Desde el momento en que la vio arrodillada, suplicando por la vida de otro hombre, Credence Foster supo que la quería... y que haría cualquier cosa por tenerla. Danika, desesperada, vendió su libertad para salvar al hombre que amaba. Pero en vez de redención, encontró condena: cuatro años siendo la amante de un monstruo disfrazado de magnate. Para ella, fue un sacrificio. Para él, una posesión firmada con sangre. Su cuerpo se volvió su propiedad. Su dolor, su pasatiempo favorito. Danika soportó. Calló. Se quebró por dentro. Hasta que el amor que protegía la traicionó con la misma crueldad que la empujó a los brazos de su verdugo. Ahora, sin futuro, sin esperanza, solo le queda el infierno que la consume… Y Credence, que no está dispuesto a soltarla. Porque ya no la quiere solo en su cama. La quiere rota. La quiere rendida. La quiere solo suya. Y si para eso tiene que destruirla, entonces que arda el mundo.
Leer másPOV: Credence FosterVerlo llevársela así… me rompió algo por dentro. Quise objetar, quise correr hacia ella, arrancársela de los brazos como si fuera mía, como si nadie más tuviera el derecho de tocarla. Porque nadie lo tiene. Mucho menos ese imbécil de Rayner.Pero por una maldita milésima de segundo, me obligué a quedarme quieto.Contuve las ganas de matarlo ahí mismo. Respiré hondo, me tragué la rabia. Aunque sentía que el corazón se me estaba pudriendo del coraje.Cuando vi que se marchaban, no pude más. Subí al auto y conduje como un maldito loco. El volante casi se rompe con la fuerza de mis manos. Y en mi cabeza, una sola idea: "No voy a permitirlo. No puede quitármela. No a Danika."Porque eso es lo que intentaba hacer. Robármela. Arrebatarme lo único que me calma, lo único que me hace sentir… algo.Rayner. ¿Quién diablos se cree que es?Él no sabe lo que desató.Aparqué de golpe frente a la mansión. Y apenas bajé del auto, lo supe. El ambiente estaba raro. Tenso. Hombres arm
POV: Darlene Volcker (Danika)Desperté de golpe a mitad de la noche. Un tirón brusco, un calambre punzante en el vientre me arrancó de los brazos del sueño. Era ese tipo de dolor que te dobla, que te hace sudar frío en segundos.—Quédate quieta —musitó Credence, medio dormido, con la voz ronca.Yo respiré hondo, intentando no gemir.—Tengo dolor —dije, apenas en un susurro.Él abrió los ojos de inmediato, como si esa palabra le hubiera activado una alarma interna.—¿Dónde te duele? ¿Te sientes bien? Vamos al hospital.—Y dale con lo del hospital —bufé, girando los ojos con fastidio—. No es nada grave, señor Foster. Son calambres… de la regla. Es normal. Solo necesito mis pastillas para el dolor.Vi cómo su expresión cambiaba. Pasó del susto a la confusión, y de ahí a la preocupación desmedida.—Y no solo pastillas —añadí, tomándome el vientre con una mano—. También necesito un té de canela.Sin decir una palabra más, se levantó de la cama como si fuera una emergencia de vida o muerte.
POV: Darlene Volcker (Danika)Credence me tomó del brazo con firmeza y me arrastró hasta el asiento del copiloto. No me dio opción. Cerró la puerta con un golpe seco y se posicionó de inmediato frente al volante. Apenas encendió el auto, salió disparado como alma que lleva el diablo. Estaba furioso. Lo sentía en su respiración, en su mirada, en la forma en que apretaba los dientes. Iba tan rápido que el paisaje se volvió un borrón de luces y asfalto.Pero yo no temblé.No era miedo lo que me recorría por dentro. Era otra cosa… una mezcla amarga de impotencia y ansiedad. Lo único que me dolía, lo único que me hacía tragar saliva con dificultad, era pensar en Mikhail.Mi bebé.Él estaba en casa, esperándome como cada noche. Siempre me decía que sin su beso no podía dormir. Se lo creía de verdad. Me tomaba la cara con sus manitas y me susurraba al oído que el beso de mamá espantaba las pesadillas.Y ahora yo no estaba ahí.Mi corazón se encogía con solo imaginar su carita triste, pregunt
POV: Darlene Volcker (Danika)Vi cómo Credence salía de la sala de juntas como una bestia desatada. Tenía los puños llenos de sangre, los ojos inyectados de rabia y esa mirada perdida que solo aparece cuando ha cruzado la línea sin vuelta atrás.Rayner estaba en el suelo, rodeado de hombres que intentaban ayudarlo. El pobre apenas podía mantenerse en pie, tenía la cara hecha un desastre. Me dolía por él, sí… pero también sabía que esto iba a pasar. Conociendo a Credence, era inevitable.Me propuse evitar que lo matara. De verdad lo intenté. Pero sabía que una buena paliza no se la quitaba nadie. Y ahora… ahora todo había comenzado.—Ese maldito… ese infeliz de Foster —escupía Rayner mientras caminaba de un lado a otro en mi oficina, con un algodón en la nariz y la camisa manchada de sangre—. ¡¿Cómo se atrevió a tocarme?! ¡¿Cómo se atreve a ponerme una mano encima delante de todos?! ¡Yo soy Rayner Kaiser!Lo observé en silencio, sentada en mi escritorio, con las manos temblándome aún.
POV : Credence Foster Llegué a la mansión hecho mierda. El cuerpo me ardía por dentro, sentía la piel sucia, manchada… como si llevara encima la peste de Helena. No perdí tiempo. Me quité la ropa como si quemara y me metí directo en la ducha. El agua estaba helada, pero no me importó. Necesitaba arrancarme de encima su olor, sus marcas, sus dedos. Todo.Cada gota que caía me recordaba lo que había pasado. Lo que me habían hecho. Lo que me obligaron a sentir.Apoyé las manos en la pared de mármol y cerré los ojos con fuerza. Me dolía el orgullo, me dolía la cabeza, me dolía el alma.Helena.Esa perra sabía lo que hacía. Me drogó. Me usó. Me tocó como si fuera su maldito juguete. Y lo peor de todo… es que su madre estaba detrás de todo. Lo supe en cuanto la vi entrar a la habitación a defenderla. Las dos jugaron conmigo como si yo no valiera nada.Pero esta vez no. Esta vez no voy a quedarme de brazos cruzados.No voy a tener piedad.No cuando me arrebataron la poca paz que me quedaba.
POV : Tercera personaEl sol se filtraba por las cortinas con una tibieza engañosa. La habitación olía a perfume caro y sudor rancio. Credence abrió los ojos lentamente, sintiendo un mareo extraño, como si su cuerpo flotara en una nube espesa y sucia. La cabeza le pesaba, la boca seca, el corazón latiendo a un ritmo errático.Quiso moverse y lo primero que sintió fue el roce de una sábana sobre su piel desnuda.Desnudo.Frunció el ceño, confundido. Se incorporó de golpe, tirando del borde de la sábana con desesperación. Se miró el torso y notó los arañazos. Besos marcados. Manchas rojizas en su cuello. En su pecho. Incluso en sus muslos.Sintió asco.—¿Qué mier…? —murmuró, sin terminar la frase.Giró la cabeza con brusquedad. A su lado, la pequeña mano de Helena descansaba sobre su abdomen. Su cuerpo medio envuelto en la sábana, una pierna rozándole. Dormía como si no hubiera hecho nada. Como si no acabara de destruirlo.Sin pensar, la apartó de un manotazo seco y brusco.—¡Quítate d
Último capítulo