—¡¿Cómo puedes ser tan cruel?! —gritó con la voz quebrada, llena de furia, pero también de amor roto.
En ese instante, como si el universo se burlara de ellos, las niñas comenzaron a pelear de nuevo por el peluche.
Melody tiró con fuerza del señor Pink y salió corriendo, con Nelly pisándole los talones, gritando.
—¡Melody, devuélvemelo!
—¡Es mío!
—¡Sienna! —intervino Tessa, su voz tan venenosa como siempre—. ¿Y tú quién eres para levantarle la mano a Alexis? ¡Lárgate con tu bastarda! ¡Corre tras tu amante! Porque te aviso… Alexis ya no será el tonto que te cuide nunca más.
Las palabras de Tessa cayeron como cuchillas sobre el corazón de Sienna. Lágrimas calientes le resbalaban por las mejillas, sin poder detenerlas.
—Me llevaré a mi hija… —susurró con la voz hecha polvo.
—¡No! —rugió Alexis, clavando los ojos en ella—. ¡No te la llevarás!
—¡¿No, que no era tu hija?! ¿Entonces qué más quieres de mí? Si no vas a creerme, si nunca vas a confiar en mí… ¡Déjanos ir!
Él apretó los puños con