DANTE:
Los niños están tomando una siesta. Tengo un monitor con todas las cámaras de la casa, a excepción de la de nuestra habitación. De hecho, Sol en todo este tiempo no lo sabe y jamás se lo diré.
Es mi pequeño secreto.
Porque me gusta verla, observarla en todo momento, a cada instante, cuando estoy lejos o cerca, no importa. Cuando se encierra enojada conmigo. Mi nivel de obsesión es enfermizo, pero me gusta estar así.
No es vigilancia, es necesidad. Como la medicina de un paciente psiquiátrico. Saber que mi mujer está bien es mi oxígeno. Si dejo de mirarla, dejo de respirar.
Porque si me aburro de algo, simplemente no me importa y nunca más vuelve mi mirada a eso. Pero con ella es distinto... es imposible que me aburra de esa carita tan linda.
Me gusta mi mujer. Adoro cómo se ve, cómo huele, cómo se viste, cómo habla, cómo camina con elegancia. Su cabello rubio, su sonrisa que me enloquece, cómo gime, cómo grita.
Me obsesiona mirarla distraída, o comiendo, o cuando juega con los