Bastien un mafioso dedicado al tráfico de órganos, secuestra y toma la virginidad de Kate una estudiante de diseño de modas, para protegerla de una organización que se dedica a trata de blancas, Kate sin saber nada lo odia con todas sus fuerzas mientras él la mantiene cautiva en su mansión, la cual esconde un secreto, y cuando lo descubre todo cambia entre ellos, Bastien era su amigo de la infancia que tanto buscó por años, Kate debe hablar con su novio para terminar la relación y aqui todo se complica ya que su novio era el que había preparado el plan para que fuera violada transmitiendo en vivo, en la organización de trata de blancas de la cual Bastien la habia salvado. Bastien logrará rescatar a Kate y recuperar su amor?, Kate sucumbirá a los encantos de Bastien? leanlo, estará muy bueno.
Leer más— ¿Estás seguro de que no hay otra opción?
— No señor, ese hombre se ha ganado la confianza de ella, su madre la vendió hace 6 meses por una considerable suma, el delito lo harán este sábado y lo transmitirán por la web oscura, la única manera es hacerlo usted primero.Bastien se soltó el cuello de la camisa y se tiró hacia atrás en su silla, un cigarrillo descansaba en su dedo mientras botaba la ceniza en un cenicero lleno de colillas, su mano frotó el puente de su nariz angustiado, mientras Lucca le entregaba una carpeta que su espía había clonado, ahí estaban las fotos de Kate en la universidad, mientras salía de casa, con sus amigos, todo estaba registrado, sin duda la habían investigado, y estaban preparando todo para destruirla, Bastien cerró la carpeta y tomó un trago mirando el humo del cigarrillo.
— Ella me odiará para siempre por esto — Pero señor, si usted no lo hace, su destino será peor, ellos no se detendrán, hasta que usted mande la prueba, o lo hace usted primero, o ellos cumpliran con su objetivo. — Está bien háganlo.Bastien soltó un soplido angustioso mientras Lucca, su mano derecha daba una orden por su celular.
— Lucca… — ¿mmm? — No le hagan daño. — advirtió - — Entendido.El hombre salió de la oficina mientras lo dejaba sumido en sus pensamientos, con un whisky en su mano y un cigarro en la otra.
Mientras tanto en la universidad Katherine miraba sus apuntes cuando siente un par de manos tapar sus ojos, era su cuarto año de diseño de modas, toda su vida quiso crear ropa.Desde pequeña, cuando era niña vestía a sus muñecas con distintos diseños, incluso hacía ropa nueva con su ropa vieja regalándola a los niños mas necesitados del vecindario, su obra de arte a los 10 años fue un abrigo que hizo de un antiguo abrigo de su padre el cual tenia rota una manga, estuvo haciéndolo por meses.
Cuando llegó le invierno iba camino de la escuela y vio el pequeño de la esquina que no hablaba con nadie, estaba sentado en su pórtico esperando que llegaran sus padres adoptivos, era un pequeño delgado muy probable por la mala alimentación, su pelo era negro y sus ojos era un café claro, esa tarde había nevado y hacía mucho frio, Katherine o Kate como le llamaban sus amigos corrió a su casa, tomó el abrigo y un termo con leche caliente y galletas, se paró firme en el portal de la reja y con una sonrisa lo saludó.
— Hola — El pequeño que estaba casi con sus labios morados de frío levantó la mirada, Kate segura como siempre entró y dejó el termo con leche a su lado.
— Párate — el pequeño casi entumido de frío se puso de pie Kate puso su abrigo en él, era tan grueso que ni siquiera una pisca de frío lo traspasaba, ella miró su obra de arte y suspiró – Perfecto… - el niño se miró, era una abrigo color vino, por dentro tenia un forro de piel de oveja, lo que lo hacía totalmente abrigado, casi tartamudeando el pequeño dijo.
— Gracias… — No me agradezcas todavía, siéntateEl viento helado azotaba las mejillas de Kate mientras se arrodillaba frente al niño tembloroso. Sus dedos, entumecidos por el frío, sacaron con torpeza un termo de su mochila. El vapor de la leche con chocolate se elevó como un suspiro cálido entre ellos. El pequeño, con los labios morados, miró el vaso como si fuera un tesoro. ‘Toma, esto te dará calor’, susurró Kate, envolviéndolo en el abrigo de lana que había cosido durante meses. La tela gruesa rozó la piel del niño, y él cerró los ojos, como si por primera vez sintiera seguridad. Kate le entregó las galletas para acompañar la leche.
— Toma esto te dará calor, las galletas las hice yo, así que si están malas te las comes igual — el pequeño dio una sonrisa al escuchar su amenaza, la mordió y su paladar dio un grito de alegría.
— Están deliciosas gracias. — Obvio todo lo que hago, lo hago bien, ¿por qué estas en la calle con este frío? — Mis padres adoptivos aun no vuelven de una comida con su familia, y no tengo llaves. — Mira, cuando eso pase, ven a mi casa, yo llego a las 5.30 del colegio, desde esa hora me pongo a coser y diseñar, me podrías servir de modelo.El pequeño sonrió mientras tomaba la leche, y así pasaron los meses Sebastián iba cada tarde a casa de Kate, ella le daba leche y galletas y él a cambio le servía de maniquí para sus creaciones, se ganaba uno que otro pinchazo de agujas pero decía que eran heridas de guerra, en algunos pinchazos Kate se dio cuenta de su marca de nacimiento...
— Cielos que linda, es una media Luna -
— Sí, la tengo desde que nací, algún día me tatuaré nuestros nombre ahí.
— Hagamos una promesa. — La pequeña Kate estiró el meñique
— Si algun día nos separamos por cualquier cosa, promete que volverás por mí, y yo iré por ti — el pequeño estiró su meñique.
— Prometo volver por ti, Kitty, justo despues de ese día Sebastián dejó de ir, el padre de Kate averiguó que los padres adoptivos de Sebastián salieron rápido la noche anterior sin dejar rastro.
Kate estuvo triste por meses, pero luego lo superó, cada vez que pasaba por la casa de Sebastián miraba el pórtico extrañando a su dulce amigo. Al pasar lo años Kate entró a la universidad de diseño, ahí se enamoró se Sebastián, un joven que venia de otra ciudad, le llamó la atención por que tenia el mismo nombre de su amigo de infancia, se decepcionó cuando revisó su brazo, no tenia la marca de nacimiento de Sebastián, una pequeña media luna justo más arriba de su muñeca, hace unos 2 meses empezaron a ser novios, y eso tenía muy feliz a Kate, Sebastián era el novio perfecto, sintió sus manos en sus ojos, su inconfundible perfume llenaba sus fosas nasales.
— Mmm ¿quién será? Déjame adivinar, mmm, el profesor de colorimetría. — ¡¡Que!! ¡Como me confundes con ese viejo calvo! – Sebastián grito fingiendo estar herido, Kate sonrió dulcemente mirando sus hermosos ojos azules. – — Era una broma, como no reconocer las hermosas y suave manos de mi novio.Kate se puso de pie y besó sus dulces labios, llevaban 2 meses de novios y él aun no avanzaba tanto como ella quisiera, estaba enamorada y quería que él fuera su primera vez. Ella había intentado avanzar más, pero él siempre la detenía –
— Amor, amor, basta, vengo a invitarte – Sebastián la alejó - — ¿A dónde? — Este sábado tengo una fiesta, ¿podemos ir?, y después podemos ir a un lugar más privado los dos ¿qué te parece? tengo reservado un lindo lugar, pétalos de rosas, champagne y música suave — Kate estaba feliz, al fin tendría su primera vez y con el hombre que amaba - — Me encantaría, aunque debo avisarle a Delia, es una tortura hablarle, desde que murió papá ella cambió totalmente, ahora solo me desprecia — Quizás nunca te quiso y solo fingía. — Creo que eso es verdad, ella era la mejor amiga de mi madre, cuando mi madre falleció se hizo cargo de mí con la excusa de ayudar a mi padre, pero solo quería meterse en su cama y lo logró. — Lo sé cariño tranquila, si quieres yo hablo con ella para pedir permiso. — ¿Harías eso? — Por su puesto, yo haría cualquier cosa por mi princesa.Sebastián le dio un beso dulce en sus labios y luego la llevó a su casa, como era de esperarse Delia estaba sentada en el sofá mirando unas revistas cuando entró Kate.
— Buenas tardes Delia — Hola, ¿tan temprano? ¿No llegarías más tarde? — Sí, es que me trajo Sebastián — Delia levantó la mirada y saludó a Sebastián que estaba detrás de Kate. — Señora Delia, buenas tardes, quería avisarle que este sábado saldré con Kate, iremos a una fiesta fuera de la ciudad, prometo traerla antes de mediodía del domingo. — Está bien — Delia aceptó y Kate abrió sus ojos, ella jamás había sido tan amable – — Gracias — Sebastián sonrió a Kate y le dio un beso corto en los labios – Mañana paso por ti a la universidad, nos vemos cariño — Adiós amor.Sebastián se fue, Kate cerró la puerta y subió a su habitación, ahí estaban sus retazos de género, hilos, un maniquí que le ayudaba a crear su nueva ropa y en su closet se veía un pequeño abrigo negro, antes que su amigo Sebastián desapareciera de su vida ella, le había hecho un abrigo negro, casi idéntico al primero que le regaló, se lo iba a entregar ese día en que él desapareció, Kate acarició la manga del abrigo con cariño mientras recordaba a su amigo, se dio un baño y luego se metió a la cama.
A la mañana siguiente Kate despertó con una molestia en el corazón, sentía que algo no andaba bien, tomó sus cosas y se puso a caminar, se sentía observada, miraba para todos lados pero no veía a nadie, suspiró pensando que solo era su mente, pero iba caminado a la universidad cuando una camioneta negra paró a su lado, varios hombres bajaron, ella pensó que la asaltarían pero fue peor, uno puso un pañuelo en su boca antes que pudiera pedir ayuda, sus libros quedaron esparcidos en el suelo mientras ella lentamente se desvanecía en los brazos de su atacante.
LUCIEN MORETTIAddy aún tenía los ojos brillando cuando me lancé a besarla como si el mundo se acabara en ese instante.No podía creerlo.Lo había dicho.Ella, la única mujer que ha tenido mi corazón desde que tengo memoria… había dicho que sí.—Te amo —le susurré en su cuello mientras la sostenía entre mis brazos—. Te juro que nunca dejaré de decírtelo. Ni cuando estés arrugada y me digas que te duelen las rodillas.Ella rió entre lágrimas, y juro que no hay sonido más perfecto que ese.Salimos de la casita de juegos tomados de la mano, y yo no podía dejar de mirar su anillo. Brillaba como su sonrisa, como sus ojos, como todo lo que ella era para mí.—¿Estás lista para darles la noticia? —pregunté, emocionado.—¿Y si tu papá llora? —bromeó ella.—¿Y si mi papá llora? —dije riendo—. No, el que se va a quebrar es tu papá. Y no me importa. Hoy todos van a saber que te casas conmigo.Caminamos por el jardín, aún iluminado por las luces colgantes que decoraban los árboles, y al entrar a l
AUGUSTO DE FILIPPILa pelota rebotaba en el suelo con fuerza. Una, dos, tres veces. Cada bote, una forma de calmar el caos que tenía en la cabeza.Estaba en la cancha de casa, bajo el cielo anaranjado del atardecer. El aire olía a galletas —mamá y tía Ara estaban horneando otra vez—, pero yo no podía pensar en dulces. Tenía la cabeza hecha un lío.Volví a encestar. No sabía cuántos tiros llevaba. Treinta, quizás cuarenta. Todos iguales, todos con la misma tensión acumulada en los hombros.—No puedes ser un animal, tienes que ser gentil… suave… dulce…—Una primera vez trae consecuencias, como un embarazo…—Hacer el amor es hermoso, pero solo si estás preparado…Las palabras de Addy me taladraban el cerebro.Quería estar con Lucy. La deseaba. La amaba.Y ahí estaba el problema: la amaba tanto que lo último que quería era lastimarla.Apretaba los dientes cada vez que me acordaba de su respiración agitada, de cómo se sonrojaba cuando nuestros labios se encontraban, de cómo temblaba cuando
ADELINE DE FILIPPIYa tenía todo empacado. Me había demorado más de lo normal… La verdad, no quería irme. Quería quedarme entre las galletas de mamá, las travesuras de mis hermanos, los bufidos de papi cada vez que me encontraba dándole un beso a Lucien. Pero ¿qué podía hacer? No podía mantenerme lejos de Lucien. Lo necesitaba tanto como papá necesitaba a mamá, y tanto como vi que Agus necesitaba a Lucy.Iba entrando a la habitación de Lucy cuando encontré a mi hermano besándola. Y no era un beso de niños, era un beso apasionado.—¡Augusto!El color del rostro de mi hermano se drenó por completo.—Addy… yo…—¿Yo qué? ¿Le estabas haciendo reanimación boca a boca a Lucy?Las mejillas de mi pequeña cuñada estaban tan rojas como un tomate.—La misma que te hace Lucien, hermana —respondió Agus.—Es diferente. Uno: ustedes son pequeños. Y dos: viven en casa de papá. ¿Quieres que tío Lucca te cuelgue de los pies?—Él lo sabe. Tengo su aprobación.—No creo que apruebe que estés solo en la ha
ADELINE DE FILIPPIHabían pasado varios días desde la fiesta. Pero el calendario no perdonaba. Era hora de volver a Italia.Estaba en mi habitación, cerrando la maleta con dificultad, cuando sentí unos golpecitos suaves en la puerta.—¿Puedo pasar? —preguntó Anny, asomando la cabeza con una sonrisa que ya me olía a trampa.—Claro —respondí, haciendo espacio sobre la cama—. Pero no me digas que vienes a meter más ropa en mi maleta, porque no cabe ni una media.Ella soltó una risita y se sentó a mi lado. No habló de inmediato. Jugaba con los bordes de la manta, como si buscara las palabras justas para lo que venía.—Addy...—Ajá...—Quería pedirte algo.Levanté una ceja.—¿Qué quieres? Pensé que el vestido, el collar y la fiesta sorpresa eran suficientes.Ella sonrió como niña traviesa.—Es que este no es material. Es... una petición especial.La miré fijamente. Ya sospechaba algo.—¿Qué quieres, Anny?Se mordió el labio inferior.—Me gustaría ir a estudiar a Italia... Faltan algunos me
ADELINE DE FILIPPIHabían pasado dos días desde el cumpleaños de mis hermanos, y aunque el confeti ya había sido barrido y los globos pinchados, todavía quedaba pastel en la nevera… y pendientes laborales en mi bandeja de entrada. Entre ellos, un correo de Silvano preguntando sobre unos contratos y proyectos que debíamos revisar con urgencia.Pensé en responderle por escrito, pero me pareció mejor hacer una videollamada y dejar todo resuelto de una vez.—Silvano, ¿tienes los papeles a mano? —escribí.—Sí, señorita —respondió enseguida.—Perfecto, conectémonos.Acomodé mi laptop en el escritorio, alisé mi blusa por reflejo y me recogí el cabello mientras cargaba la llamada. Él apareció en pantalla con su habitual elegancia: camisa oscura, cuello perfectamente planchado, y esa expresión serena y enfocada que tanto lo caracterizaba. Me ofreció una sonrisa leve, pero genuina.—Hola, Silvano, ¿cómo va todo por allá?—Todo bien, señorita. Pero recibí un correo de Cosmos S.A. Quieren adelant
ADELINE DE FILIPPIHabía corrido todo el día de un lado a otro, pero no me importaba. Era el cumpleaños de mis hermanos, y no había nada en el mundo que me hiciera más feliz que verlos sonreír como cuando eran niños.La casa estaba llena de vida. Globos, guirnaldas, mesas repletas de bocadillos, y Armando... corriendo con una lista interminable de tareas como si se tratara de un matrimonio real y no una fiesta de cumpleaños.—¡Ese pastel no va ahí! ¡Esa mesa es para las fotos! —gritaba mientras movía un centro de mesa por cuarta vez—. ¡Por el amor de dios, enfóquense! ¡Esto no es un cumpleaños cualquiera!Sonreí, con una mezcla de ternura y resignación. Armando era intenso, exagerado, el mejor en lo que hacía y también tenía el corazón más grande que conocía. Y hoy, como siempre, se estaba dejando el alma por sus bebés.Yo había comenzado el día lanzándome sobre la cama de cada uno de los gemelos para despertarlos como lo hacíamos desde niños. Anny me había abrazado tan fuerte que cas
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