Mundo ficciónIniciar sesiónEn la próspera ciudad de Nueva Celestia, el magnate Mateo Figueroa permaneció en estado vegetativo por tres largos años, durante los cuales su esposa Valentina Méndez se dedicó en cuerpo y alma a sus cuidados. La vida dio un vuelco cuando Mateo despertó. Valentina, revisando el celular de su esposo, se topó con una revelación devastadora: un mensaje íntimo que evidenciaba que el antiguo amor de juventud de Mateo había regresado a sus vidas. El círculo social elitista de Mateo, que siempre había mirado a Valentina por encima del hombro, no tardó en comenzar sus crueles comentarios: —Ha vuelto el cisne de la alta sociedad... Ya es momento de desechar al patito feo de clase baja. Este descubrimiento golpeó a Valentina con una verdad dolorosa: el amor de Mateo nunca había sido real, y ella no había sido más que el hazmerreír de aquella sociedad pretenciosa. La respuesta de Valentina no se hizo esperar. Una noche, el señor Figueroa encontró en su escritorio una sorpresa: una demanda de divorcio. El motivo declarado, para su horror: disfunción eréctil. Enfurecido hasta lo indecible, el señor Figueroa irrumpió en busca de explicaciones. Lo que encontró lo dejó sin palabras: aquella que una vez llamaron "patito feo" se había transformado en una prestigiosa doctora. Allí estaba ella, radiante en un vestido de gala, su silueta elegante reclinada con aire despreocupado bajo las deslumbrantes luces del hospital. Al notar su presencia, la señora Figueroa le dedicó una sonrisa cargada de ironía y le soltó: —Vaya, señor Figueroa, ¿viene para una consulta urológica?
Leer másSara quedó completamente sorprendida:—Luis, ¿qué clase de película es esta?Luis no sabía qué decir. Era cierto que le había pedido a su asistente que escogiera una película romántica, pero seguramente el asistente se había tomado sus libertades y había elegido este tipo de película.Luis respondió:—Esto no tiene nada que ver conmigo, ¡la eligió mi asistente!Sara lo miró de reojo:—¡Como si fuera a creerte!Luis realmente sentía que lo estaban malinterpretando. Quería seguir explicándose:—¡De verdad no fui yo quien la eligió!Sara seguía mirando la película:—¿Por qué te apresuras tanto a explicarte? ¡Ni siquiera te estoy culpando! ¡Veámosla juntos!Luis notó que ella seguía concentrada en la película, con los ojos brillantes, como si fuera su primera vez, con curiosidad e interés, viéndose muy inocente.Sara preguntó:—¿Cómo se llama el protagonista?Luis contestó:—No lo sé, ¿para qué lo preguntas?Sara dijo:—Solo pregunto, ¡me parece bastante guapo!La mirada de Luis se oscurec
—Mi secretario y asistente son hombres, no hay mujeres, así que no pienses cosas raras.¿Le estaba dando explicaciones? Sara se quedó un momento quieta. En realidad ella sabía bien que lo estaba consintiendo solo para quedar embarazada, pero mientras más tiempo pasaban juntos, más descubría las cualidades de Luis. Realmente era un muy buen hombre.Con ese nivel económico y ese atractivo, ya era lo mejor que podías conseguir en un matrimonio arreglado.Luis abrió caballerosamente la puerta del asiento del copiloto.—Sube.Sara subió al auto. Luis llegó al asiento del conductor, pisó el acelerador y el lujoso auto salió disparado....Media hora después, los dos llegaron al cine. Como era día entre semana, no había mucha gente viendo películas.Luis traía los boletos en la mano y de repente vio el puesto de palomitas.—¿Quieres palomitas?En realidad Sara había ido al cine una vez, cuando era muy pequeña, fueron los tres juntos como familia. En ese entonces mamá la llevaba de la mano. El
Sara sintió que la besaba con mucha fuerza. Definitivamente los hombres eran criaturas visuales, cuando anoche ni siquiera quería volver a la habitación.La mano de Luis bajó hasta sus piernas, intentando quitarle la ropa. Sara lo detuvo rápidamente.—¡Luis, espera!La voz de Luis sonaba ronca.—¿Qué pasa?—¡Tú mismo dijiste que estamos en tu oficina!Luis le sujetó el rostro.—¡Deja de fingir! ¡Viniste a seducirme en mi oficina!Sara suspiró. Bueno, era cierto que no podía engañarlo en nada.Luis seguía intentando quitarle la ropa. Sara le detuvo la mano.—¡No! ¡Vas a romper mis medias!—Te compro unas nuevas.—¡No quiero!Al ver lo firme que sonaba, Luis tragó saliva, soltó una risa de incredulidad.—¿Me estás provocando entonces?Sara lo abrazó del cuello.—Si quieres puedes, pero tienes que acompañarme al cine, de compras y a comer.—Está bien, vamos ahora mismo.Sara lo miró confundida. ¿En serio había aceptado? En realidad ella quería molestarlo, pero no esperaba que aceptara.¿Y
Luis terminó de firmar y al levantar la vista vio a Sara. Su mirada se detuvo un momento.Hoy Sara había llegado con un abrigo negro, pero ahora que se lo quitó dejó ver la ropa que traía debajo: un vestido negro entallado y lo más importante, medias negras.Sus piernas eran hermosísimas, largas y rectas. Ahora con las medias negras llamaban muchísimo la atención, en sus pies unos tacones de aguja. Con solo quedarse ahí parada leyendo resaltaba su figura perfecta y curvilínea.Luis tenía muy buen ojo para elegir mujeres y tenía que admitir que su esposa de matrimonio arreglado era de primera en todos los aspectos.Rostro de primera, figura de primera, talento de primera y gusto de primera para vivir.Los Rodríguez eran una familia de élite y esta era la nuera que Lionel había elegido cuidadosamente entre miles. No había error.—Señor Rodríguez, la reunión está por comenzar —dijo Lauro.—Cancela la reunión.Lauro se quedó sin palabras.—¿Señor Rodríguez, qué dijo?—Cancela la reunión y
Sara no sabía qué decir. ¡Definitivamente no lo había hecho a propósito! Pero ahora ya no podía decir que no fue a propósito. Sabía cuál era su misión al venir aquí: era consentirlo.Sara miró su apuesto rostro.—Sí lo hice a propósito, ¿qué pasa? Eres mi esposo, me siento en tus piernas cuando se me da la gana.Luis curvó ligeramente los labios.—Ayer dije que de día no eras suficientemente atenta, ¿y hoy ya viniste por tu propia cuenta?—Exacto, acepto todas tus críticas y además las corrijo. Creo que las parejas tienen que ajustarse el uno al otro, tolerarse mutuamente y comprenderse para poder pasar toda una vida juntos.Luis la miró actuando tan obediente, levantó las cejas pero no dijo nada.—La sopa ya se va a enfriar, hay que tomarla caliente —dijo Sara.Sara sirvió un plato de sopa de pollo y personalmente acercó la cuchara a su boca.—Abre la boca, amor.—¿Esta sopa no tendrá veneno? —preguntó Luis.Sara quedó sin palabras. ¿Acaso había visto muchas telenovelas? Sara probó pr
La recepcionista sintió que en ese momento los matrimonios arreglados entre familias ricas se volvieron realidad frente a sus ojos.—Señora, disculpe, nunca la había visto antes.—No hay problema. ¿Ahora puedo subir directo a ver a Luis?—Señora, la acompaño.Sara rechazó amablemente.—No hace falta, sigue trabajando. Yo subo sola a buscar a Luis.Después de decir eso, Sara tomó el termo y entró al elevador. En poco tiempo llegó al piso dieciséis, ahí estaba el área ejecutiva y también la oficina de Luis como presidente.Sara caminó por la alfombra y enseguida llegó a la puerta de la oficina principal. Se arregló un poco la ropa, puso su sonrisa más dulce, abrió la puerta y entró.—Amor, mira lo que te traje, ¡comida hecha con cariño!Sara habló con una voz intencionalmente dulce y empalagosa, sabía que a los hombres les gustaba eso.Al segundo siguiente, se quedó congelada en su sitio. Había pensado en cómo reaccionaría Luis al verla llegar, pero nunca imaginó que habría tanta gente e





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