Ava sintió cómo la sangre se le helaba al ver a Sophie frente a ella. Por un instante, estuvo convencida de que la mujer había visto a Ethan salir del apartamento y que había ido hasta allí para hacer un escándalo, reclamarle o, en el peor de los casos, abofetearla. Solo podía imaginar lo peor.
El miedo le subió por la garganta y se convirtió en náuseas. Corrió al baño a toda prisa y se inclinó sobre el inodoro, devolviendo lo poco que tenía en el estómago. Su respiración era entrecortada, el sudor frío le perlaba la frente.
Lo último que esperaba era sentir una mano que le sostenía suavemente el cabello hacia atrás. La voz de Sophie, sin reproches, le llegó como un golpe de sorpresa.
—Ava… tranquila. Respira despacio. ¿Quieres un poco de agua?
Ava jadeaba entre arcadas. Cuando al fin logró enjuagarse la boca y volver a ponerse de pie, Sophie la miraba con una expresión de preocupación que parecía genuina.
Ava la miró fijamente, confundida. Esperaba dureza, ironía, cualquier cosa meno