-No, por favor... no quiero ir- suplico con desesperación. -¡Shhh! Cállate y coopera- gruñe y siento el calor de su aliento en mi oreja. El miedo se apodera mis sentidos, la angustia destroza mi poca cordura y solo quiero escapar. -¡Mamá, ayúdame!- Mi grito no la conmueve y voltea el rostro como si yo no fuera su hija, abrazando a mi hermano menor. Este era mi fin... Aunque me remuevo desesperada y muerdo la mano del hombre que me sujeta no logro inmutarlo. Mi espalda choca con su pecho a medida que me arrastra fuera de la casa.
Ler mais—Ya me siento mejor... —Estoy tratando de no romperme frente a él. Los ojos de Dante, esta vez, me miran distinto. Su voz está cansada, y de pronto, él levanta mi camiseta.Y observa el moretón en mi costado. Sorbo por la nariz y sus ojos me miran con una extraña preocupación.¿Por qué me sentía así? ¿Desde cuándo empecé a experimentar este extraño sentimiento en el corazón?—¿Te duele mucho? ¿Te lastimé? —Lo abrazo, y aunque no me corresponde de inmediato y su cuerpo se tensa, me aferro a él.Por estúpido que se escuche... lo extrañé, y nunca dejé de pensar en él.En este hombre que me gritaba cada segundo y que me trataba como a una más de sus posesiones. Me humilló al punto de verme suplicándole, y aun así...Yo lo extrañé.Me levanta por el trasero y se da la vuelta, sentándose conmigo sobre el sofá.Sus brazos me atrapan con sumo cuidado de no lastimarme.—Llora... Creo que no es necesario, pero si te hace sentir mejor, hazlo y te escucharé —esa parte de él que no conocía me hací
La cargo, enrollando sus piernas en mi cintura, y su cabeza descansa en mi hombro.—Prendan fuego a esta casa, con todos los cadáveres —las cámaras funcionaban mientras Emiliano entregaba a su hija. Después, dejaron de funcionar.Ni recordaba mi herida en el brazo; ya ni siquiera dolía. En el jeep, acuesto a Sol. Ambos estamos solos. Le quito la ropa y la cubro con mi saco.—¿Te sientes mejor? —el aire acondicionado está encendido y, aun así, ella tiene calor.Sus pezones están duros y la piel, erizada. Abre las piernas, y puedo ver cómo las bragas están mojadas. Ella misma se presiona con los dedos, tratando de calmar su deseo.—Voy a ayudarte... No quiero que pienses que me estoy aprovechando de esta situación... —deslizo las bragas y ella misma abre las piernas, comenzando a tocarse.Sostengo su mano con firmeza y mi dedo pulgar presiona justo en su piel más sensible, ahogando un grito placentero.Está muy sensible... Puedo fijarme en lo estrecho de su entrada... Nada ha entrado ah
Un francotirador me resolvió de manera eficaz lo que mis hombres no podían desde la distancia: acabar con esos bastardos.Usamos silenciadores para evitar el ruido, y a los otros pocos que quedaron fuera, yo mismo los acabé usando mi navaja favorita.Pero en un pequeño descuido, las balas empezaron a volar y a alertar a más hombres.—¡Maldita sea! Conté veinte...—Pero eso no nos detuvo. El problema es que no quería alertar al maldito viejo, no antes de que pueda estar cerca de él, pero ¿qué más da?El sonido del cuchillo hundiéndose en sus carnes es exótico. La torrente de sangre se derrama por montones y me salpica a medida que hago cortes como una obra de arte.—¡Agggghh!— el cuchillo hasta el fondo, justo en el cuello.Alguien me golpea por detrás, pero mi codo es suficientemente rápido para pegarle, al igual que mi pierna, le hundo la rodilla en el estómago y una patada en la cara me hace terminar de derribarlo.—¡Hijo de perra!— me grita uno mientras se cuadra alzando los puños.
Las luces del casino iluminan el lugar. Los negocios fluyen bien, recibí algunas pagas y gané unos cuantos dólares.Esta noche iba a apostar. Nunca lo hago, pero necesitaba distraerme; mis pensamientos iban a volverme loco.Ha pasado una semana desde que ella se marchó. El silencio volvió a hacer ruido en la casa, todo estaba tan vacío. Cerré su habitación con llave dejándola tal y como la dejó.El cuadro lo tomé y lo colgué en mi habitación y el estudio, aunque intenté mil veces desmantelarlo... no pude, simplemente lo cerré.Mi mal humor era peor conforme pasaban los días...la cabeza me dolía de solo pensar en que Sol se había entregado a otro hombre.Ya ni siquiera podía tener sexo, me era imposible encontrar deseo con alguien más, un tipo como yo.Quien lo diría..Mientras apuesto, gano. Las algarabías y los gritos de los que pierden se escuchan de cerca y de lejos.Las mujeres sexys, llamadas "las chicas de la suerte", se acercan y sonríen junto a los que ganan, pero, incómodo, l
Ambos respiramos con pesadez y nos miramos unos segundos. —Nunca más te voy a volver a ver. Este fue mi pago por molestarte estos días —no dice nada; en cambio, intenta bajarse de mi regazo. —¿Por qué llevas tanta prisa? —se remueve un poco y mi erección empieza a doler. Nuestros sexos están muy cerca; su vestido subió hasta el punto de dejarme ver sus bragas de color blanco. —Debiste usar sostén... —la sostengo de la nuca. —Solo déjame ir, para ya... Tú me odias y yo a ti. Siempre nos odiaremos. Arruinaste mi vida, Dante. Déjame ir —escuché de sus labios con un leve cansancio. La alejé de mí. Ella deseaba irse, y aunque por unos segundos sentí decepción... se suponía que debía ser así, ¿no? ¿O qué pretendía yo? Qué estúpido. Se acomodó el vestido y el cabello justo cuando la puerta se abrió. Entonces, en ese momento, en ese maldito momento, mi corazón latió por segunda vez. La casa estaría vacía y no tendría a nadie para ver al llegar. Giro el rostro cuando ella me mira por
Salgo de su habitación con una risa sucia en el rostro.Lo que más temía se hizo realidad, pero debo sacarme esos pensamientos de la cabeza.—No... tú no puedes gustarme a ese punto tan... mierda—Ni siquiera voy a la cama. No tengo sueño, quiero golpear algo o a alguien... o que me golpeen por bastardo.Me he vuelto un hombre de poco dominio gracias a una mujer... si pudiera llamarse mujer a esa adolescente.Voy al gimnasio y me desquito con el saco de boxeo.Agarro la botella de agua y la bebo de un solo trago.Suspiro sin darme cuenta de la hora. Llevo dos horas aquí y, aun así, no logro sacarla de mi cabeza.Me dejo caer sobre el piso acolchado y, justo entonces, suena mi teléfono.Conozco ese asqueroso número... ni siquiera tiene el descaro de llamar privado.Si respondo esa llamada... estoy cediéndole a su hija y eso significa que no podré cobrarme el que me haya hecho este daño.Pero... no puedo tenerla ni un día más aquí... perderé el control y, si pierdo el control, lo perder
De vuelta a la casa, sus tacones resuenan con rapidez. En un momento de euforia por escapar, tropieza y cae al piso.Hoy ha sido muy torpe.Intento cogerla para levantarla, pero me rechaza de un manotazo.—¡Vete a la mierda! —sus ojos me miran, llenos de lágrimas.La tomo por el cuello y la dejo caer de nuevo. Presiono su vientre con una pierna.—¿Te sientes libre porque te irás mañana? —su pecho sube y baja con rapidez. Mi cabello cae sobre la frente, húmedo por el sudor. La adrenalina hierve.Ambos estamos furiosos.—Me haces daño... —gime, arrugando el entrecejo.—Te haré más si no te comportas. Puedo devolverte a tu padre o dejarte aquí toda tu vida. ¿Quién me lo impedirá? ¿Ese inútil?Sus ojos se aclaran.—No soporto un segundo más a tu lado. Es más fácil el infierno— grita llorando.—No juegues conmigo, pequeña coneja... Puedo ser peor que el demonio.—Eres horrible... te odio tanto... —escupe con asco.Sus manos están sobre su cabeza, su cuello en mi mano, mi pierna oprimiendo
Se detiene frente al coche y me abre la puerta... Su comportamiento es confuso... casi como si tratara de ser amable.El fleco lo meto detrás de mis orejas y carraspea cuando se sube al coche a mi lado.—Colócate el cinturón y cierra los ojos —me dice.Supongo que era de esperarse. Pero me jode que me trate como a ella.¿Por qué tendría que cubrirme los ojos...?No había forma de escapar...al menos que él me dejara ir.No dije nada y accedí.Su perfume varonil y su aliento me golpeaban mientras me vendaba los ojos.Delicioso... huele bien.—Pensé que harías un escándalo por esta condición para salir.—¿Iba a servir de algo? —le pregunté con el tono endurecido.—Definitivamente perderías todo tu tiempo.—Es lo que creí.——Te adaptas rápido —replica y puedo escuchar su tono de voz burlesco.—No es como que tuviera muchas opciones... —le digo con visible calma en mi tono de voz.No me interesa arruinarme, además después de tanto saldré... estoy emocionada por ver personas distintas.Aunq
Mi mente divaga, trazando líneas en el lienzo en blanco: un hombre herido, con el corazón en las manos. Las mariposas negras y violetas decoran el paisaje como testigos del dolor. La oscuridad lo rodea, pero el sol nace desde otro punto. Su mente es un enjambre de pensamientos oscuros. Con una mano se sujeta la cabeza; con la otra, una navaja. A su lado, la mujer sostiene sus lágrimas de sangre en las manos, con heridas vendadas en las muñecas y los talones, descalza sobre las espinas de rosas que aplastan sus pies. Un vestido blanco manchado de sangre. Pero en medio del dolor, el paisaje es hermoso. Todo sigue en perfecto estado. El mundo sigue su rumbo. Nada se detiene. De pronto... —Debes ir a ducharte, vamos a cenar—suelto un respingo. El aliento de Dante me golpeó el cuello y giro la cabeza buscándolo. Se queda mirando la pintura. —Tienes talento... me gusta lo que veo— Mis ojos lo miran... Traga, y el suave movimiento al tragar me parece... ¿agradable? He evitado m