Mundo ficciónIniciar sesiónSofia es una chica escritora que fue abandonada por su prometido en el altar hace 6 meses a consecuencia de eso no tiene esa motivación de escribir un libro, su amiga que está apunto de casarse le da la idea de ir a Montana para escribir su libro sobre su cuñada el sheriff de la ciudad. Será que Sofía encontrará esa inspiración que tanto busca y llegará a encontrar el amor?
Leer másSOFÍAEl coche patrulla avanza por el camino de grava y yo no puedo evitar mirar de reojo a Luke. Está tan serio, tan concentrado en la carretera, que casipuedo ver los engranajes de su cerebro trabajando. ¿Cómo puede estar tan bueno incluso cuando frunce el ceño? Es injusto, la verdad.—Entonces... —digo, rompiendo el silencio que se ha instalado entre nosotros desde que salimos del pueblo—. ¿Un pavo real? ¿En serio? Luke me lanza una de esas miradas que deberían estar prohibidas.Mezcla de advertencia y algo más que no logro descifrar.—Sofía, recuerda lo que acordamos. Profesionalidad.Asiento, mordiéndome la lengua para no soltar alguna broma sobre plumas y esposas. En su lugar, me concentro en el paisaje. Montana espreciosa, todo hay que decirlo. Aunque ahora mismo, el paisaje que más me interesa está sentado a mi lado, con una placa brillante y unos vaqueros que... Vale, Sofía, concéntrate.Llegamos a la propiedad de Madame Exótica y, bueno, el nombre le viene que ni p
LUKEMe revuelvo en la cama por enésima vez, mirando el techo como si fuera a darme las respuestas que busco. El reloj marca las cinco y media de lamañana y yo llevo horas dando vueltas a la misma idea. Joder, ¿en qué momento me he vuelto tan indeciso?Cierro los ojos y veo la cara de Sofía, vulnerable y derrotada, cuando la dejé en su habitación anoche. Algo se remueve en mi pecho, una mezcla de culpa y algo más que no quiero nombrar.«A la mierda», murmuro, levantándome de un salto. He tomado una decisión.Me visto rápidamente y bajo las escaleras de dos en dos. La casa está en silencio, solo el suave ronroneo de la nevera rompe la quietud. Me planto frente a la puerta de Sofía y, antes de que pueda arrepentirme, llamo con fuerza.Nada.Vuelvo a llamar, esta vez con más insistencia. Escucho un gemido ahogado desde dentro y sonrío a mi pesar. Abro la puerta sin esperarrespuesta.La imagen que me recibe es... preciosa. Sofía está hecha un ovillo en la cama, el pelo revuelto
SOFÍAMe harto de estar sentada en el porche mirando a la nada como una idiota.Necesito hablar con alguien o voy a volverme majara. Cojo el móvil y le escribo a Megan: «¿Cenamos juntas? Necesito desahogarme o me va a dar algo».Su respuesta no tarda ni dos minutos en llegar: «Claro, ven a casa. Prepararé pasta».Media hora después, estoy en la cocina de Megan, cortando tomates mientras ella remueve la salsa. El aroma a albahaca y ajo llena el aire, pero ni siquiera eso mejora mi humor.—Es que no lo entiendo, Meg —digo, atacando un tomate con más fuerza de la necesaria—. ¿Tan difícil es dedicarme un poco de su tiempo?¡Que no le estoy pidiendo un riñón, joder!Megan me mira de reojo, con una sonrisa divertida en los labios.—Bueno, conociendo a Luke...—¡Es un cabezota! —la interrumpo—. Un cabezota egocéntrico que se cree demasiado importante como para ayudar a una pobre escritora enapuros.—Sofía...—¡Lo odio! —exclamo, y en el fondo sé que estoy siendo dramática, pero
SOFÍAMiércolesEmpiezo la semana con la energía de mil soles. El aire fresco de Montana parece haberme inyectado una dosis extra de determinación. Luke no sabe con quién se ha metido. Soy Sofía Vega, por el amor de Dios. Hebconvencido a editores implacables de publicar mis locas ideas y he domadova fans obsesivos que creían que mis vampiros eran reales. Un sheriff gruñón no va a ser mi perdición.Mi primer intento es simple, casi ingenuo en su simplicidad: me presento en la comisaría con café y donuts. El aroma del café recién hecho llena el aire mientras empujo la puerta con la cadera, equilibrando la bandeja en mis manos.—Buenos días, Luke —saludo con mi mejor sonrisa, la misma que he usado en cientos de firmas de libros—. Te he traído el desayuno.Él levanta la vista de su escritorio y me mira como si le hubiera traído una bomba en lugar de un inocente café. Sus ojos se entrecierran consospecha.—Gracias, pero no —dice, su voz tan fría como el viento de las montañas.—Va
SOFÍAMe despierto con la emoción de una niña en Navidad, el corazón latiéndome con fuerza en el pecho. Hoy es el día. Hoy empiezo mi «investigación» con el sheriff más sexy del Oeste. O de cualquier parte, si soy honesta. Anoche apenas pude dormir, mi mente repitiendo una y otra vez el encuentro nocturno con Luke. Esos ojos verdes, esa voz profunda, ese torso desnudo... Dios, ¿cómo se supone que voy a mantener la compostura trabajando con él?Me levanto de un salto, tropezando con las sábanas en mi prisa por empezar el día. Me visto con cuidado, eligiendo unos vaqueros que sé que me quedan bien y una blusa que resalta mis curvas sin parecer demasiado provocativa. Después de todo, se supone que estoy aquí por trabajo, ¿no?Aunque mi definición de «trabajo» probablemente difiera bastante de la del sheriff Blackwood.Bajo las escaleras de dos en dos, el aroma a café recién hecho y a tocino frito llenando mis fosas nasales. Mi estómago gruñe en anticipación, recordándome que anoche e
SOFÍAMe despierto de golpe, con una urgencia que no puedo ignorar. Maldita sea,tengo que hacer pis. Y no un pis cualquiera, sino uno de esos que amenazan con convertirse en catástrofe nacional si no lo atiendo de inmediato.«No deberías haber bebido tanto té, por muy bueno que estuviera», me regaño mentalmente mientras me preparo para levantarme. La abuela Rose hace un té delicioso, pero ahora estoy pagando las consecuencias. Miro elreloj en la mesita de noche. Las dos de la madrugada. Genial. Intento moverme con sigilo, lo cual, a decir verdad, no se me da nadabien. En Nueva York, mi torpeza nocturna solo molestaba a mis vecinos.Aquí, en el silencio absoluto del rancho, cada paso suena como un elefante en una cacharrería.La oscuridad es casi total. En la ciudad, siempre hay alguna luz colándose por las ventanas, pero aquí... aquí la noche es tan negra que casipuedo sentirla pegada a mi piel. Extiendo las manos frente a mí, tanteando el aire como una mimo torpe.Y, por





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