Comenzó a arañarle el rostro con uñas temblorosas, desesperadas, pero cargadas de rabia.
—¡Traidora! ¡Eres una traidora! ¡Mi hermana! ¡Tú! ¡Maldita seas! —gritaba mientras las manos de ambos lados intentaban separarlas.
—¡Señora, cálmese, por favor! —le gritó un agente de seguridad, logrando al fin contenerla.
Tessa salió del lugar con el rostro marcado por los arañazos,
Sienna cayó de rodillas al suelo, jadeante. Sus manos temblaban como si se hubiera roto por dentro.
Las lágrimas le corrían sin tregua, mezcladas con el temblor incontrolable de quien acaba de perderlo todo. Miró a Gustavo con ojos desorbitados, húmedos y aterrados.
—¡Esos resultados son imposibles! —gimió entre sollozos—. ¡Melody no puede no ser hija de Alexis! ¡No puede!
Gustavo se acercó para consolarla, movido por la culpa, el miedo y el amor. Intentó rodearla con los brazos, pero Sienna lo apartó con un empujón brusco.
—¡No me toques! —gritó, retrocediendo como si su sola presencia quemara.
—Sienna… —murmuró él,