La Perdición del CirujanoEl padre de Regina Morales le fue infiel a su esposa. Hundida en la depresión, su madre se quitó la vida. La amante, junto con sus dos hijos, no tardó en ocupar su lugar en la casa. Desamparada, Regina fue acogida por la mejor amiga de su madre y creció bajo el mismo techo que Maximiliano Valderrama. Amigos desde la infancia, su cariño parecía destinado a convertirse en amor. Pero el destino le tenía preparada una cruel sorpresa: el día de su vigésimo segundo cumpleaños, Maximiliano, el hombre con quien creía que se casaría, anunció públicamente su relación... abrazando a la que consideraba su mejor amiga. Para Regina, solo quedó la humillación de convertirse en prácticamente una hermana, y en el hazmerreír de todos. Descubrió que, para Maximiliano, nunca fue más que una carga, una presencia pegajosa e indeseada. Él y su círculo de amigos siempre la habían menospreciado. Todos le aconsejaban ser razonable, y no agotar la poca consideración que aún le tenían. Su supuesta amiga, con fingida servidumbre, incluso se ofrecía a presentarle otros hombres. Harta del maltrato, Regina decidió poner la mira en el inalcanzable Gabriel Solís. Precisamente el hombre que su examiga anhelaba en vano. Gabriel no solo era una eminencia como jefe de cirugía cardíaca, sino también el heredero de la familia más influyente de la Ciudad de México, los Solís. Además, resultaba ser otro conocido de la infancia de Regina y, para complicar más las cosas, el objeto del deseo de su propia hermanastra. Gabriel Solís detestaba la actitud caprichosa y altanera de Regina, su aparente falta de amor propio y su evidente actitud manipuladora. Sin embargo, la joven poseía una belleza radiante y una atracción innegable que lo cautivaba. En un momento, él dejó de ser sólo un caballero. La atracción física fue la carnada; entró en su juego y quedó atrapado, hundiéndose cada vez más. Al final, su único destino sería rendirse por completo a ella. Una historia de traición, venganza y una atracción inesperada. Con momentos dulces y amargos, amores de infancia, la redención de quien la hirió y la posibilidad de que los enemigos se conviertan en amantes.
Leer másLa puerta del probador se abrió. Sebastián escuchó el ruido y, al levantar la vista, lo primero que reflejaron sus ojos fue un asombro absoluto.Regina salió del probador, con una de las empleadas sosteniéndole la cola del vestido. Sebastián dejó la revista sobre la mesa, se puso de pie y se acercó a ella. Su asombro inicial se transformó en una sonrisa mientras la observaba sin parpadear.—Estás preciosa.Las empleadas, que por supuesto reconocieron al famoso actor, secundaron el cumplido con miradas de admiración. Regina se sonrojó, pero al notar que él seguía con la misma ropa, le preguntó:—¿Y tú por qué no te cambiaste?—No me quedó tan bien, necesitan ajustarlo.Una de las empleadas intervino para aclarar:—Lo que pasa es que el señor Rivas bajó un poco de peso. Lo mandaremos a ajustar y en una semana estará listo. No se preocupe, no habrá ningún retraso.Al escuchar eso, Regina lo miró con reproche.—¡Te lo dije! ¡Sabía que no estabas comiendo bien!Sebastián la vio hacer un puc
—¿Cuántas veces ha pasado algo así?—Unas dos veces. La señorita Morales ya se mudó, así que no sé si siga pasando.—¿Y a dónde se fue?—Eso sí no sé...Sebastián se dio la vuelta y empezó a caminar.—¡Oiga, espere!Sebastián se detuvo. El guardia se le acercó, sacando una libreta y una pluma del bolsillo.—Me encantan sus canciones, ¿cree que podría darme su autógrafo?Tomó la libreta, firmó y se la devolvió.—Muchas gracias.El guardia se quedó pasmado al escucharlo. No fue sino hasta que Sebastián desapareció de su vista que logró asimilar lo que había pasado. Acababa de conocer a Sebastián Rivas en persona.¡Y le había dado un autógrafo!¡Y hasta le había dicho gracias!Al ver la firma en la libreta, sintió que se había sacado la lotería.¡Qué buena suerte!***Regina se bajó del auto y corrió hacia el centro comercial. Verónica acababa de mandarle un mensaje para avisarle que Sebastián la estaba esperando en la tienda.Al entrar a la tienda, no lo vio. Verónica le hizo una seña co
Aunque a Alicia no le hacía ninguna gracia el escándalo que se había armado en internet, sabía que Sebastián era, en el fondo, un muchacho que había sufrido mucho. Después del pleito que tuvo con su madre biológica, era muy probable que ya no volvieran a tener contacto.Además, su hija había intercedido tanto por él y la noticia de la boda ya se había hecho pública. Así que buscó una buena fecha en el calendario, fijó el día de la ceremonia y empezó a organizar las invitaciones y a buscar el lugar para la recepción.Regina se encargaría de elegir su vestido de novia. Sebastián le dio su tarjeta de crédito para que pagara todo con ella.Durante los días siguientes, puso en pausa todos sus proyectos de trabajo para dedicarse a los preparativos.Él, por su parte, tenía que ponerse al día con el trabajo que había dejado pendiente, lidiar con la opinión pública en internet y manejar el pleito legal con su madre. Para poder liberar su agenda para la boda, tuvo que trabajar sin descanso para
Al escuchar esas palabras, Regina negó, tratando de explicarse.—No es lástima, en serio. Yo sé que no fue tu culpa…—Se acabó. Vete.Antes de que pudiera decir nada más, Sebastián la tomó bruscamente de la mano, la levantó de un tirón y la arrastró fuera de la habitación.—¡No es lástima, Sebastián! Yo…No la dejó terminar. La empujó fuera y azotó la puerta.***De vuelta en la habitación, Sebastián se sentía abatido. El timbre sonó insistentemente, pero él lo ignoró. No supo cuánto tiempo pasó hasta que todo quedó en silencio afuera.Recostado en el sofá, con la cabeza echada hacia atrás, miraba el techo. Esa sensación de hastío volvió a invadirlo, y de reojo, su mirada se encontró con el bolso que estaba a su lado.Era el bolso de Regi. No se lo había llevado. Entonces, ¿cómo iba a regresar a casa?Con un gesto de inquietud, Sebastián tomó el bolso.Como si una idea lo hubiera asaltado, lo abrió y sacó el celular. Tras un instante de duda, encendió la pantalla. Lo primero que vio f
Regina se quedó viendo la pantalla apagada de su celular. ¡No podía creer que le hubiera colgado!Estaba furiosa, así que bloqueó el número sin dudarlo.Pero en cuanto se le pasó el enojo, la preocupación regresó, y no tenía idea de qué hacer. Por lo que había pasado en redes sociales, Beatriz ya tenía una mala opinión de Sebastián. Si ella misma intervenía, no era seguro que la escuchara.Dejó el celular sobre un mueble y tomó una botella de agua que estaba cerca. La abrió, bebió un par de tragos e intentó aclarar sus ideas.Caminó de un lado a otro por la habitación, buscando una solución, pero no se le ocurría nada. El celular que había dejado sobre el mueble empezó a sonar.Lo tomó y vio que era una llamada de Leo. Contestó.***Veinte minutos después, Regina subió al departamento. Leo le abrió la puerta. Apenas entró, vio que la sala era un desastre.—¿Qué pasó aquí?Regina no veía a Sebastián por ningún lado.—Salió un rato y regresó así, como loco. Le pregunto qué tiene y no dic
El protector de pantalla del celular era una fotografía. En ella, una chica rodeaba el cuello de un hombre con los brazos y se inclinaba para besarlo en la mejilla.La chica era Regina. Y el protagonista era el tipo que tenía enfrente.—Regi tomó esta foto. Me pidió que la pusiera de fondo de pantalla, para que la viera todos los días y me acordara de ella. Y que, si alguien más la veía, supiera que estoy casado. Decía que así se sentía más segura.Gabriel terminó de hablar con una sonrisa, en un tono que mezclaba una falsa resignación con un aura de cariño condescendiente.Sebastián observó a la Regina de la foto. Podía notar que se veía muy feliz. Nunca le había pedido algo así. Nunca le había exigido que le diera seguridad.—Todo eso es el pasado. Aunque te haya querido mucho antes, eso no cambia que la lastimaste. Quieres que me quite de en medio porque ella no quiere volver contigo. ¡Porque ya no te quiere a ti, ahora me quiere a mí!Sebastián sabía que ese tipo solo quería sembra
Último capítulo