Ethan Miller tiene la vida perfecta: dirige su propia empresa y comparte su vida con Sophie Laurent, su pareja de años. Sin embargo, cuando enfrentan dificultades para tener un hijo, la aparente perfección de su vida comienza a desmoronarse. Su solución para formar una familia recae en Ava Brooks, su confiable asistente, quien acepta ser madre subrogada. Para Ava, la decisión es un acto de lealtad hacia su jefe, aunque también sabe que lo hace motivada por los sentimientos secretos que guarda hacia él. Sin embargo, un error en la clínica convierte este acuerdo en un desastre inesperado: en lugar de llevar el bebé de Sophie, Ava queda embarazada de un hijo que comparte solo con Ethan. Sophie, llena de furia y resentimiento, exige que Ava aborte, y la situación escala hasta que Ava se ve obligada a fingir que ha perdido al bebé en un accidente. Ethan, herido y desconcertado, reacciona con dureza, acusándola de irresponsabilidad. Herida y decidida a protegerse, Ava renuncia, eligiendo ocultar su embarazo y desaparecer de la vida de Ethan. Para Ethan, la salida de Ava representa una pérdida que le es difícil aceptar, mientras que Ava debe enfrentarse a la nueva vida que ha elegido, y a la promesa de un amor que nunca fue, protegiendo al hijo que Ethan jamás sabrá que es suyo.
Leer másAva Brooks miraba la pantalla de su ordenador con concentración. Su escritorio estaba inmaculadamente ordenado, como cada mañana: los papeles alineados, las carpetas en su lugar, y la taza de café aún humeante a su lado.
Como asistente ejecutiva de Ethan Miller, había perfeccionado su habilidad de mantener todo en orden, sabiendo que un detalle fuera de lugar podría desencadenar un día de caos en la oficina. Pero esa dedicación tenía una raíz más profunda que el mero profesionalismo; en silencio, había llegado a admirar profundamente a su jefe, quien se había convertido en alguien esencial en su vida. Ethan Miller era más que un simple CEO. Su carácter imponente y su mente brillante habían llevado a su empresa a ser una de las más exitosas en su sector. Ethan era un hombre que exigía perfección en cada aspecto, y a Ava no le importaba; sentía un afecto genuino por él, un cariño silencioso que nunca se atrevía a manifestar. Él había sido su benefactor por años y se sentía profundamente agradecida por su enorme corazón, cuando la vida misma parecía haberle dado la espalda. Aún cuando Ethan llegaba cada día acompañado de su novia, Sophie Laurent, quien emanaba elegancia y frialdad a partes iguales, Ava mantenía sus sentimientos bajo llave. “Él jamás se fijaría en alguien como yo, ¿cómo podría?,” pensaba ella, suspirando con melancolía. Sabía bien que Ethan pertenecía a otra persona, y que ella sólo era su asistente, una persona de confianza para asuntos laborales y nada más. Esa mañana, la tensión en el aire era diferente. Ethan y Sophie habían llegado juntos, pero sus voces se escuchaban en murmullos serios en el despacho privado de él, como si estuvieran discutiendo algo delicado. Ava evitaba prestarle atención, pero un pensamiento le cruzó la mente: “¿Estarán enfrentando problemas?” La puerta del despacho se abrió de golpe y Sophie salió con paso firme. Su cabello rubio caía en una cascada perfecta sobre su abrigo de diseñador, y su expresión era tan dura como siempre. —Ava —dijo, sin molestarse en mirarla realmente—. Ethan te necesita adentro. Ava asintió, manteniendo su semblante profesional, y se dirigió a la oficina de su jefe. Entró y cerró la puerta detrás de ella, sintiendo los ojos de Ethan sobre ella. Había algo distinto en su mirada, una mezcla de tensión y vulnerabilidad que no era común en él. —¿Me necesitaba, señor Miller? —preguntó con suavidad. Ethan le indicó que tomara asiento frente a su escritorio, y por un momento, pareció dudar. Finalmente, se inclinó hacia adelante, apoyando las manos sobre el escritorio. —Ava, necesito hablar contigo sobre algo muy personal. Espero que puedas escucharme y ser completamente honesta —comenzó Ethan, eligiendo cuidadosamente sus palabras. Ella asintió, intrigada. Era raro que Ethan fuera tan directo respecto a temas personales. Ethan lanzó una mirada rápida a la puerta, como si temiera que Sophie pudiera oír. —Verás, Sophie y yo hemos estado hablando de tener un hijo. Es algo que hemos intentado, pero las cosas… no han salido como esperábamos —su voz se tensó, reflejando una mezcla de frustración y tristeza. Ava parpadeó, intentando asimilar la confesión. Nunca hubiera imaginado que la vida de Ethan tuviera esas dificultades, y mucho menos algo tan profundo y personal. —Lo siento mucho, señor Miller. No sabía que… —empezó a decir, pero él levantó una mano para detenerla. —Gracias, Ava. La verdad es que esto ha sido complicado para los dos, y Sophie ha insistido en buscar una alternativa. Hemos pensado en la posibilidad de una madre subrogada —declaró, sin rodeos. Ava se tensó un poco, sin saber qué decir. La palabra “subrogada” no le sonaba tan lejana, pero jamás se había imaginado en medio de una situación así. —Necesitamos… Ethan hizo una pausa, midiendo cada palabra antes de continuar. —¿Sí? —Necesitamos a alguien de confianza. No quiero que nuestro hijo venga al mundo a través de un acuerdo comercial impersonal, ni tampoco queremos involucrar a una desconocida —sus ojos la miraron con intensidad—. Quiero asegurarme de que esa persona sea alguien que ambos conozcamos y respetemos. Ava sintió un pequeño nudo formarse en su estómago. No podía estar insinuando lo que pensaba… Pero algo en su mirada le decía que sí. —¿Está… está sugiriendo que sea yo? —murmuró, apenas pudiendo creerlo. Ethan asintió, con una seriedad que la dejó sin aliento. —Sé que es una propuesta inusual, Ava, y no quiero presionarte para que aceptes. Sophie y yo discutimos esta opción y, aunque no fue fácil para ella aceptarlo, también ve en ti una persona confiable y leal —Ethan esbozó una sonrisa confiada—. Tú nos has ayudado en momentos difíciles, has estado a nuestro lado sin cuestionar nada, y confío en que, si decides ayudarnos en esto, lo harás de una forma… especial. Ava sintió una mezcla de emociones. Su corazón latía con fuerza mientras intentaba procesar la situación. Por un lado, había una extraña ilusión de ser parte de la vida de Ethan de una manera que nunca imaginó, una parte fundamental y crucial. Pero también sentía un fuerte peso sobre sus hombros. Sería madre del hijo de Ethan, aunque no en el sentido convencional, y él seguía siendo inalcanzable para ella.Ethan salió de su oficina pasadas las ocho de la noche. El pasillo estaba desierto, en penumbra, silencioso como casi toda la empresa a esa hora. Al dar un paso hacia la salida, algo en el suelo llamó su atención.Una carpeta.La reconoció al instante: era la que Ava le había traído más temprano. Se agachó a recogerla con el ceño fruncido. ¿Cómo había terminado ahí, tirada justo frente a su puerta?—Ava… —murmuró sin darse cuenta.—¿Ava? —repitió Sophie desde detrás, con un tono cargado de veneno apenas disimulado—. Ya debió irse a su casa.Se acercó sin hacer ruido y lo abrazó por la espalda, rodeándole la cintura con sus brazos. Apoyó la mejilla en su espalda como si fuera una mujer dulce, vulnerable.—Hoy tengo ganas de ti, amor —susurró, deslizando las manos bajo su camisa—. Me prometiste una noche inolvidable.Ethan tragó saliva. Tenía a Sophie, su prometida, la mujer con la que había planeado formar una familia… y sin embargo, su mente seguía en otra parte. En unos ojos trist
Ava golpeó suavemente la puerta de la oficina de Ethan y esperó su permiso antes de entrar. Llevaba una carpeta con los contratos corregidos por el departamento legal y una sensación punzante en el estómago que no tenía nada que ver con hambre o ansiedad. Solo incomodidad. Tal vez culpa. Tal vez algo peor.—Adelante —respondió la voz de Ethan desde dentro.Cuando Ava entró, él estaba recostado en su silla, con el ceño fruncido y una mano en la frente. Parecía agotado.—Jefe, le traigo los documentos de París —dijo ella, dejando la carpeta sobre el escritorio—. Están listos para su firma.Ethan levantó la vista y le ofreció una pequeña sonrisa, cansada pero sincera.—Gracias, Ava. Eres la única que mantiene este lugar en pie.Ella se encogió de hombros con una mueca sutil. Él la observó unos segundos más antes de hablar.—Quería disculparme… por lo de esta mañana. Sophie a veces es… impulsiva. Pero en serio, estoy agradecido contigo —su tono parecía sincero—. Sé que esto que vas a h
El día comenzó como cualquier otro en las oficinas de Miller Technologies. El sonido rítmico de los teclados, los teléfonos timbrando en intervalos irregulares, y las voces apagadas de empleados atrapados en reuniones infinitas componían el fondo habitual. Pero desde que se había formalizado el acuerdo entre Ethan y Ava, la atmósfera parecía cargada con una electricidad discreta. Bastaban las miradas fugaces o los murmullos que cesaban cuando Ava cruzaba algún pasillo para notar que algo había cambiado.Ava, sin embargo, intentaba comportarse como siempre. Había llegado temprano, como de costumbre, con su agenda organizada y el informe semanal listo. Sus pasos firmes y su rostro sereno eran una fachada que ocultaba la mezcla de ansiedad y emoción que la acompañaba desde que se confirmaron los resultados médicos.Todo estaba en orden. Estaba sana, fuerte, y a pocos días de someterse al procedimiento que cambiaría su vida.En su escritorio, ordenaba documentos cuando escuchó una voz
Ava estaba sentada frente a Ethan y Sophie en la sala de reuniones de la oficina, donde habían quedado para revisar los detalles del contrato. Aunque en el pasado habían tenido numerosas juntas en aquel mismo lugar, esta era la primera vez que Ava sentía que Ethan la miraba de una forma diferente, más cercana, incluso cálida.—Ava, necesito asegurarme de que estás en buena condición de salud ¿Has tenido algún problema médico reciente? Ava negó con la cabeza, acomodándose en su silla.—Nada en absoluto. Me hago chequeos regularmente, y trato de llevar una vida bastante activa —dijo segura, con una sonrisa—. Hago ejercicio a diario y, hasta ahora, todos mis exámenes han salido perfectos.Ethan pareció aliviado y satisfecho con su respuesta.—Eso es excelente. Nos da mucha confianza saber que todo está en orden —dijo, mirando fugazmente a Sophie, como buscando su apoyo.—Claro, es muy importante, mi amor —dijo con ternura y él besó los dedos de su mano con devoción.—Entonces, el acuer
Ava se acomodó en la pequeña cafetería, con una taza de café humeante entre las manos, esperando a que su amiga, Maya, llegara. Su mente seguía dando vueltas alrededor de la decisión que había tomado, de aceptar ser madre subrogada para Ethan y Sophie. No era una elección que pudiera tomarse a la ligera, pero el contrato, el dinero y la oportunidad de ayudar a su jefe por toda la ayuda económica que siempre le había brindado Ethan, la habían dejado sin más opción. Además, esa pequeña voz interna que le decía que su corazón deseaba más que solo un pago, que tal vez, solo tal vez, había una pequeña oportunidad de ser parte de algo más grande, también estaba presente.Maya apareció por la puerta, su cabello rojo brillante y su sonrisa franca, tan llena de energía como siempre. Cuando se sentó frente a Ava, notó enseguida la tensión en su rostro.—¿Estás bien? —preguntó Maya, fijándose en los ojos de su amiga, que ya no brillaban como antes.Ava suspiró profundamente, dejando la taza d
Ava Brooks miraba la pantalla de su ordenador con concentración. Su escritorio estaba inmaculadamente ordenado, como cada mañana: los papeles alineados, las carpetas en su lugar, y la taza de café aún humeante a su lado. Como asistente ejecutiva de Ethan Miller, había perfeccionado su habilidad de mantener todo en orden, sabiendo que un detalle fuera de lugar podría desencadenar un día de caos en la oficina. Pero esa dedicación tenía una raíz más profunda que el mero profesionalismo; en silencio, había llegado a admirar profundamente a su jefe, quien se había convertido en alguien esencial en su vida.Ethan Miller era más que un simple CEO. Su carácter imponente y su mente brillante habían llevado a su empresa a ser una de las más exitosas en su sector. Ethan era un hombre que exigía perfección en cada aspecto, y a Ava no le importaba; sentía un afecto genuino por él, un cariño silencioso que nunca se atrevía a manifestar. Él había sido su benefactor por años y se sentía profundam
Último capítulo