Capítulo 2: La Decisión de Ava

Ava se acomodó en la pequeña cafetería, con una taza de café humeante entre las manos, esperando a que su amiga, Maya, llegara.

Su mente seguía dando vueltas alrededor de la decisión que había tomado, de aceptar ser madre subrogada para Ethan y Sophie.

No era una elección que pudiera tomarse a la ligera, pero el contrato, el dinero y la oportunidad de ayudar a su jefe por toda la ayuda económica que siempre le había brindado Ethan, la habían dejado sin más opción.

Además, esa pequeña voz interna que le decía que su corazón deseaba más que solo un pago, que tal vez, solo tal vez, había una pequeña oportunidad de ser parte de algo más grande, también estaba presente.

Maya apareció por la puerta, su cabello rojo brillante y su sonrisa franca, tan llena de energía como siempre. Cuando se sentó frente a Ava, notó enseguida la tensión en su rostro.

—¿Estás bien? —preguntó Maya, fijándose en los ojos de su amiga, que ya no brillaban como antes.

Ava suspiró profundamente, dejando la taza de café sobre la mesa. Necesitaba hablar con alguien y Maya siempre había sido la más directa, la más honesta.

—Estoy… confundida. —Ava miró a su amiga con una mezcla de incertidumbre y desconfianza—. Ethan me pidió que fuera madre subrogada para él y Sophie. Ya sabes, tienen problemas para concebir… y acepté.

Maya levantó una ceja, sorprendida, pero también interesada.

—¿De verdad? —Su voz tenía un tono de incredulidad—. ¿Eso no es… mucho más complicado de lo que parece? ¿Y qué pasa con tus sentimientos por él?

Ava bajó la cabeza, sintiendo cómo su corazón latía más rápido al recordarlo.

Aquella fantasía secreta que había alimentado durante tanto tiempo se había vuelto real, pero ahora, más que nunca, se sentía vulnerable.

La realidad golpeaba más fuerte que la ilusión.

—Lo sé. —Su voz era casi un susurro—. No sé cómo, pero a veces siento que estoy perdiendo el control. Quiero ayudar, pero también… hay algo dentro de mí que… no puede dejar de desearlo. Desearlo de verdad.

Maya la observó, y por un momento, la miró con una comprensión profunda, casi maternal.

Ava siempre había sido la más fuerte de las dos, la que nunca se dejaba llevar por las emociones. Pero ahora… parecía perdida.

—Ava, tienes que pensar en lo que esto realmente significa. —Maya hizo una pausa, dándole un sorbo a su café—. Un contrato como ese no es nada barato. Sé que podrías pagar la hipoteca de tu casa y resolver varios problemas financieros. Podrías tener el dinero para empezar una nueva vida, para hacer tantas cosas que siempre has soñado. Pero… ¿estás segura de que esto no es solo una forma de escapar de lo que realmente sientes?

Ava se quedó en silencio, los ojos fijados en el líquido de su taza. Maya tenía razón.

El dinero era tentador, pero el deseo de estar cerca de Ethan, de pertenecer a su mundo, iba más allá de lo material. Era como una necesidad que la consumía, como un fuego que no podía extinguir.

Además, sentía que quizás él la dejaría estar más cerca, aunque nunca le perteneciera realmente. Algo masoquista, pero que no dejaba de dar vueltas en su cabeza.

—Lo sé… —dijo, en voz baja—. Pero también sé que nunca seré más que su asistente, y eso lo tengo que aceptar. Esto podría ser una forma de ponerle fin a esa fantasía, ¿no? Si tengo a su hijo con Sophie, podré finalmente dejarlo ir y resignarme. Quizás sea lo que necesito para cerrar el ciclo.

Maya la miró, evaluando cada palabra, y finalmente asintió.

—Haz lo que sientas que debes hacer, Ava. —Su tono era suave, pero lleno de seriedad—. Si quieres hacerlo por el dinero, si es lo que te motiva, está bien. Pero si hay algo más en juego, ten cuidado. Los sentimientos complican las cosas.

Ava asintió, sabiendo que su amiga tenía razón. Todo aquello no era solo por el dinero, pero era imposible negar que la posibilidad de una nueva vida también jugaba un papel importante.

Más tarde esa tarde, Ava se encontraba en la oficina de Ethan, después de haber tomado una decisión definitiva. Estaba nerviosa, el estómago revuelto por lo que estaba a punto de decirle.

Ethan estaba sentado en su escritorio, revisando unos papeles, cuando la vio entrar. Levantó la vista y le sonrió, esa sonrisa que siempre hacía que su corazón latiera más rápido, aunque ella lo intentara ignorar.

—¿Todo bien, Ava? —preguntó, con su tono suave.

Ava tragó saliva, buscando la mejor manera de expresar lo que sentía.

—Sí, todo bien. Solo… quería hablar de algo importante. —Ava lo miró a los ojos, buscando en su interior las palabras que necesitaba—. He estado pensando en la propuesta, y quiero hacerlo. Quiero ser madre subrogada para usted y Sophie.

Ethan la observó en silencio por un momento, mientras su expresión cambiaba ligeramente, como si procesara lo que acababa de escuchar. Finalmente, sonrió, su rostro relajado.

—Me alegra mucho que hayas tomado esta decisión, Ava. —Se levantó de su silla y caminó hacia ella—. Sé que es un gran paso, y quiero que sepas que no solo te pagaré lo que acordamos, sino que correré con todos los gastos médicos, vitaminas, ropa y cualquier otro gasto relacionado con el embarazo. Estoy comprometido a asegurarme de que no te falte nada.

Ava se sintió halagada por su confianza, pero algo dentro de ella también se tensó.

La oferta era generosa, pero el dinero no podía aliviar la tensión que había crecido entre ellos, el deseo que nunca podría ser. Sin embargo, sentía que no podía echarse atrás.

Sophie apareció en la puerta en ese momento, con una sonrisa amplia en el rostro, como si hubiera estado esperando este momento. Caminó hacia Ethan y lo besó suavemente en los labios, un beso lleno de amor, de promesas no dichas.

Ava tragó saliva, sintiendo una punzada en su pecho mientras miraba la escena. Era lo que había aceptado, lo que debía esperar, pero aún así, la incomodidad no desapareció.

Sophie se apartó de Ethan y miró a Ava, sonriendo con dulzura.

—Estoy tan feliz de que finalmente vayamos a formar nuestra familia, amor —dijo Sophie, con una alegría genuina que sólo intensificó el sentimiento de aislamiento de Ava—. Gracias por hacer esto, Ava.

Ava forzó una sonrisa, aunque la sensación de incomodidad era imposible de ignorar. El amor entre Ethan y Sophie estaba tan claro, tan palpable, que la realidad de su propio papel en esta historia se hizo más dolorosa que nunca.

—No hay de qué. —respondió Ava, tratando de mantener la calma—. Solo… quiero que todo salga bien.

Y mientras la pareja compartía un momento íntimo frente a ella, Ava se quedó allí, pensando en lo que significaba realmente estar atrapada entre la lealtad y el deseo.

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