¿Cómo arruinar tu vida en tres sencillos pasos? 1. Postula a un trabajo sin leer la letra pequeña. 2. Descubre que en lugar de cuidar a adorables bebés, debes lidiar con dos mafiosos ridículamente guapos y peligrosos. 3. Enamorarte de uno de ellos. O peor… de los dos. Lo sé, lo sé. Genial idea la mía, ¿verdad? Mi nombre es Eden Blackwood, y solo quería un trabajo decente para pagar la cirugía de mi padre. Pensé que ser una criada era la opción ideal. ¿Qué tan difícil podría ser cambiar pañales y cantar canciones de cuna? Spoiler: mucho más difícil cuando los “gemelos” que debía atender resultaron ser dos hombres intensamente atractivos, demasiado poderosos y con un aura de crimen organizado que te pone la piel de gallina. Dmitry es el hermano rebelde, el que te mira como si pudiera devorarte y no dejar rastros. Nikolai es la elegancia personificada, pero con un peligro latente tras esos ojos fríos. Ambos tienen secretos oscuros. Ambos están prohibidos para mí. Y yo… bueno, yo ya debería estar corriendo en dirección contraria. Pero aquí estoy, atrapada en su mundo. Y no sé si quiero escapar.
Leer másEden
Nota mental: Leer los maldit0s detalles de una oferta de empleo antes de aceptar.
Porque aquí estoy, parada frente a la mansión más impresionante que he visto en mi vida, sintiéndome como una hormiga en medio de un palacio. Lo que supuse que sería una casa elegante es, en realidad, una maldit4 fortaleza con portones de hierro, cámaras de seguridad que me siguen como si ya fuera sospechosa de algo y una vibra general de “aquí se desaparece gente y nadie hace preguntas”.
Genial.
Miro mi teléfono por quinta vez, asegurándome de que la dirección sea la correcta.
Definitivamente lo es.
Respiro hondo. «Tranquila, Eden. Esto es solo una entrevista de trabajo. Vas a entrar, sonreír y conseguir ese empleo de niñera que va a salvar la vida de tu padre». Después de todo, cuidar bebés no puede ser tan difícil. Los alimentas, los duermes, los mantienes con vida. Si te están ofreciendo cinco mil dólares al mes, deben ser gemelos demoníacos o algo así, pero puedo con eso.
La verdad es que estoy desesperada. El tipo de desesperación que te hace considerar trabajos que, en otras circunstancias, jamás aceptarías.
Mi padre necesita una cirugía urgente, y el dinero que tengo en mi cuenta apenas alcanza para pagar el alquiler de este mes. Las facturas médicas se apilan en la mesa como una sentencia de muerte y llevo semanas buscando empleo sin éxito. Restaurante tras restaurante, tienda tras tienda… siempre la misma respuesta: lo sentimos, pero ya hemos contratado a alguien más.
Así que cuando vi la oferta de trabajo en internet que decía algo así como:
"Se busca niñera. Pago generoso. Residencia incluida. Experiencia deseable, pero no indispensable."
No me lo pensé demasiado, no tengo tiempo para ser quisquillosa.
Apreté los labios y rellené la solicitud. Días después, cuando mi teléfono vibró con un número desconocido, mi estómago se tensó.
—¿Señorita Blackwood? —La voz al otro lado era grave e imponente.
—Sí, soy yo.
—Preséntese esta tarde en la mansión Volkov.
Mi corazón se detuvo por un segundo.
Volkov.
Ese apellido me sonaba… de alguna parte. Pero antes de que mi cerebro pudiera hacer la conexión, la llamada terminó.
Miré la pantalla. Luego la habitación destartalada en la que vivo. Luego las facturas esparcidas sobre la mesa.
Tengo que hacer esto.
Así que me levanté, me puse mi ropa más decente (que sigue sin ser demasiado impresionante) y me preparé para venir a la mansión.
Ahora estoy aquí, debatiéndome si salgo corriendo o no, pero antes de que pueda cambiar de opinión, la puerta se abre con un clic metálico. Un hombre mayor, vestido de mayordomo (porque claro, esta casa grita tenemos sirvientes), me observa con expresión neutral.
—Señorita Blackwood —dice con voz grave. —Sígame.
Me trago el nerviosismo y entro.
Lo primero que noto es el silencio. No hay risas de bebés, ni juguetes por el suelo, ni el típico caos infantil. Solo mármol negro, candelabros opulentos y una atmósfera tan lujosa como intimidante.
Un nudo de ansiedad se me forma en el estómago, pero me obligo a mantener la compostura.
—¿Dónde están los niños? —pregunto, sintiéndome cada vez más inquieta.
El mayordomo se detiene en seco y me lanza una mirada como si acabara de decir la cosa más absurda del mundo.
—Eh… el ama de llaves le explicará lo que tiene que hacer, si los señores la aprueban antes.
¿Los señores?
Antes de que pueda preguntar a qué demonios se refiere, me guía hacia una oficina. La habitación es tan elegante como el resto de la casa, pero el aire se siente más… denso. Como si aquí dentro las reglas fueran más estrictas.
Y la mujer que me espera al otro lado del escritorio confirma mi teoría.
Tiene el porte de alguien que podría matarte con solo una mirada. Su cabello rubio y salpicado de canas está recogido en un moño tan tenso que probablemente ni el viento se atrevería a despeinarlo. Sus ojos de un azul cortante me estudian con la precisión de un láser.
Definitivamente no es americana.
—¿Tú has solicitado el empleo? —pregunta con un acento marcado y una voz que no deja espacio para tonterías.
—Sí, señora…
—Puedes decirme Nadezhda.
—Señora Nadezhda, le aseguro que tengo experiencia. —Eso es una gran mentira, lo más cerca que he estado de un niño es cuando paso por el colegio que queda de camino a mi casa, pero ella no tiene por qué saberlo—. Cuidaré muy bien de los gemelos Volkov.
Nadezhda entrecierra los ojos con un brillo de… ¿diversión? No, imposible.
—Los gemelos Volkov son muy inquisitivos con el personal con el que trabajan. Espero que no le importe que la investiguen, es solo para asegurarse de que es una persona de fiar.
Oh, genial. ¿Investigarme? ¿Qué van a hacer? ¿Buscar mis fotos vergonzosas de F******k de cuando tenía brackets?
—Ah, no, está bien —respondo, tratando de sonar tranquila, aunque por dentro ya estoy reconsiderando mi vida—, pero no entiendo, ¿se refiere a los padres?
Nadezhda me observa con la misma expresión de “eres una idiota” que el mayordomo.
—¿Los padres? Bueno, por supuesto, el señor Volkov también quiere que todo el personal sea de completa confianza —dice con tono calculador—, pero él muy pocas veces viene a Estados Unidos.
Parpadeo. A ver, espera.
¿Un padre que ni siquiera vive en el mismo país de sus hijos? ¿Cómo funciona eso?
Cada vez entiendo menos esta situación, pero antes de que pueda preguntar algo más, me pongo de pie con decisión.
—Bueno, ¿dónde están los bebés?
El silencio que sigue a mi pregunta es extraño. No incómodo o tenso, solo es extraño.
Pero no tengo tiempo de analizarlo, porque justo en ese instante, la puerta se abre de golpe y dos hombres entran.
No son bebés, mucho menos unos niños. Son dos hombres adultos, jodidamente guapos y con un aura de peligro que pone mi piel en alerta máxima.
Uno tiene el cabello ligeramente despeinado y una sombra de barba que lo hace parecer un seductor profesional, pero su mirada oscura fría y penetrante parece calcular cuánto valgo… o si soy una molestia innecesaria. El otro es más político y elegante, con un traje perfectamente ajustado y ojos afilados que me recorren de pies a cabeza con diversión descarada.
Mis neuronas hacen cortocircuito y mi garganta se seca. Luego, el de la barba sonríe de lado y dice con sorna:
—¿Así que tú eres la nueva criada?
…¿Qué?
Mi cerebro se reinicia. El empleo decía Criada. No niñera. Criada.
Oh, mierd4.
CAPÍTULO 7: DEMASIADO CURIOSADmitryUn par de horas después de que la yáblaka cruzara la puerta de mi oficina, me alisto con las llaves en la mano. Salgo sin prisa, pero con un propósito claro. Subo a mi auto, enciendo el motor y conduzco hacia el hospital.Pensé que tenerla bajo mi techo sería como domesticar a un cachorro (ingenua, fácil de controlar, inofensiva). Pero he cometido un error de cálculo. Eden no es un simple animalito indefenso. Es curiosa. Demasiado. Y la curiosidad en el lugar equivocado no es una virtud, es una sentencia.Cuando llego al hospital inmediatamente me llega el olor a desinfectante y enfermedad, un hedor penetrante que se aferra a la ropa recordándome la fragilidad humana. Camino por el pasillo sin prisa, con las manos en los bolsillos y la mirada fija al frente. Los enfermeros bajan la vista al verme pasar. Sus miradas esquivas y los cuerpos tensos no son por un miedo irracional. Es instinto de supervivencia.Cuando abro la puerta de la habitación, el
CAPÍTULO 6: DESCUBRIMIENTOS INQUIETANTESEdenIntento concentrarme en mi rutina, voy a la cocina, limpio los pasillos, busco distraerme en cualquier cosa que me haga olvidar lo que pasó en el hospital, pero no puedo sacarme de la cabeza la imagen del hombre muriendo frente a mis ojos. Y lo peor de todo es que sé quién le dio esas maldit4s flores. Dmitry no me pidió que lo hiciera porque le preocupaba su bienestar, ni porque le tuviera aprecio. Me usó. Y yo, como una completa idiota, seguí sus órdenes sin hacer preguntas.La opresión en mi pecho se vuelve insoportable. Me aferro a la escoba como si fuera un seguro mientras respiro hondo. Nada de esto tiene sentido. No sé en qué me metí, pero sé que no es bueno. No puedo permitir que me enreden en algo que no comprendo. Si quiero respuestas, tendré que encontrarlas yo misma.La oportunidad se presenta más rápido de lo que esperaba. Una de las criadas menciona que Dmitry salió hace unos minutos y que probablemente no regresará hasta tard
CAPÍTULO 5: UN FREEZER DOMINANTEEdenSigo a Dmitry con el corazón golpeándome en el pecho, convencida de que no se ha dado cuenta. Trato de no hacer ruido pegándome a las paredes del pasillo del hospital mientras avanzo con cautela. Parece absorto en lo suyo, con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero, camina con esa postura relajada, pero letal al mismo tiempo. No sé por qué lo sigo, es una mala idea, lo sé, pero hay algo en él que me inquieta demasiado. Algo que no puedo ignorar.Pero de repente, al doblar una esquina, ya no está. Frunzo el ceño, buscando con la mirada. ¿A dónde demonios se fue? No hay ninguna puerta cerca, ninguna salida… Me detengo por un segundo, confundida, pero antes de que pueda reaccionar, una presión en mi garganta me corta el aliento.Un jadeo ahogado se escapa de mis labios cuando me golpeo contra la pared. Dmitry me tiene atrapada con una de sus manos firme en mi cuello sin apretar lo suficiente para asfixiarme, pero sí para que entie
CAPÍTULO 4: EL PECADOR DESCARADOEdenDespués del desastre de la ducha y mi humillante encuentro con Freezer, solo quiero enterrarme bajo las sábanas y olvidar que existo. Por suerte, mi cama es tan cómoda que apenas toco el colchón, me hundo en un sueño profundo.Al día siguiente me levanto antes de que salga el sol. La señora Nadezhda me dejó claro que debía levantarme temprano, y si hay algo que no quiero hacer es darle más razones a Freezer para querer despedirme.Después de vestirme con el uniforme (que no está nada mal, pero tampoco es como si me encantara verme como una sirvienta sacada de una fantasía perversa), bajo a la cocina.Una de las criadas, una mujer de unos cuarenta años con rostro amable me da indicaciones rápidas:—Tienes que preparar el desayuno para los señores y limpiar los platos después.Asiento sin protestar. No puede ser tan difícil.Encuentro los ingredientes y me pongo a cocinar. Huevos, tostadas, café… Nada fuera de este mundo. Me concentro en mi tarea,
CAPÍTULO 3: TORPEZAEdenLa señora Nadezhda me observa con paciencia, pero también hay una advertencia en su mirada.—No es necesario que destruya su celular —dice en voz baja, como si estuviéramos conspirando—, pero manténgalo apagado todo el tiempo.Levanto una ceja.—¿Y si me llaman de algún otro trabajo?Ella suspira como si le doliera la cabeza.—Señorita Blackwood, este trabajo paga cinco veces más de lo que ganaría en cualquier otro lado, incluye residencia y comida. Si piensa en irse, le sugiero que lo reconsidere.No sé si lo dice porque le preocupa mi bienestar o porque le da pereza buscar otra criada.—Está bien, lo apagaré —acepto, aunque sigo sin entender por qué tanto secreto con un simple teléfono.Nadezhda asiente con aprobación y me hace un gesto para que la siga. Caminamos por un pasillo elegante, con pisos de mármol tan brillantes que me da miedo resbalarme. Finalmente, abre una puerta doble y me deja entrar.Lo que veo me deja sin aliento. Este cuarto es más grande
CAPÍTULO 2: DOS LEONES QUE ME OBSERVANEden¡Dios mío! ¿Cómo pude leer mal el anuncio?¿Decía criada o niñera? Ahora no estoy segura. Tal vez mi cerebro, desesperado por encontrar una solución a mis problemas, vio lo que quiso ver. No es que tenga algo en contra de limpiar, pero si me hubieran dado a elegir entre cambiar pañales y trapear pisos, habría elegido los pañales, porque los pañales no te miran como si pudieran devorarte viva.Trago saliva mientras mis ojos saltan de un gemelo al otro. Esto tiene que ser un malentendido.Sí, seguro que en algún momento alguien va a salir de la nada y decir: Ja, ja, era broma. Los gemelos Volkov son bebés regordetes de un año y medio con sonajeros, no dos rusos mortales con trajes de miles de dólares y miradas que podrían arrancarme el alma del cuerpo.Pero no. Nadie aparece. Nadie me despierta de este mal sueño.Y para colmo, la señora Nadezhda, mi única posible aliada en esta locura decide que este es el momento perfecto para huir de la esce
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