Un ruso poderoso. Una joven inocente. Un matrimonio arreglado. Ivanna hará lo necesario para escapar de su boda, incluso entregar su inocencia a un desconocido. Descubierta por su padre, deberá huir para salvar su vida, sin saber que lleva en su vientre a la hija del millonario. Sola y con bebé en un mundo nuevo, debe aprender a sobrevivir. Años más tarde Gael descubre que tiene una hija producto de esa noche de pasión, por Gema intentará formar una familia que deberá proteger del pasado de Ivanna.
Leer másLa alarma del reloj despertador sacó a Ivanna de un profundo sueño. Su mano se extendió hasta apagar el ruidoso aparato que le perforaba la cabeza, estaba agotada, sin ganas de mover un solo músculo de su cuerpo, se sentía pesada y la cama caliente no ayudó a despertarla. Se arrebujó debajo de su manta y se quedó dormida de nuevo.
Una risita acompañada de un beso la despertó de un sueño profundo.
Con pesadez levantó sus párpados para mirar los preciosos ojos azules de su hija. Una sonrisa asomó a sus labios.
―Buenos días, mami, que lindo es despertar y ver que aún estás aquí.
Las palabras de Gema despertaron sus alarmas. Ella no debía estar allí a esa hora, asustada saltó de la cama
―Me quedé dormida, ¿qué hora es? ―preguntó a su hija.
―Son las siete de la mañana ―respondió su hija.
―¿Las siete?, debía entrar a las siete, buenos días, bebé ―masculló mientras corría al baño.
Era muy tarde, entre arreglarse y tomar el tren se demoraría una hora en llegar al trabajo, debía sustituir a uno de los empleados nocturnos de la recepción, el pobre debía estar agotado después de estar de guardia toda la noche y ella llegaba tarde. ¡Qué vergüenza!
Se quitó su pijama en un santiamén, ya estaba desnuda cuando llegó al baño. Abrió la ducha esperando que saliera el agua caliente, se hizo un recogido apresurado en el pelo y entró bajo el chorro. Un jadeo salió de su garganta porque el agua estaba fría aún, agradeció que se calentara a medida que cubría su cuerpo con jabón, salió del baño y se vistió con prisas. Su uniforme colgaba de una percha en la pared, le gustaba usarlo ya que de esta manera no perdía tiempo escogiendo lo que usaría para ir a trabajar. Cepilló su cabello, puso un poco de polvo en su cara, labial y máscara para pestañas y, salió de su habitación.
Había pasado menos de veinte minutos. Gema aún estaba en pijamas, prefirió ayudar a su que mamá que vestirse para ir al colegio, aún tenía mucho tiempo así que puso la cafetera y le preparó un bocadillo.
―Toma, mami, te puse el café en tu vaso y empaqué el emparedado para que lleves algo de comer.
―Gracias, bebé, lamento mucho haberme quedado dormida, yo debí haber hecho tu desayuno. ―se disculpó apenada.
―No te preocupes, mami, ya soy grande y puedo ayudar, estabas cansada y necesitabas dormir, vete y no te preocupes, yo pasaré a ver a la señora Petrov.
Ivanna apretó los labios, la señora Petrov debía ser su responsabilidad no la de Gema, pero no había nada que pudiera hacer en ese momento. Tomó su vaso y desayuno, besó con rapidez a su hija en la frente, dándole las gracias y salió del apartamento cerrando la puerta.
Ivanna corrió por las escaleras rezando para llegar a tiempo de tomar el autobús que la llevaría hasta la estación del tren. Las cosas se habían complicado últimamente, pensaba que cuando Gema tuviese once años la vida sería mucho más fácil, pero no era así. Estaba agotada, no era fácil vivir en una ciudad tan cara como Londres siendo una madre soltera, trabajaba de doce a dieciséis horas diarias para poder cubrir los gastos y a veces eso no era suficiente, pero no se arrepentía de tratar de darle a Gema todas las oportunidades de obtener una buena educación.
El día estaba frío, así que apresuró sus pasos para entrar en calor, a lo lejos vio la parada y al autobús que llegaba, corrió como loca y logró subirse a él, se sentó en la silla más próxima y respiró con alivio, al fin podía relajarse un poco. Dio un trago al café que traía en sus manos y casi gimió de lo bueno que estaba. Sacó su móvil y con vergüenza tecleó un mensaje a su supervisor disculpándose por el imprevisto y anunciándole su hora de llegada, esperaba que Erick la perdonara por llegar una hora tarde. Tenía un poco de hambre, pero no podría comer hasta dentro de dos horas más o menos, apuró el resto del café deleitándose cuando sintió su estómago calentarse.
Bajó del autobús en su parada, camino por la acera y una foto en un puesto de periódicos llamó su atención, se detuvo y miró una de las revistas de la prensa amarilla. La imagen de un sonriente Gael apuñaleó su corazón. Estaba más guapo aún de lo que recordaba, la madurez había endurecido sus facciones dándole una apariencia más varonil. Una sonrisa traviesa asomaba a su cara mientras sonreía y miraba a su pareja, su última novia una tal Brithany. Recordó cómo se sintió cuando dirigió hacia ella esa misma sonrisa.
Meneó la cabeza y continuó su marcha, ¿cuándo dejaría de sentir ese salto en el corazón cada vez que veía una imagen suya? Gael nunca sería parte de su vida, eso lo había aceptado, pero lo que aún le dolía era que ni siquiera formara parte de la de Gema.
«La vida sería mucho más fácil si él me ayudara con Gema» pensó mientras bajaba la acera. Había dado unos pasos cuando se dio cuenta de que estaba atravesando por el medio de la calle. Su instinto le exigió retroceder, esquivó un coche y el que venía circulado en el otro carril le dio de lleno lanzándola unos metros más allá. Mientras volaba por los aires, un solo pensamiento cruzó su mente ¡Gema!, ¿quién cuidaría a su hija?
***
Gema preparaba el desayuno de la señora Petrov, su vecina era una anciana y había amanecido un poco resfriada, por lo que decidió pasarse por su apartamento antes de ir a la escuela. Mientras esperaba a que hirviera el agua de la tetera, la niña se entretuvo hablando con Sasha. Su gato era enorme, su pelaje era largo y atigrado de color naranja y blanco; y tenía los ojos de verde intenso. El gato maulló reclamando su comida y mirándola desde encima del microondas con desaprobación por la tardanza.
Acababa de poner el desayuno encima de la mesa cuando sonó el timbre de la puerta, la señora Petrov hizo el intento de levantarse, pero la niña colocó su mano en el hombro de la dama para evitar que lo hiciera.
―Yo iré señora Petrov, no se preocupe.
La anciana asintió agradecida.
Quería mucho a la señora Petrov, para Gema era su abuela, había sido parte de su vida desde que recordaba. Fue su nana mientras su madre tenía que salir a trabajar para que pudieran vivir.
La niña se dirigió a la puerta para ver quien llamaba con tanta insistencia. Haló un banco pequeño que estaba cerca para esos casos, se subió y miró por la mirilla para ver quién era. En ese vecindario se debía tener cuidado, su mamá siempre le recordaba que debía estar atenta y no confiar en desconocidos. Al asomarse vio a una mujer policía acompañada de otra señora. Abrió la puerta un poco preocupada.
―¿En qué puedo ayudarlas, señoras? ―preguntó con una formalidad que hubiese agradado a Ivanna. Una de las cosas en las que su mamá siempre le insistía era en que debía ser educada.
―Buscamos a la señora Annika Petrov.
―Hola, soy Gema, la señora Petrov está desayunando en la cocina.
― ¿Podemos pasar para hablar con ambas?
―Claro, ―dijo la pequeña cediendo el paso ―. Siéntense, por favor, voy a ir a buscarla.
La mente de Gema daba mil vueltas con posibles opciones de por qué una policía estaba en la sala de la señora Petrov. Ella no se había metido en líos recientemente, por lo menos no de la clase de embrollos que implicara que alguien llamara a la policía.
Pocos vecinos conocían de la existencia de Sasha, era muy cuidadosa para dejarlo salir, no quería que se perdiera, ¿se habría quejado algún vecino por su gato? O ¿tendría algo que ver con la señora Petrov? ¿Y si era algo relacionado con su mamá? Esa opción le causó mucha preocupación.
Para su desesperación trascurrieron unos minutos hasta que la señora Petrov pudo llegar a la sala, cada día caminaba más lento.
―Buenos días, soy la señora Petrov, ¿en qué puedo ayudarlas? ―preguntó la anciana.
La policía se levantó de su asiento, su cara no presagiaba nada bueno, lo que puso más inquieta aún a Gema. Un vacío en su estómago la alertó de que algo malo había ocurrido, su corazón retumbó cuando vio que la mujer se acercaba a ella. Los ojos se le humedecieron de miedo y un nudo se formó en su garganta, tomó la mano de la señora Petrov buscando consuelo.
―Tu mamá fue atropellada por un coche esta mañana…
―¿Está muerta? ―preguntó la niña interrumpiendo a la policía.
―No, cariño, tu mamá se repondrá, tuvo una fractura de cadera y del brazo derecho. ―dijo la policía ―La señora Brown ―señaló a la señora de traje ―y yo, hemos venido a llevarte al hospital para que la veas, ella es de los servicios sociales.
El alivio invadió a la niña, pero el nudo en su garganta no se disolvió, se acercó más a la señora Petrov, que le pasó un brazo por los hombros reconfortándola. «Mamá se pondrá bien, mamá se pondrá bien» se repetía en su mente. Adoraba a su madre, ellas solo se tenían la una a la otra, no había más familiares y, era la mejor del mundo o por lo menos así se lo parecía a ella. Tan paciente y amorosa, no se imaginaba la vida sin ella, sabía que criarla sola había sido muy duro, pero su mamá tenía más voluntad y determinación que muchas personas juntas.
―Hola, querida ―saludó la señora Brown ―. Necesito que recojas lo que necesites porque tu mamá deberá estar hospitalizada varios meses y no podrás quedarte sola, te buscaremos un hogar de acogida donde puedas quedarte.
Gema se horrorizó.
Su mamá siempre tenía miedo que algo le sucediese y ella se tuviera que ir a un hogar de acogida, decía que no sabía que podía pasarle allí.
No iría por nada del mundo. Si esa señora pensaba que podía llevarla a ese horrible lugar estaba equivocada. Era hora de empezar a usar sus armas.
Cuatro años después…Gema miró fijamente el palito que le diría si sería madre. Mentalmente contaba los segundos, iba por doscientos cuarenta y dos cuando apareció la primera raya y dejó de respirar. Cuando la segunda hizo su aparición para confirmar sus sospechas aspiró profundamente llenando sus pulmones de aire. Estaba feliz, muy feliz, su relación con Konstantinera lo mejor que le había pasado en la vida. Llevaban cuatro años viviendo juntos y se amaban más que el primer día, habían superado el período de enamoramiento y pasado al del amor, de ese que perdura en el tiempo.Solo había una cosa que enturbiaba su felicidad y era que Konstantinhabía dejado de pedirle que se casara con él. Cada año, después de su famosa propuesta en Picadilly Circus, él le había pedido matrimonio. Durante tres años lo había hecho y ella le había dado largas. Ese año se quedó esperando la cuarta pedida dispuesta a darle el sí, pero esta no llegó. El día en que pensaba estar preparada había llegado, ya
Después de la cena, Konstantin llevó a Gema a su apartamento. Habían estado acompañados toda la noche y no habían tenido oportunidad de hablar. En cuanto la puerta se cerró su prometido, que no era su prometido, la abrazó.―Te extrañé muchísimo ―dijo emocionado.―No lo parecía. Te tardaste cuatro días en venir por mí ―refunfuñó Gema.―Pensaba retrasarlo un mes, hasta que la prensa se calmara o estallara otro escándalo que opacara el mío. No quería que fueras acosada por ella, que dijeran de ti que le robaste el novio a otra mujer, pero tu mamá me dijo que ni se me ocurriera hacer eso, que tú no tenías mucha paciencia y me lo harías pagar.―Konstantin, soy fanática de la prensa amarillista, me parece muy divertida y mamá tenía razón, te quedaban tres días de plazo para buscarme, si no lo pagarías.―Ahora lo sé, tu mamá me dijo lo de la prensa, así que me dije que si iban a hablar que fuera a lo grande ―sonrió Konstantin ―. Puedo saber… ¿qué tenías planeado para mí?―¿Viste la película
Gema estaba aburrida, o quizás impaciente, lo cierto es que sabía que tenía que salir de su casa esa noche porque si no la tentación de ir por Konstantin y darle un tortazo en la cabeza no se le pasaría. La invitación de sus padres de acompañarlos a ver una obra teatral en Picadilly Circus le vino como anillo al dedo, de seguro había sido idea de su madre. Había hablado con ella el día en que se descubrió el engaño de Sophie y todos los días desde entonces. Su mamá la conocía mejor que nadie y sabía que la paciencia no era una de sus virtudes por lo que la invitó a salir. Quedaron en pasar a buscarla a las siete de la tarde. Estaba lista dando vueltas en su apartamento como león enjaulado o mejor dicho como leona, esperando que llegaran sus padres por ella, tenía ganas de meterse entre ambos y dejarse consentir. Por otra parte, había visto la cara de preocupación de su padre toda la semana y quiso salir con ellos para calmarlo.Aún estaba furiosa por los escuetos mensajes de Konstant
Konstantin no sabía cómo presentarse ante Gema y decirle que la boda había sido cancelada y que no tendría un hijo, que todo había sido una treta de Sophie para atraparlo. Se sentía un tonto por haberle creído, debió de llevarla al médico desde el primer día, pero estaba tan abatido que la dejó salirse con la suya. ¿Acaso pensó que podría engañarlo para siempre? Menos mal que su deseo por ella estaba muerto y que no accedió a tener relaciones si no su paternidad pudo haberse convertido en real. Y por mucho que la odiara por haberlo engañado de esa manera, se hubiese quedado por su hijo. Y por haber sido tan idiota de volverse a acostar con ella.Estaba asustado porque cada vez que pensaba que podía tener una relación con Gema, algo sucedía y la perdía. Necesitaba tener todos los cabos atados antes de volver a ella.Necesitaba un plan.Eran las siete de la tarde cuando tocó la puerta de la casa, le preocupó un poco llegar si anunciarse, pero tenía la esperanza de ser bien recibido o al
Su abuelo la miró con el ceño fruncido y sin siquiera caminar siguió su camino. Gema se lo quedó mirando hasta que se subió al ascensor que ella había dejado abierto.―Pasa, Gema, llegaste temprano ―afirmó Jelena.―¿Qué quería ese hombre? ―preguntó Gema con preocupación―¿Mi padre? ―dijo Jelena rehuyendo su mirada.―Sí, ¿qué demonios quería después de haberte ignorado todos estos años? ―preguntó fijando en su mente las facciones de su “abuelo”.―No quiero hablar de él, estoy preocupada por ti. ¿Qué pasó que tienes los ojos hinchados?Gema abrió la boca para contarle a Jelena, pero no pudo hablar, las lágrimas comenzaron a rodar de nuevo por sus mejillas y llorando abrazó a su tía. Un maullido las separó, estaba aplastando a su nuevo gato.―Algo acaba de maullar en tu bolso.Gema metió la mano y sacó a su nuevo amigo.―Lo encontré esta mañana en la basura, como comprenderás no podía dejarlo allí así que lo traje conmigo ―respondió hipando ―Lo llamé Herbie.―Hola, Herbie ―saludo Jelena
Konstantin había pasado la noche despierto recordando a Gema, cada momento que había vivido y experimentado a su lado, atormentado por los sollozos que escuchó a través de la puerta. Quería llamarla para saber cómo estaba, pero ella le había pedido que no lo hiciera. Estaba preocupado porque sabía que Gema, igual que él, guardaría todo dentro de sí. Además de reservada, no tenía con quien hablar sobre lo que sentía. Su amiga Claudia vivía muy lejos, y otra de sus mejores amigas era Alexa, su hermana, y sabía de sobra que jamás les diría nada de él, era demasiado honorable para hacerlo.A primera hora de la mañana, llamó a Sophie para avisarle de que iba por ella para llevarla al médico y hacerle los exámenes. Ella le contestó que se sentía mal, que saldría más tarde a hacerse los exámenes cuando las náuseas que sentía remitieran. Preocupado, Konstantin fue hasta su apartamento. La compañera de piso de Sophie le informó de que ella había salido temprano al hospital. Konstantin comenzó
Último capítulo