero había preparado, para la noche de amor entre ellos. Ambos, al escuchar el ruido de la puerta, giraron su vista hacía él, más en sus rostros no había sorpresa, ni arrepentimiento, sino de diversión. Ella se incorporó con la sabana alrededor de su cuerpo, con una sonrisa burlesca, empezó a hablar. —¡Vasil! ¡Vasil! ¿Qué creíste? ¡Iluso! ¿Pensaste que yo una Ferrer Altamirano, de pies a cabeza, pondría mi vista en un chico pobre como tú? —Inquirió mirándolo de pies a cabeza de manera despectiva—. ¿No te has visto? ¡¿Cómo puedes creer qué una chica con un apellido de renombre y miembro de una de las familias más poderosas del país, iba a mostrar interés en un mugriento como tú, más allá de una noche de sexo?! »No sabes cuánto me causó risa tus estúpidos planes, de juntar dinero trabajando como un pobre obrero, para nuestro futuro. ¡Eres tan estúpido! Ahora tendrás que irte de aquí, con tu miserable familia. Deben tomar sus cosas, no vuelvan a acercarse a esta casa, porque si no, la próxima vez van a ir a parar a la cárcel acusados de ladrones ¡Largo! ¡Fuera! —gritó la mujer con los ojos rojos. La desconocía, parecía una persona distinta, a aquella conocida durante todos estos meses de relación. —¡Bravo Natalia Ferrer! ¡Eres la mejor actriz de todas! —exclamó el joven aplaudiendo, aunque por dentro sentía su corazón destrozado, sangrando producto de la traición—. Resultaste una arpía tan igual o peor al resto de tu familia, me engañaste muy bien, entregándote a mí como una mujerzuela, pero no importa, ¡Lo juro por Dios! Algún día, tú y todos los Ferrer Altamirano, juntos con los Alcázar, pagarán todo el dolor provocado. Nunca te olvides, un griego siempre cumple sus juramentos. Dicho eso, se giró saliendo de la habitación, sintiendo en los hombros el peso de la derrota, negándose a llorar por esa mala mujer. Abajo lo estaban esperando un par de hombres, quienes lo acompañaron a la pequeña casa que ocupaba con su familia en los terrenos de la mansión, no obstante, al llegar allí, el panorama no era mejor, encontró a Simón Ferrer, el patriarca de la familia, dirigiendo a un grupo de obreros, quienes les sacaban las pertenecías, sin ningún tipo de consideración. Ese día, como perros fueron echados de la mansión, ante las lágrimas y súplicas de su madre y hermana, entretanto, su padre y hermano de crianza, Xander, recogían sus cosas en silencio, mientras en él, había surgido un creciente odio, amargura, por toda esa gente, quienes tarde o temprano, terminarían pagándole uno a uno toda esa humillación. “Las venganzas le destrozan a uno la vida porque, mientras se dedica a planearlas…, olvida vivir.” Elisabet Benavent.Dos meses despuésNatalia se levantó de la cama y sintió que todo le daba vueltas, aparte su estómago estaba demasiado revuelto, corrió al baño y vomitó todo lo que comió la noche anterior, cerró los ojos y pegó su frente en el espejo tratando de calmar su cuerpo, aunque intentó por todos los medios contenerse y hacer el menor ruido posible para no despertar a Kostantin, fue en vano.—Natalia, ¿Qué sucede? —interrogó su esposo corriendo con el rostro más pálido que el suyo, y así era él, siempre estaba demasiado preocupado por ella, vivía pendiente de lo que comía, de sus estados de ánimo, no había un solo segundo en el cual él no intentara hacerla feliz.—Estoy bien esposo, solo se trata del movimiento del barco, me causa mucha agitación en el estómago.—Entonces, enviaré a que nos traigan un helicóptero, para irnos hoy mismo, tienes tres días que no toleras alimentos y tengo miedo de que te descompenses —alegó el hombre mientras tomaba su celular para llamar, más la mano de Natalia
Bastián Zabat, dejó la carta por varios minutos en su pecho, quizás era un cobarde, pero tenía miedo, a que su hijo lo recriminara, a que su mirada acusatoria lo siguiera persiguiendo hasta más allá de su muerte, numerosos pensamientos surgieron en su mente, esos que llegan cuando te pones a pensar en tu sola existencia y cuando es difícil aceptar que quizás llegará ese momento cuando ya no exista nada, únicamente el vacío ¿Existía una vida más allá de la muerte? ¿Se podría reencontrar con los seres queridos que se han ido? Suspiró pasándose una mano por la cabeza y por fin se armó de valor.Abrió la carta y comenzó a leer.«Papá, siempre supe que tarde o temprano regresarías o querrías venir a buscarme, mi temor más grande es que cuando eso pasara pudiera ser demasiado tarde, y yo no estuviera, aunque la ley de la vida, nos dice que somos los hijos quienes enterramos a los padres, a veces las circunstancias o situaciones hacen que ocurra de manera contraria.Sé que he sido una decepc
Por un momento el silencio reinó entre los presentes, ninguno se atrevió a decir nada, y todos se sintieron conmovidos al ver al anciano bajar el rostro mientras unas lágrimas cursaban su rostro.—Ella tiene razón ¿Cómo voy a atreverme a pedir perdón cuando por mi causa ella perdió a su padre siendo tan pequeña? —justifico el hombre a su nieta en un tono de derrota.Kosta se acercó a él, se acuclilló quedando frente a él.—Abuelo, lo siento mucho, Rhoda es una buena chica, solo está dolida, es un poco impulsiva, sin embargo, cuando analice todo el contexto se acercará, lamento que te hayas equivocado en el pasado… yo también lo hice con la mujer que amaba —pronunció mirando a Natalia—. Tuve la suerte de obtener su perdón y ahora soy el hombre más feliz del mundo. Por eso quiero decirte que de mi parte, el pasado ha quedado atrás, el perdón es necesario no solo para expiar el pecado de quien nos ofende, sino para purificar nuestra propia alma y vivir en paz y eso lo aprendí de mi espos
Kostantin no podía creer las palabras del hombre frente a él, ¿Cómo se atrevía a aparecerse después de cómo trató a sus padres? Apretó sus manos a un lado del cuerpo y sin importarle ni el lugar, mucho menos los presentes y olvidando el respeto por los adultos, le respondió dejando notar en su tono de voz toda el enojo que sentía en ese instante.—En el mundo hay personas descaradas, sin embargo, usted se ha pasado de los niveles tolerables… ¿Cómo se atreve a presentarse aquí, luego de todo lo que le hizo a mis padres? Cuando debieron huir para que usted y su maldad no lo atraparan… no venga a dársela ahora de un hombre familiar, porque si por usted fuera yo no estaría parado frente a usted ¿Acaso no recuerda que su intención era que mi madre me abortara? Mejor siga su camino e imagine que sus planes fueron exitosos y déjenos en paz.Kostantin se dio media vuelta para irse, pero su abuelo lo sostuvo del brazo, haciéndolo girar.—Me equivoqué… actué mal, alejé a mi hijo y perdí la opo
Por un momento Natalia sintió que las palabras no salían, y es que no era para menos, no podía dejar de llorar, sin embargo, esta vez sus lágrimas no eran de tristeza, sino de felicidad, a pesar de estar casada con Kosta, siempre el deseo más anhelado de su corazón era un compromiso como ese y un matrimonio donde ella pareciera una princesa de cuentos, quizás estaba exagerando, era un poco inmaduro de su parte, porque no era una niña, todo lo contrario era una mujer de treinta y un años, cuyos sueños de adolescente permanecían allí.Mientras estaba sumergida en sus pensamientos, se dio cuenta de que su esposo seguía de rodillas con el anillo en su mano, no pudo evitar sonreírse, se inclinó también frente a él, besó sus labios y lo abrazó tomándolo por el cuello, sin poder contener su felicidad.—¡Claro que acepto! Esta vez y un millón de veces más… porque te amo Kostantin… mi corazón siempre ha sido tuyo, desde que era una jovencita con muchos sueños y uno de esos era estar a tu lado,
Rodha esbozó una expresión de tristeza al escuchar a su hermano hablar de esa manera y diversas preguntas surgieron en su mente «¿Será que después de lo que le hice Oliver no me querrá tratar más?». —Si lo sé, soy muy una mala persona, aunque no soy del todo culpable, ¿Para qué me invitó si estaría con otra? —inquirió frunciendo el ceño—. Viéndolo desde ese punto de vista no puede responsabilizarme. —Si decir eso te hace sentir bien, entonces repítelo seguido hasta creerlo —expresó Kosta sonriéndose. —No seas malo, déjala que ya está lo suficientemente preocupada para atormentarla —lo recriminó Natalia, y él se quedó en silencio. Por un par de horas esperaron y aunque el hombre quiso enviarlos a todos a la casa y quedarse él con Rhoda, tanto Natalia como sus hijos se negaron. Las horas pasaron y nadie salió a darle ninguna noticia sobre el estado del paciente, hasta que Kosta se levantó y fue a pedir información. —Buenas noches, por favor, quisiera información sobre el esta
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