Alessandro pasó la tarde sumergido en sus números, pero no en los de la reestructuración. Estaba obsesionado con la Doctora Reyes. Mandó a su asistente, Marco, a investigar todo sobre ella: su historial académico, sus trabajos anteriores y, lo más importante, su vida personal. Necesitaba encontrar un punto débil para explotarlo antes de la gala del sábado.—Marco, no quiero solo un currículum —gruñó Alessandro, con el teléfono apretado contra la oreja, mientras observaba el tráfico de la ciudad desde su ventanal—. Quiero la historia. Quiero saber qué demonios la convirtió en un genio de las finanzas y por qué el diablo la puso en mi camino.Justo cuando estaba a punto de colgar, la puerta de su oficina se abrió sin previo aviso.—No cuelgues, hermano. Necesito un favor, y no, no es dinero —dijo Valentina Vieri con su habitual tono juguetón.Valentina era la antítesis de Alessandro. Donde él era frío y oscuro, ella era cálida y caótica. Si bien tenía el mismo impulso empresarial, lo co
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