Blanca Vítale es una talentosa fotógrafa reconocida por su increíble talento en el ámbito de captar las mejores fotografías. Pero de la noche a la mañana, su mundo personal se derrumba cuando, una noche de baile se topa con una desagradable sorpresa al ver a su Novio Mauricio Reyes en los brazos de otra mujer. Sin decir una palabra, y con el corazón hecho pedazos, se sienta en el bar, buscando consuelo en las copas que parecen borrar el dolor por momentos, decidío bailar a solas en la pista sin importarle nada. Embriagada y sin noción del tiempo, Bianca se despierta en una suite desconocida. Rápidamente se viste, intentando escapar de los recuerdos borrosos de la noche anterior. Sin imaginar su encuentro volverá a suceder con ese desconocido el cual no podrá borrar de su mente y sobre todo traerá consecuencias por ese apasionante encuentro. Alexander Benedetti es un magnate influyente que dirige una prestigiosa agencia de seguridad privada. Pero detrás de su impecable fachada empresarial, es también el líder de una temida organización criminal que opera en las sombras. Ahora, Bianca se encuentra atrapada en un dilema: confrontar al misterioso hombre que no solo cambió su vida, sino que también parece ejercer un control magnético sobre ella, o alejarse para protegerse a sí misma y a su bebé. —¡Bianca jamás se resistirá a mis encantos, ella serás mía, le guste o no!
Ler maisBianca
Había pasado toda la mañana editando las fotos de una pareja conocida y aunque ellos querían que hiciera el último toque en el estudio, les dije que llevaria mas tiempo. Sin embargo aceptaron, ya las fotos estaban tendidas en la mesa de trabajo, listas para el siguiente paso, pero el hambre me distrajo por lo que decidí; cerrar el estudio, le pedí al guardia que no atendiera a nadie durante las siguientes dos horas; necesitaba un descanso. Tenía antojo de algo reconfortante, y el restaurante estaba a diez minutos de mi estudio parecía la opción perfecta. Moría por un suchi o chao mein, pero dudaba que a esta hora estuviera lista. Antes de salir, vi una llamada perdida de mi fastidioso novio. Un suspiro salió de mis labios, estaba agotada, pero no quería dejarlo en visto. —¿Quieres que te vaya a ver? —le pregunté cuando devolví la llamada. Podría ir a su trabajo de medio tiempo. —No, yo ire. En 15 minutos estoy contigo, cariño —respondió con esa voz sensual. Rodé los ojos. —Está bien, te espero pero en el restaurante chino, te parece. —Perfecto cariño.—Colgué la llamada, dispuesta a ir a mi almuerzo. Subí a mi coche y conduje al restaurante chino. Al llegar, pedí, un sushi al estilo exótico, aunque lo mío era más chao mein y una bebida de frutas tropicales pero aun no estaban lista. Me sumergí en la revisión de las fotografías impresas. Algunas eran para un proyecto con unas unas modelos en ropa interior. Me sonreí al ver la calidad de mi trabajo, aún sabiendo que no era perfecta; pero tenía mi estilo, y eso era lo que más me enorgullecía. Pasaron unos 15 minutos cuando mi novio llegó, tan elegante como siempre, con esa sonrisa encantada pasmada en su rostro. Me dio un beso en la comisura de los labios antes de sentarse frente a mí. —¿Ya pediste algo, cariño? —preguntó con naturalidad. —Sí, ¿Y tú, vas a pedir algun menu? —No, solo quería plantearte algo. Mi corazón dio un pequeño brinco. Era raro que solo viniera a "plantearme algo". —¿Plantearme algo? —Voy a tener un viaje de negocios con mis padres a Alemania. —¿En serio? —pregunté, intentando no sonar sorprendida. Total no es la primera vez. Según el tenía que viajar cada dos meses con sus padres por la empresa que tiene en Alemania. Y eso que no se realmente quienes son sus padres. Nunca me los presentó y tampoco lo quise. —Sí, amor. Serán 15 días en Alemania. Lo entendía, pero no podía evitar sentir una punzada de decepción. Quince días sonaba a demasiado tiempo. —Oh... —murmuré—. Claro, entiendo, el trabajo. —Sí, pero nos veremos cuando regrese, ¿verdad? Podemos pasar tiempo juntos entonces. —Me sonrió, pero yo ya había notado su prisa por irse.—Ahora debo irme, el deber me espera. —Sí, no te preocupes —respondí con una sonrisa forzada. —Te quiero mucho —dijo antes de besarme la mejilla y salir apresurado. —Ajá — Fue lo único que logre decir. Lo observé salir y dejé escapar un suspiro profundo. Mientras me disponía a disfrutar mi almuerzo, pensé en él. Lo quería, claro, pero a veces sentía que sus prioridades estaban en otra parte. Yo tampoco tenía tiempo de reclamarle. Mi trabajo absorbía la mayor parte de mis días y mis intereses románticos no eran lo principal en mi vida. Por lo menos no sentía tanto amor por él y era lo mejor, enamorarme hasta la médula no era mi intención, eso jamás. Terminé de comer y decidí retocarme un poco en el baño. Al salir, tropecé con una chica que me miró de arriba abajo. —¿No te fijas por dónde caminas? —espetó en tono arrogante. —Disculpa —respondí, algo sorprendida por su actitud. —¿Estás ciega o qué? —No, la que no se fijo fuiste tú —le solté, sin querer ceder en la confrontación. Ella me lanzó otra mirada, como si quisiera seguir discutiendo, pero yo ya la había dejado atrás. No tenía tiempo ni energía para lidiar con personas así de estúpidas. Soy una mujer que no deja que nadie la haga sentir menos... mi actitud es depende de como me tratan. Subí a mi coche y conduje hacia las colinas. Necesitaba aire fresco y, como siempre, la naturaleza era mi refugio. Al llegar, me bajé y me acerqué a un mirador. Desde ahí, podía ver el paisaje que tanto me fascinaba. Las colinas, cubiertas de verde, se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El cielo estaba teñido de tonos rosados por el atardecer, y el aire fresco me acariciaba el rostro. Tomé mi cámara y comencé a capturar la belleza de aquel momento. Me quedé ahí un buen rato, exhalando el aire de la tarde. 💫💫💫 Llegué al estudio para continuar mi trabajo, pero ya era demasiado tarde. Sabía que no lograría concentrarme, así que decidí dejar todo para el día siguiente. Desconecté los equipos, apagué las luces, y cuando vi al guardia de turno llegar, me despedí con un gesto amistoso. Le dije que no se quedara despierto toda la noche; algunos se dormían de vez en cuando, y aunque mi estudio no albergaba cosas de mucho valor, no podía arriesgarme tampoco. Al llegar a mi apartamento, dejé las llaves sobre la mesa y escuché el ronroneo suave de mi gatita, Mimi. Se acercó, rozando mis piernas con su suave pelaje blanco —¿Te quedaste aburrida esta tarde? Aquí tienes, come un poco de leche y pedigrí,—le hable mientras le servía la comida. Mimi maulló en respuesta, como si estuviera compartiendo su día conmigo. Me dirigí a mi habitación, donde, sin pensarlo demasiado, me despojé de toda la ropa y me tumbé sobre la cama. Decidí hacer unos ejercicios de yoga; estirar mi cuerpo me ayudaba a liberar la tensión. Flexioné las piernas, llevé los brazos hacia adelante y dejé que el aire atrapado en mi pecho se escapara poco a poco. Me sentía ligera, casi flotando. Tras un rato, me quedé mirando el techo, pensando en lo rápido que se había pasado la semana. Con un suspiro, me levanté y me dirigí a la ducha. El agua caliente caía sobre mi piel como un bálsamo que eliminaba cualquier malestar. Me relajé bajo la calidez, dejando que el jabón y el champú se llevaran cualquier residuo de cansancio. Después de la ducha, me puse un short cómodo y una blusa ligera para dormir. Al poco rato, como siempre, mi gata entró silenciosamente al cuarto y se acomodó en la cabecera de mi cama. Cerré los ojos, hasta quedar dormida. 💫💫💫 Ya estabamos en fin de semana. Como siempre, me levanté, cepillé mis dientes y me tomé otra larga ducha, dejando que mi cabello rojizo se empapara por completo. Lo dejé secar al natural mientras me preparaba. Me puse un short y un top, y apliqué un poco de pintalabios antes de dirigirme a la cocina. Le serví comida a Mimi, que estaba siempre a mi lado maullando, luego me preparé unas tostadas con huevo y café. Revisé mi móvil, esperando tal vez algún mensaje de Mauricio Pero, como era de esperar, no había ninguna llamada ni mensaje suyo. Total, ni me interesaba. —No importa— murmuré para mí misma. No iba a dejar que eso me arruinara el día. Después de desayunar, decidí salir a hacer algunas compras. En el supermercado, mientras elegía frutas y otras cosas para la despensa, me di cuenta de que, aunque no era fan de los embutidos, había veces en que me veía obligada a comprarlos para acompañar las verduras. Mi obsesión por mantener un cuerpo perfecto a veces me llevaba a hacer sacrificios en la dieta. Al salir del supermercado, me encontré con una situación un tanto incómoda. Sin querer, choqué con alguien en el estacionamiento. Era un hombre alto, con lentes de sol y una sonrisa torcida. Se inclinó un poco para mirarme de cerca y mencionar con voz arrogante. —Se nota que eres una chaparra que ni siquiera se fija por dónde camina. —¿Disculpe? ¿chaparra? Aquí el que tropezó fue usted— le respondí, molesta. Él gruñó y replicó. —No te fijas, chiquilla.— Me apuntó con un dedo, su tono altanero. Fruncí el ceño, completamente confundida. —Espero no volver a encontrarte, idiota— respondi sonriendo antes marcharme a toda prisa pero no sin antes sacarle mi dedo de en medio. Subí rápidamente a mi coche y me fui, aún procesando el encuentro con ese arrogante desconocido. —¿Qué tipo más imbécil?— murmuré. Por la noche, decidí que no podía quedarme aburrida en casa, así que opté por salir un rato a una discoteca llamado el Diamond. Me vestí con una falda negra, me puse un piercing en el ombligo y mi chaqueta negra. Dejé mi cabello en ondas y apliqué un pintalabios rojo intenso. Mirándome al espejo, me sentí lista para disfrutar de la noche. Salí de mi apartamento, decidida para bailar toda la noche. Llegué a la discoteca, pagué la entrada y me dirigí a la sala VIP. Solo quería bailar y pasarla bien un rato sin beber alcohol. Mientras miraba a mi alrededor, noté a una pareja muy acaramelada en un rincón hasta ella estaba casi desnuda moviéndose . Pedí una michelada; pero algo llamó mi atención en la pareja que estaban apunto de tener sexo o ya estaban en acción. Al principio, no les presté mucha atención, pero cuando limpié mis ojos para ver mejor, me di cuenta de que el hombre era Mauricio, mi supuesto novio, estaba devorando la boca de la rubia. Incluso me dio asco al ver lo que ambos hacían en ese rincón sin tener tal vergüenza.BiancaSentí una punzada horrible en la cabeza que me hizo incorporarme de golpe. Todo estaba borroso, como si mi mente estuviera envuelta en neblina. Miré a mi alrededor tratando de ubicarme, pero no, esto no era mi habitación. Mi casa estaba llena de detalles únicos: fotografías de mis paisajes, y un dibujo de las Bratz, aparte las fotos de Mimi. Pero aquí... aquí no había nada de eso. Este lugar era impersonal, elegante, y claramente caro.Llevé las manos a mis sienes, presionándolas con fuerza para aliviar el dolor de la resaca. Mi corazón comenzó a latir más rápido cuando miré la hora en mi celular: eran más de las nueve de la mañana, y tenía una cantidad absurda de llamadas perdidas de mi supuesto novio.Sebastian...Maldito sin vergüenza.Todo volvió a mí como un golpe. Lo había encontrado con una rubia plástica, besándose en una esquina de la discoteca, teniendo sexo sin quitarse la ropa. Mi pecho se apretó de la rabia. ¿Cómo fui tan estúpida para confiar en él? El coraje me ha
Alexander Me levanté de la cama con cuidado, tratando de no hacer ruido. Entré al baño y cerré la puerta detrás de mí, dejándola en su sueño tranquilo. Abrí la ducha, dejé que el agua corriera un momento y me miré en el espejo. Mi reflejo me devolvió una mirada cansada, llena de preguntas que no quería responder. Cepillé mis dientes, lavé mi rostro y finalmente me metí bajo el agua tibia. Debería haberme sentido renovado, pero no fue así... el momento de lo que había pasado, estaba intacto en mis pensamientos.Salí de la ducha, me envolví en una toalla y me quedé un momento de pie, mirando la puerta que daba a la habitación. Me debatía entre volver a la cama y quedarme a su lado o simplemente vestirme e irme, como si nada hubiera sucedido. La segunda opción parecía más sencilla, más lógica, pero había algo que me impulso a quedarme a su lado.Su respiración era lenta pausada, y su rostro reflejaba una paz que yo no sentía. Me senté en el borde de la cama, observándola por unos segund
AlexanderNuestros besos se intensificaron, despertando miles de emociones en mi interior. ¿Qué demonios me estaba pasando? Disfrutar de una mujer de esta manera era algo casi inexistente para mí. No solía pasar demasiado tiempo con ellas; entre nosotros, el sexo era solo eso: sexo. Caricias, pocas o ninguna. Con Adelaida, por ejemplo, lo hacíamos y ya, sin complicaciones. Pero con esta chica... con ella, todo era diferente. Quería besar cada parte de su pequeño cuerpo, recorrer con mis labios las curvas perfectas de sus caderas. Cada detalle en ella era una obra de arte: su cabello rojizo, su piel cálida, y sobre todo, sus ojos. Esos ojos que parecían reflejar el atardecer, tan intensos y bellos que me dejaban sin aliento. Todo en ella era perfección. —Me imagino que no vinimos aquí a quedarnos mirando, ¿verdad? —murmuró, con una sonrisa traviesa. —No, no lo hicimos —respondí, incapaz de ocultar mi propia sonrisa. —Entonces, hazlo. Hazlo como mejor puedas y que sea demasiado bueno
Alexander Escuchaba los gritos de Adelaida mientras me reclamaba por el teléfono. Sus palabras no tenían sentido, me acusaba de no querer un compromiso serio, pero ella misma sabía que nunca había prometido nada de eso. Desde el principio fui claro. No era el tipo de hombre que buscaba una relación formal; las mujeres que se acercaban a mí sabían lo que había. Yo disfrutaba de la vida a mi manera: dinero, autos de lujo, viajes, mis empresas —una de seguridad y otra, digamos, menos visible. Esas eran mis prioridades. Nada más. —Adelaida, lo mejor que puedes hacer es preocuparte por tu familia. Te he dado más dinero del que podrías gastar en una vida entera.— Miento, nada más para calamar un poco su rabieta —No quiero una mujer pegada a mí como una maldita garrapata. Tú lo sabías desde el principio —declaré con frialdad—. No te equivoques. No busco amor, solo placer. Si eso no te basta, entonces ya sabes por dónde salir. Deja de llorar, deja de hacer dramas. Si quieres seguir siendo u
Bianca Había pasado toda la mañana editando las fotos de una pareja conocida y aunque ellos querían que hiciera el último toque en el estudio, les dije que llevaria mas tiempo. Sin embargo aceptaron, ya las fotos estaban tendidas en la mesa de trabajo, listas para el siguiente paso, pero el hambre me distrajo por lo que decidí; cerrar el estudio, le pedí al guardia que no atendiera a nadie durante las siguientes dos horas; necesitaba un descanso. Tenía antojo de algo reconfortante, y el restaurante estaba a diez minutos de mi estudio parecía la opción perfecta. Moría por un suchi o chao mein, pero dudaba que a esta hora estuviera lista. Antes de salir, vi una llamada perdida de mi fastidioso novio. Un suspiro salió de mis labios, estaba agotada, pero no quería dejarlo en visto. —¿Quieres que te vaya a ver? —le pregunté cuando devolví la llamada. Podría ir a su trabajo de medio tiempo.—No, yo ire. En 15 minutos estoy contigo, cariño —respondió con esa voz sensual. Rodé los ojos.—
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