Pasaron dos días. Kira aún dormía, conectada a fluidos, con vendas en los brazos y en la cabeza. Konstantin no se movió de su lado. Comía poco, dormía nada. Cada hora un doctor pasaba a comprobarla, y el equipo de seguridad mantenía la planta sellada.
El doctor principal, el segundo día, llegó con unos resultados en la mano. Konstantin se puso de pie de inmediato.
—¿Cómo está?
El hombre respiró hondo.
—Despertará pronto. Pero... hemos hecho varios análisis, incluyendo pruebas hormonales. Sr.Vólkov… ella está embarazada. Cinco semanas.
El aire se volvió espeso de inmediato.
—¿Cinco...? —musitó, como si no pudiera procesarlo—. ¿Está seguro?
—Lo confirmamos dos veces. Alrededor de cinco semanas.
Konstantin retrocedió un paso. De repente, todo en su interior se sacudió como un volcán. Un nuevo fuego le recorrió las venas, esta vez no de odio ni venganza, sino de esperanza. Si eran cinco semanas… era suyo. De él. Antes de que Satoru la tomara a la fuerza.
—Gracias doctor.
El médico se esta