Kira despertó lentamente, aún envuelta en el calor de los brazos de Konstantin.
Sus párpados parpadearon con pereza antes de abrirse del todo. El pecho firme de él se alzaba y bajaba con cada respiración, sereno, como si su cuerpo supiera que, por fin, había encontrado un lugar donde pertenecer. Sus piernas seguían entrelazadas, y la mano de él descansaba sobre su vientre, justo donde crecía su bebé.
Kira suspir, sintiendo cmo el cuerpo de Konstantin reaccionaba a su proximidad, incluso dormido. No se movió, no por pudor, sino porque en ese abrazo había algo más profundo que el deseo físico: protección, necesidad, ternura contenida.
Bajó la mirada con cierto rubor al notar la firmeza en su entrepierna, y luego, más allá de lo corporal, una punzada en el alma. Una sombra.
Los malos recuerdos la empiezan a invadir.
Apretó los ojos. Era como si su piel aún recordara los lugares donde no quiso ser tocada. Las marcas invisibles que ningún espejo mostraba… pero que ella sentía con solo cerr