Mundo ficciónIniciar sesiónAhora, seis años después, Aurora ha vuelto como la única consultora capaz de destruir el imperio de Alessandro. Lo que comienza como una guerra de sabotaje profesionalismo rápidamente se transforma en un campo de batalla emocional y físico. El odio es su combustible. La obsesión, su sentencia. En esta batalla por el control, solo una cosa está clara: la única llama que Alessandro no puede apagar es la que arde entre él y Aurora Antes de esta está "DESEO: mi deseo ardiente"
Leer másAlessandro Vieri, el heredero forjado en la ambición de Demian y Valeria, es un hombre acostumbrado a conseguir todo lo que desea. Es conocido en la élite como "el demonio", un título que lleva con orgullo. Su mundo es el control, el ébano y la oscuridad....
Aurora Reyes, la mujer que juró odiarlo desde la infancia, ha regresado. Ella no solo representa la luz y el amanecer que él siempre quiso extinguir, sino que ahora es la única amenaza profesional que puede desmantelar su imperio. Cuando el destino los obliga a trabajar juntos en un proyecto de alto riesgo, el odio infantil que se profesaban se convierte en una tensión adulta e innegable. Alessandro está dispuesto a destruirla. Aurora está dispuesta a hacerle pagar por el pasado. Pero en el fuego cruzado de su guerra, solo hay una certeza: el odio y el deseo arden con las mismas llamas. Y del legado de sus padres solo puede nacer una obsesión que lo consuma todo. .................................. El aire en el piso cincuenta de la Torre Ágata era tan denso como el ébano pulido que cubría sus suelos. Olía a dinero viejo, a café expreso amargo y a la autoridad inquebrantable que Alessandro Vieri había heredado. A sus veintisiete años, no era el niño mimado y caprichoso de antes; era un hombre cincelado con la frialdad de su padre, Demian, y la ambición indomable de su madre, Valeria. Llevaba un traje hecho a medida que parecía una segunda piel oscura, y la única nota de color en su oficina de vidrio era el fuego artificial que ardía en sus ojos grises. Estaba a punto de cerrar un trato monumental, una adquisición hostil que pulverizaría a la competencia. Su día iba según lo planeado, frío, calculado, perfecto... hasta que el asistente anunció a la nueva consultora. 💥 El Choque La mujer que entró no era ninguna de las profesionales sumisas y de grises que Alessandro solía contratar. Llevaba un sencillo vestido azul que, de alguna forma, se sentía brillante en la penumbra lujosa de la oficina. Su cabello castaño oscuro caía en ondas salvajes, y sus ojos... esos ojos, del color exacto del café recién molido, lo miraron sin parpadear, sin miedo, sin sumisión. Eran los ojos que Alessandro recordaba perfectamente: la única luz que se atrevía a enfrentarse a su sombra. Hubo un instante de silencio. Un reconocimiento a quemarropa. Él la vio. El ángulo de su barbilla al desafiarlo. El ligero temblor de su mano al ajustar su portafolio de piel desgastada. Y lo supo. Ella, por su parte, lo vio. El aura de poder que lo rodeaba como un manto venenoso. La sonrisa apenas perceptible de suficiencia en sus labios. Aurora. La niña del cabello enmarañado y las rodillas raspadas que lo había odiado con cada fibra de su pequeño cuerpo en aquel verano infernal. La única persona en el mundo que no se inmutaba ante el apellido Vieri (o el Moretti), porque para ella, él solo había sido, y seguía siendo, el pequeño demonio. La única mujer que representaba la luz y el amanecer que él siempre había intentado extinguir. Alessandro se levantó de su asiento, moviéndose lentamente, disfrutando del momento como un depredador. La tensión era tan pesada que casi se podía cortar con un cuchillo. —¿Aurora?— Su voz era grave, apenas un susurro de incredulidad, mezclado con la diversión de la caza. Ella apretó su mandíbula. —Señor Vieri. Soy la Doctora Reyes. He venido a desmantelar su división de finanzas, tal como lo solicitó— Su tono era formal, letalmente profesional. Él sonrió, un destello oscuro. —Parece que el destino tiene un sentido del humor retorcido. Bienvenida de nuevo al infierno, Aurora. No creas que he olvidado cómo te gustaba llorar. Aurora no contestó. Simplemente abrió su portafolio, dejando claro que aquella guerra no se ganaría con palabras.La sala de reuniones de la Banca di Milano era un templo al poder financiero. Aurora, envuelta en el vestido negro de seda de Alessandro, se sentía como una intrusa, pero se movía como una reina.Alessandro había iniciado la reunión, ofreciendo una introducción arrogante sobre la "visión" de Vieri Enterprises. Cuando llegó el momento de presentar el plan de ajuste para los bonos basura, le cedió la palabra a Aurora, esperando que su profesionalismo le sirviera de escudo.Aurora no usó el informe; usó su mente.—Señores —comenzó, con una voz clara que llenó la sala—, el mercado teme el colapso de Vieri Enterprises. Y tienen razón. Las proyecciones de riesgo son demasiado altas. Sin embargo, lo que ustedes ven como debilidad, yo lo veo como limpieza estratégica.Aurora procedió a desmantelar la estructura financiera, citando estadísticas complejas sin ayuda de notas y proponiendo un plan de tres fases que era tan arriesgado como brillante. Su exposición fue un huracán de lógica. Ella no
El aterrizaje en Milán fue tan suave y preciso como un cuchillo de cirujano. En la pista, no había un taxi esperando; había un séquito de vehículos negros y asistentes impecables. Alessandro no perdió el tiempo. Con una orden seca, hizo que Aurora subiera a un Mercedes-Maybach blindado. El destino no fue un hotel, sino un edificio de diseño moderno con seguridad extrema. El Penthouse era una declaración de riqueza obscena. Pisos de mármol pulido, paredes de cristal que ofrecían una vista panorámica de la cúpula de Milán y obras de arte minimalistas que valían más que la deuda de la empresa Reyes. —Bienvenida a su residencia temporal, Doctora Reyes —dijo Alessandro, echando su maletín sobre una mesa de cristal. Su voz cargaba el peso de la burla. Aurora escudriñó la sala. —Esto no es una residencia. Es un aislamiento. —Es seguridad y eficiencia. No quiero distracciones de la prensa, ni conversaciones con camareros entrometidos. Está a veinte minutos del edificio de la Banca di Mil
El sol italiano se colaba por las ventanas, tiñendo la cabina de un naranja suave. El jet comenzaba su lento y controlado descenso hacia Milán.Aurora no había dormido. Había pasado las últimas horas con el informe de la Banca di Milano en su regazo, pero sus ojos rara vez se habían movido de él. Su mente estaba fija en la humillación que había sufrido sentada sobre las piernas de Alessandro.Alessandro estaba ahora en su asiento, ajustando su traje, con el rostro renovado y la misma aura de poder implacable. La proximidad del aterrizaje intensificaba la furia de Aurora. Pronto, él estaría dictando sus pasos en la tierra donde su familia lo había perdido todo.La voz del piloto anunció el descenso. Aurora sintió un leve movimiento en el avión. El pequeño vaivén, mezclado con la conciencia de estar prisionera en el lujoso trono de los Vieri, fue el detonante.La mano de Aurora se cerró instintivamente sobre el dije de sol de Matteo que llevaba bajo el cuello de su camisa. El calor del
El comedor principal de la mansión Vieri era una extensión de la frialdad de su dueño. Lujoso, con un candelabro de cristal que colgaba sobre la larga mesa de mármol, pero silencioso. Hoy, la opulencia se sentía como una prisión.Demian Vieri estaba sentado en la cabecera, luciendo más envejecido y tenso de lo habitual. Valeria estaba en el extremo opuesto, inmaculada en su vestido de seda, pero irradiando un hielo que superaba la fría elegancia de la habitación. Matteo y Valentina estaban sentados entre ellos, sintiendo la tensión en el aire como una niebla pesada.El asiento de Alessandro estaba vacío, su ausencia un alivio y, a la vez, una preocupación, ya que era el foco de la discordia.La comida (salmón perfectamente cocido) se sirvió y se consumió en un silencio opresivo. Nadie se atrevía a hablar de la única cosa que importaba: el estallido de la noche anterior y el viaje repentino de Alessandro.Demian carraspeó, rompiendo el silencio.—Valentina, ¿cómo van los preparativos p
El Jet privado era una extensión de la oficina de Alessandro: sobrio, impecable y diseñado para el poder. La cabina estaba tapizada en cuero beige y madera oscura, con asientos reclinables que parecían tronos y una iluminación que imitaba la luz natural con una frialdad costosa.Aurora se instaló en uno de los asientos enfrentados, manteniendo la máxima distancia física posible. Llevaba un sencillo pero elegante traje de pantalón azul marino (comprado apresuradamente en una tienda de aeropuerto de lujo) y el pequeño dije de sol de Matteo oculto bajo la tela. Su maleta y su portafolio eran sus únicas barreras.Alessandro Vieri se sentó frente a ella. Estaba leyendo un informe, con una tranquilidad artificial que Aurora reconoció como un signo de peligro. El aire en la cabina era tan denso con su presencia que ella sentía la falta de oxígeno.Apenas se dirigieron la palabra al despegar. Solo los motores del jet y la azafata, que les sirvió café y una bandeja de fruta fresca, rompían el
HACE 18 AÑOSEl despacho olía a tabaco caro y miedo. Señor Reyes (el padre de Aurora) estaba sentado frente a Demian Vieri, con la cara pálida y las manos temblando sobre la mesa de caoba.—Demian, por favor. Es mi único activo. Ese contrato con el gobierno de Qatar salvará a mi empresa. Y lo más importante, le dará un futuro seguro a Aurora. Me lo prometiste.Demian, de pie junto al ventanal, no se molestó en mirar a su socio. Bebía un whisky con hielo.—Las promesas son para los tontos, Reyes. En este juego, solo existen las firmas.—¡Firmamos un acuerdo de colaboración! ¡Una joint venture al cincuenta por ciento!—Y yo firmé otro, Reyes. Con el Ministro. —Demian se giró, con una sonrisa fría que no llegó a sus ojos—. Cuando me enteré de que tu contrato de Qatar tenía una cláusula oculta que te obligaba a una penalización del 80% si no podías demostrar el capital completo en 48 horas, vi mi oportunidad.Señor Reyes se levantó, entendiendo el alcance de la traición. —Me dijiste que l
Último capítulo