Mundo ficciónIniciar sesiónDurante cinco años, Sofia fue la esposa invisible, soportando el desprecio de su marido y la frialdad de una familia adoptiva que solo la usó por dinero. Tras perder a su bebé y vivir como una sirvienta para el hombre que amaba en secreto, Sofia toca fondo al descubrir la traición definitiva. Sin mirar atrás, le entrega el divorcio y desaparece, decidida a reclamar su verdadero destino como la heredera de un imperio que todos creían perdido. Ahora, mientras Sofia brilla con luz propia. Su exmarido despierta de su arrogancia. Consumido por un arrepentimiento tardío, él está dispuesto a arrastrarse para recuperarla, pero Sofia ya no es la mujer humilde del pasado. El juego ha cambiado, y esta vez, es ella quien tiene el poder de destruirlo.
Leer más"¡Sofía! ¡Emergencia de relaciones públicas! Al señor Mateo... ¡Lo han fotografiado en secreto!" Exclamo la secretaria de Mateo, estaba alterada. Eran las 3.17 de la madrugada y Sofia fue despertada por el insistente timbre del telefono.
El silencio a las tres de la mañana en el lujoso apartamento era una burla. Llevaba cinco años casada con Mateo Johnson, un CEO muy importante en el mundo de los negocios, y se había acostumbrado a la cama fría y vacía. Su vida se había vuelto una costumbre; a la ausencia de él, en su día a día.
Sofía se incorporó. Su corazón latía con cansancio, acostumbrado a estas interrupciones. En su matrimonio secreto, sin hijos y con un marido siempre ausente, ella era la esposa invisible y la experta en crisis secreta del Grupo Johnson. Su trabajo era lo único que Mateo valoraba de ella.
Aun adormilada, encendió su laptop. Los archivos adjuntos en el correo le cayeron encima como un balde de agua helada. Eran varias fotos de alta calidad: su marido, el serio y reservado Mateo Johnson, aparecía de la mano y casi besando a otra mujer. El titular en el archivo de prensa gritaba: "¿La misteriosa esposa del CEO casado? Johnson pillado con una mujer en las sombras".
Las fotos eran claras y terriblemente comprometedoras.
El estómago de Sofía se cerró. Llevaba cinco años de matrimonio, cinco años de un amor humilde y no correspondido. Un amor que ella había guardado desde la universidad, desde el día en que él, siendo un estudiante sin dinero, la había ayudado en un problema. Ese pequeño favor fue la base de su devoción.
(Flashback: El peso del cuidado)
Sus cinco años de matrimonio, un servicio que ofreció sin condiciones. Él siempre quiso que fuera un matrimonio secreto, diciendo que no quería llamar la atención. Sofía, que había crecido bajo el desprecio de su hermana y sus padres adoptivos, aceptó ser invisible. Se dedicó a cuidarlo: su comida, su ropa, su casa y, lo más importante, la imagen de su empresa.
Cuando su hermana adoptiva, Camila Smith, supo de los sentimientos de Sofía, sedujo a Mateo. Salieron juntos, rompiendo el corazón de Sofía, que se hizo a un lado. El padre de Camila, por ser clasista, despreció a Mateo por ser pobre y envió a Camila al extranjero, terminando su relación.
Mateo, herido y humillado. Una noche, bebidos y compartiendo penas. El resultado fue un embarazo. Sin embargo, ingenuamente creía que con tal de ser lo suficientemente perfecta, podría ganar su amor. Poco después de la boda, debido a su inexperiencia y a la falta de cuidados, sufrió un aborto espontáneo inesperado. Pero ella siguió cuidándolo, esperando que su amor lo ablandara.
(Fin del Flashback)
Ahora, viendo estas fotos, la última pizca de esperanza se rompió. Esto no era un chisme; era un ataque planeado que probaba una traición.
Sofía se puso un traje y se dirigió a las oficinas del Grupo Johnson. No era momento de llorar. La esposa herida daría paso a la profesional firme.
En la oficina, Sofía dejó a un lado su dolor personal. Su tarea era clara: debía salvar la reputación de su marido.
Pasó las horas siguientes contestando a periodistas histéricos y preparando una defensa sólida. La clave estaba en las fotos. Las analizó a fondo: los ángulos, la luz, las posturas. Descubrió el truco: el ángulo usado a propósito para simular un beso.
45 minutos después, ya estaba lista una completa estrategia de gestión de crisis. Ella había identificado con precisión el truco fotográfico de perspectiva forzada en las imágenes, contactado con medios confiables para difundir versiones completamente opuestas, e incluso localizado a testigos presentes esa noche. Había salvado la reputación del hombre que le había destrozado el corazón.
Eran las 8:30 a.m. Sofía tenía que llevar el informe final directamente a la oficina de su marido. Llegó a la puerta de la gran oficina de Mateo. Levantó la mano para tocar, pero se detuvo en seco. Dentro, oyó risas y una conversación.
Y ahí la vio. Camila Smith estaba sentada en el sofá de cuero frente a Mateo con una familiaridad hiriente. La misma hermana que siempre la había molestado y que había sido el primer amor de Mateo, estaba de vuelta.
Sofía no tuvo que esforzarse para oír sus palabras.
—¿Entonces me lo confirmas? —dijo Camila, triunfante—. ¿Pronto te casarás conmigo y volveremos a ser pareja?
—El matrimonio por conveniencia es necesario —respondió Mateo con frialdad de negocios—. Tu familia me ayudará a cerrar acuerdos. Es lo más lógico.
—¿Y qué hay de Sofía? — El corazón de Sofía se hizo añicos con la respuesta de su marido.
—Ella... —dijo él, restándole importancia, como si hablara de un objeto inútil—, encontraremos una solución. Es una buena chica; no me dará problemas.
En ese instante, Sofía abrió los ojos por completo. La venda cayó, no de forma lenta, sino con un tirón doloroso que le desgarró el alma. Su matrimonio de cinco años había sido una mentira, un error cruel. La verdad la golpeó como un puñetazo: su cuidado, su amor incondicional, su trabajo día y noche por su empresa, no fueron actos de amor para él, sino el simple servicio que se esperaba de una herramienta útil. Se sintió completamente traicionada. No solo por la infidelidad, sino porque la persona a la que había entregado su vida entera la veía como algo desechable. Una punzada helada y profunda se instaló en su pecho, el dolor y el desamor la atormentaban.
Camila se despidió con un beso ligero y se fue.
Sofía respiró hondo, se arregló el traje y entró en la oficina con una calma que supera la frialdad de su marido.
—Buenos días, Mateo —dijo, poniendo el informe sobre el escritorio.
Él la miró, aliviado por su calma. Su arrogancia le impidió ver el dolor en sus ojos.
—Así que lo resolviste. Bien. —Mateo se echó hacia atrás—. ¿No tienes nada que preguntar, Sofía? ¿Sobre las fotos...?
Ella no le dio la satisfacción de su sufrimiento. Su voz fue tranquila y sin emoción.
—Este es mi trabajo. Ya lo he resuelto, jefe.
Salió de la oficina sin esperar disculpa ni explicación.
De vuelta en su escritorio, envió el informe a Mateo. Luego, esa misma tarde, en su apartamento vacío, tomó varias hojas de papel. Escribió su carta de renuncia al Grupo Johnson. Y en la segunda hoja, redactó el acuerdo de divorcio detallado.
A la mañana siguiente, muy temprano, Sofía se levantó, vestida impecablemente. Tomó las dos hojas de la mesita y se dirigió a la oficina de su ahora exmarido. No había lágrimas, solo la calma de una mujer que acababa de despertar de un mal sueño.
Con la mano firme, llamó a la puerta.
La puerta de la sala privada se abrió de golpe, y un hombre alto, con un traje de diseñador que irradiaba poder, llenó el espacio. Su rostro era serio, sus ojos fríos, y su presencia era tan imponente que detuvo a Mateo Johnson en medio de su ataque de ira.El hombre era Alexander Thorne, CEO de una empresa de bienes raíces y finanzas, un nombre que, incluso en el círculo de Mateo, se pronunciaba con respeto.Mateo estaba paralizado por la sorpresa. Miró la camisa rasgada de Sofía y la mano que la sujetaba con fuerza, sintiéndose por primera vez totalmente expuesto. La humillación lo golpeó más fuerte que la rabia.Alexander Thorne miró a Mateo, luego a Sofía, y regresó a Mateo. No levantó la voz, pero su tono era una amenaza que no necesitaba gritos.—Señor Johnson —dijo Alexander, usando el apellido de Mateo con un desprecio apenas velado. —¿Prefiere que los titulares de mañana digan: "CEO del Grupo Johnson agrede a una mujer en un bar” o, quizás, ¿prefiere que “Thorne Capital anunc
El ambiente oscuro del bar del Soho era un refugio. El jazz suave enmascaraba el ardor de la sopa en el brazo de Sofía y el golpe de la bofetada en su mejilla. Había bebido dos cócteles fuertes. El alcohol no la embriagó, sino que, como un bisturí frío, aflojó los nudos de tensión y dolor que había cargado durante cinco años. Sentía una claridad amarga.—¡Estás radiante, Sofía! —dijo Lía Astor, su mejor amiga, con ironía mientras la veía beber un sorbo. — Sofía rió con amargura, una risa hueca. —Estoy quemada, golpeada y a punto de ser una mujer sin trabajo ni marido. No es precisamente radiante. Es el precio de la verdad.—Es el primer día en que no eres la sombra de Mateo Johnson —replicó Lía, con un gesto cariñoso—. En cinco años, no hiciste más que vivir por y para él. Tu mundo entero era ese hombre. ¿Y ahora? ¿Qué vas a hacer?Sofía pasó los dedos por la copa, ya pensando con una firmeza gélida. —Dinero. Necesito dinero para empezar. Los gastos de la abuela son mi responsabilida
El apartamento de los padres adoptivos de Sofía no estaba lejos de la oficina de Mateo, pero se sintió como si hubiera viajado a otro mundo. Cruzar el umbral fue como volver a la celda de una prisión que creyó haber abandonado.Apenas entró, Sofía vio la escena que siempre la había hecho sentir miserable: su padre adoptivo, Robert Smith, su madre adoptiva, Doña Lourdes Smith, y Camila Smith, su hermana, estaban en la sala, riendo fuerte alrededor de una mesa puesta para la cena. La mesa era grande, llena de platos caros.Lo más sorprendente fue ver a Mateo Johnson sentado con ellos, como si fuera parte de la familia. Estaba vestido con ropa de casa y se servía vino con total naturalidad. Verlo allí, tan cómodo en el regazo de la gente que la había maltratado toda su vida, confirmó la peor de sus sospechas: él era uno de ellos, y su matrimonio había sido solo una fachada. Sofía se sintió una completa extraña, fuera de lugar, como si hubiese irrumpido en una fiesta que no era suya.Reco
El sol de la mañana iluminaba la gigantesca oficina ejecutiva. Mateo Johnson estaba sentado en su escritorio, sintiéndose aliviado, pero a la vez, extrañamente intranquilo. A pesar de que la crisis de relaciones públicas estaba bajo control, su mente seguía dándole vueltas al acuerdo con la familia de Camila Smith.La puerta de su oficina se abrió y Sofía Lennox entró. Su traje era impecable, como siempre, pero había una calma fría en su rostro que Mateo nunca había visto. En sus manos, Sofía sostenía un sobre de papel grueso, el tipo que se usa para documentos importantes.—Aquí está el informe final sobre la crisis —dijo Sofía, poniendo el sobre en la esquina del escritorio. Su voz era plana y profesional, sin el cariño habitual que él esperaba—. Y estos son unos documentos que preparé.Mateo no levantó la mirada. Estaba acostumbrado a que Sofía manejara todo y simplemente asintió, pensando en otras cosas. Vio la hoja de arriba del sobre y leyó el título: "Carta de Dimisión".La arr
"¡Sofía! ¡Emergencia de relaciones públicas! Al señor Mateo... ¡Lo han fotografiado en secreto!" Exclamo la secretaria de Mateo, estaba alterada. Eran las 3.17 de la madrugada y Sofia fue despertada por el insistente timbre del telefono.El silencio a las tres de la mañana en el lujoso apartamento era una burla. Llevaba cinco años casada con Mateo Johnson, un CEO muy importante en el mundo de los negocios, y se había acostumbrado a la cama fría y vacía. Su vida se había vuelto una costumbre; a la ausencia de él, en su día a día.Sofía se incorporó. Su corazón latía con cansancio, acostumbrado a estas interrupciones. En su matrimonio secreto, sin hijos y con un marido siempre ausente, ella era la esposa invisible y la experta en crisis secreta del Grupo Johnson. Su trabajo era lo único que Mateo valoraba de ella.Aun adormilada, encendió su laptop. Los archivos adjuntos en el correo le cayeron encima como un balde de agua helada. Eran varias fotos de alta calidad: su marido, el serio y
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