Embarazada de un Mafioso Obsesionado.
Embarazada de un Mafioso Obsesionado.
Por: Salyspears
Capítulo 1 🥰

Bianca

HabĂ­a pasado toda la mañana editando las fotos de una pareja conocida y aunque ellos querĂ­an que hiciera el Ăşltimo toque en el estudio, les dije que llevaria mas tiempo. Sin embargo aceptaron, ya las fotos estaban tendidas en la mesa de trabajo, listas para el siguiente paso, pero el hambre me distrajo por lo que decidĂ­; cerrar el estudio, le pedĂ­ al guardia que no atendiera a nadie durante las siguientes dos horas; necesitaba un descanso. TenĂ­a antojo de algo reconfortante, y el restaurante estaba a  diez minutos de mi estudio parecĂ­a la opciĂłn perfecta. MorĂ­a por un suchi o chao mein, pero dudaba que a esta hora estuviera lista.

Antes de salir, vi una llamada perdida de mi fastidioso novio. Un suspiro saliĂł de mis labios, estaba agotada, pero no querĂ­a dejarlo en visto.

—¿Quieres que te vaya a ver? —le pregunté cuando devolví la llamada. Podría ir a su trabajo de medio tiempo.

 

—No, yo ire. En 15 minutos estoy contigo, cariño —respondió con esa voz sensual. Rodé los ojos.

—Está bien, te espero pero en el restaurante chino, te parece.

—Perfecto cariño.—Colgué la llamada, dispuesta a ir a mi almuerzo.

Subí a mi coche y conduje al restaurante chino. Al llegar, pedí, un sushi al estilo exótico, aunque lo mío era más chao mein y una bebida de frutas tropicales pero aun no estaban lista. Me sumergí en la revisión de las fotografías impresas. Algunas eran para un proyecto con unas unas modelos en ropa interior. Me sonreí al ver la calidad de mi trabajo, aún sabiendo que no era perfecta; pero tenía mi estilo, y eso era lo que más me enorgullecía.

Pasaron unos 15 minutos cuando mi novio llegĂł, tan elegante como siempre, con esa sonrisa encantada pasmada en su rostro. Me dio un beso en la comisura de los labios antes de sentarse frente a mĂ­.

—¿Ya pediste algo, cariño? —preguntó con naturalidad.

—SĂ­,  ÂżY tĂş, vas a pedir algun menu? 

—No, solo quería plantearte algo.

Mi corazón dio un pequeño brinco. Era raro que solo viniera a "plantearme algo".

—¿Plantearme algo?

—Voy a tener un viaje de negocios con mis padres a Alemania.

—¿En serio? —preguntĂ©, intentando no sonar sorprendida. Total no es la primera vez. SegĂşn el tenĂ­a que viajar cada dos meses con sus padres por la empresa que tiene en Alemania. Y eso que no se realmente quienes son sus padres. Nunca me los presentĂł y tampoco lo quise. 

—Sí, amor. Serán 15 días en Alemania.

Lo entendĂ­a, pero no podĂ­a evitar sentir una punzada de decepciĂłn. Quince dĂ­as sonaba a demasiado tiempo.

—Oh... —murmuré—. Claro, entiendo, el trabajo. 

—Sí, pero nos veremos cuando regrese, ¿verdad? Podemos pasar tiempo juntos entonces. —Me sonrió, pero yo ya había notado su prisa por irse.—Ahora debo irme, el deber me espera.

 

—SĂ­, no te preocupes —respondĂ­ con una sonrisa forzada. 

—Te quiero mucho —dijo antes de besarme la mejilla y salir apresurado.

—Ajá — Fue lo único que logre decir.

Lo observé salir y dejé escapar un suspiro profundo. Mientras me disponía a disfrutar mi almuerzo, pensé en él. Lo quería, claro, pero a veces sentía que sus prioridades estaban en otra parte. Yo tampoco tenía tiempo de reclamarle. Mi trabajo absorbía la mayor parte de mis días y mis intereses románticos no eran lo principal en mi vida. Por lo menos no sentía tanto amor por él y era lo mejor, enamorarme hasta la médula no era mi intención, eso jamás.

Terminé de comer y decidí retocarme un poco en el baño. Al salir, tropecé con una chica que me miró de arriba abajo.

—¿No te fijas por dĂłnde caminas? —espetĂł en tono arrogante. 

—Disculpa —respondĂ­, algo sorprendida por su actitud. 

—¿Estás ciega o qué?

—No, la que no se fijo fuiste tú —le solté, sin querer ceder en la confrontación.

Ella me lanzĂł otra mirada, como si quisiera seguir discutiendo, pero yo ya la habĂ­a dejado atrás. No tenĂ­a tiempo ni energĂ­a para lidiar con personas asĂ­ de estĂşpidas. Soy una mujer que no deja que nadie la haga sentir menos... mi actitud es depende  de como me tratan.

Subí a mi coche y conduje hacia las colinas. Necesitaba aire fresco y, como siempre, la naturaleza era mi refugio. Al llegar, me bajé y me acerqué a un mirador. Desde ahí, podía ver el paisaje que tanto me fascinaba. Las colinas, cubiertas de verde, se extendían hasta donde alcanzaba la vista. El cielo estaba teñido de tonos rosados por el atardecer, y el aire fresco me acariciaba el rostro. Tomé mi cámara y comencé a capturar la belleza de aquel momento.

Me quedé ahí un buen rato, exhalando el aire de la tarde.

                       đź’«đź’«đź’«

Llegué al estudio para continuar mi trabajo, pero ya era demasiado tarde. Sabía que no lograría concentrarme, así que decidí dejar todo para el día siguiente. Desconecté los equipos, apagué las luces, y cuando vi al guardia de turno llegar, me despedí con un gesto amistoso. Le dije que no se quedara despierto toda la noche; algunos se dormían de vez en cuando, y aunque mi estudio no albergaba cosas de mucho valor, no podía arriesgarme tampoco.

Al llegar a mi apartamento, dejé las llaves sobre la mesa y escuché el ronroneo suave de mi gatita, Mimi. Se acercó, rozando mis piernas con su suave pelaje blanco —¿Te quedaste aburrida esta tarde? Aquí tienes, come un poco de leche y pedigrí,—le hable mientras le servía la comida. Mimi maulló en respuesta, como si estuviera compartiendo su día conmigo.

Me dirigí a mi habitación, donde, sin pensarlo demasiado, me despojé de toda la ropa y me tumbé sobre la cama. Decidí hacer unos ejercicios de yoga; estirar mi cuerpo me ayudaba a liberar la tensión. Flexioné las piernas, llevé los brazos hacia adelante y dejé que el aire atrapado en mi pecho se escapara poco a poco. Me sentía ligera, casi flotando. Tras un rato, me quedé mirando el techo, pensando en lo rápido que se había pasado la semana. Con un suspiro, me levanté y me dirigí a la ducha. El agua caliente caía sobre mi piel como un bálsamo que eliminaba cualquier malestar. Me relajé bajo la calidez, dejando que el jabón y el champú se llevaran cualquier residuo de cansancio.

Después de la ducha, me puse un short cómodo y una blusa ligera para dormir. Al poco rato, como siempre, mi gata entró silenciosamente al cuarto y se acomodó en la cabecera de mi cama. Cerré los ojos, hasta quedar dormida.

               đź’«đź’«đź’«

Ya estabamos en fin de semana. Como siempre, me levantĂ©, cepillĂ© mis dientes y me tomĂ© otra larga ducha, dejando que mi cabello rojizo se empapara por completo. Lo dejĂ© secar al natural mientras me preparaba. Me puse un short y un top, y apliquĂ© un poco de pintalabios antes de dirigirme a la cocina. Le servĂ­ comida a Mimi, que estaba siempre a mi lado maullando,  luego me preparĂ© unas tostadas con huevo y cafĂ©. RevisĂ© mi mĂłvil, esperando tal vez algĂşn mensaje de Mauricio Pero, como era de esperar, no habĂ­a ninguna llamada ni mensaje suyo. Total, ni me interesaba.

—No importa— murmuré para mí misma. No iba a dejar que eso me arruinara el día.

Después de desayunar, decidí salir a hacer algunas compras. En el supermercado, mientras elegía frutas y otras cosas para la despensa, me di cuenta de que, aunque no era fan de los embutidos, había veces en que me veía obligada a comprarlos para acompañar las verduras. Mi obsesión por mantener un cuerpo perfecto a veces me llevaba a hacer sacrificios en la dieta. Al salir del supermercado, me encontré con una situación un tanto incómoda. Sin querer, choqué con alguien en el estacionamiento.

Era un hombre alto, con lentes de sol y una sonrisa torcida. Se inclinĂł un poco para mirarme de cerca y mencionar con voz arrogante.

—Se nota que eres una chaparra que ni siquiera se fija por dónde camina.

—¿Disculpe? ¿chaparra? Aquí el que tropezó fue usted— le respondí, molesta.

Él gruñó y replicó.

—No te fijas, chiquilla.— Me apuntó con un dedo, su tono altanero.

Fruncí el ceño, completamente confundida.

—Espero no volver a encontrarte, idiota— respondi sonriendo antes  marcharme a toda prisa pero no sin antes sacarle mi dedo de en medio.

Subí rápidamente a mi coche y me fui, aún procesando el encuentro con ese arrogante desconocido. —¿Qué tipo más imbécil?— murmuré.

Por la noche, decidí que no podía quedarme aburrida en casa, así que opté por salir un rato a una discoteca llamado el Diamond. Me vestí con una falda negra, me puse un piercing en el ombligo y mi chaqueta negra. Dejé mi cabello en ondas y apliqué un pintalabios rojo intenso. Mirándome al espejo, me sentí lista para disfrutar de la noche. Salí de mi apartamento, decidida para bailar toda la noche.

Llegué a la discoteca, pagué la entrada y me dirigí a la sala VIP. Solo quería bailar y pasarla bien un rato sin beber alcohol. Mientras miraba a mi alrededor, noté a una pareja muy acaramelada en un rincón hasta ella estaba casi desnuda moviéndose . Pedí una michelada; pero algo llamó mi atención en la pareja que estaban apunto de tener sexo o ya estaban en acción. Al principio, no les presté mucha atención, pero cuando limpié mis ojos para ver mejor, me di cuenta de que el hombre era Mauricio, mi supuesto novio, estaba devorando la boca de la rubia.

Incluso me dio asco al ver lo que ambos hacĂ­an en ese rincĂłn sin tener tal vergĂĽenza.

Continue lendo este livro gratuitamente
Digitalize o cĂłdigo para baixar o App
capĂ­tulo anteriorprĂłximo capĂ­tulo
Explore e leia boas novelas gratuitamente
Acesso gratuito a um vasto nĂşmero de boas novelas no aplicativo BueNovela. Baixe os livros que vocĂŞ gosta e leia em qualquer lugar e a qualquer hora.
Leia livros gratuitamente no aplicativo
Digitalize o cĂłdigo para ler no App