Mundo ficciónIniciar sesiónLa sala de la mansión López olía a cigarro cubano y perfume de rosa. Las cortinas de terciopelo rojo se movían con el viento de la ventana abierta, y la luz del atardecer iluminaba la invaluable alfombra persa que cubría el suelo de madera oscura. Catalina López se apoyó contra el lumbral de la puerta, con su vestido negro ajustado y sus labios pintados de rojo sangre — un color que le quedaba tan bien como tan frío. "Me casaré con el heredero Mendoza. El que está en coma." Sus palabras cayeron en la sala como un hielo. Carlos López, su padre, casi dejó caer su cigarro entre los dedos. Se incorporó de golpe de su silla de cuero, haciendo crujir la madera, y empezó a suavizar las líneas de sorpresa que se habían dibujado en su cara arrugada. "Catalina... por fin te has decidido a casar," dijo, con una voz que intentaba ser calma pero temblaba un poco. "Qué maravilla. Los Mendoza han estado esperando tanto tiempo para que esto suceda. En las próximas dos semanas, entonces? Dime qué clase de vestido de novia te gustaría? O haré uno a medida — el mejor de la ciudad, con encajes de París." Catalina curvó sus labios en una sonrisa irónica. "Eso es todo?" preguntó, con una risa fría que hizo estremecer a Carlos. "Les estoy ayudando a casarme con los Mendoza en vez de su queridísima y preciosa hija bastarda... y ni siquiera vas a mostrarme un poco de aprecio?" La temperatura de la habitación pareció bajar a cero grados. La expresión de Carlos se oscureció, y sus ojos negros se llenaron de ira. "Cuida tu tono, señorita," dijo, con voz grave. "Jessy es tu hermana. No lo olvides." "Mi hermana?" repitió Catalina, riendo de nuevo. "Ella es la hija
Leer másLa sala de la mansión López olía a cigarro cubano y perfume de rosa. Las cortinas de terciopelo rojo se movían con el viento de la ventana abierta, y la luz del atardecer iluminaba la invaluable alfombra persa que cubría el suelo de madera oscura. Catalina López se apoyó contra el lumbral de la puerta, con su vestido negro ajustado y sus labios pintados de rojo sangre — un color que le quedaba tan bien como tan frío.
"Me casaré con el heredero Mendoza. El que está en coma." Sus palabras cayeron en la sala como un hielo. Carlos López, su padre, casi dejó caer su cigarro entre los dedos. Se incorporó de golpe de su silla de cuero, haciendo crujir la madera, y empezó a suavizar las líneas de sorpresa que se habían dibujado en su cara arrugada. "Catalina... por fin te has decidido a casar," dijo, con una voz que intentaba ser calma pero temblaba un poco. "Qué maravilla. Los Mendoza han estado esperando tanto tiempo para que esto suceda. En las próximas dos semanas, entonces? Dime qué clase de vestido de novia te gustaría? O haré uno a medida — el mejor de la ciudad, con encajes de París." Catalina curvó sus labios en una sonrisa irónica. "Eso es todo?" preguntó, con una risa fría que hizo estremecer a Carlos. "Les estoy ayudando a casarme con los Mendoza en vez de su queridísima y preciosa hija bastarda... y ni siquiera vas a mostrarme un poco de aprecio?" La temperatura de la habitación pareció bajar a cero grados. La expresión de Carlos se oscureció, y sus ojos negros se llenaron de ira. "Cuida tu tono, señorita," dijo, con voz grave. "Jessy es tu hermana. No lo olvides." "Mi hermana?" repitió Catalina, riendo de nuevo. "Ella es la hija de esa mujer que te dejó cuando yo tenía cinco años. La que nunca me llamó 'hermana' ni me miró a los ojos. La que se llevó toda tu atención, toda tu amor... y ahora, la que se niega a casarse con el heredero Mendoza porque está en coma." Carlos se acercó a ella, con los puños cerrados. "Jessy es joven. Tiene miedo. No puede casarse con un hombre que no sabe si va a despertar." "Y yo sí?" preguntó Catalina, acercándose aún más, hasta que sus rostros estaban a centímetros. "Yo no tengo miedo? O simplemente no te importa lo que yo sienta, mientras consigas el acuerdo con los Mendoza?" Los Mendoza eran la familia más rica y poderosa de la ciudad. Su heredero, Santiago Mendoza, había sufrido un accidente de coche hace tres meses y permanecía en coma. La familia Mendoza quería que se casara lo antes posible para asegurar la sucesión del imperio empresarial — y Jessy, la hija favorita de Carlos, era la prometida desde que eran niños. Pero Jessy se había negado rotundamente, diciendo que no podía casarse con un "cadáver viviente". Y ahí estaba Catalina: la hija mayor, la olvidada, la que siempre había tenido que luchar por el reconocimiento de su padre. "El acuerdo con los Mendoza nos hará ricos más allá de la imaginación," dijo Carlos, volviendo a su silla y sentándose con fuerza. "Nos dará poder, influencia, negocios... todo lo que siempre quisimos." "Y lo que yo quiero?" preguntó Catalina. Carlos miró a sus ojos, y en ellos no hubo amor — solo interés. "Lo que tú quieres no importa, Catalina. Lo que importa es la familia López. Y tú eres la única que puede salvarla." Catalina se rio de nuevo, pero esta vez su risa estaba llena de dolor. "Salvarla? O hacerte más rico?" Se dio media vuelta y se dirigió a la puerta. "De acuerdo. Me casaré con Santiago Mendoza en dos semanas. Pero te prometo una cosa, padre: cuando esto termine, serás el que pague por todo lo que me has hecho." Antes de que Carlos pudiera responder, ella salió de la sala y cerró la puerta con fuerza. Bajó las escaleras de mármol, pasando por la sala de estar donde Jessy estaba sentada en el sofá, con su vestido de color rosa y su cabello rubio peinado con caretas. Jessy la miró y sonrió con desprecio. "Así que te has decidido a ser mi sustituta, hermana?" preguntó. "Qué lástima. Pero bueno — al menos yo no tendré que casarme con un hombre muerto." Catalina se detuvo frente a ella, con sus labios de rojo sangre aún curvados en una sonrisa. "Muerto? No, Jessy. Él está en coma. Pero cuando desperté — si desperté — tendrá una esposa que no es tu. Y los Mendoza tendrán una nuera que no es la que querían. Eso es mucho más interesante, no crees?" Jessy se quedó en silencio, con la cara pálida. Catalina se dio media vuelta y salió de la mansión, hacia el coche que la esperaba en la entrada. Mientras conducía por las calles de la ciudad, pensó en Santiago Mendoza — el hombre con el que se casaría en dos semanas, el hombre que no conocía, el hombre que estaba dormido y no sabía nada de lo que pasaba. "Pronto nos conoceremos, Santiago," dijo en voz baja, mirando al horizonte oscuro. "Y tú serás mi herramienta para conseguir lo que yo quiero. Porque después de años de ser la olvidada, es mi turno de ser la que manda."un día de primavera, cuando el sol brillaba y el bosque estaba lleno de flores. Sol tenía cinco años y Luna tenía un año. Estábamos en el patio de la casa vieja, junto a la rosa blanca que había sido la señal de la llegada de Sol, y la rosa roja que Sol había plantado cuando era pequeño — ambas estaban en plena floración, una blanca y una roja, igual que las flores que le dije a Liam hace tantos años.Sol estaba enseñando a Luna a caminar — Luna se paraba, se balanceaba, y daba un par de pasos hacia Sol. "¡Muy bien, Luna!" gritaba Sol, y Luna sonreía. Liam me cogió la mano y nos paramos a mirarlos. "¿Te acuerdas de cuando Sol dio sus primeros pasos?" me preguntó Liam. "Sí", le dije. "Y ahora está enseñando a su hermana."Rosa venía con una cesta de manzanas rojas y pan fresco. "Venid a comer", dijo Rosa, sonriendo. Elena venía con una cesta de mantas, por si Luna tenía frío. Marco y Sofia ven...Marco y Sofia venían con flores del bosque para decorar el patio. Carlos venía con una tart
Cuando Luna tuvo seis meses, la manada decidió hacer una ceremonia de unión — para celebrar que la familia había crecido y que la manada estaba más unida que nunca. Todos los residentes de la Luna Aullante y la manada se reunieron en la plaza central de la aldea, preparando la ceremonia desde temprano en la mañana.Rosa preparó una comida enorme: sopa de calabaza con nueces, pan fresco con miel, tarta de manzanas, pastel de rosa y ensaladas de hierbas frescas. "Mi madre siempre hacía una comida grande para las ceremonias de unión", dijo Rosa. "Dijo que la comida une a la gente."Elena cosió trajes especiales para Sol y Luna — Sol llevaba un traje de color oscuro con una runa de luna, y Luna llevaba un traje de color rosa con una figura de luna bordada. "Los dos se ven hermosos", dijo Elena, sonriendo, mientras le ponía el traje a Luna.Recuerdo nuevo — Me acordé de cuando mi padre me llevó a una ceremonia de unión cuando era niña. Tenía siete años, y llevaba un traje de color blanco c
Los primeros días con Luna — así como Sol la llamaba — fueron llenos de sueños rotos, sonrisas y mucho amor. Sol estaba siempre con ella — le hablaba, le cantaba, le pasaba su juguete de lobo cuando lloraba. "Tranquila, Luna", decía Sol. "Yo estoy aquí."Rosa venía todos los días para ayudarme a cuidar de las dos niñas. Me enseñaba a darle el pecho a Luna mientras Sol jugaba en el patio. "Mi madre me enseñó a cuidar de dos niños a la vez", dijo Rosa, riendo. "Es difícil, pero es el amor más grande del mundo."Elena venía para coser ropa nueva para Luna — suéteres de lana, bodas con dibujos de luna. "Sol me dijo que Luna le gusta el color rosa", dijo Elena, mostrándome un suéter de rosa claro. "Así que lo hice de ese color."Recuerdo nuevo — Me acordé de cuando mi madre cuidaba de mí y de mi hermanito. Estaba en el porche, y mi madre me tenía en sus brazos mientras le daba el pecho a mi hermanito. "Los dos me gustáis igual", me dijo mi madre. "El amor no se divide, se multiplica." Ahor
El día de la llegada del nuevo bebé llegó con una luna llena y un aire frío de invierno — igual que cuando llegó Sol, pero esta vez con nieve pequeña que caía como polvo de estrellas. Mi dolor empezó temprano en la mañana, y Rosa, Elena y Marta se quedaron conmigo en la habitación. "Tranquila, mija", dijo Rosa, cogiendo mi mano. "Estamos aquí, y tu madre y tu abuela también."Sol estaba en el patio con Liam, Marco y Luis — nervioso pero contento. Carlos preparaba agua caliente y comida para cuando terminara. Sofia estaba regando la rosa blanca, que había dado una nueva flor esa misma mañana — rosa como el cielo al amanecer. "Es una señal", dijo Sofia, mirándome por la ventana. "Es una niña."Recuerdo nuevo — Me acordé de cuando mi hermanito nació. La luna también estaba llena, y mi padre aulló de alegría cuando lo vio. "Tu hermanito es un regalo", me dijo mi padre. "Y este bebé también lo es."Después de horas de dolor, escuché el llanto de mi bebé. Rosa me lo llevó en brazos — era un
CAPÍTULO 45: LA NUEVA NOTICIA QUE LLENA DE ALEGRÍA Unos meses después de la fiesta de la escuela, tuve una noticia que te cuento: estaba embarazada de nuevo. Lo supe un día de otoño, cuando me desperté con ganas de comer manzanas rojas y chocolate — muchísimo chocolate. Liam me vio y dijo: "Oye, mija, ¿te pasa algo? Te veo diferente."Yo le cogí la mano y se la puse en el estómago. "Estamos esperando otro bebé", le dije, y empecé a llorar de alegría. Liam se quedó quieto por un momento, luego me cogió en sus brazos y lloró también. "¡Es la mejor noticia del mundo!" gritó, y Sol entró en la habitación y preguntó: "¿Qué pasa, papá?"Liam le cogió a Sol en sus brazos y le dijo: "Tu mamá está esperando un hermanito o una hermanita, mi amor." Sol se quedó quieto, luego sonrió y se le pusieron los ojos brillantes. "Hermanito!" gritó, y me cogió la mano y la puso en el estómago. "Hola, hermanito."Recuerdo nuevo — Me acordé de cuando mi madre me dijo que iba a tener un hermanito. Tenía seis
Pasó un año y la escuela estaba más fuerte que nunca — teníamos más de veinte niños, y todos los días llegaban con ganas de aprender. Cuando llegó el primer cumpleaños de la escuela, decidimos hacer una fiesta grande — con todo el mundo, con comida, música y muchas flores.Rosa preparó una cena enorme: sopa de calabaza con nueces, pan fresco con miel, tarta de manzanas y pastel de chocolate con una figura de luna en el centro. "Mi madre siempre hacía una cena grande para los cumpleaños", me dijo Rosa, mientras me ayudaba a poner la mesa en el patio. "Dijo que la alegría se comparte con comida buena."Elena cosió bufandas pequeñas para todos los niños — de color plata, con una runa de luna bordada en el centro. "Para que se acuerden de este día", dijo Elena, pasándole una bufanda a Sol. Sol se la puso en la cabeza, como si fuera un sombrero, y todos se rieron.Recuerdo nuevo — Me acordé de cuando tuve mi primer cumpleaños en la casa de mi padre. Mi abuela me hizo una tarta de manzanas





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