—¡Aléjate de él! ¡No eres más que una esposa infiel!
Era Tessa. Su voz venenosa retumbó como un trueno entre ellos.
Alexis dio un paso atrás.
Y entonces, la pequeña voz de la verdad emergió.
—Tío… tía mala le dijo a Melody que se lastimara… para que tú la perdonaras. Yo la escuché —confesó la sobrina, mirando a Alexis con ojos llenos de inocencia.
El rostro de Alexis cambió por completo. La furia lo invadió. Giró hacia Sienna y la sujetó del brazo con una fuerza que hizo que ella soltara un grito.
—¡Eres una mujer sin corazón! ¡Una maldita víbora!
Y sin pensarlo, la empujó. Sienna cayó al suelo, sin poder defenderse del peso de su mentira.
Sienna lo miró, con los ojos llenos de dolor y desesperación.
—¡No es verdad! Por favor… por favor, cree en mí —suplicó, su voz temblaba, rota, apenas un susurro ante el abismo que se abría entre ellos.
Pero la mirada de Alexis no mostraba compasión. Estaba helada. Llena de rabia. De orgullo herido. De rencor.
Sienna sintió que el mundo se desmorona