Mundo ficciónIniciar sesiónNOVELA COMPLETA. Ian Blake era especialista en muchas cosas: en tomar fotografías, en entrenar lobos, y en ocultar su verdadera identidad como uno de los magnates del Imperio Di Sávallo. Dominante, solitario, oscuro... tenía una regla inviolable acerca de cuánto tiempo permanecía una mujer en su cama: dos meses ¡ni un día más, ni un día menos!Lía Marie Grant ni siquiera estaba consciente de que existía. La reciente pérdida de su bebé le había robado hasta el último impulso de vida, transportándola a un estado de ausencia del que no era capaz de sacarla nada... ni nadie... ¿O sí? Entrenar a Lía como si fuera uno de sus lobos no era el problema. El problema era enamorarse hasta los huesos de una mujer que no quería vivir.
Leer másALERTA DE SPOILER"Dos meses, ni un día más, ni un día menos". Aquella era la regla por la que Ian se había guiado toda su vida, en especial cuando se trataba de mujeres. Dos meses era también el tiempo que le tomaba entrenar a un cachorro, y cuando accedió (muy a su pesar) a cuidar de aquella chica, se dijo que no habría ninguna diferencia. La entrenaría como a uno de sus lobos, la obligaría a despertar, le enseñaría a sobrevivir... y luego la enviaría de vuelta a casa, de vuelta a su vida... lejos...<
ESTA NOVELA ES PARTE DE UNA SERIE QUE CONTINÚA EN:"LOS LABIOS DE AITANA"CAPÍTULO 1.&md
_ ¡Pido el próximo baile con la novia!Al parecer ser el menor de los Di Sávallo también convertía a Alessandro en el menos serio de los hermanos, pero lo cierto era que nadie en aquella fiesta estaba serio. La segunda temporada del Campeonato Mundial de Rally había terminado por fin después de tres meses y los números de Ángelo lo
CAPÍTULO XVII.
Ian dio un respingo exasperado, incrédulo ante semejantes palabras, y en el siguiente segundo su indignación se desbordó como un volcán activo._ Lía ¿cómo te atreves a decir algo así? ¿Crees que eso es todo lo que eres para mí, mi amante de turno? _ casi gritó _ ¿Crees que habría venido desde Mónaco a exigirle a tu marido que te dejara libre, solo para poder meterte en mi cama de cuando en cuando?
Ian rasgó la delicada tela de la camiseta mientras la recostaba sobre la cama. Estaba demasiado impaciente como para ponerse a desabrochar todos los botones de aquel juego de dormir._ ¡Juro por Dios que voy a comprarte otro! _ soltó, haciéndola reír.La deseaba, Ian la deseaba con tanta urgencia, con un desenfreno tal que apenas podía sacarse su propia ropa.





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