Novela con contenido fuerte. En mi piel hay miles de cicatrices, muchos horribles recuerdos, algunos bellos que logran contrastar esa horrible oscuridad que hay en mi corazón y es que la verdad nunca pensé hacer esto, ser la asesina más buscada en todos lados. Cuando de pequeña anhelaba ser alguien reconocida, alguien respetable, y lo obtuve, pero ¿a qué costo? Perdí a la persona que más amaba dejándome sola en este mundo con un vacío que nunca podré llenar. Lo que sí tengo claro es que no descansaré hasta vengarme de todos aquellos que se atrevieron a ponerme una mano encima; los que se atrevieron a corromper mi alma dejándome cicatrices de por vida. No descansaré, quiero verlos sufrir.
Leer másPOV Riccardo Las palabras del bastardo de León siguen grabadas en mi mente y no solo eso, sino la escena donde los vi a los dos muy juntos. No me agrada esa cercanía. Del solo hecho de pensar en ella se me vuelve a revolver el estómago por las bilis. No quiero que él esté cerca de ella. Aunque creo que le estoy dando importancia de más. Mi bastardo no se atrevería a traicionarme. Sabe que si lo intenta, se atendrá a las consecuencias. Mi mente vuelve a enfocarse en mi bella Evolet, recuerdo de cuando fue la primera vez que la vi. Todo se debió a Clara. Ella y yo nos conocimos durante algunos negocios que tuve con su padre. Pero nos separamos y no supe nada de ella hasta que me llegó un mensaje de ella. Estaba feliz de verla de nuevo. Aunque ese sentimiento que sentí por ella no era el mismo. No obstante, no me importó. Con tal de tener una cama cálida donde pasar las noches era suficiente. Supe todo lo ocurrido entre Marcus y Mateo, el padre de Clara. Y seguía sin entender
POV León No sé por qué tengo que estar en estas fiestas. No me gusta ver cómo tratan a las mujeres. Como si fueran un objeto que no siente nada. Algunos son tan malos que dejan a las chicas golpeadas, en terribles condiciones que me hace sentir impotente de no poder hacer nada por ellas. Me decepciona tener esa sangre por mis venas pensar que en un futuro tal vez esto podría ser… No yo nunca podría hacerlo. Veo a todos los hombres que están alrededor de mi jefe. Ellos juegan a las cartas mientras miro a todas las jóvenes rodeándolos. Ver a esas chicas me hace recordar a la joven que traje hace unas horas. Tan joven, indefensa, pero tan linda y pensar lo que le espera esta noche me hace sentir asco. A la vez de una fuerte tristeza e impotencia. Recordar esos lindos ojos azules tan llenos de pureza me saca una sonrisa era tan bella. Sin embargo recordar lo que el infeliz de Riccardo la ha corrompido me hace hervir la sangre. Agarro mi copa de la mesa y me voy hacia el jardín
—Evole… —Oigo la voz de Carol. —Ayúdame a alistarme —le digo levantándome de la cama. —Claro, pero primero ven, iremos a darte un baño y a curarte. Carol me toma de la mano mientras yo me despojo de mis pantalones y comenzamos a caminar hacia una puerta que está dentro de la habitación. Al entrar veo un baño muy lujoso; Carol me sienta con cuidado en una silla y empieza a llenar la tina. Veo que le echa algo al agua. Después se acerca a mí y me ayuda a quitarme los últimos harapos que quedan de mi ropa. Me ayuda a entrar en la bañera y noto que el agua huele a lavanda. —La lavanda te ayudará a relajar tus músculos y a que te recuperes. Ella toma una esponja y empieza a limpiarme los brazos. —Carol. —Le hablo. —Sí, Evolet. —Me responde. —Puedo preguntarte algo. —Sí, claro. —¿Qué debo de hacer para que cuando esté con un hombre no me duela? Ella se detiene y me mira a los ojos. Para asegurarse de que sí escucho bien. —Bueno, debes de tranquilizarte, relajarte e imaginar q
Asiento con mi cabeza, pero estoy confundida por lo que acabo de escuchar. Sigo viendo a ese hombre; cómo se aleja más de mí. Se comienza a quitar el saco y lo deja en el perchero. —Bien, ahora ven, averiguaremos si eres virgen. Al oír eso, rápido me levanto y doy un paso hacia adelante. Corro hacia la puerta intentando abrirla, pero la han cerrado con llave. El hombre me toma del cabello, jalándome hacia atrás. Dándome un golpe en la cara, haciendo que caiga de pecho arriba del escritorio. Quedo un momento aturdida por el golpe; siento como ese hombre me jala de los pantalones, bajándomelos. Intento levantarme, pero él me toma de ambas manos poniéndolas atrás de mi espalda. Siento cómo baja mis bragas y seguido oigo el tintinear de su cinturón, dándome a entender lo peor. —No, por favor —digo entre lágrimas. Le ruego con una voz de súplica. —Te dije que eras mía y que haría lo que yo quisiera con tu cuerpo. Jala de nuevo mi cabello con más fuerza que nunca. —¡Ahhh! —g
—Ella es el pago —dice Clara, señalándome. —¡Qué Los hombres se abalanzan sobre mí y me toman de los brazos. Jalándome hacia la puerta; yo forcejeo con ellos, intentando liberarme de ellos. Pero es en vano, ellos son mucho más fuertes que yo. —No esperen, debe de haber una equivocación, mi padre no es el hombre que buscan, él se llama Marcus Doyle, es una persona de bien. —Intento hablar con ellos mientras me jalan por el estacionamiento, llevándome a una enorme van negra. —Claro que conocemos bien a tu padre y cállate, nosotros solo obedecemos órdenes de llevarte. Me toma de los tobillos y me mete a la fuerza a la ben. Uno de ellos se mete conmigo sentándose a mi lado. Intento bajarme de ese vehículo, pero el hombre me detiene agarrándome del cabello y jalándome hacia atrás. —¡Ahhhh! —En eso veo que pone su pistola en mi rostro. —Más vale que te calmes o me veré obligado a usar esto. Escucho que la puerta del piloto se abre, pero es el otro hombre que entra y pone
Me levanto de mi cama, poniéndome mi bata para cubrir mi desnudez y, con mucha calma, me acerco a la ventana. Observó el paisaje de la ciudad en la mañana. Regresé mi mirada a la cama y observé esas dos figuras masculinas y sonreí ladina al recordar todas las cosas sucias que he hecho con ellos dos. Sin hacer ruido para no despertarlos. Me voy hacia el baño. Abro la llave de la tina y, mientras esta se llena. Me comienzo a quitar la bata y en el reflejo del espejo veo mi cuerpo delgado de piel blanca, senos pequeños, piernas finas y mi cabello rubio que cae por mis hombros. “Mirar esa imagen es bastante desastroso porque tengo 28 años. En mi piel hay miles de cicatrices. Muchos horribles recuerdos, algunos bellos que logran contrastar esa oscuridad que hay en mi corazón, y es que la verdad nunca pensé hacer esto. Recuerdo que de niña anhelaba ser alguien reconocida, importante y respetable. Ahora entiendo que hay que tener cuidado con lo que pides, porque la vida te da eso, pero no