Mundo ficciónIniciar sesiónMarianella Collins Sinclair, a quien todos llamaban Mari por cariño, una de las herederas de la familia más rica y poderosa del país, siempre vivió como una princesa y gracias a la crianza de sus padres, ella creció enamorada de la idea del amor. Mari se casó profundamente enamorada de Daniel Banks, uno de los herederos de una importante familia, un hombre atractivo y amable con quién Mari se imaginó una vida perfecta y una hermosa familia, como la de sus padres. La vida de Mari era perfecta y luego de dos hijos, su matrimonio seguía siendo feliz, hasta que un día todo cambió, cuando su esposo, Daniel, recibió unas fotos de Mari siéndole infiel con David, su cuñado, y el mundo perfecto de Mari se desmoronó. Enceguecido por los celos, Daniel comienza a mostrar otra cara que Mari jamás había visto, todo cambia y la vida perfecta de Mari se convierte en un verdadero infierno.
Leer másTres años después…La sala principal del centro comunitario estaba llena, había un murmullo suave, periodistas, personalidades conocidas, beneficiados y familia, todos estaban allí para presenciar algo muy importante.En el fondo del salón, había una tela blanca colgada con el nombre estampado que Mari había escogido semanas atrás:“NUEVA VIDA. Centro de apoyo para mujeres sobrevivientes”Nada de logos complicados, ni colores llamativos, solo dos palabras como título y un propósito claro.Mari estaba sobre el escenario acomodándose la chaqueta beige con las manos temblorosas, no de miedo, ella ya estaba acostumbrada a esto, ruedas de prensa, enfrentar a un gran público, esta vez el nerviosismo era diferente.Ella estaba a punto de asumir una responsabilidad mucho más grande, ser el pilar de apoyo y supervivencia de muchas mujeres.—Tranquila… — Murmuró David a su lado, ajustándole el micrófono con una delicadeza que contrastaba con sus dedos siempre firmes. — Te conozco… Estás
Los niños estaban inquietos desde temprano, no peleaban ni gritaban; solo daban vueltas por la sala con los juguetes en la mano, mirando a Mari cada tanto como si no supieran qué preguntar, cuando, al poco tiempo, llegó la terapeuta infantil.—Quiero verlos juntos un momento y luego por separado… — Explicó la mujer, amable pero firme.Mari asintió, ella se quedó en la sala de espera, escuchando las risas nerviosas de los niños y algunos murmullos.Mari apretó las manos en su regazo, nerviosa, la audiencia de Daniel había pasado, pero el daño ya estaba hecho, lamentablemente Daniel no había medido las consecuencias ni el daño que podía dejar en esos pequeños, sin darse cuenta.David llegó con dos cafés, Mari tomó un sorbo largo, intentando relajarse.—¿Sabes qué me cuesta más? — Soltó Mari, en voz baja, mientras miraba el vaso en sus manos, pensativa. — Que, aunque Daniel esté pagando, las heridas que deja no desaparecen tan rápido.—Ningún error se borra en un día. — David se
El olor a desinfectante volvió a golpearlos, apenas entraron al hospital, Mari caminaba por el pasillo junto a Máximo y Patrick, con paso firme, aunque por dentro ella sintiera una mezcla incómoda de nervios y cansancio. Mientras que David se había adelantado para hablar con el médico.Los días anteriores habían sido una suma de pequeñas cosas, reuniones de trabajo, firmas, declaraciones, abogados, recomendaciones de psicólogos para los niños.Hoy era distinto, hoy podían pasar dos cosas: Que todo siguiera igual… O que Daniel despertara.David salía del despacho del médico cuando los vio acercarse.—Ya habló conmigo… — Informó David. — Parece que hay movimiento.—¿Despertó? — El corazón de Mari dio un vuelco.—Está empezando a reaccionar. — Explicó David, algo nervioso y ansioso al mismo tiempo. — No está completamente lúcido, pero ya salió del coma inducido y el médico prefiere que solo entren unos pocos.—Yo voy… — Soltó Mari, antes de que nadie respondiera.—Nosotros
Mari salió de la habitación de los niños después de arroparlos, darles un beso suave en la frente y apagar la luz, ambos dormían profundamente, agotados por el día de diversión familiar, hacía mucho tiempo que los pequeños no compartían así, entre juegos y risas con su mamá.Cuando cerró la puerta, David ya la estaba esperando en el pasillo, recostado suavemente en la pared, con los brazos cruzados y la expresión tranquila.—¿Se durmieron? — Preguntó David con voz baja.—Sí… — Mari asintió. — Más rápido de lo que pensé.—¿Y tú? — Preguntó David, notando el peso sobre los hombros de Mari. — ¿Estás bien?—Cansada. — Admitió con una pequeña sonrisa.David la tomó de la mano y la acompañó hacia la habitación, ella se cambió, se puso una camiseta amplia y un pantalón cómodo, se recogió el cabello en una coleta alta y se miró de reojo en el espejo, suspirando pesadamente.David la observaba con detalle desde la cama, él llevaba un pantalón de algodón oscuro y una camiseta gris, d
El primer sonido que Mari escuchó al despertar, fue la respiración tranquila de sus hijos, ella abrió los ojos despacio, la habitación estaba tenuemente oscura, las cortinas apenas entre abiertas dejaban pasar una línea de luz suave. Dante estaba pegado a su costado derecho, enredado a su brazo, y Mario dormía casi encima de ella del lado izquierdo, con la boca entreabierta y el entrecejo ligeramente arrugado, como si aún estuviera afectado con las noticias sobre su padre del día anterior.Del otro lado de la amplia cama, en una puntita, estaba David, él seguía ahí, acostado boca arriba, con un brazo doblado bajo la cabeza y el otro por fuera de la manta.“Se quedó toda la noche.” Sopesó Mari, viéndolo ahí, todavía vestido con la misma camiseta, medio recostado en la punta de la cama, en una posición bastante incómoda.Aunque David podía haber dormido cómodo en una de las habitaciones de invitados, él había escogido quedarse con ellos y eso le hizo sentir a Mari una profunda sens
El silencio en la sala duró apenas un segundo, el tiempo justo para que Mari tragara saliva y sintiera el corazón golpearle el pecho.Dante y Mario estaban frente a ella, con los ojos muy abiertos, asustados y respirando rápido, después de todo, aun con sus errores, se trataba de su padre.Mari pasó una mano por el cabello de cada uno, tomándose un par de segundos para controlar el temblor de sus propias manos y los miró directo.—Escúchenme… — Soltó Mari con voz baja y suave, pero firme. — Su papá cometió errores, sí, pero también intentó arreglarlos… En este momento él está en el hospital porque se lastimó tratando de ayudarnos.—¿Entonces no es un criminal? — Dante arrugó el entrecejo, parecía dudar.Mari sintió una punzada en el pecho, el estrés, la culpa, el cansancio, todo mezclado y ahora tenía que darles esta dura realidad a sus hijos, sin embargo, ella mantuvo la calma.—No… — Respondió Mari con solemnidad. — No es un criminal, su padre es alguien que tomó decisiones





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