Una deuda. Una niñera. Dos jefes. Para Nerea, escapar de su padrastro fue lo más importante que hizo, ser libre de aquel hombre que se quería aprovechar de ella. Pero no creyó que fuera posible meterse en peores problemas que eso ¡justo por su padrastro! Un aficionado de los juegos, la ofrece como un pago a cambio de saldar la enorme deuda que tiene. Para su buena o mala suerte, el jefe la toma como niñera para su hija, pero no solo fue dada a ese Pakhan, sino que Nerea tendrá que ser dividida para saldar dos deudas. ¿Deberán pelearse por ella o la dejarán libre?
Leer másCuatro años.
Como mucho tres o cuatro años podría tener la niña que dejaron frente a su puerta.
Iba bien abrigada, pero de todos modos sus dientes castañeteaban del frío como si no estuviese acostumbrada y frotaba sus manitas con desesperación, necesitaba entrar en calor cuanto antes, sus mechones rubios salían de debajo de la capucha y aquellos ojos tan azules solo miraban hacia la puerta, esperando que alguien abriera para entrar. Estaba asustada, sola y congelándose.
La persona que la dejó allí salió corriendo muy deprisa y huyó en su coche, dejando a la niña en la fría puerta luego de tocar el timbre cuando se aseguró de que nadie estaba cerca, algo complicado si nos deteníamos a ver de quién era aquella casa. Le tomó dos días poder hacer esa maniobra.
La niña tenía una nota en su poder y unos documentos que tenían información sobre ella, pero solo sobre ella, no sobre la madre. Cosas como su edad, nombre y su estado de salud, no mucho más.
Cuando abrieron la puerta, la señora del servicio buscó para ver dónde estaba la madre o el padre de esa criatura. Pero allí no había nadie.
Corrió hacia el interior sin tomar a la niña, no podía entrarla a la casa sin que su jefe lo supiera, pero antes de llegar a su jefe tenía que pasar por Vincent, la mano derecha, su consejero.
—¡Hay una niña en la puerta! —exclamó la pobre mujer, angustiada por haberla dejado en aquel frío y abrazador invierno.
—Cómprale galletas y que se vaya—dijo el tal Vincent, sin comprender por qué la mujer se alarmaba tanto solo por la presencia de una niña en la puerta.
Solo era una niña en la puerta, ¿qué más daba?
—Señor... han dejado una niña en la puerta—se explicó mejor la señora Aisha—. No hay nadie junto a ella y tiene una nota, también unos documentos. Está sola. ¡La han dejado en la puerta! Y todo indica que...–No se atrevía a decirlo, pero era lo que parecía.
—¿Quién carajos se atrevió a hacer tal cosa? —con varias zancadas se dirigió hacia la puerta y Aisha lo siguió —¡Demonios! —exclamó al verla—. Es cierto que hay una niña en la puerta. —Vincent tuvo el impulso de retroceder, no le gustaban los niños, mucho menos una niña de largos rizos rubios, aquellos ojos azules con un aspecto muy parecido al de su jefe Vasily Ivanov, incluso con su fría mirada.
¿Cómo era posible que una niña tuviera una mirada tan seria? Pero al verla, Vincent comprendió lo que pasaba, lo mismo que ya había comprendido Aisha.
Habían dejado aquella niña allí porque era hija de su jefe.
De cualquier modo, era una tontería.
Tuvo el impulso de hundir sus manos en sus bolsillos para sacar el tabaco, aunque recordó que su jefe no le dejaba fumar en su casa.
Se acercó muy despacio, aquella pequeña le sostenía la mirada sin nada de miedo, pero cuando él se acercó, la niña pegó un grito largo que retumbó por todos lados. Acto que hizo salir a Vasily de su despacho.
Vasily, él era el jefe del lugar.
El Pakhan.
¿Por qué una niña estaría gritando en su casa, arruinando su paz? Eso era lo que Vasily quería saber.
—¿Y ahora que sucede? —preguntó, acercándose a la puerta, con su típico tono de voz desganado. Miró frente a él a la niña rubia, a Vincent y Aisha—¿Quién se atreve a traer una niña a mi casa? —preguntó a los adultos, sus ojos iban en busca de los padres, pero allí solo estaban ellos y la niña. No había otro desconocido.
¿Dónde estaban los padres?
Cuando Vasily volvió a mirar a la rubia que estaba sentada en el frío suelo, notó algo extraño en ella, algo que le llamó la atención repentinamente, se acercó muy rápido a ella y la alzó en sus brazos sin que la niña llorara, esas dos personas se miraron fijamente y al comprenderlo, Vasily sonrió.
Era su hija.
Así de simple, dándose cuenta tan solo con verla.
Por el momento se alegraba, pero solo por el momento.
Su trabajo no le permitía tener familia, mucho menos a un ser tan indefenso como una hija. A él jamás se le pasaría por la cabeza procrear y siempre se aseguraba que no ocurriera ningún accidente con eso, era de los que nunca dejaban de lado la protección.
Aunque al parecer le falló una vez. Frente a él estaba la prueba.
En su corazón él sintió un pequeño anhelo, casi como si su pecho se encogía al ver aquellos ojos tan parecidos a los suyos, esa mirada, ese rostro.
—¿Papá? —Preguntó la pequeña. Le habían dicho una y otra vez que la llevarían con su padre, ahora estaba frente a él.
El hombre sonrió sin querer, maravillado con aquel tono de voz, pero cuando él habló de nuevo, la pequeña comenzó a gritar tal cual había hecho antes. Lo más extraño de todo es que ella soltaba palabras, pero en español, no en ruso, dejando aún más confundido a Vasily.
Ahora tenía que recordar cuándo fue a España o cuándo estuvo con una española. ¡Sin protección!
Tomaron las cosas de ella y entraron a la casa.
Tenía una hija.
Vasily Ivanov tenía una hija.
El Pakhan tenía una hija.
Tres años después.—Maxim…—la voz suave de su madre interrumpió su sueño. El niño abrió los ojos, mirando con aquellos ojos color miel a su madre, su cabello negro como la noche caía a ambos lados de su cara mientras él arrugaba el ceño para luego sonreír al darse cuenta de que ya había amanecido.—Mamá, tengo sueño—dijo como pudo, su voz dulce, suave, tranquila a pesar de que deseaba quedarse en la cama. A sus dos años hablaba perfectamente, se movió en la pequeña cama, a punto de caerse, los brazos de su madre lo sostuvieron, era hora de levantarse para ir a la guardería, porque ella tenía que trabajar.Desde que Nerea llegó a España, su vida fue un completo caos, pero no más de lo que ya lo era en Rusia, solo que vivía con miedo, mirando por encima de sus hombros para ver si alguien la seguía, despertando en las noches con terribles pesadillas de que la encontraban, de que Vasily Ivanov llegaba hasta su casa y la raptaba, devolviéndola a Rusia para que pagara aquella deuda de horren
Deseó poder tener una charla normal con Vasily, pero este no tenía interés en que así fuera.Ella salió del coche primero y corrió hacia el otro lado para alcanzarle a él.—También exijo respeto, señor Ivanov. No soy una puta y no deseo que se me llame de ese modo o que se me trate de esa manera. Estoy aquí para ser la niñera de Roxana.—¿Respeto? —él sonrió, mostrándole los colmillos. Una sonrisa casi macabra. Tomó la mano de Nerea y con sus dedos recorrió su tatuaje en su mano, sin molestarse en mirarla—. ¿Esto que es? ¿No te dijeron lo que significa?—Es solo un tatuaje.—Puedo sentir la cicatriz, incluso si decidiste ocultarla. Te servirá para recordarte lo que eres, lo que esto es.—Esto… es lo que usted permitió. ¿Sabe lo que sufrí cuando me secuestraron? ¡¿Acaso lo sabe?! ¡¿Se lo imagina?! Creí… que usted iría a buscarme, conservé por mucho tiempo esas esperanzas, era lo único que me mantenía de pie aquellos primeros días, señor Ivanov. Yo sí creí en usted, pero me demostró que
—Egor— soltó un fuerte sollozo, pero él no la miró—, ella me necesita.—No lo haces por ella.—¡No lo hago por Vasily!—¡Pues quédate! ¡Quédate a mi lado! Corresponde a lo que yo siento por ti, hazme sentir que tú también sientes lo mismo y que puedes elegir, que puedes decidirte por mí.—Esto no se trata de ti y Vasily, Egor.—No… Es sobre Vasily y tú. Joder, Nerea. ¿Me ibas hacer tomar a mí la decisión? ¿Para qué? ¿Para luego poder sentirte como una prisionera y obligada a todo?—No.—¡Sí! Has estado intentando sentir que todo esto es forzado, te niegas a creer que esto te gusta, que yo te gusto, aún te resistes, recién lo noto. ¡Qué idiota he sido!—No eres un idiota, Egor. Esto ha sido muy bueno, me gustas, me gustas tú, todo esto, la manera en la que me haces sentir, pero…—Por favor, solo vete. —Lo siento, yo… No puedo dejarla a su suerte, Egor. Debo regresar con ella.—No la dejas a su suerte, sino con su padre. No nos volveremos a ver, Nerea— le dio la espalda y esperó a q
Un aroma a incienso salió de aquella habitación, había poca luz, dentro unos sofás de cuero y dos hombres sentados uno al frente del otro.Los ojos de Nerea buscaron a Egor con rapidez, luego, como si no pudiera evitarlo, encontraron a la otra figura frente a Egor.Vasily Ivanov.Allí no parecía estar habiendo una discusión acalorada entre los dos como insinuó Víctor.Nerea sintió alivio de que la situación estuviera tranquila.Cuando Egor levantó su mano, los pies de Nerea se movieron inmediatamente hacia él, aquella mano rodeó su cintura, sentándola en su pierna.Lentamente, Nerea levantó su mirada.Fría, carente de cualquier calor, tan vacía como la recordaba, allí estaba esa expresión de Vasily, imperturbable, incluso no viéndola después de todo ese tiempo.—Ivanov cree que eres… mi puta. Y que puede comprarte. ¿Quieres decirle algo? —le dijo Egor con suavidad, aquella con la que siempre la trataba.Vasily tenía la mirada fija en Nerea, la mano de Egor sobre su pierna y aquella ot
En aquella habitación había una Nerea con sentimientos encontrados, que pasó de estar malditamente excitada, a tener fuertes temblores en todo su cuerpo por lo que podría pasar a continuación.Con Egor era solo sexo, ¿no? ¿Lo era? Pero el mejor de su vida, sin embargo, pese a todo lo que él hacía por complacerla en el resto de las cosas, para Nerea, aun sintiéndose muy cómoda, no dejaba de ser una prisionera en brazos de otro Pakhan, pagando una deuda que ella nunca adquirió.El problema no era Egor, sino las circunstancias en las que se habían conocido.Había que señalar las claras diferencias entre Vasily y Egor.Uno, la quería completamente alejada de él, manteniendo una absoluta distancia con ella, viviendo bajo el mismo techo y sin ni siquiera encontrarse dos veces el mismo día.Otro, estaba dispuesto a hacer lo que sea que Nerea deseara con tal de tenerla cerca y feliz.Con todo el tiempo que Nerea había pasado bajo el mismo techo de Vasily, nunca se había sentido ni un poco cer
Su zona húmeda palpitaba, esperando aquel trozo que Egor tenía para ella.Él la hacía sentir deseada y Nerea exploraba una parte de su sexualidad que antes poco le había interesado, el sexo con Egor Petrov era buen sexo.Y cuando le hacía el amor, Nerea lloraba entre sus brazos de tanto placer. Amaba el sexo que él le daba, pero cuando ese hombre se detenía a tocar cada parte de su cuerpo, se tomaba todo su tiempo para hacerle el amor con tanta pasión que ella lloraba ante tal placer.Puede que no solo Egor estuviera adicto a ella, parecía que Nerea estaba ya en el mismo camino.Le gustaba tenerlo cerca, sentirlo, no solo cuando estaban desnudos. Su compañía ahora la reconfortaba. —Al menos abriré para decir que no se nos moleste, cosa que ya dije antes de entrar, por lo que esto debe tratar de algo importante, pero no más que tú, Nerea.Dejó un beso antes de alejarse, abrió la puerta con expresión de enfado y allí estaba su hermano, deseando mirar hacia el interior para verle el cul
Último capítulo