Kira es la princesa de la Casa Valdivia e Ivanov. La nieta del famoso empresario y banquero en New York Alejandro Valdivia y su elegante esposa Samira Robles, por parte de su madre Ximena Valdivia Robles, mientras que por otro lado llora la pérdida de su difunto padre Xavier Ivanov. En un mundo gobernado por alianzas rotas, triadas de la mafia como la americana, rusa y japonesa, las mentiras y treguas manchadas de sangre, Kira Ivanov Valdivia entrenada por su tío para ser un arma humana por decisión propia y así poder vengar a su padre, regresa al escenario con un vestido de Swarovski, una sonrisa calculada. Su sola presencia en la cena de reconciliación y compromiso matrimonial es un acto de guerra disfrazado de diplomacia. Konstantin Vólkov, nieto y heredero de la mafia rusa enemiga, ¿cómo olvidarla si intento quitarle la vida? además algo en sus ojos grises lo persigue como una sombra. Está decidido a conquistarla, sin saber que esa mujer lleva muy arraigado la muerte de su ser amado del que prometió vengarse a toda costa y a cualquier precio. Mientras que Satoru Kamura, de la mafia japonesa se quiere aprovechar y robarse el territorio, mientras nota debilidad de sus contrincantes, sin anticipar que quedará prendado de Kira al conocerla. Konstantin quiere paz y su corazón. Ella quiere justicia. Satoru al igual que Konstantin desean su cuerpo. Y ella, la destrucción de ambos. Pero cuando el destino los encierra en una danza peligrosa entre el odio y la atracción, las líneas entre venganza y deseo es muy fina. Porque aunque Kira prometió que ese sería el último día de su venganza, jamás dijo que haría las paces… ni que podría llegar a necesitarlo.
Leer másSe besaron con hambre, como si llevaran días sin tocarse, aunque en realidad nunca se saciaban del todo. Las caricias fueron como fuego lento, arrastrando suspiros y risas contenidas, como si el deseo se tejiera con hilos de ternura. Horas después, con el cuerpo aún tibio y el corazón latiendo fuerte, Kira se levantó de la cama sin decir nada. Caminó desnudo hasta el baño, deteniéndose en el umbral de la ducha. Giró lentamente y, con una sonrisa peligrosa, le hizo una señal con el dedo. —Vamos… —dijo con voz ronca—. Vamos a hacer más bebés ya que Kori está bien cuidado, Konstantin. Él se incorporó de un salto, como un niño que le ofrece dulces. —Dios mío, esta mujer me va a matar de amor —dijo mientras corría tras ella. La ducha se llenó de vapor y el sonido del agua cayendo envolvía cada rincón. Kira se apoyó en la pared de azulejos, sintiendo la tibieza del mármol contra su piel, mientras las gotas le resbalaban por la espalda como caricias líquidas. Konstantin se ace
La mansión bullía de voces, risas y el tintinear de copas. Kira entró al comedor tomada del brazo de Konstantin, con una sonrisa tranquila que no se le había visto en meses. Llevaba un vestido sencillo pero precioso, y aunque aún estaba algo pálida, tenía un brillo en los ojos que todos notaron de inmediato.—¡¿Pero esta es mi hija o un modelo de revista?! —exclama su madre, Ximena, levantándose con exageración.—Déjala, mamá —rie Lorenzo—. Por fin se le ve feliz. No la asustes.—¡Feliz y hambrienta! —dijo Kira sin vergüenza, robando panecillos del centro de mesa—. Estoy embarazada y estuve ocupada todo el día. Necesito recargar energías.Konstantin se atragantó con el agua mientras bajaba la mirada con una risita contenida. Ximena levantó una ceja, sospechando, pero decidió ignorar el comentario.—Bueno, Kira —suspira, sirviéndole sopa—, estaba pensando que quizás deberíamos contratar a una sirvienta. La mansión es enorme y con el bebé en camino...—Estoy de acuerdo contigo mamá.Com
Kira despertó lentamente, aún envuelta en el calor de los brazos de Konstantin.Sus párpados parpadearon con pereza antes de abrirse del todo. El pecho firme de él se alzaba y bajaba con cada respiración, sereno, como si su cuerpo supiera que, por fin, había encontrado un lugar donde pertenecer. Sus piernas seguían entrelazadas, y la mano de él descansaba sobre su vientre, justo donde crecía su bebé.Kira suspir, sintiendo cmo el cuerpo de Konstantin reaccionaba a su proximidad, incluso dormido. No se movió, no por pudor, sino porque en ese abrazo había algo más profundo que el deseo físico: protección, necesidad, ternura contenida.Bajó la mirada con cierto rubor al notar la firmeza en su entrepierna, y luego, más allá de lo corporal, una punzada en el alma. Una sombra.Los malos recuerdos la empiezan a invadir.Apretó los ojos. Era como si su piel aún recordara los lugares donde no quiso ser tocada. Las marcas invisibles que ningún espejo mostraba… pero que ella sentía con solo cerr
La mansión del abuelo de Kira, estaba impregnada del aroma de lavanda, con la brisa suave entrando por los ventanas abiertas. Afuera, los árboles se mecían lentamente, como si supieran que dentro de esos muros, algo estaba sanando.Konstantin cerró la puerta tras de sí con delicadeza, llevando consigo una taza de té caliente y galletas de jengibre. El silencio entre ellos era pesado, pero no incómodo. Era el tipo de silencio que se forma cuando hay mucho que decir… y aún no se sabe cómo.Konstantin temía lastimarla con cualquier comentario y necesitaba buscar algo para hacer en parejas para que ella se olvidara de lo que le dolía o por lo menos la ayuda a canalizar todo y no guardarlo para ella. No habían tenido tampoco ningún acercamiento íntimo.—Te traje esto —murmura, extendiéndole la taza con manos firmes, pero ojos vulnerables.Su vientre ya sobresalía y se notaba.Kira lo ayudó sin mirarlo del todo. Estaba sentada al borde de la cama, envuelta en una bata blanca, el cabello sue
Pasaron dos días. Kira aún dormía, conectada a fluidos, con vendas en los brazos y en la cabeza. Konstantin no se movió de su lado. Comía poco, dormía nada. Cada hora un doctor pasaba a comprobarla, y el equipo de seguridad mantenía la planta sellada.El doctor principal, el segundo día, llegó con unos resultados en la mano. Konstantin se puso de pie de inmediato.—¿Cómo está?El hombre respiró hondo.—Despertará pronto. Pero... hemos hecho varios análisis, incluyendo pruebas hormonales. Sr.Vólkov… ella está embarazada. Cinco semanas.El aire se volvió espeso de inmediato.—¿Cinco...? —musitó, como si no pudiera procesarlo—. ¿Está seguro?—Lo confirmamos dos veces. Alrededor de cinco semanas.Konstantin retrocedió un paso. De repente, todo en su interior se sacudió como un volcán. Un nuevo fuego le recorrió las venas, esta vez no de odio ni venganza, sino de esperanza. Si eran cinco semanas… era suyo. De él. Antes de que Satoru la tomara a la fuerza.—Gracias doctor.El médico se esta
La noche era un silencio cargado de muerte.Konstantin observaba el contorno de la mansión a través del visor térmico de su rifle, oculto entre la maleza. A su lado, Alejandro, Matías y Hugo mantenían los auriculares puestos, murmurando en clave mientras el resto del equipo se dispersaba en formación. Las órdenes eran claras: infiltración rápida, sin dejar rastros. La vida de Kira pendía de un hilo.—Allí está —murmuró Alejandro, apuntando con su mira láser—. Primer piso. ¡Ay del norte! Iandra tenía razón.Konstantin ascendió, su rostro impasible, pero su mandíbula tensada al borde de mameluco. La imagen térmica mostraba varias siluetas en toda la casa... dos de ellas sobre una cama. Tranquilas. La rabia le ardía en las venas, contenida apenas por el entrenamiento de años.—Entramos en tres... dos... uno. Vamos.Se desataron como sombras. Dieciséis hombres. Rifles automáticos con silenciadores. Cuchillos afilados. Rostros sin expresión. La muerte en su máxima precisión.Los primeros d
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