Alexander
El miedo volvía a invadirme, un terror primitivo que me carcomía desde dentro. Mi cuerpo temblaba de furia contenida, y mi mente solo tenía un objetivo: destruir a mi padre. En cuanto lo vea, él será la comida de esos malditos cocodrilos. ¿Cómo pudo hacer algo tan despreciable? Tener a Bianca en sus manos, usarla como carnada solo para llamar mi atención… Lo logró, pero no imagina lo que haré cuando lo tenga frente a mí. Lo torturaré. Lo haré sufrir hasta que él mismo cave su tumba. No habrá piedad, mis manos no temblarán.
El almacén estaba en una isleta apartada, un escondite ideal para alguien como él. Caminábamos a través del bosque que rodeaba la zona, avanzando en medio de la oscuridad, con la brisa del mar filtrándose entre los árboles. A lo lejos, se escuchaban aullidos de lobos o quizá el gruñido de algún otro animal salvaje. No nos detuvimos. La chica venía detrás de nosotros, atada como un perro, arrastrada por Dean y los demás. Su rostro reflejaba terror absolu