Retrato de un hombre cruel.
Retrato de un hombre cruel.
Por: Dayrin
La deuda.

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Este libro contiene violencia, escenas +18 crudas y sin piedad.

No soy responsable, si tu estabilidad emocional se va a la m****a después de leer esto.

Si no es suficiente para ti, no se que más lo sea.

Dedicado a todas las que prefieren ser amadas de formas oscuras y extrañas...

El amor sano no es para ti.

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—¡Aaaaagghhh, basta!— el dulce sonido del dolor.

—¡Shhh!— le coloco un dedo en los labios y empiezo a reír.

Generar violencia me hacía sentir tan bien. Saber que yo tenía el control de todo, lo hacía tan divertido.

Por eso unos me llamaban loco y otros, hombre cruel.

—El dolor es mental... pero el dinero que gastaste en apuestas y follar putas no era mental, ese sí era real, ¿entiendes la diferencia de ambas cosas? O prefieres que te las explique nuevamente, Dr. Emiliano Thunder—

Al parecer toqué una tecla dolorosa. La esposa, con la mirada clavada en mí, me mira sin pestañear, abrazando al niño.

Camino con calma hacia una silla, mientras dos de mis hombres lo sostienen por el cabello y los brazos.

La sangre gotea de su nariz, su boca y su mejilla derecha.

Me doy un sorbo de Ron, haciendo una mueca sutil por el ardor, al sentir cómo el líquido quema mi garganta.

—Entonces... mi dinero. ¿Cómo saldarás esa deuda? Hoy es el último día para pagar. ¿O pensaste que estaba mintiendo?—

Aprieto mis puños y observo mis nudillos ensangrentados y las puntas de mis costosos zapatos de cuero también.

—¡fuck! Estos zapatos cuestan más que tu vida y los arruinaste. Quisiera limpiarlos con tu cara, pero está sucia igual—

—T-te dije que lo voy a pagar, dame más tiempo... solo eso... te lo suplico— masculla entre llantos asustado.

Tartamudea, como todo mentiroso que sabe que no tiene un centavo para pagar.

—¿Más tiempo dices?—me levanto de la silla. Me empiezo a aburrir.

—Qué cosas más sucias salen de esa boca mentirosa—saco mi navaja favorita y juego con el hueco que entra mi dedo, dándole vuelta.

—P-por favor... Dante... dame otra oportunidad—

Y con calma, después de dejar el vaso sobre la mesa, doy unos pasos hasta acercarme a él y colocarme a su altura.

—¿Ves a tu patética esposa? ¿No te duele que esté en esta situación con una pistola en su cabeza por tu culpa, junto a tu hijo?... aunque mirándola bien— Saco de mi bolsillo un cigarro y lo enciendo.

—Ja, es igual a ti. Solo una desquiciada vanidosa se queda al lado de un ser tan repugnante como lo eres tú. Es más que obvio que ella sabe que no le eres fiel a nada en esta vida—

Suelto unos copos de humo en su cara y me doy unos golpecitos en la frente.

—Pero... ya sé cómo vas a pagarme...— la malicia en mis palabras eran más que obvias.

El sabe de mi buena fama o bueno... mala fama para algunos.

—¿C-cómo?— preguntó mostrándose ingenuo.

—Voy a cortarte por partes— gritó alarmado. Sabe que no estoy jugando.

—por favor, Dante... por favor—

Uno de mis hombres se acercó y me susurró.

"la hija mayor ya regresado"

—Eso es maravilloso. Que venga a ver este espectáculo. Dame otra navaja, esta no esta tan afilada—

Pero justo cuando tomo la navaja.

La puerta es abierta y una chica de aproximadamente 1.70 escoltada por dos de mis hombres se presenta frente a mí.

—No... ¿que hace ella aquí?— gimotea su padre.

Podía ver ese pánico creciente en su mirada. El terror en su rostro, sus ojos muy abiertos.

—Mamá... papá— sus ojos se llenan de lágrimas viendo la escena de terror.

—¡oh por Dios!— grita exasperada.

—¡Vaya! Toda la familia reunida... me tomé el atrevimiento de mandarla a buscar a la escuela. Espero que no te moleste Emiliano— arqueo una ceja divertido.

Me levanto con una sonrisa de victoria, mirando a la chica fijamente, sin pestañear. Ladeo la cabeza ampliando más la sonrisa, detallando parte por parte su cuerpo.

Mantengo los brazos cruzados.

—¿Qui-én es usted?— observa en mi mano la navaja.

—¿P-por qué golpea a mi papá?— llevo el cigarro a mi boca.

Suelto el último copo de humo y me relamo los labios.

—¿No sabías que a tu papá le gusta jugar con chicos malos?— frunce el entrecejo.

—No, mi padre no juega con chicos malos, él es un hombre ejemplar y desent...— La risa de burla me ataca.

—Acércate...— ella duda y mira a su familia

—No me gusta hablar dos veces... ven—

No me hace caso, está tan nerviosa que no se atreve a moverse, pero no me importa.

—¿Sabes qué?, dispárale en la pierna—

—¡No!—

—¡ahhhhh!— el grito del sufrimiento que es música para mis oídos.

—¡por Dios!—grita la madre con la voz pastosa, el chico más pequeño llora sin consuelo y su hija por igual.

—Lo próximo sería arrancarle un brazo. Ven aquí— sus ojos me miraron muy abiertos, con gran sorpresa.

—No, yo hago lo que usted quiera. Por favor ya no le haga más daño, se lo suplico—

Mmmh... sus lágrimas por alguna razón se veían sinceras. No tenía idea de quién era yo ni de quién era el asqueroso de su padre.

—Buena chica, ven a mí— sus piernas se mueven solas y se acerca cabizbaja.

Levanto su mentón con dos de mis dedos rojos por la sangre y tiembla aún más.

—Tu papá me debe dos millones de dólares y no quiere pagarme. El papito perfecto que creías tener es un viejo asqueroso que le gustan las chicas con más o menos tu edad. Eso si es repulsivo— carraspeo.

—No... no te creo nada. Mi padre es un gran doctor — se llena de valor para hablarme, es una niña tonta.

Pero sonrío de forma retorcida.

La pego a mi pecho en un movimiento rápido, logrando que su espalda quede pegada a mí y mi ante brazo se envuelva en su cuello.

Tomo el mando y enciendo la televisión mostrándole a su padre teniendo sexo con una mujer que no es su madre.

Ella solo voltea el rostro y llora con dolor sosteniendo mi brazo y la obligo a mirar.

—No dejemos de ver... mira, ¿no es ese tu héroe?—

—Por favor, deténgase— llora y el temblor en su cuerpo me causa gracia.

Me acerco mas a su oído y le susurro con maldad.

—No tienes por qué llorar... no tienes idea de lo que hacen las personas con apariencia perfectas como lo es tu padre— le paso el pulgar por las mejillas.

—No me toque—dice.

La escena de su familia en esa situación se que es algo terrible para alguien que apenas está empezando a vivir. Me imagino que nunca imaginó que su héroe era un bastardo.

—Bien—

La empujo y cae en los brazos de uno de mis hombres.

—Te estás desangrando y es asqueroso— digo, con los ojos vueltos a Emiliano.

—Dante...no tenías que mostrarle ese video a mi hija. Sácala de esto... déjala en paz— respira con dificultad.

—Papá, no te esfuerces en hablar, por favor. Tienes que ir a un hospital—

—Que conmovedor— me llena de ira.

Doy unos pasos hacia él, y una idea brillante llega a mi cabeza.

—Me llevaré a tu hija hasta que me pagues lo que me debes. Cuando tengas mi dinero a mano, entonces te la devuelvo.— niega sin fuerzas, como si su miserable culo se podría levantar del suelo y detenerme.

—N-o, mi hija estudia y tiene una vida fuera de todo esto. No la manches...—una tos lo ataca.

—apenas tiene diecinueve años... cof— me rio y lo miro.

—Tú no estás para escoger. Agradéceme que te estoy dando una oportunidad para vivir. Vas a llamarme cuando tengas dos millones de dólares a mano, de lo contrario, no intentes llamarme o te aseguro que no volveré de forma pacífica como hoy. Y tranquilo, no voy a tocar a tu "princesa"— el sarcasmo en mi voz es notorio.

Me levanto y vuelvo hacia ella. La tomo por un brazo arrastrándola fuera de la oficina.

—¿Qué me harán?— dice con un atisbo de miedo suficiente para que yo sonriera.

Me gustaba cuando tenía el control como si fuera Dios.

—Serás el pago momentáneo de tu padre. Una garantía de que mi dinero vendrá a mis manos. Claro si te quiere, te salvará—

—Q-qué... mamá, por favor...—con la mirada pidiendo auxilio le grita a su madre.

Está aterrada.

Me gusta.

—No quiero ir...— llora perdiendo la voz en un hilo de dolor.

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