—Lo siento mucho, señor Dalton… el resultado es negativo. La menor Melody Dalton no es su hija biológica.
Un silencio sepulcral llenó la sala.
El mundo de Alexis se vino abajo en un segundo.
Sienna palideció, incapaz de respirar.
Tessa… sonrió levemente, fingiendo incredulidad
—¡¿Qué?! —El grito de Sienna estalló como una bomba en la habitación.
Su voz quebró el silencio como un relámpago parte el cielo en dos.
El aire se volvió pesado, como si cada molécula contuviera la tensión acumulada durante semanas.
Se levantó de golpe. Sus piernas temblaban.
El rostro descompuesto, los ojos desbordados de lágrimas que no pidió, pero que le brotaban como una tormenta.
Negaba, una y otra vez, sacudiendo la cabeza con desesperación, como si pudiera hacer retroceder el tiempo con solo ese gesto.
—¡Esto no es verdad! ¡Es una mentira, no puede ser cierto!
Sus manos temblorosas arrebataron los papeles de la mesa.
Sus ojos se clavaron en la hoja con violencia.
Una sola palabra escrita en mayúsculas