Agustina: Traición y Deseo

Agustina: Traición y Deseo ES

Mafia
Última actualización: 2025-12-04
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Resumen
Índice

¿Te follarias a tu madrastra? .. ¿Estas seguro de éso que no? Julián Vermilion es el primogénito del líder de la Mafia, tras la muerte de tu padre tiene que unir fuerzas con Agustina, su madrastra, para averiguar quién fué el asesino. Pero en el camino, ambos se enredan entre sí.

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Capítulo 1

Capitulo 1 "Mafia".

Después de probar su miembro fuerte y venoso, me senté en él colocándolo con delicadeza pero con deseo, mientras me acomodaba, yo misma me daba placer y frotando mi coño con su abdomen. Me veía divina encima de él, como si Cleopatra hubiera reencarnado sobre él pero vestida de divinidad, bueno humildemente,. éso era lo que veía en sus ojos. Sus ojos y absurdos ojos, veían con deseo mis senos, mi cula, olía todo mi ser, todo era perfecto aunque estuviera agitada.

Subimos el ritmo y con eso el sonido de placer en la alcoba, hubiera sido tan perfecto y no fuese sólo un sueño húmedo.

El amanecer en el Palazzo Vermilion era siempre una farsa. Mármol frío, silencio ostentoso. Me levanté a las 9:00 AM. Mi día nunca fue sobre el amor con Abietti, jamás, . Yo era sólo su trofeo, el símbolo de su poder, y yo jugaba mi papel con una perfección pulida.

Bajé a la cocina, con mi ropa de estar en casa, me encantaba, ya que no sólo podía dar más figura a mis senos recién operados, sino también a mis muslos gruesos y figura delgada. El personal se movía con la rigidez del miedo. Mi mirada se detuvo en Marco, el joven asistente de la bodega. Sus ojos, llenos de terror y deseo, me decían todo lo que necesitaba saber.

—Marco, ¿has asegurado el envío del Norte?

—Sí, señora Agustina.

Su mano rozó la mía al entregarme el registro. Un roce insignificante para él, para mí, una chispa eléctrica. Marco no era el único. La opulencia del Palazzo era la coartada perfecta para mi hambre. Mi cuerpo, mi herramienta. Mi forma de ejercer el poder que Abietti me negaba. Una vez fue Marco, otra fue Carla, la jefa de lavandería, cuyos labios sabían a un secreto aún más profundo que el de los hombres. Yo tomaba lo que quería, cuando quería. Era mi pequeña venganza contra el hombre que me había comprado.

Mientras Abietti se encerraba en su estudio, yo trabajaba. Mi verdadera obra maestra no era la decoración de la mansión, sino la evaporación sistemática de su fortuna.

Abrí mi laptop en el desayunador. El café estaba negro y amargo, como mi matrimonio. Hace meses había ejecutado la transferencia final. Doscientos millones de euros. No era codicia, para nada, era supervivencia. Yo sabía que si Abietti moría, me destrozarían. El dinero era mi escudo.

Mientras revisaba la cuenta offshore, recordé la noche anterior. Abietti, roncando, gordo de poder y vino. Yo, enviando la última remesa de documentos encriptados. Una ladrona durmiendo junto a su víctima, que maldición.

—La mejor forma de robar a un paranoico es hacerlo tan cerca que nunca sospeche— me había dicho una vez mi mentor, antes de que me vendieran a Abietti.

Eran las 10:30 AM. Abietti siempre tomaba su café en la alcoba. Subí las escaleras, mis tacones un eco de autoridad vacía. Al llegar a la puerta, algo estaba mal. El silencio era demasiado profundo.

Abrí la puerta. Abietti estaba en la cama, su cuerpo rígido. Su cara, normalmente roja de ira, estaba de un tono azul grisáceo. La taza de porcelana favorita, volcada en la alfombra persa.

No fue un ataque al corazón. Supe de inmediato. El olor a almendras amargas, muy leve, persistía en el aire. Cianuro. Un veneno lento, íntimo. No fue un tiroteo, ni un coche bomba. Fue alguien que pudo entrar en su alcoba y servirle el café.

Mi primera reacción no fue el dolor, para qué.

—La policía dirá ataque al corazón. Pero yo sé la verdad.

En lugar de gritar, cerré la puerta. Me acerqué al cuerpo, fría como el mármol de Venecia. Toqué su mano. Estaba helada.

—¿Quién, Abietti? ¿Narciso? ¿El niño mimado que quería todo? ¿O Baldi, el Consigliere que conocía tus secretos?

Mis sospechas se centraron en Baldi. Tenía la llave del estudio, el acceso. Pero Baldi era un cobarde. Necesitaba un instigador.

Luego pensé en Julián. su primogénito. El chico roto que se había autoexiliado en Montevideo. El que me había tocado en sueños. Él era el único con el valor y la locura para hacerlo. Y el único a quien yo realmente necesitaba.

Mi única misión era asegurarme de que Julián Vermilion volviera a Venecia.

—Mierda– suspiré, los nervios se apoderaron de mí, mis manos templaron, era la primera vez que estaba ante un cadáver.

y de la nada, las lágrimas salieron.

soyose, no sabía el por qué, supongo que no quería éso.

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9 chapters
Capitulo 1 "Mafia".
Capitulo 2 "Agustina Josefina de Vermilion"
Capitulo 3 "Estúpido"
Capitulo 4 "Nerviosa"
Capitulo 5 "Nido de Ratas"
Capitulo 6 "Llaves"
Cap 7: Mentiras.
Capitulo 8 "Capilla sangrienta"
Capitulo 9 "Fuga"
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