Novela con contenido fuerte. En mi piel hay miles de cicatrices, muchos horribles recuerdos, algunos bellos que logran contrastar esa horrible oscuridad que hay en mi corazón y es que la verdad nunca pensé hacer esto, ser la asesina más buscada en todos lados. Cuando de pequeña anhelaba ser alguien reconocida, alguien respetable, y lo obtuve, pero ¿a qué costo? Perdí a la persona que más amaba dejándome sola en este mundo con un vacío que nunca podré llenar. Lo que sí tengo claro es que no descansaré hasta vengarme de todos aquellos que se atrevieron a ponerme una mano encima; los que se atrevieron a corromper mi alma dejándome cicatrices de por vida. No descansaré, quiero verlos sufrir.
Leer más—¡Qué! —digo con asombro. —¿Entonces qué quiere? —preguntó confundida. —Mira, Evolet, soy un hombre muy mayor como para tener a una joven como tú por esposa. Eso sería ser un pedófilo y no lo soy. Además, yo no me volveré a casar nunca más. —¿Qué quiere? —Primero quiero que nos conozcamos bien. Hablaré de todo y yo te diré lo que quiero. —Está bien, pero quiero que usted me diga toda la verdad, sin importar la que sea. No quiero que me mienta en nada. —Me parece bien. ¿Qué te parece si empiezo? —Está bien. —Te contaré parte de mi vida. Mi nombre es Miguel Meyer, soy el primer hijo de Bertram Meyer y Emilia Meyer. En total somos dos hermanos y mi padre es mafioso; él está en Rusia, donde yo también resido, pero somos de Alemania. Mi hermano, cuando tenía 15 años, decidió alejarse de este mundo y dejarme a mí como único heredero. A los 23 años me casé con mi primera y única esposa, Amara; ella y yo nos conocimos por negocios de la mafia. Nos enamoramos a primera
POV Miguel Recuerdo cómo Evolet se fue, dejándome con un millón de preguntas, pero saco la deducción de que no se siente preparada para hablar sobre eso. Además de que me está pidiendo que le ayude a vengarse de todos los que la lastimaron y yo me siento tentado a hacerlo. Pero necesito saber, ¿quiénes son? Así estaré prevenido por cualquier cosa. Aunque también se me ocurre algo, no sé si ella estará de acuerdo, pero primero debo averiguar qué le pasó, conocerla más y saber si tiene algún familiar o alguien o un lugar a donde ella quiera ir. Pero en fin, dejaré que ella se tranquilice; por lo menos sé que no intentará escapar. En eso escucho que alguien toca la puerta. —Pase —digo en voz alta. Veo entrar a Franco. Se acerca hasta estar frente a mi escritorio. —Señor, ya hice lo que me ordenó. —¿Qué encontraste? —Me fui buscando el rastro de por dónde provino la joven y, por lo que encontré, ella provino de la fortaleza del señor Riccardo. —Me informa Franco.
POV Clara Ese malnacido es un infeliz. Sabía que tenía una relación con esa mocosa. Lo sabía. Mi sexto sentido me lo decía. Ese nunca me falla. Aunque me alegro mucho de haber matado a ese traidor y a esa niña. Por fin mis problemas se acabarán. Incluso Riccardo me ha presentado como su amada. Sin embargo, lo siento diferente. Porque después de habernos deshecho de esa basura. Tuvimos una noche bastante fogosa. Aunque lo noto distinto. Piensa que no me di cuenta. Que en la madrugada se levantó de la cama y ha pasado horas sentado en ese maldito sofá. Tomando y fumando, que ya la habitación está completamente llena de humo. Que hasta los pulmones me duelen. Estoy completamente segura de que en esta cama fue donde se acostaba con esa zorra. Y ahora se hace el dolido. Porque nunca en toda la vida que llevo de conocerlo lo he visto de esa manera. Y piensa que dejaré pasar lo que hizo. Está equivocado; ahora verá. Me pongo de pie. Colocando lo primero que encuentro, que es una ca
POV Evolet Abro mis ojos lentamente; mi visión es un tanto borrosa. Así que espero un momento para que mi vista se recupere. Cierro los ojos de nuevo. A mis oídos llega un sonido “bip, bip, bip”. Eso es extraño porque ese sonido solo lo he escuchado en los hospitales. Vuelvo a abrir los ojos y esta vez. Al abrirlos, mi visión se torna clara y miro un techo de color blanco y eso hace que me levante de repente al pensar que quizá Riccardo me haya encontrado. Haciendo que me duela el costado. —¡Auch! —gritó de dolor y puso su mano en el costado al recordar que le dispararon. Intento calmarme y ver todo a mi alrededor. Observó una habitación muy elegante; veo los aparatos de hospital, una bolsa que está conectada a mí que quizá sea suero y otra bolsa con sangre, pero esa está vacía y no está conectada a mí. “No creo estar con Riccardo porque si fuera así no me tendrían en una habitación muy elegante como está. Además de que están curando. Pero debo de escapar, no sé dónde
No sé por cuánto tiempo he caminado; tengo ampollas en mis pies de tanto caminar descalza por este terreno lleno de piedras y de espinas. Me he tapado un poco con lo que me queda de la camisa. Pero la herida que tengo por el disparo está sangrando ligeramente y sé que me estoy desangrando porque mi vista se torna borrosa de vez en cuando. A la vez que siento mis labios tan secos y sé que también me estoy deshidratando. Pero continuó caminando; voy pasando por una colina y a lo lejos veo un pueblo y una ligera alegría se apodera de mí. Comienzo a caminar rápido e intentando bajar con cuidado a la vez por la colina. En eso mis ojos se encuentran con los de un hombre y de inmediato noto que trae un arma. Ninguno de los dos se mueve. Rompo con ese contacto visual. Comienzo a apresurarme a bajar de la colina. —¡Hoch! —dice el hombre. No sé en qué idioma me está hablando. No logro entender lo que me dice. No me detengo. Comienzo a sentir como algo baja por mi pierna. Mi
—Hija —veo que pone una hermosa sonrisa. Pero baja su mirada viendo mi estado y su sonrisa se esfuma—. ¿Qué te hicieron, mi niña? —sus ojos se llenan de lágrimas. —Mejor responde por qué me abandonaste.—No te abandoné.—Ja, ja, ja —la risa de Riccardo nos interrumpe—. Veo que eres tan tonta, Evolet. Crees que tu padre, un hombre que, la verdad, no pertenece a este mundo, sería capaz de abandonarte. Te mostraré a la mente maestra de todo esto. ¡Ven! —él grita.Escucho que las puertas se vuelven a abrir y volteo a ver. Mis ojos se encuentran con Clara. Ella camina muy tranquilamente hasta llegar y ponerse a un lado de Riccardo. Y le da un beso en los labios.—Hola, Marcus, y hola, Evolet. Veo que te has portado mal. —Sonríe ladina esa mujer.—Bueno, les presento a mi mujer y la madre de mi hija; ella es la mente maestra y la razón por la cual ustedes dos están aquí.Al oir eso entiendo perfectamente todo porque Riccardo me resultaba tan familiar. No era su hermano si no su amante.—Qu
Último capítulo