Azzura Minniti, hija del poderoso Quintino de la 'Ndrangheta, ha sido entrenada para el crimen y la supervivencia desde su infancia. Oculta entre Italia y Canadá, sueña con reclamar su lugar en Reggio de Calabria. Tras un ataque de la Cosa Nostra, Azzura decide volver a su tierra natal para exigir su derecho y ser aceptada por su abuelo, enfrentándose a un mundo de peligros y traiciones. Baldassare Vitale, el rebelde hijo del capofamiglia de la Cosa Nostra, busca emoción y peligro para escapar de la monotonía de su vida estructurada. Una noche, en una lucha clandestina, se encuentra con una misteriosa mujer que lo desafía con valentía. Intrigado y cautivado por su sonrisa, Baldassare no sabe que esta mujer es Azzura, y que su encuentro desencadenará una serie de eventos explosivos. En un mundo donde la lealtad y la venganza son la moneda corriente, Azzura y Baldassare se ven envueltos en una atracción prohibida y peligrosa. ¿Podrá el amor superar la lealtad familiar? ¿Qué oscuros secretos descubrirán en su búsqueda? ¿Estarán dispuestos a sacrificarlo todo por estar juntos?
Leer másAzzuraBal es una máquina de matar.Estoy admirando cada golpe que da hasta que veo que la luchadora va hacia él. Mi lado territorial se despierta. La alcanzo y le tiro del cabello.—¿Perra, no harás nada? —cuestiona.La luchadora me odia desde que sus ojos se cruzaron con los míos. Lo sentí, igual que sentí cómo ese hombre me juzgó por mi apellido.Estos dos no son santos.«¿Tengo que intervenir para defender a una persona que me insulta?».—Por supuesto —respondo, y le regalo un derechazo en su dura cara.Ella se enfurece y se cuadra. Tira un golpe que esquivo. Tiene guantes de boxeo y yo no, pero eso no me detendrá. Voy a demostrarle a todo Polistena que soy fuerte.No por mi apellido.No por mi hombre.No.Soy Azzura Minniti.Tengo sangue criminale.Nací para luchar.Ningún hombre me domina.Nadie me controla.Solo obedezco a mi corazón.—¡Demuestren lo que pasa si joden con Diavela! —escucho a Itala animarnos—. ¡Mi pareja favorita en el bajo mundo!Eso es suficiente.Itala me cono
BaldassareEntro al gimnasio Stella sosteniendo la mano de Azzura. Neri cubre mi espalda y Terzo nos abre el camino. Nos acompañan también: Amerigo, Narciso y la chica hongo. Los demás se quedaron en La Roca.En esta ocasión no oculto mi identidad. Al contrario, me muevo con naturalidad y les muestro de lo que soy capaz de hacer por mi famiglia. Las personas se retiran con cada paso que damos en sincronía, y a nuestras espaldas se oyen sus murmullos.Escaneo el local y me complace ver que el jefe falso cumplió. Ver que siguió mis indicaciones y que se mueve solo es satisfactorio. Tenemos personal nuevo, y en la entrada nos recibieron los de seguridad.Me fijo que los ojos de la Gazzella se desvían hacia el ring.—Le pusiste rejas —añade sin mirarme y se detiene.—Imaginad por quién las mandaron a poner —tira pulla mi primo.—Para proteger su bonito trasero —comenta Terzo y mira por encima de su hombro.No somos amigos, pero por Azzu nos toleramos.Azzu nos ignora y continúa embobada ob
ItalaRetomo el paso, voy sumida en mi miseria y en cómo me miró Neri. La he cagado en grande. Ese hombre ahora solo me verá como una puttana. Tengo sed, así que me dirijo hacia la cocina. No subo las escaleras; me encamino hacia el otro inmenso pasillo. La Roca es un laberinto andante.El estómago me suena y me sobo la panza. No hemos comido.Entro en la cocina y el aroma a huevo me abre más el apetito.—¡Oh, huele delicioso! —exclamo, y me pasmo al ver a Neri sirviéndose agua.Lolanda se gira con una espátula en la mano y una enorme sonrisa.Merda, mi panza ruge por segunda vez.—Siéntate, que vamos a desayunar —ofrece la empleada, sirviendo el huevo frito—. Neri, agarra esos panes y sírvele a la niña, per favore.Le entrega el plato.Él lo toma sin ningún problema.—¡No te preocupes! —grito, negando con las manos.Mis pies me llevan hacia la barra.Neri trae el plato con tocineta, pan tostado y dos huevos.—Siéntate a comer, tu estómago está rugiendo —ordena, dejando el plato en la
Itala—Es el Don abuelo —confirma mis sospechas Azzu, mostrándole la pantalla a Bal—. No quiero hablar.Hunde sus hombros y se gira hacia el lente.—Estoy en una transmisión.Le da a la pantalla, silenciando el sonido, y guarda el celular como si fuera liviano como un mosquito.—Don abuelo, llama cuando quieras la paz —ataca Azzu, y Bal le devora la boca con un beso.Kenta y Terzo se acercan.El líder del clan Corvi arrastra ligeramente una pierna; la herida de bala aún le roba agilidad, pero no presencia.Se ubican a los lados de Carmina, con las caras alzadas y asesinas.Se ven amenazantes.—El clan Corvi ha perdido —dice a la cámara con la voz contenida—, pero se ha creado del dolor una famiglia.Azzura se acerca y sujeta su mano.Me fijo en que Bal se mantiene quieto. Estoico.La tensión se le nota desde los puños apretados hasta la mandíbula apretada.Está loco por buscar a su mujer, pero no le impide ser ella.Neri se aproxima a su primo y le da fuerzas.Merda, mis ojos no se pie
ItalaLe dejo los puños a Azzu mientras mis dedos se encargan de encender las redes. Estoy con los ojos puestos en el monitor, viendo cómo la sangre se desliza de la nariz del albanés.Verifico que tengamos la ubicación bloqueada y que la transmisión se mueva como la pólvora.Aprecio que las computadoras estén en el lado izquierdo y que mi cuerpo esté de espaldas a Neri. Merda, su pecho tonificado y cubierto de tinta me tentó. Quería pasar mi lengua por su piel hasta bajar a su órgano reproductor.—¡Joder, tenemos encendidas las redes! —grita Guido, sacándome de mis pensamientos cochinos.Observo cómo Azzura lanza puños en la cara del hombre. La habitación de los deseos se tiñe de rojo; Renzo se encargó de darle un aire sangriento instalando una bombilla de ese color.—Primo, te dije que la Gazzella es un peligro —ronronea Neri, y me giro de golpe.Mi cuerpo es un traidor.Me quedo con la boca abierta al ver el tatuaje que tiene en el centro de su espalda: hay una entrada imponente, al
Azzura«Nací con sangue criminale», repito en mi mente.El rostro de Bal está plegado de satisfacción. Lo leo en sus facciones, y eso me alienta. No perderé mi enfoque. He sido entrenada para defender a mi famiglia. Mi mamma no está sola. Me niego a verla sacrificarse por segunda vez. Aunque no quiera, tendrá que aceptar que no me haré a un lado. Mientras tenga vida, sempre la mantendré a salvo.—Pues, avancemos. —Bal me lleva de la mano y se dirige hacia el pasillo que nos lleva al sótano—. Itala nos espera con los demás, pero está muy ansiosa por encender las redes con la papa albanesa —usa el mote que soltó Scarico.—Oye, ¿tienes noticias del famoso Fantasma? —pregunto con indiferencia.Mis ojos se fijan en las pinturas hermosas que pasamos por el pasillo.—Él es un misterio. Cuando quiera vernos, buscará la manera de ponerse en contacto con nosotros —murmura, sin preocupación alguna.—¿Quién pinta estas obras de arte? —La pregunta se escapa de mis labios.Nos detenemos delante de u
Último capítulo