Ellis Spencer pensó que se había librado del legado familiar al convertirse en la Doctora Harris, alejada de la mafia. Pero cuando su padre cae gravemente enfermo y su hermano Ian reclama el poder, se ve obligada a regresar al círculo de enemigos que la espera, incluso en su propia familia. Sin embargo, no será la única sorpresa: el testamento de su padre la nombra la nueva líder de la mafia americana. Obligada a formar una alianza incómoda con Alessandro Bianchi, su enemigo más temido, en un matrimonio forzado, Ellis se enfrenta a un dilema: ¿será él su peor enemigo… o su único aliado? En este juego mortal de poder, todos juegan sucio, y ella está lista para ganar.
Leer más—Ellis,por favor cúbreme,serán solo un par de horas,lo prometo.
La rubia giró el rostro apenas unos segundos,se encontraba revisando los signos vitales de uno de sus pacientes,su turno de 36 horas estaba por terminar. —Temperatura normal,signos vitales en orden. Está usted más fuerte que un toro (guiña un ojo a su paciente anciano de 80) sólo está aquí para conquistarme,ya le dije que estoy casada con mi empleo. —No pierdo la esperanza Doctora. Él le devuelve el guiño. —Estás ignorándome. Melissa sacó un resoplido. Tenía una importante cita en menos de media hora,pero no podía ir porque su turno empezaba al mismo tiempo. —Claro que lo hago,es todo un arte que tengo dominado. La chica la siguió por todo el pasillo y la hizo detenerse una vez más. —Por favor Ellis,este podría ser el amor de mi vida,y tú podrías ayudarme (Ellis puso gesto de ironía,puesto que no era la primera vez que le decía lo mismo) una vez más,amiga. Finalizó al notar que no estaba siendo muy persuasiva —La espalda me está matando,los pies me están matando,vamos que hasta las pestañas me duelen y tú quieres que haga también tu turno,debes estar jugando. Melissa siguió corriendo tras ella… —¡No! Solo dame dos horas,por favor,en dos horas sabré si es el amor de mi vida o uno más del montón. Ellis se paró en seco haciendo que Melissa se golpee en su espalda. —¿Dos horas? Tiempo suficiente para dejar entrar a ese tipo en tus piernas y no para saber si tú ramo serán orquídeas o tulipanes. Melissa se cruzó de brazos,Ellis era la residente más hermosa de la clínica,pero la más mojigata,o eso era lo que ella aparentaba. —Una hora,con una hora bastará (Ellis le lanzó la mirada) Melissa la sostuvo. —Te creo,una hora y empieza a correr a partir de (mira su reloj de muñeca) Rayos,ya está corriendo tu tiempo. Melissa se despide con un beso efusivo y corre a terminar de cambiarse. Era tan fácil para Ellis recibir elogios o regalos de sus compañeros,eran ellos quien necesitaban su ayuda y no al revés. Ese fue el último paciente de su guardia,pero debía colocar una vía. Se dirigió al cuarto de insumos,pero al mismo tiempo un apagón la sorprendió,ya había abierto la puerta,estás se cerraban con un sistema electrónico,así que de soltarla no abriría hasta que la luz volviera y eso podía pasar de inmediato o como en otras ocasiones hasta otro día. Era algo que no quería arriesgar,así que con prisa se quitó el zapato y lo interpuso entre la puerta,esto haría que no se cerrará y con la lámpara de su teléfono se alumbraría. Le pareció escuchar ruido dentro de la habitación,se detuvo un momento,pero al no volver a escuchar nada siguió buscando la vía para su paciente,su mano tentaba todo,la luz del teléfono era escasa. —Le recomiendo no moverse,y no hacer ruido. Una voz masculina la advirtió mientras le apuntaba directamente. “Así que no se había equivocado al escuchar ruidos. De pronto la luz regresó,así que por instinto se giró para ver a su atacante. Él era muy alto,portaba un traje y camisa negra,pero sostenía un arma en una mano y con la otra se cubría una herida a la altura de la costilla. Se notaba bastante peligroso a pesar de su herida. ¡Busquen por todos los pasillos! Ella le volvió a lanzar una mirada con suficiencia. “¿Ahora quien tenía acorralado a quien? —Bien guapa,ayúdame y no te arrepentirás. Ellis sonrió con sarcasmo. —Ya me arrepiento. ¡Por algún lado tiene que estar,búsquenlo! —Te recompensaré bien,pero ayúdame. Se debatió sólo un instante,él estaba herido y su primer instinto era obviamente salvarlo. Caminó hacia la puerta,él le lanzó una mirada advertencia,ella tomó su zapato y se lo mostró mientras apagaba las luces. ¡No está por ningún lado! Los hombres estaban muy cerca y podían escucharlos. ¡Abre esta puerta! Los hombres intentaron abrir la puerta pero fue inútil,se abría solamente por código. Fin de capítulo 1¡Micah! ¿Estás bien?Alessandro se arrastró hasta su hermano. Micah se cubría los oídos, con el rostro contraído de dolor. Negó con la cabeza, sin poder articular palabra. Más allá, entre los escombros y el caos, Luca seguía en pie, alerta.—¡Levántate! —exigió, tirando de él.Micah se puso de pie con dificultad, una mano en el costado. Cada paso parecía dolerle. El bosque no estaba lejos. Si aprovechaban la nube de humo provocada por la explosión, tal vez lograrían escabullirse. Nadie conocía ese terreno mejor que ellos.Alessandro lo sujetó con fuerza. Luca se posicionó a su lado, la mirada entornada, el cuerpo tenso, en modo de supervivencia.—Tenemos que salir de aquí, amigo. Si no lo perdemos ahora… será nuestro final.Luca asintió, sin dejar de escanear el entorno con ojos abiertos.Los árboles estaban cerca. Alessandro empujaba a Micah con fuerza mientras corrían por el pasto húmedo. Luca iba detrás, cubriéndoles la espalda, mirando a todos lados con la mandíbula apretada.—¡No
—¿Qué diablos estás diciendo?El Italiano no comprendía. ¿Cómo que no lo llamara hermano? ¿Qué mierda significaba eso?Se acercó a la silla de Micael, apoyó ambas manos en los reposabrazos y lanzó la pregunta que este había estado evadiendo desde el principio. Micael giró el rostro, intentando evitarla, pero fue inútil: Alessandro le sujetó la mandíbula con fuerza y lo obligó a mirarlo.—¿De dónde sacaste que no somos hermanos? —las palabras salieron apretadas entre dientes, la furia contenida a duras penas.Micael lo miró con el mismo odio de siempre.—Padre. Él me lo dijo en su lecho de muerte.Alessandro bufó con fuerza.No.Era imposible.Su padre jamás le habría dicho semejante disparate. No en su sano juicio.—Eso está mal —espetó, casi con desprecio—. Tiene que ser un jodido error. Padre estaba muy enfermo, sedado hasta el cuello. El medicamento le hacía decir alucinaciones. ¿Por qué diablos pensaste que debías hacerle caso a un moribundo?La palabra retumbó entre ellos: moribu
Micael siempre fue un niño tranquilo, en su niñez casi no habló, solo Alessandro logró estar cerca suyo, el pequeño susurraba cosas al oído de su hermano y éste ordenaba lo que el pequeño pedía. Lo que el líder Italiano no imaginó es que Micael, que había tenido siempre una fuerza admiración por él, ahora, quisiera matarlo. (…) —¡Está despertando! Luca se acercó a Micah para apretar con mas fuerza el nudo que ahora ataba sus manos a la espalda. Éste trató de zafarse inútilmente. —Te sugiero que me dejes ir. Apenas arrastro las palabras. Tenía la frente surcada de pequeñas perlas de sudor. —No puedo amigo, tu hermano—. Dijo haciendo una señal de jefe— Me ordenó que te mantuviera quieto. Ese pequeño gesto le molestó, siempre fue lo mismo con Alessandro, todo tenía que girar en torno a él. Hasta ahora que era su venganza, también su hermano quería ser protagonista. No tuvo que esperar demasiado No tuvo que esperar demasiado. La puerta se abrió con un chillido y por
Para Alessandro, pedirle algo a Ian Spencer era como arrancarse los dientes con la mano. Doloroso y Humillante. Imposible, si no fuera porque se trataba de su hermano. —Dame la oportunidad de despedirme de mi hermano con vida —dijo con voz ronca. Lo dijo sin arrogancia, sin el sarcasmo habitual. Solo una súplica limpia, sin pretensiones Y eso, viniendo de él, ya era milagroso. Micah podía jugar al villano, pero no era tan despiadado como a veces fingía. Ian, en cambio… era otra cosa. El cabrón más loco que Alessandro había conocido. Metódico,Implacable, Un depredador que siempre se deshizo de sus enemigos. Y lo sabía bien: si Micah seguía respirando, era porque Spencer lo permitía. —¿Una jeringa? —bufó Ian, alzándola con desdén—. ¿Esta es tu arma secreta? —Te dije que quería entrar hablándole, no matándolo —gruñó Alessandro, molesto, aunque en el fondo sabía que era una locura confiar en una aguja cuando había rifles esperando allá afuera—. Pero no voy a ir des
Alessandro sacó su móvil y escribió con manos temblorosas: “Sé que la tienes. Te ofrezco el trato que tanto quieres: yo por ella.” El corazón le golpeaba el pecho con furia. Deseó, con toda el alma, que aquello fuera una jodida pesadilla de la que aún pudiera despertar. Pero sabía que no. No había salida. Esa noche, uno de los dos debía morir. Y aunque el destino señalara a su hermano como el que debía caer, la idea le desgarraba por dentro. Porque si él sobrevivía… tendría que cargar con la culpa de haberlo matado. Tenía que sacar a la mujer de Spencer de ahí. Les habían dado su palabra. Juraron que no pasaría nada… y aun así los emboscaron. ¿Cómo pudieron ser tan ingenuos? ¿Cómo carajos no vieron venir la trampa? —Espero que no hayas hecho algo estúpido… como lo que estoy imaginando. La voz de Ellis lo sacó de su ensimismamiento. Se acercó a él con paso firme. Él no se movió. A simple vista parecía tranquilo, pero su postura había cambiado. Estaba tenso, alerta… Cuand
El motor del todoterreno rugía entre los árboles quemados por el sol. Emma mantenía la mirada fija al frente, las manos entrelazadas sobre su regazo, todavía encarnando a Francesca. Cada músculo en su cuerpo gritaba por soltarse, pero no se movió. No pestañeó siquiera.Micah no dijo una palabra durante los primeros dos minutos de trayecto. Se limitó a conducir. Como si estuviera solo.Hasta que frenó.El chirrido de las llantas rompió la tensión, pero no fue lo peor. Lo peor vino después. Micah giró el rostro con esa calma que precede a una tormenta y sacó el arma de su chaqueta sin una gota de prisa. Sin espectáculo.La colocó contra el rostro de Emma. A quemarropa.—¿Sabes qué es lo más patético de todo esto? —preguntó, como quien comenta el clima.Emma lo miró. No se encogió. No suplicó. Solo lo miró como Francesca lo haría: con desprecio y aburrimiento.Micah sonrió de lado. Un gesto breve, seco.—No eres tan buena actriz como crees.El pulso de Emma no se aceleró, pero los ojos t
Último capítulo