Mundo ficciónIniciar sesiónÉl la dejó ir creyendo que jamás lo amó. Ahora lo sabe todo… y está dispuesto a recuperarla, cueste lo que cueste. Gema huyó con el corazón roto, un hijo en el vientre y la firme decisión de no mirar atrás. Pero Kyrion Dellinger no es un hombre que sepa perder. Mucho menos cuando se trata de la única mujer que logró colarse en sus huesos… y que va a darle un hijo.
Leer másKYRION
Aprieto el periódico entre mis manos. Es una maldita estupidez. Ella no es ese tipo de mujer, lo sé. Pero me perturba verla abrazando a otro que no soy yo.
¿Pero por qué iba a importarle lo que piense, aunque siga siendo su esposo?
Río con frustración. Estoy cayendo en la misma estupidez que no le perdono a nadie: hacerme preguntas con respuestas obvias.
Tiene que volver. Me está afectando. No sé cómo manejar esto.
Ahora entiendo que un rey sin su reina puede terminar perdiendo, aunque suene patético. Solo ella puede dañarme. Y lo está haciendo. Con su silencio.
La puerta se abre y me acomodo la camisa. Finjo que estoy calmado. No funciona. Winston lo nota en cuanto entra.
—No te ves nada bien. ¿Celos? —señala el periódico destrozado.
—No seas idiota. ¿Lograste hacer lo que te pedí?
—Claro. Ahora eres el socio mayoritario de…
—¿Te aseguraste de que ella sea la secretaria?
—Así es. Hice todo tal cual lo pediste —se sienta y cruza las piernas—. Hay algo que no comprendo, Kyrion… ¿Cómo es que vas a lograr que vuelva contigo? ¿Vas a usar tu influencia en la mafia?
Se echa a reír… hasta que azoto el puño sobre el escritorio. El estruendo retumba por toda la oficina.
Él se acomoda, carraspea y ajusta la camisa.
—Sabes mejor que nadie que no debes mencionar esa parte de mi vida. Sean las circunstancias que sean. En cuanto a ella, es mi esposa y debe estar a mi lado.
Tomo aire con la mirada fija en el suelo. No es momento para más frustraciones.
Tengo claro que la dejé ir, pero descubrí que lleva consigo lo único puro y bueno que he hecho en esta vida.
—Eso no te da derechos. Y menos cuando la dejaste ir pensando que te acostaste con Cannie. La dejaste creer esa mentira: te dio lo que querías, tu libertad.
—No dormí con Cannie. Ni con ninguna mujer desde que ella y yo… Olvídalo. ¿Tienes las fotos?
Asiente. Saca de su abrigo un sobre y lo deja sobre el escritorio.
Lo abro despacio. Me pongo de pie con la primera foto en la mano. Su vientre está grande. Cinco meses. No hay duda: es mi hijo.
Sigo viendo las fotos y llego a esa maldita imagen que me tiene comprando empresas y moviendo influencias.
Sé que se fue por mis estúpidos actos. Que, según ella, jamás volverá a mi lado.
Pero se equivoca.
Es mi mujer. Lleva a mi hijo en el vientre. Y me importa una m****a que el acuerdo que la convirtió en mi esposa se haya terminado.
Veo el resto de las fotos. Se ve demasiado bien y eso no es bueno, sobretodo porque hay algo en su mirada que no tenía cuando estaba conmigo. Serenidad. Esa paz que le quité.
Ahora que sé todo. Que no era la interesada que creí cuando mi padre me pidió que me casara con ella para que pudiera obtener la residencia…
Ahora que sé que me amó.
Ahora que dice que no me ama, aunque sé que miente, esto ha despertado emociones que no sabía que podría sentir.
Por eso estoy aquí. Por eso compré el edificio en el que vive.
La empresa en la que trabaja. Soborné a su médico. Chantajeo y me deshago de los hombres que intentan acercarse.
Lo que es mío… lo reclamo. O lo borro.
—¿Podrás quedarte al frente? —le pregunto a Wiston, volviendo a la conversación que me fastidia tener. No tendría que estar aquí.
—Es una locura, Kyrion. Creo que deberías dejarlo así.
—Gema es mi mujer. No hay nada que dejar así.
Se pone de pie.
—Si tu padre estuviera vivo, te diría… no, te prohibiría acercarte a ella. La dañaste y le prometiste cuidar de ella. Sí, es evidente que es… que fue tu esposa. Lo fue porque la tuviste durante dos años. Pero vamos, amigo, no tienes nada que recuperar. Sabemos que no le demostraste amor, no hiciste nada que le diera a entender que te importaba. Para ti, no era nadie. ¿Por qué ahora?
—No metas a Nathaniel en esto —evito una respuesta, porque sé que tiene razón, pero la razón y yo nunca hemos sido amigos.
—Como quieras. ¿Cuándo quieres que asuma la gerencia?
—Mañana.
—Bien, mañana estaré aquí. ¿Algo más que necesites, jefe?
Niego con la cabeza. Es más que un empleado, es un amigo, pero no estoy para sus bromas.
Cuando sale, voy directo al archivero. Busco la investigación.
Mi estúpido error.
Dos años creyendo la mentira de que había venido a buscar fortuna. Pero no. Solo huía de sus secuestradores.
La dejaron sin nada… y yo no la recibí bien.
Mataron a su familia y no solo lidió con mi indiferencia y su dolor.
La cargué de desamor.
La traté como una intrusa en mi mundo. Como una obligación. Como una más a mi merced.
La odié cuando me vi en la necesidad de comprometerme para saldar la deuda de vida de mi padre con el suyo.
Pero ahora… ahora no puedo dormir, si no sé si comió, si se sintió mal, si alguien la miró de más en la calle.
Nadie va a tocarla. Nadie va a quedarse con lo que me pertenece.
Acaricio su rostro en la foto.
Una sola noche la tuve entre mis brazos. Y ese recuerdo me castiga más que su desprecio, porque fue suficiente para crear la vida que intenta ocultarme.
Cojo el periódico. Miro al imbécil con el que sale.
El titular:
"La abnegada exesposa de Kyrion Dellinger espera a su primer hijo.
Parece que alguien hizo en poco tiempo lo que no logró hacer el empresario en dos años de su fracasado matrimonio.
No hay que olvidar que la ruptura se debe a la infidelidad del flamante empresario con su exnovia.
Su pobre y pueblerina esposa no lo soportó y le pidió el divorcio. Pero siguen casados.
Se sabe que se debe a la manía de Kyrion por ponerle su sello a lo que considera de su propiedad.
Es terrible ser reemplazado. ¿Cómo creen que el empresario se tome esta noticia?"
Aprieto el papel en mis manos.
Es una suerte que sé que soy el padre de su hijo.
Que sé que el imbécil es gay.
De lo contrario, lo haría arder por poner sus sucias manos sobre mi mujer. Sobre mi hijo.
No soy un hombre que se rebaje a suplicar. No pienso darle muchas opciones.
Me reclino en la silla. Exhalo despacio.
Soy un hombre frío. Temido. Uno que nunca ha sentido temor.
Pero debo admitir que mis latidos se aceleran al saber y tener la certeza de que no va a querer verme, mucho menos volver conmigo.
Lo dejó claro hace cinco meses, cuando la visité para proponerle un trato y me cerró la puerta en la cara.
Me dio risa su fingida dignidad cuando quise comprar la apariencia de que seguíamos juntos.
No sabía lo que sé ahora, ni tampoco estaba dispuesto a aceptar lo que siento.
Cree que hará su vida.
Que me dejará fuera de sus mundos.
Parece que ignora que nadie me quita lo que es mío.
Y ella no va a irse de mi vida.
A negarme a nuestro hijo.
Muevo el anillo en mi dedo.
Hace un mes que me lo puse.
Que la he seguido y estoy al tanto de todo.
Que veo, desde el baño del consultorio, los controles de mi hijo.
Que hago que su idiota amigo gay la colme de detalles y cubra sus necesidades.
He estado ahí aunque no lo sepa.
Es momento de que lo haga.
Decidí que la quiero de vuelta conmigo, incluso si tengo que comprar o hacer arder la ciudad.
Mañana voy a presentarme como su nuevo jefe.
No lo sabe… pero tampoco tendrá la oportunidad de renunciar, que seguramente será lo primero que se le ocurra al verme.
Me aseguré de que no pueda hacerlo.
Es mi plan para recuperarla.
KYRION—Es mejor que no lo sepas.—No me trates como a una niña, que no lo soy. Quiero saberlo. No quiero estar ignorante en tus planes.—Créeme, es mejor que no lo sepas. Solo debes saber que voy a solucionarlo.Se recuesta con nuestro hijo en brazos. Lo alimenta una vez más antes de dormirse, con la mano sujetando la cuna a su lado. No quería alejarme, pero debí hacerlo en algunas ocasiones, aunque pasé las horas observando a mi hijo y a la familia por la cual estoy dispuesto a cambiar.Llamo y me mantengo informado. Patricio aún no ha confesado nada, pero no importa. Ya lo hará. Y si no, igual será útil.Cuando amanece, tengo a Alekxer en brazos. Lo alimenté y, con ayuda de la enfermera, cambié su pañal. Ella se despertó, calmada, se organizó y esperamos la llegada de sus padres, quienes estaban en casa, organizando el espacio para su comodidad.Los evalúan una vez más para darles el alta, mientras su madre y su padre le ayudan, permitiéndole apoyarse en ellos. Yo camino adelante c
KYRION—¿Tenemos otra opción?—No. Al menos hasta que esté seguro de qué hacer y contra quién.Besa a nuestro hijo y se disculpa por la vida que cree que tendrá.—Debí ofrecerte una vida mejor. Te mereces una madre mejor.—No hay nadie mejor que tú para ser su madre, Gema. Te prometo que voy a solucionarlo.—Esta vez voy a confiar en ti... porque él está en medio. Y si algo pasa, si nos separan, yo no podré sobrevivir. No a esto.No digo nada. He dicho mucho y hecho poco. Ella sigue esforzándose, pero no consigue que el bebé quede satisfecho.La doctora ingresa. Dice que debo comprar una fórmula. Por suerte, sus padres llegan antes de que salga. No voy muy lejos, consigo lo que pidieron y regreso de inmediato.Habla con sus padres. No se queja, pero parece lamentar muchas cosas, y molesta saber que estoy entre esas cosas... aunque no lo dice.Llamo antes de ingresar. La experiencia de darle a nuestro hijo la leche de fórmula me resulta inigualable. El modo en que se estira, sus gestos
KYRIONEjerzo presión sin importar que la gente comienza a alarmarse.—Kyrion —insiste ella.—Lo arreglaré, Gema —digo sin medir mi tono.—Lo sé, pero... Alekxer va a nacer.Levanto la mirada y sigo la suya. Su fuente se rompió.Lo levanto y encuello.—¿Puedes caminar? —le pregunto.Asiente. Saco efectivo y lo dejo sobre la mesa. Nos dirigimos hacia el auto.—Lo siento. Son mi prioridad. Pero no permitiré que este imbécil haga una estupidez.Ella suspira. Sube al auto. Subo a Patricio, le arranco el cinturón, lo ato y paso atrás.—Llegaremos pronto. Pórtate bien —beso su vientre.Ella me sujeta del cabello.—Si no subes ya, se pondrá feo.Espero a que lo suelte y lo hago. No grita, solo hace gestos de dolor. Se inclina, se sujeta. Llamo a Oratio. Le pido apoyo para que envíe a alguien por Patricio.No digo nada, aunque tengo la mandíbula tensa con cada gesto suyo. Patricio ríe. Expone lo que sabe y surgen dudas: ¿cómo lo supo?, ¿quién se lo dijo? No revela su fuente.—Ambos irán a pri
KYRION—Cuando la confianza se rompe y se lleva consigo la esperanza, no hay acto de amor que valga —responde demasiado seria.Aprieto el volante por unos segundos. Pienso mi respuesta.—Toda persona debería tener derecho a por lo menos una oportunidad.—Eso asumimos cuando somos los del error. ¿Pero qué hay de las heridas del otro? ¿Qué si son tan profundas que ver a ese alguien no resulta aliviador, sino un tormento?Hago una maniobra y salgo de la vía. Me estaciono al lado, sin importar si se puede o no.Suspiro con pesadez, hondo.—Hay algo más. Dímelo, Gema. Estamos hablando, sé honesta y habla conmigo.Se soba el vientre.—Ya lo dije, Kyrion.Me giro y miro sus ojos.—¿Hay algo que pueda hacer?—Quiero que avancemos. No quiero quedarme en el pasado. Si te recuerdo esto, no es por no olvidar, es para tener en cuenta lo que no voy a permitirme. Podemos lograrlo, ser buenos padres, llevar vidas tranquilas y cumplir con nuestras responsabilidades.—¿Es un no rotundo a darme una opor
KYRION—No es para tanto —me dice cuando nota mi molestia.—Lo sé. Lo dice un ejemplo a seguir, la persona perfecta, la que sabe de dolor solo cuando de ella se trata.—No es lo que quise decir.—Lo sé. No te culpo, es como me muestro al mundo. Solo que tú, que la has pasado mal, deberías poder ver más allá de las pantallas. ¿Te has preguntado qué me hizo ser lo que soy? ¿Crees que nací así?Crecí rodeado de violencia, frialdad, de pérdidas y oscuridad. Puede que no justifique mi ser, pero no puedes evitar volverte parte del entorno en que vives, de quienes te rodean si quieres sobrevivir. Para ti fue una desgracia, para mí, el mundo en que crecí. No te preocupes, no voy a arruinar esto.Se queda en silencio, sin dejar de mirarme.—Vamos a necesitar una colchoneta —me las señala y me alejo por ella.Se acomoda y me pide hacerlo. No era momento de comenzar, pero lo hice. Deslicé mis manos por su vientre.—Se siente bien —dice de repente—. Gracias por aclarar lo de nuestra situación.—N
GEMA—Buenos días —me dice con un tono amable que no suele usar—. Winston no pudo venir.—Claro… —respondo cortante—. No tienes que explicar. Es tu empresa. Es normal que quieras ver cómo anda todo.Se pone ambas manos en los bolsillos. Me sigue.—En realidad, quería comentarte que ya quienes están detrás de tu tragedia familiar han recibido su merecido. Podrás irte a tu país cuando quieras.No digo nada. No me genera nada. No es tan fácil. Además, mis padres están felices, quieren quedarse.—Comprendo —dice sin presunción—. Podemos comenzar con la reunión. Estarás libre más temprano.Me encojo de hombros. Nos sentamos. No parece interesado. No mira mi vientre, no pregunta nada. Solo se sienta y espera mirando cualquier punto de la oficina, menos a mí.—Los clientes han aumentado, supongo que Winston ya te lo mencionó. Por eso tengo una nueva estrategia. Quisiera que me des tu opinión. Si permites que la implementemos, es un incentivo para los clientes antiguos y captar la atención de





Último capítulo